lunes, 23 de enero de 2012

129 Geopolítica (Estados Unidos)

Año I – Primera Edición – Editorial: 00000129 [1]

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Martes 16 de Enero de 2.012.



El Burro Adelante
Por Rubén Vicente

Si uno se metiera a leer los diarios de 2008, y examinara detenidamente las internas demócrata y republicana (las primarias), se daría cuenta de que, en su fuero íntimo, la alta dirigencia de ambos grandes partidos políticos estadounidenses (léase: los superdelegados) estaban convencidos de que perderían la carrera por La Casa Blanca, y por eso, las dos convenciones nacionales nominaron a los candidatos de segunda línea, nada más que para guardar a los ganadores parciales para otra oportunidad.

Y claro, de giles no tienen nada, y por eso, nominaron a Barak Obama y a John Mc Cain que, en los debates televisivos y en los supermartes, no convencieron a nadie de que eran capaces de evitar lo inevitable, es decir, la guerra mundial contra el terrorismo (la segunda guerra fría) y la crisis mundial (el efecto jazz = la gran recesión = la segunda gran depresión).
Y ahora (2012) pasa exactamente lo mismo, porque los demócratas han nominado a Obama para la reelección, y no hay primarias (léase: seguí vos negro), mientras los republicanos empiezan a descartar perdedores natos en los primeros caucus de Iowa y de New Hampshire, y lo seguirán haciendo en los próximos de Carolina del Sur, de La Florida y de Nevada, para dejar ir dejando perfilados a tres precandidatos como mucho y, en agosto, si todo avanzara sin sorpresas, eligirán al que piensen que es el más adecuado para enfrentar al grone, que no necesariamente será el más votado por la base partidaria, porque eso de la democracia estadounidense, es un verso más grande que una casa, claro está.
Y si, porque si no ponés plata para afiliarte no votás, y aunque votes, sólo se presentan como precandidatos competidores los autofinanciados, y aún así, los delegados de cada estado se los lleva todos el ganador, y aún así, pueden ser que lo manquen en agosto, y pongan a un tipo de segunda, o de tercera, claro está. Y después, en noviembre, no cuentan los votos, sino más bien, los delegados al colegio electoral que aporte cada estado, que no es lo mismo, claro está.
Te pongo un ejemplo. En agosto de 2008, Hilary Clinton tenía el cuarenta y siete por ciento de los votos totales (49%), mientras Barak Obama tenía sólo el diecinueve por ciento (19%), pero en delegados a la convención nacional demócrata estaba empatados (¿?) y, reunión a puertas cerradas de superdelegados mediante (Ted Kennedy, Jimmy Carter, Bill Clinton, Al Gore, etc.), oh casualidad, nominaron al negro, cuando ya sabían que tendría que hacerse cargo de lidiar, nada más ni nada menos, que con la segunda gran depresión; haciéndola bajar a Hilary, pero manu militari, porque no fue sin pataleo. ¿Verdad?
Eso sí, en compensación, Obama le tuvo que ofrecer a Hilary el cargo de canciller de la hiperpotencia planetaria, pero cumple el mandato de no ponerla a manejar cuestiones críticas (Corea del Norte, Afganistán, Irán, Irak, Siria, Somalía, Libia o Venezuela). La deja con el chiquitaje, tipo La Conferencia de Copenhage (un fracaso), Cuba (otro fracaso) y cosas así (léase: chaucha y palitos), porque han decidido preservarla para 2016.
Siendo así, qué importancia puede tener para el pueblo de los EEUU y para el mundo entero (orbis), que George Wilhard Mitt Romney (a) El Burro, haya triunfado en los caucus de Iowa o de New Hampshire, si al final del día (at the end of the day), la plana mayor republicana, es decir, los superdelegados del old party, con El Viejo Bush a la cabeza, va a nominar al que ellos quieran, o a la que ellos quieran, porque Sara Pallin sigue siendo la principal referente del Tea Party. ¿Verdad? [3]
Y repito, siempre que no haya sorpresas, porque yo no sé por qué, pero yo sigo pensando que Obama no llega y que su vice (Joseph Biden) renunciará, dejándole el campo libre a la que sigue (Nancy Pelosi), para que todo sea un auténtico duelo a matar o morir de bragas y sujetadores, es decir, una maldita guerra de bombachas y corpiños, y nada más, claro está.

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.











[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155). 

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
[3] George Washington le encomendó a sus colaboradores inmediatos que organizaran una asociación civil sin fines de lucro, que comenzó a funcionar bajo la razón social de El Partido Federalista (PF), que se posicionó como la fuerza oficialista en el congreso de los EEUU (1792). Después de La Segunda Guerra de la Independencia (1810-1812), el Partido Federalista se fracturó, surgiendo El Partido Nacional Demócrata (PFD) y el Partido Nacional Republicano (PNR), que era el más votado y, por eso, se consideraba a si mismo como el verdadero heredero del Partido Federalista, siendo en consecuencia el partido político más antiguo de la historia de los EEUU, motivo por el cual, es conocido como el viejo partido (the old party), cuyo ícono es un elefante. The Tea Party es la facción ultra-conservadora del partido republicano, que se cree capaz de resucitar el viejo espíritu de los colonos que organizaron La Revolución del Té (1775), que dio origen a La Guerra de la Independencia (1776-1781), a La Declaración de la Independencia (1776) y al Tratado de París (1783), en cuya virtud reconoció la independencia estadounidense, a cambio de ciertos privilegios económicos para Gran Bretaña, en el territorio de la nueva nación, incluyendo que, fraude electoral mediante (no jodamos), Washington gobernara veinte años (20), es decir, hasta la finalización del siglo dieciocho. Ya hablaremos de Washington en otro artículo.

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