sábado, 7 de enero de 2012

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Año I – Primera Edición – Editorial: 00000065 [1]

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Viernes 11 de Noviembre de 2.011.



Hacete Amigo del Juez
Por Rubén Vicente

Este tipo sabía un toco. Se llamaba Alfred Christian Niels Ross, pero es más conocido como Alf Ross. Fue un gran filósofo danés, y presidió la corte suprema del reino  de Dinamarca, desde 1946 hasta 1958, es decir, después de la segunda guerra mundial y durante la primera fase de la guerra fría.

Luego (1961), cruzo el Atlantico Norte y se radicó en el condado de Mercer (Estado de New Jersey), donde enseñó derecho constitucional, hasta que nombrado doctor honoris causae de la Universidad de Princeton, inmediatamente antes de su muerte en 1975.

Elaboró la teoría de la realidad del derecho (the real law), que terminaría convirtiéndose en la escuela jurídica que sigue hoy la mayoría de los jueces del fuero criminal de los EEUU que, obviamente son, por ahora, la hiperpotencia planetaria de la globalización unipolarista que supimos conseguir y, por eso, sus ideas son muy pero muy importantes para todos los jueces, incluídos los argentinos, aunque la mayoría de nuestros magistrados del fuero penal sean tan lamentablemente garantistas, claro está.

Alf  Ross dijo varias cosas, muy ciertas y muy interesantes, para todos (abogados o no). La primera cosa que dijo fue que, en realidad, el derecho es: lo que los jueces dicen que es (sic).

Y claro, porque no importa lo que digan los armisticios, los tratados, las convenciones, las constituciones, los códigos, las leyes, los decretos, las resoluciones administrativas, las ordenanzas municipales, los contratos, etc., porque al final del día (at the end of the day), lo único que verdaderamente importa es lo que digan los jueces de la corte suprema, cuyos fallos son definitivos e inapelables. ¡ajá!

También dijo que no existe posibilidad ninguna de confusión entre el derecho y la justicia (¿cómo?), porque el derecho preserva los intereses y la justicia sacraliza los valores, que son dos cosas bien distintas y opuestas, y por eso, está pésimamente mal llamarle la justicia al poder judicial (sic), como lo hacen los franceses y sus admiradores (léase: los argentinos = Lorenzetti, Zafaroni, Argibay Molina & Co.).

Otra cosa que dijo Alf Ross fue que la misión institucional de los abogados no es defender los derechos de sus clientes (¿?), sino más bien, sólo sus intereses (ups), porque para decir el derecho (de juris dictio = la jurisdicción) están los jueces, para quienes las normas juridicas no son ni verdaderas ni falsas (¿cómo se atreve?), sino que sólo son una directiva (sic), a la que los magistrados deben atenerse, pero sólo en cuanto les sea posible (sic), porque la ley es una ramera que está al servicio de todos (sic). [3]

Otra cosa que dijo Don Alf fue que la democracia constitucional es siempre, pero siempre, so-cia-lis-ta (sic), porque establece los derechos fundamentales de los individuos (varones, mujeres, niños y ancianos) que viven en la sociedad civilizada, y porque deja instaurado un sistema de gobierno en el que nadie puede imponerle nada a nadie, salvo que sea un anti social.

Dijo que el orden jurídico de cada una de las naciones es una parte contribuyente a la construcción del orden jurídico internacional y que, por ende, el derecho internacional no puede nunca contradecir ni sobreponerse compulsivamente al derecho nacional (sic) que digo yo que, si es socialista entonces, entonces, necesariamente, tiene que ser un derecho nacional socialista (léase: el derecho nazi). ¡Wonderfull Don Aldof, perdón, quice decir Don Alf!

En otras palabras, no hay nada que hacerle ni vueltas que darle. Mucha Universidad de Upsala; mucho doctorado honoris causae en Princeton y mucha pero mucha labia leguleya, pero la verdad, es que en el fondo de sus almas, la mayoría de los jueces norteamericanos del fuero criminal son más nazis que Hitler, con perdón de la palabra your owner, ja ja já.

¿Será por eso que el negro está que trina con los jueces?

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.


[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.

[3] Y hablando de rameras, recordemos la máxima jurídica que dice que los pactos deben ser observados (pacta sunt servanda), que se contrapuso al agregado que Isabel I Tudor (a) La Ramera de Satanás empleó para no cumplir ningún acuerdo internacional firmado por Inglaterra en el siglo dieciseis, bajo la fórmula de que: mientras persistan las condiciones en las que fueron celebrads (rebuc sic stantibus = se borra con el codo lo que se escribe con la mano), que es, justamente, el caballito de batalla de Alf Ross y de la mayoría de los jueces estadounidenses del fuero criminal. Sigo:

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