Año I – Primera Edición – Editorial: 00000143 [1]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Domingo 29 de Enero de 2.012.
El Protomedicato Policial
Por Rubén Vicente
Podrán decir lo que quieran, pero para mi, El Mulato Rivavia era un político con mentalidad de estadista. En plena anarquía del año veinte, desde el ministerio de gobierno de la provincia de Buenos Aires, con el propósito de garantizar la cohesión poblacional, le hizo firmar a Martín Rodriguez el decreto de creación de La Policía Bonaerense. Ups.
La nueva repartición administrativa provincial, directamente dependiente de la autoridad política de Rivadavia, dividía su jurisdicción territorial en cuatro departamentos seccionales o comisarías (Buenos Aires, San Nicolás de los Arroyos, Luján y San Vicente). [3]
Al año siguiente (1822), El Mulato firmó una resolución administrativa, en cuya virtud declaró la creación de una nueva dependencia policial, que recibió el nombre de El Protomedicato, nombrando como primer director al Crio. PPBA. Dr. Dn. Carlos Durand (a) El Franchute, con la atribución de nombrar médicos policiales de sección, con grado de subcomisarios. [4]
Esos cuatro funcionarios recibieron la misión política de velar por la salud de los policías y de los detenidos de ambos sexos, a través del ejercicio de las funciones de medicina legal, de medicina asistencial general, de obstetricia y de asistencia a los pobres, mendigos y pordioseros. ¿Cómo? [5]
Entre las atribuciones vinculadas con la función de la medicina legal se incluyeron las de expedir certificados de defunción y de nacimiento de niños de madres detenidas, como así también, el de elaborar dictámenes médicos solicitados por los jueces de paz. En 1834, Durant emitió otra resolución administrativa, de creación de La Sala de Autopcias, en jurisdicción de La Comisaría Primera del barrio porteño de Catalinas. [6]
Así pasaron muchos años y mucha agua abajo del puente, hasta que en 1880, el congreso nacional aprobó un proyecto de ley en cuya virtud, La Policia de la Provincia de Buenos Aires extiendió su juridicción a la totalidad del territorio nacional, con el nuevo nombre de La Policía Nacional Argentina, destinada a la atención de casos vinculados con los delitos de jurisdicción judicial federal, y de los casos vinculados con los delitos de jurisdicción judicial ordinaria de la capital federal y del territorio nacional de La Patagonia; cuyo primer director general fue el Crio. Gral. PNA Dr. Dn. Marcos Paz (a) El Tucumano. Desde entonces, la policía nacional pasó a tener una comisaría en cada circunscripción electoral de la capital federal (4) y una en cada capital provincial (14). En ese contexto, El Protomedicato extiendió su jurisdicción a toda la nación. [7]
Cinco años más tarde (1885), la función policial de asistir a los pobres, a los mendigos y a los pordioseros, es decir, a los indigentes, fue delegada en una nueva repartición pública que comenzó a funcionar bajo el nombre de La Asistencia Pública Nacional, reduciéndose las funciones de El Protomedicato Policial a la atención de los policías y de los detenidos de ambos sexos, incorporándose personal femenino (las enfermeras policiales), diponiéndose la creación de veinticho salas de autopcias, a razón de una por cada comisaría del país.
En 1894 fue creado el departamento de bomberos, dotado de cincuenta destacamentos, a razón de uno por cada comisaría de la nación. En ese contexto, El Protomedicato extendió sus servicios a la atención médica, quirúrgica y odontológica a los padres, a los suegros, a las mujeres y a los hijos de los policías de la nación y de los bomberos de la república, incluyendo una cobertura farmaceútica integral y gratuita; siendo todos los policías nacionales autorizados a conformar una asociación civil fin fines de lucro, organizada como una sociedad de socorros mutuos (la mutual policial), que comenzó a funcionar bajo la razón social de La Caja Policial.
