miércoles, 4 de enero de 2012

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Año I – Primera Edición – Editorial: 000000040  [1]

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Domingo 16 de Octubre de 2.011.


Me Importa Un Soto
Por Rubén Vicente

Quienes tenemos más de cincuenta escuchamos muchas veces la expresión me importa un soto. Supongo que en la academia nacional del lunfardo sabrán todo acerca de la palabra soto. Julián Marías diría que es un clásico, porque muchos la emplean pero muy pocos saben qué significa en realidad. Ah, y también me acuerdo que había una marca de autos Desoto, pero hasta ahí llega mi capacidad de asociación libre a esta hora de la mañana, sorry.

Wikipedia es el billiken de los gallegos y siempre nos da sorpresas. Resulta que soto es una tribu del Africa Subshariana, que vive en una comarca de unas 300.000 Has. Por eso, su habitat boscoso se llama soto (sotto voce, já) y su dialecto oral también se llama así. Ellos eran parte de la nación aborigen de los que trabajaban el bosque con las manos (los bosquimanos).

Hace nada más que 40.000 años atrás, los sotos fueron subyugados por los basutos que, sin embargo, terminaron fusionando su dialecto con el soto, formando un idioma mixto, completo pero no escrito, que recibe el nombre de sesoto (a ver, dejame a mi: risoto, ja ja já).

Pasaron miles de años desarrollando gradualmente la ganadería, la agricultura y las agroartesanías (la economía de subsistencia), hasta que en el siglo doce, apreció un tipo que se llamaba Basuto Meshoeshoe, que fue coronado primer monarca del Reino de Basuto (léase: Basutolandia), que tuvo su capital en la aldea de Maseru, que hasta tuvo una bandera de tres franjas horizontales (azul, blanca y verde).

Verdaderamente este Basuto fue un fenómeno, porque supo darle a su pueblo una gran prosperidad, al enseñarles la aquería de los minerales, separando la ganga de las incrustaciones de metal, que comenzó a fundirse en panes de unos diez kilos cada uno, inventando los lingotes de oro. Mirá vos Basuto, no lo tenía…

En el siglo quince, Basutolandia fue conquistada por el imperio tártaro, convirtiéndose en un sultanato negro y musulmán, dependiente del khanato de Egipto. Doscientos años más tarde, empezaron a llegar los misioneros protestantes franceses, iniciándose la colonización cristiana, pero por zurda.

Desde entonces, los sesotos fueron abrazando las dos religiones, lo que causó de una guerra civil desvastadora (porque cuando entre hermanos se pelean, se los devoran los de ajuera, je jé). Las clases dominantes aprovecharon la volada para someter a los rebeldes a la esclavitud, que se transformó en el segundo rubro de exportación de Basutolandia (léase: la trata de personas es la fuga de cerebros de antes).

Un bosque esquilmado, productor de oro y esclavos, hasta que en 1850 llegaron los boers de Holanda y fundaron la colonia de Orange, que desarrolló la nueva industria de la explotación forestal, que cayó en manos de Gran Bretaña, justamente, después de La Guerra de los Boers (1899-1902), pasando a llamarse con el nombre de Lesoto.

Como una gracia de su graciosa magestad (¡qué graciosa!), la independencia de Lesoto fue reconocida en 1966, transformándose en un nuevo dominio que pasó a formar parte de la paquetísima comunidad económica de la naciones británicas (the british commonwealth of nations), bajo el régimen de la monarquía parlamentaria (¡qué cool!), que nuclea a los jefes clánicos de la tribu nacional  (puajjj), de la que siguen fugándose la madera, el oro y los cerebros, cristianos y musulmanes, lo mismo da, hacia Holanda, Francia y Gran Bretaña, claro está, bajo el poder formal de la dinastía ancestral de los Meshoeshoe, obvio. ¿Y qué más quiren estos zanguangos?

Este es el modelo de estado que pretenden los europeos para el Africa Subsahariana en este principio del siglo veiniuno, es decir, todo bien ordenadito y civilizado, pero siempre dependiente y gobernado por cipayos entreguistas, eso si, afiliados a la unión africana y a la ONU, claro está. Total, me importa un soto.

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.



[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho teóricamente posible, que que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.

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