sábado, 14 de enero de 2012

86 Geopolítica (Argentina)

Año I – Primera Edición – Editorial: 00000086 [1]

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Viernes 2 de Diciembre de 2.011.

Karro, Perro Al Major
Por Rubén Vicente

En 1971, el gobierno militar liderado por el Tte. Gral. EA ® Dn. Alejandro Agustín Lanusse (a) Cano, puso en vigencia la Ley N° 19.640, que regulaba los nuevos institutos jurídico-aduaneros de las áreas francas y de las áreas aduaneras especiales, destinados a contribuir con la política de defensa de la Argentina en los territorios australes (Antártida, Islas del Atlántico Sur, Malvinas y La Tierra del Fuego).

Dichos institutos implicaban que el sólo y único territorio nacional se dividía en tres subterritorios (3), pero a los efectos pura y exclusivamente fiscales y cambiarios (el territorio aduanero general, el territorio aduanero fuegunino y el terrritorio adunero del mar argentino, la antártida y las islas del atlántico sur, Malvinas incluídas).

En este último territorio aduanero especial, la ley estableció un régimen de área franca, según el cual, a los efectos puramente aduaneros y cambiarios, todas las operaciones de importación o de exportación quedarían excentas de toda clase de controles policiales o fiscales, quedando la misma completamente liberada para desarrollar en ella toda clase de actividades económicas, solucionando de esa manera, la especial situación de tales partes del territorio argentino, ejerciendo soberanía sobre nuestras tierras, mares y espacios aéreos sometidos a la ilegítima influencia británica.

Y en el territorio aduanero fueguino se estableció el régimen legal del área aduanera especial, que implicaba un juego de tipos de cambio promocionales y de excenciones tributarias y aduaneras, totales o parciales, según correspondiera, relativas a las importaciones y a las exportaciones originarias y procedentes tanto del área franca como del territorio aduanero general (el continente), y viceversa.

Al año siguiente (1972), la firma Grundig AG de Franckfurt, que era una controlada del Telefunken Grouppen de Alemania Occidental, aprovechó los beneficios tributarios, aduaneros y cambiarios de la Ley 19.640, para posicionarse como la principal accionista (51%) de una nueva sociedad comercial, que comenzó a girar bajo la razón social de Grundig Argentina SA, con domicilio legal en la ciudad de Buenos Aires, cuyo objeto social era la importación de tecnología alemana del oeste, destinada a la fabricación, distribución, comercialización y exportación de artefactos para el hogar, especialmente televisores a color, bajo el sistema PAL, obviamente alemán occidental; para lo cual, instaló una fábrica en la villa de Ushuaia, capital del entonces territorio nacional de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sud, con jurisdicción comercial sobre la totalidad de la Isla Grande de la Tierra del Fuego.

Paralelamente, el presidente de la nueva empresa argentina, Ing. Maximilian Johannes Grundig (a) Max, fue protagonista de un aviso publicitario que promocionaba la nueva marca (Grundig), bajo el slogan de caro, pero el mejor, lógicamente, pronunciado en un castellano de inocultable acento alemán; masificándose el mismo a tal punto que, desde entonces, la demanda de artículos para el hogar de esa marca ganó rápidamente posiciones en el mercado interno de nuestro país, mientras se exportaban televisores a color a Europa Central (Alemania Occidental, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Austria y Suiza). ¡Bárbaro!

Para 1975, Grundig ya era el ícono de la industrialización fueguina, de fuentes de trabajo y de mejoramiento de la calidad de vida de la población local, que empezó a crecer en forma exponencial, mientras otras empresas se radicaban en la Isla Grande de la Tierra del Fuego, multiplicando las actividades económicas no tradicionales (la ganadería de producción y la agricultura de subsitencia), entre las que se destacaron Phillips, Osram, Philco, Audinac, Aurora, etc.

Pero Grundig revalidó sus títulos pioneros del desarrollo industrial fueguino a partir de 1978, cuando incluyó en sus televisores a color el sitema PAL-N, especialmente diseñado por la Phillips holandesa para la Argentina, gracias al cual, los partidos del campeonato mundial de futbol, pudieron ser transmitidos al extranjero en colores, comenzando a extenderse ese sistema a nuestro mercado interno inmediatamente después de la finalización del torneo que, justamente, perdió Holanda, ja ja já. [3]

Luego del defoult argentino de 1989, el nuevo gobierno justicialista, liderado por el Dr. Carlos Saúl Memen (a) El Turco, implementó una nueva política económica, basada en los principios neoliberales de la desregulación, de la privatización y de la apertura indiscrimada de nuestra economía a la globalización mundial.