Sólo dos años más tarde (1896), el director general de La Policía Nacional Argentina, Crio. Gral. PNA Dn. Domingo Viejobueno, emitió una resolución administrativa en cuya virtud dispuso la creacción de salas de primeros auxilios y de consultorios médicos que, junto con las salas de autopsias, pasaron a depender de una nueva repartición pública, que comenzaría a funcionar con el nombre de El Hospital Policial, destinado a la atención de los policías y de los miembros de sus núcleos familiares primarios, como así también, de los detenidos de ambos sexos, comenzando a prestar el servicio de ambulancias.
En 1907, el presidente masón-conservador de la nación, Dr. José Francisco Figueroa Alcorta (a) Pancho, emitió un decreto en cuya virtud dispuso que todas las misiones, funciones y atribuciones de El Protomedicato Policial, directamente vinculadas con el poder judicial, dejen de ser desempeñadas por La Policía Nacional Argentina, pasando a la órbita institucional de La Corte Suprema de Justicia de la Nación, cambiando su nombre por el nuevo de El Cuerpo Médico Forense de la Nación. [8]
Las funciones estrictamente vinculadas con la salud estrictamente policial fueron puestas a cargo de una nueva repartición denominda con el nombre de La Dirección de Sanidad, exclusivamente encargada de los policías y de los bomberos, mientras la salud de sus familiares pasó a ser financiada por consultorios médicos particulares o bien por La Clinica Llobet del barrio porteño de La Recoleta, con fondos provistos por La Caja Policial, y los detenidos comenzaron a ser atendidos en los hospitales públicos de la nación.
Sin embargo, los hospitales públicos, especializados en salud mental (los hospicios = los loqueros) quedaron funcionando bajo la depedencia jerárquica, funcional y presupuestaria de La División Sanidad de La Policía Nacional. [9]
Finalmente, en 1933, el congreso nacional aprobó un proyecto de ley en cuya virtud entró en vigencia El Plan Nacional de Obras Públicas, que incluyó un pragrama nacional de construcción de edificios públicos, entre los que figuraba uno que sería construído en un predio de cuarenta y tres mil setecientos metros cuadrados (43.700 m2) de propiedad pública nacional, situado en la manzana conformada por las calles Almafuerte, Uspallata, Pepirí y Los Patos del barrio porteño de El Parque de los Patricios, que sería afectado al servicio La División Sanidad de La Policía Nacional Argentina.
Cinco años más tarde (1938), con un presupuesto de $ 500.000,00 m/n, el diseño y la construcción del futuro Hospital Policial Nacional fue adjudicado a favor de firma Compañía General de Obras Públicas SA de Buenos Aires, que era la matriz del Grupo Geope de la Argentina, que era la filial vernácula de la firma Phillipp Holzman AG de Frankfurt, que era la matriz del PH Gruppen de Alemania, gobernada por su presidente francmasón-nazi, Mcl. Gral. SS Ing. Adolf Hitler (a) Johannes Wolf (a) Hans Deutsche (a) El Fuhrer, de cuarenta y nueve años de edad. [10]
En 1944, es decir, en plena segunda guerra mundial y en pleno segundo gobierno militar argentino, el presidente Farrel emitió un decreto diponiendo la disolución de La Guardia Nacional Argentina, haciendo depender sus estructuras (la gendarmería, la prefectura y la guardia civil del territorio nacional de Chaco) de La Policía Nacional Argentina, que cambió su nombre por el nuevo de La Policía Federal Argentina, cuyo primer director general fue de Cnel. EA ® Dr. Dn. Juan Filomeno Velazco. [11]
Meses más tarde y, más precisamente, en la segunda quincena de junio, el Cnel. Velazco presidió la ceremonia inaugural del Hospital Policial Bartolomé Churruca, cuyo primer director fue el Crio Myr. PFA Dr. Fn. Carlos Visca (a) El Lechero. [12]
¿Qué quieren que le diga? Está todo muy lindo, pero a mi no me saca nadie de la cabeza que el sistema rivadaviano de El Protomedicato Policial, comprensivo de las funciones de medicina asistencial general para los policías, para sus familias y para los detenidos y condenados de ambos sexos, como así también, de la medicina forense, auxiliar de la justicia y de la asistencia a los pobres, mendigos y pordioseros (léase: los indigentes) y de los locos, era exce-len-te, pues ponía toda la salud, policial y delictual, bajo una sola autoridad exclusiva y excluyente, de la policía, y no que los detenidos, condenados, locos e indigentes, deban ser atendidos en los hospitales públicos, en donde sólo deben atenderse los ciudadanos y los inmigrantes extranjero no detenidos, causando con ello inseguridad ciudadana al dop, como acabamos de ver que ocurrió en El Hospital Santojani de Linniers. [13]
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.
