miércoles, 18 de enero de 2012

113 Historia (El Cristianismo)

Año I – Primera Edición – Editorial: 000000113 [1]

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Martes 3 de Enero de 2.012.



                     Editorial Abril 1983


Después de la Resurrección
Rubén Vicente

No me toques mujer, le dijo Jesús de Nazareth (50) a su esposa, es decir, a alteza imperial, Salomé III Coatas (a) Myriam de Magdala (a) La Nieta de Herodes (a) La Rebelde (a) Santa María Magdalena (33), que lloraba como una descocida de la alegría de verlo increiblemente vivo, sano, salvo y ileso, después del calvario del Gólgota.

Es que Jesús, igual que los brahamanes consagrados de La India, no sólo debía mantener su voto de castidad, formulado desde hacía tres años, cuando fue coronado como primer monarca del ahora extinto Segundo Imperio de Jezreell (Israel), sino que además, vaya a saber uno cómo lo logró, pero lo cierto es que ya estaba en estado de gracia plena, es decir, en un estado corporal y espiritual similar al que hacía seiscientos años alcanzó Siddarta Gautama (a) El Iluminado (a) El Buda, que fue llevado al cielo por Brahma (el paraiso terrenal = el nirvana).

María Magdalena recibió sus instrucciones y fue enviada a buscar a los máximos líderes escenios (los apóstoles cristianos), reuniéndose con ellos, San José y Santa María Virgen incluídos, en la cripta de La Caverna de los Arcanos (Tarot), situada a orillas de El Arroyo de la Amarga Rebelión (Xé Meriam), a setecientos metros al norte de la mansión de su familia (La Finca de la Estrella de David = Koshba), distante dos kilómetros de la villa de Bethlem Efratah (Belén del Éufrates = Belén de Galilea), situada a tres kilómetros de la capital de la provincia de Abilene y del tetrarcado de La Baja Galilea (Canáa), es decir, de Nazareth.

Habían transcurrido varios meses desde la cruxificción y ya era veinte de diciembre (La Festividad del Sol Invicto = Mitra = David = Jesús), y El Cordero de Dios proclamo su resurrección, prometiéndoles a sus apóstoles que él estaría con ellos hasta el fin de los tiempos, ordenándoles dispersarse por el mundo de a pares, pregonando la novedad (la buena nueva = el evangelio), con la palabra o con la espada, según lo aconsejaran las circunstancias.

A su progenitor, Cesarión Julius Ptolemaicas (a) Josías Barrabás (a) Joseph Bar Koshba (a) El Carpintero (a) Gabriel (a) La Pantera (a) El Gran Impostor (a) El Siervo Sufriente (81), lo nombró primer maestre (el rabí) de la sociedad secreta que acababa de fundar, que luego será conocida bajo el nombre de La Hermandad de la Santa Cruz (la hermandad crucífera), cuyos primeros miembros serían, justamente, los apóstoles cristianos.

La misma tendría su sede en la villa de Los Renos (Les Rennes = Rennes Le Chateaux), dependiente del municipio de Languedotia (Languedoc), perteneciente a la provincia de Septimania, integrante del proconsulado romano de La Galia Transalpina (Franconia = Francia); llevándose consigo a su mujer, Ingrid Ferer Ferer (a) Myriam Trencavel (a) La Adoptada (a) Santa María Virgen (66); a su nuera (Santa María Magalena), a su nieta, Velayati Julia Purea (a) Pura Julia Velayati (26) y a su nieto, Eliah Julius Coatas (a) Elías Barrabás (a) Elí Bar Koshba (a) San Elías (a) El Profeta (21); mientras a su segundo hijo (el segundón), Johannes Julius Ferer (a) Janos Barrabás (a) Iochanan Bar Koshba (a) San Juan Apostol (19), lo envió a la isla de Patmos, perteneciente a la provincia de Alasia (Cypros = Chipre), integrante del proconsulado de Anatolia (El Asia Menor). [3]

Además, en todo El Imperio Romano (La Magna Roma), desde el Indo hasta Gibraltar, El Divino Maestro nombró como máximo lider de la asamblea permanente de los fieles cristianos (tá eclessiam = de iglessia = la iglesia) a su tercer hermano menor, Peter Julius Ferer (a) Simeónidas Barrabás (a) Shimon Bar Koshba (a) La Roca (a) Petros (a) Petrus (a) Pedro (a) El Indultado (a) San Pedro (46), indicándole que debía radicarse en la ciudad del Tiber (Roma), otorgándole el título espiritual de El Padre de Todos (Tá Papas = De Papam = El Papa). [4]