Ello incluyó la derogación de la Ley 19.640, bajo el fundamento de que la industria fueguina ya estaba suficientemente desarrollada y consolidada como para tener que seguir protegiéndola a costa de los contribuyentes del resto del país.

El resultado práctico de esa medida fue el inmediato traslado de las fábricas fuguinas al territorio continental argentino, especialmente, a las provincias del interior (Jujuy, Salta, Santiago del Estero, Tucumán, Catamarca, La Rioja, San Juan, San Luis, Mendoza y Córdoba), aprovechando los beneficios fiscales internos entonces en vigencia en tales provincias (la promoción de las economías regionales).  

Esa mundaza industrial generó la involución económica fueguina, sobre todo porque algunas empresas, empezando por Grundig Argentina, no pudieron soportar la competencia asiática que llegaba al país para quedarse y, directamente, entró en quiebra, dejando sin trabajo a muchos obreros calificados, la mayoría de los cuales, emigraron desde La Patagonia hacia El Interior, dejando en La Isla Grande de la Tierra del Fuego a una minoría que ya había echado raices y que decidió organizarse para la emergencia económica y social, provocando su propia pauperización, a vista y paciencia del gobierno territorial y,  sobre todo, nacional (1996). [4]

En 2003, un grupo de los ex trabajadores de Grundig Argentina, obviamente desempleados o subempleados, se unieron para conformar una nueva asociación civil sin fines de lucro, que comenzó a girar bajo la razón social de La Cooperativa Renacer, con domicilio legal en Ushuaia, cuyo objeto social era maniobrar ante las autoridades públicas de la nueva provincia de la Tierra del Fuego, a efectos de que las mismas le otorgaran a dicha entidad la administración de los bienes ramanentes de la empresa quebrada, transformándola en una empresa administrada por los trabajadores, en carácter de nuevos propietarios cooperativos de la misma (la empresa socializada = la empresa recuperada = la autogestión obrera), justamente, bajo la marca Grundig, que caducó en nuestro país.

Desde entonces, La Cooperativa Renacer Ltda. de Ushuaia, comenzó a fabricar, distribuir, comercializar y exportar televisores y lavarropas de la marca Grundig, tanto al territorio continental argentino como a países limítrofes, apoyado ese esfuerzo puramente privado, de carácter cooperativista, por la restitución legal de los beneficios cambiarios, tributarios y aduaneros vigentes entre 1971 y 1995.

En otras palabras. Esta es una muestra de lo que yo concibo como el capitalismo privatista argentino de las dos primeras décadas del siglo veintiuno, bajo la impronta ideológica del nacionalismo, en armónica confluencia con el socialismo (léase: el socialismo nacional = el nacional socialismo = el nazismo), cuya versión vernácula recibe el nombre tradicional de justicialismo, que si es pretendidamente progresista, pero sin ser populista, recibe el nombre de camporismo o bien, de neocamporismo, o si se prefiere, de kirchnerismo, lo mismo da.

Y hablando concretamente de la diferencia que existe entre progresismo y populismo, o si se prefiere, entre protección y proteccionismo, la propia jefe del estado argentino, Dra. Cristina Fernandez de Kichner (a) La Reina, aclaró diciendo que:

"Las medidas de defensa del trabajo nacional no pueden ser eternas; porque las excesivas medidas de protección tornan no competitivas a las empresas" (sic).

Y si no se entendió, podríamos decir esto mismo en alemán, pero no creo que haga ninguna falta, porke está suficientemente klarro. ¿Verdad?

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.




[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
[3] Está claro que todos los paritidos de futbol se pueden arreglar antes de salir a la cancha. Tal vez, un arreglo holando-argentino haya sido la derrota de la naranja mécanica, como pago por el favor de que la Argentina haya elegido para sus transmisiones televisivas a color, justamente, el sistema holandés. Ello en nada desmerece el resultado obtenido por la Argentina, porque esa clase de arreglos, que son políticos, sólo son posibles entre paises que nadie discute que son potencias futbolísticas mundiales y porque, además, por más arreglo que se haya pactado, los partidos hay que jugarlos y la suerte juega un rol determinante, por aplicación del viejo axioma argentino de que en la cancha se ven los pingos.

[4] El modelo menemista fue un cáncer para la industria fueiguina de los artículos para el hogar, pero también, fue una bendición para la nueva industria globalista de la Isla Grande de la Tierra del Fuego, que fue y es el turismo, que originó el florencimiento de posadas, hoteles, restaurantes, bares, confierías, salas de juego, discotecas, etc., que son la gran fuente ecológica de ingresos de los empresarios locales.

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