[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14), la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.
[3] Uniendo esos puntos en el mapa se obtiene una línea imaginaria que define la frontera efectiva de la entonces provincia de Buenos Aires, que juríricamente abarcaba toda La Patagonia, habitada por los mapuches y que contiene un área geográfica que hoy se correspondería casi exactamente con La Capital Federal y El Gran Buenos Aires.
[4] En su honor y memoria, la ciudad de Buenos Aires cuenta con El Hospital Durand.
[5] Si, la idea rivadaviana era que los médicos del protomedicato policial que, obviamente, tenían estado policial, es decir, que eran tan policías como el que más, le suministraran antención medica, quirúrgica y farmaceútica de urgencia en forma gratuita (léase: asistencial) a los pobres, a los mendigos y a los pordioseros, que eran las tres categoría sociales de la clase de los indigentes, porque la salud de los indigentes, para Rivadavia, era una cuestión que, genéricamente, era de estado pero, específicamente, era un asunto de estricta incumbencia policial, mientras la salud de los no indigentes era un asunto de la estricta incumbencia de los propios ciudadanos y de sus médicos particulares tratantes (léase: los médicos de cabecera = los médicos de familia = los médicos del pueblo); un pueblo del que no formaban parte los indigentes, pues para Rivadavia y para toda la clase dirigente bonarense de aquella época, los indigentes no formaban “… la parte sana de la sociedad…” (sic), dicho esto tanto en sentido médico como político, porque psiquiátricamente hablando, a los indigentes le falta un jurador, y por eso están así, y entonces no están en condiciones ni siquiera de votar, y menos de gobernar. Dicho de otro modo, te cuido, pero no te dejo participar en la res publicae, que es un asunto de los ricos, cultos, prestigiosos e influyentes, es decir, de los eminentes. Expresado en otros términos, soy rivadaviano. Right?
[6] Para entonces, las cuatro comisarías iniciales se habían convertido en doce, cuatro de las cuales funcionaban dentro de la ciudad de Buenos Aires, que era la capital de la provincia de Buenos Aires, que estaba unida a las de Corrientes, Misiones y Santa Fé por El Pacto Federal de 1831. Una de las cuatro comisarías porteñas era la primera, domiciliada en El Barrio Catalinas.
[7] En ese momento, la Argentina estaba conformada por catorce provincias (Jujuy, Salta, Santiago del Estero, Tucumán, Catamarca, La Rioja, San Juan, San Luis, Mendoza, Córdoba, Santa Fe, Corrientes, Entre Ríos y Buenos Aires) y por dos territorios nacionales (El Chaco y La Patagonia). La Patagonia acaba de ser efectivamente ocupada gracias a La Segunda Campaña del Desierto de 1879, liderada por el entonces presidente de la nación masón-conservador, Tte. Gral. EA ® Dn. Julio Argentino Roca (a) El Zorro. Las Malvinas formaban parte de La Patagonia, aunque estuvieran bajo el poder de facto del usurpador británico. Todavía no existía El Sector Antártico Argentino. Y la ocupación efectiva de El Chaco (Misiones, Formosa, Chaco y norte de la actual provincia de Santa Fe) se verificaría recién a partir de 1911, creándose para esa nueva región argenina La Guardia Nacional, de la que hablaré en otro artículo.
