sábado, 7 de enero de 2012

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Año I – Primera Edición Simulada – Editorial: 00000061 [1]

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Lunes 7 de Noviembre de 2.011.

              Fumadero de opio coli en Vladivostok (1901)

El Marco Polo del Oriente
Por Rubén Vicente

Noé Cohen fue un mercader yavista del siglo primero antes de la era cristiana. Nació y creció en la villa persa subártica de Komi, y comerciaba con muscaria, caballos, arcos, flechas, hombres, mujeres, niños, niñas, gemas y oro. [3]
Al cumplir cuarenta años, Noé organizó una gran caravana de camellos de las estepas, que son peludos, con la que cruzó el Asia Central (El Altai) y alcanzó el país de los mongoles (El Lago Baikal), para luego dirigirse al gran palacio imperial chino de Pekín (la ciudad prohibida).

El emperador amarillo quedó tan encantado con los caballos y con la muscaria que le concedió el gobierno de la villa septentrional manchuriana de Hartán, en agradecimiento de lo cual, Noé Cohen cambió su nombre hebreo por el chino de Nu Chen. Desde entonces, Nu se convirtió en una autoridad territorial, que gobernaba un espacio de decenas de miles de hectáreas circundantes, pobladas por treinta mil almas esclavas.

Las organizó para que viajaran al norte (Yakutia), levantaran campamentos costeros y se las arreglaran para cazar focas, extrayéndoles el aceite, que era llevado a Hartán, para su empleo como combustible de las linternas de la iluminación taoista (léase_ las lámparas chinas), que alumbraban los fuertes, los templos, el palacio imperial, las mansiones, las calles, los mercados y los puertos de toda China.

Obviamente, Nu Chen se llenó de oro con ese negocio hebreo, pero se ve que era un tipo muy pero muy creativo, porque se le ocurrió otra idea brillante, que fue usar el papel de arroz  y la tinta china para organizar la elaboración artesanal de los primeros billetes de la historia universal, cobrando en metálico y pagando en papel moneda (¡ningún dolobu!).

Viajó a Shangai y alquiló varios veleros orientales (los campai) que lo transportaron a Taipei, Bangkok, Rangún, Calcuta, Madrás, Bandar, Adén, Sanah, Akkaba y Jerusalén por tierra, con ayuda beduina, donde fue recibido por el sumo sacerdote de Jehová (el caifás), Juan Hircano I Asmoneos (a) El Helenista, haciéndole un gigantezco depósito de oro en el banco central judío (el kajal = la caja = la kabalah = la cábala = la cabal) de El Templo de Esdras. [4] ¡Ah, mirá vos!

En retribución, Juan Hircano lo nombró embajador de Judea en Pekín, para luego regresar a la capital china, acompañado por cien jóvenes doctores de la ley (los rabinos), que abrieron escuelas de religión yavista en toda la provincia de Hartán (las sinagogas orientales), obligando a sus esclavos a convertirse en masa al judaismo, a cambio de otorgarles la manumisión, convirtiéndolos en libertos chinos, pero judíos, que se identificaban entre ellos porque comenzaron a usar trenzas largas debajo de los kippá (los colis).

Fue entonces, cuando el emperador amarillo (Tih Wan Lí) le pidió a Nu Chen que pensara en algo para solucionar el problema que planteaba la amenaza de invasión mongol. Nu tuvo una respuesta verdaderamente genial, poniendo de acuerdo a los mongoles y a los chinos para construir juntos La Muralla Mongol (léase: la muralla china), concebida como una avenida de circunvalación del imperio chino, que serviría de ruta comercial para los mercaderes de ambos imperios, con guardias fronterizos (las gendarmerías) cada diez kilómetros, intercalando un puesto mongol con otro chino, dejando inaugurado de ese modo el primer paseo de compras de la historia universal (el shopping). ¡Ré top!

En premio de su sagacidad y espíritu de verdadero estadista, además de excelente comerciante y habilísimo diplomático, Tih Wan Lí nombró a Nu Chen como primer monarca del nuevo reino chino de Corea, con capital en Seul, instaurándose la primera dinastía coli de Los Nu (léase: Los Noé), que era china, pero judía.

Desde entonces, Nu Chen se abocó a la tarea de nombrar embajadores coli coreanos en las grandes capitales del mundo conocido, que negociaron con los gobiernos locales. para establecer la primera ruta comercial tricontinental terrestre, que uniría el comercio de oriente con el de occidente y viceversa, que hoy es conocida con el nombre de La Ruta de la Seda, que comenzaba en Seúl y terminaba en Gadez (léase: Cadiz) que, siglos más tarde, los bizantinos convertirían en una ruta marítima.

Nu Chen murió sin concretar su gran anhelo, que era negociar con Egipto la construcción de una vía artificial de navegación que uniera el Mediterráneo con el Mar Rojo (léase: El Canal de Suez), construído bajo el gobierno de Gammal Abdel Nasser recién en el siglo veinte.

Después de las cruzadas (1096-1271), La Ruta de la Seda fue la vía de expansión del comercio de las especias, especialmente, de la pimienta y del opio, conocido en Europa con el nombre griego de pharmaton, como así también, de porcelanas, polvora, armaduras, ballestas, bombardas, algodón, alfombras y fragancias aromáticas florales (los perfumes).

En otras palabras, Marco Polo no fue más que el Nu Chen del occidente cristiano y medieval, porque el antiguo oriente era financiera y comercialmente un invento judío, que parece chino, pero que figuraba siendo inicialmente coreano, y nada más, claro está.

Bajo esa comprensión, queda clara la razón de por qué es la interna del judaismo, planteada entre los judíos territoriales de Palestina (léase: Judá = Judea = Israel) y los judíos extraterritoriales de La Diaspora global, en la que los palestinistas se conocerán veinte siglos más tarde con el nombre de los sionistas, y donde la alta dirigencia internacionalista de los diaspóricos se nuclea en La Hermandad de los Sabios de Sión, fundada en Moscú en 1764, tan criticada por Henry Ford en su libro titulado con el nombre de El Judío Interancional, publicado en 1920, donde la crítica al judaismo diaspórico se centra en la supuesta concresión de los propósitos de esa gran logia esotérico-política rusa, descripta en Los Protocolos de los Sabios de Sión, escrito en 1865 y conocido por el mundo a partir de 1904, a los que me referiré en un artículo futuro, por razones de falta de espacio,  y para no seguir aburriendo demasiado con este tema que para mi es obviamente apasionante.

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.













[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es un hecho ques es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.

[3] La muscaria es un hongo alucinógeno muy usado por las tribus ancestrales de Escandinavia (los lapones) y de Siberia (los eslavos).
[4] El primer templo de Jehová de Jerusalén (El Templo de Salomón) fue destruído hasta lo cimientos por las tropas de Nabucodonosor en 583 AC, comenzando La Diáspora Judía. En 536 AC, el primer ministro yavista de Persia, Mordejai Egibi, ordenó la conquista de Babilonia, cayendo la provincia de Palestina en poder del  rey de reyes (el shah), que nombró a Mordejai gobernador de la nueva satrapía persa, con capital en Jerusalén, donde fue construido El Segundo Templo (El Templo de Esdras) que fue el primer caifás de los judíos a partir de 519 AC.

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