Por su parte, él les informó a todos su decisión de marchar a El Lejano Oriente en compañía de su segundo hermano, Theodore Julius Ferer (a) Teodoro Barrabás (a) Toma Bar Koshba (a) Diodoro (a) Santo Tomás Apostol (a) El Evangelizador de la India (48), para subir al cielo (She Mam Lung Má = El Monte Everest), a encontarse nuevamente con Dyaus (Jehová = Zeus = Teos = Deus = Dios), para la segunda teofanía, que sería la definitiva, viajando en La Nave Voladora de Simón el Mago (La Barca de Jesús), con escalas en las ciudades de Akkaba, Adén, Karachi, Sri Nagar (Srinagar), Dakkar y Lahsa, donde sería oficialmente reconocido como El Buda del Futuro (El Maitreya = El Mshia = El Mesías = Tá Crestos = De Cristus = El Cristo), con el tratamiento de El Buda Viviente (El Hatuktú). [5]

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.


[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.

[3] Desde entonces, San José y su nieto (Elías) comenzaron a ser exclusivamente conocidos por su apellido griego apócrifo (El Hijo del Padre = Bar Abbas = Barrabas = Barrabás), figurando como Josías Barrabás y como Elías Barrabás. En el siglo sexto de la nuestra era, la última descendiente consanguínea directa de Elías Barrabás, es decir, la joven Éllida Barrabás, contrajo enlace neo gnóstico (el matrimonio arriano) con su magestad, el monarca del reino de Franconia, Mcl. EF ® Dr. Julio Trencavel (43), cuya descendencia llevaría en sus venas la sangre sagrada (le saint graaal =  el santo grial) de Adán, de Set, de Noé, de Moisés, de David, de Jesús y de Elías, transformándose la virginidad antigua, en la nobleza cristiana de la baja edad media, a la que pertenecieron absolutamente todas las familias gobernantes del viejo continente durante la baja edad media y de las edades moderna, contemporánea y post contemporánea, incluyendo a las cuatro grandes dinastías gobernantes (4) de El Sacro Imperio Romano de la Nación Alemana (La Gran Alemania = Das Reich = El Imperio de los Mil Años = 800-1815 = La Primera Proto Unión Europea), es decir, Los Martel, Los Hohenstauffen, Los Capeto, Los Plantagenet y Los Hagsburg, cuyo poder, en definitiva, les viene de Dios, pero a través de Nuestro Señor Jesucristo y de su santidad, el papa, y nada más, claro está.

[4] En la concepción medieval, el poder deriva de Dios, que lo delega en el papa, que lo divide en un poder espiritual y en un poder material (el poder temporal = el poder político), reservándose para si el poder espiritual y delegando el poder temporal en la persona del sacro emperador.

[5] El autor del libro que ilustra el presente artículo (Holger Kersten) es un teólogo luterano alemán que vivió siete años en el monasterio budista de la ciudad de Srinagar, situada en la provincia de Cachemira Oriental, perteneciente a la república federal de La India. Allí los monjes budistas (los lamas) le mostraron documentos antiguos, escritos en sánscrito, que darían cuenta del paso de Jesús de Nazareth por ese lugar, enterándose que ellos lo llamaban con el nombre de Issa, que actualmente es un santo para los musulmanes de esa provincia indostaní noroccidental. Kersten asegura que los lamas le refirieron que Issa murío de viejo, mientras practicaba la meditación trascendental (el yoga), a los ochenta y siete años de edad, es decir, en el año setenta de la era crtistiana, que fue el año en que tuvo lugar La Segunda Revolución del Censo, como consecuencia de la cual, las tropas del ejército imperial romano, lideradas por Vespaciano, destruyeron hasta los cimientos, no sólo El Templo de Jehová (El Tercer Templo = El Templo de Herodes = El Templo de Satanás), dejando sólo en pie la pared occidental (El Muro de los Lamentos), sino también, absolutamente todos los templos no judíos (las pagodas escenias = las capillas cristianas), los palacios y las residencias de La Decápolis de La Alta Galilea (Golán) y de La Baja Galilea = Canaá), ordenando la expulsión para siempre (sine díe) de los judíos y de los cristianos de la ciudad sagrada de Jerusalén, comenzando La Segunda Diáspora Judía, que aunque no lo digan los historiadores, también fue cristiana, claro está. La Tercera Revolución del Censo se operó en el año ciento treinta y cinco de nuestra era, a partir de la cual, los judíos fueron expulsados de todo el proconsulado romano de Palestina, mientras los zelotes cristianos continuaron viviendo allí, gracias a su incorporación en masa a la división palestina de la  prefectura del pretorio (la policía imperial romana), luego de la cual, los cristianos dejaron de ser molestados en ese proconsulado, cesando las persecuciones, que se intensificaban en los demás proconsulados (Persia, Arabia, Mesopotamia, Siria, Egipto, Punia, Hispania, Italia, Grecia, Anatolia, Britania, Franconia y Germania).

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