[8] Desde entonces, los pacientes condenados de ambos sexos comenzaron a ser atendidos por el personal de El Cuerpo Médico Forense, dependiente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, y ya no más por El Protomedicato de La Policía Nacional Argentina, ni tampoco, por La Asistencia Pública Nacional. ¿Y qué empezó a hacer el cuerpo médico forense, que carecía de infraestructura y de personal, con esos pacientes condenados, que eran gente peligrosa? Sencillo: Los empezó a derivar a los hospitales públicos de la nación, dependientes de La Asistencia Pública Nacional, dependiente del ministerio de interior, igual que si fueran buenos ciudadanos o buenos inmigrantes extranjeros que, dicho sea de paso, tenían sus propios hospitales privados (Español, Francés, Alemán, Británico, etc.), la mitad de cuyos presupuestos eran bancados por erarios públicos de sus respectivos paises, de modo tal que, en los hospitales públicos nacionales de la Argentina, se atendían los argentinos de bien, hasta que tuvieron que empezar a compartir el servicio público de la salud pública con esa gente peligrosa, y ahí empezaron a buscar alternativas, mientras los pequeños y medianos empresarios argentinos empezaron a pensar en el futuro negocio de la medicina privada, contratando los mejores médicos públicos, y sustrayéndoselos a los nosocomios estatales. En otras palabras, el despelote actual comenzó con Figueroa Alcorta, que era masón, conservador, elitista y pro británico (léase: un gorila cipayo). ¡Uy, qué parecido a Mauricio Macri! ¿No?.
[9] En ese entonces, La Nación Argentina, que era la primers de América Latina, superando largamente a México y al Brasil, confiaba plenamente en La Policia Nacional Argentina, cuya División Sanidad, tenía bajo su órbita los loqueros. No hacía falta entonces que la internación o la externación de los pacientes mentales la determinaran los jueces, bastando con los dictámenes médico policiales. Este sistema se mantendría así hasta la llegada del peronismo, y lo sé porque en 1942, mi propio abuelo materno (Salvador Damis Danus), cuya avanzada arterioesclerosis le generó un cuadro psiquiátrico grave, calificado como delirio persecutorio (veía fantasmas por la calle que lo seguían a su casa cada noche cuando volvía del trabajo), fue internado en El Hospicio de las Mercedes (léase: El Borda) hasta su muerte (1952), por una simple resolución administrativa de La División Sanidad de La Policía Nacional Argentina, si que existan en esas constancias policiales, que alguna vez tuve en mis manos, absolutamente ninguna intervención judicial. Así que ahora ya todos saben de dónde me viene el mambo, ja ja já.
[10] A valores de enero de 2012, sólo la obra de la ingeniería civil del proyecto hubiera costado ciento ochenta y siete millones de dólares (187 MD´s). Phillipp Holzman AG fue fundada en 1849 y en siglo veinte el HP Grouppen construyó todas las edificaciones de las plantas nucleares y de las fortalezas militares del III Reich, incluída la planta de lanzamiento de vectores continentales (Las Bombas Voladoras = Las V-1 y Las V-2), con asiento en la villa prusiana de Penemunde. En 1938, GEOPE era la constructora más grande de toda América Latina, superando lárgamente a Lehman Brothers de Nueva York. Conste.
[11] Al año siguiente (1945), el presidente Ramirez emitió otro decreto de creación de las fuerzas de seguridad de la nación (la gendarmería nacional y la prefectura naval argentina), separadas de La Policía Federal Argentina, que se quedó con las funciones de la guardia civil chaqueña. Acerca de este tema, escribiré en otro artículo, pues tiene directa relación con la temática de el narcotráfico. Conste.
[12] Luego Visca sería designado director de El Departamento Sanidad y El Hospital Policial sería conocido con el nombre de Complejo Churruca Visca. Aclaro que lo que dice Wikipedia no es correcto.
[13] Cuando el hermano de mi mujer estuvo internado en El Hospital Ramos Mejía, vi que allí son atendidos los indigentes y los detenidos, uno de los cuales estaba en la cama de enfrente, gritando como un desaforado, insultando a las enfermeras y a los médicos tratantes de sus dos heridas de bala en el abdomen. Si dicho nosocomio hubiera sido policial y si el personal sanitario hubiera tenido estado policial, esas cosas no pasarían, por la sencilla razón de que si el detenido internado que se hace el loco, directamente, lo muelen a palos y santo remedio, porque los derechos humanos son para los seres humanos y no para las fieras enjauladas. No sé si me explico cuán rivadaviana es mi ideología. ¡Y después andan diciendo que soy nazi, ja ja já¡
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