miércoles, 18 de enero de 2012

114 Historia (El Cristianismo)

Año I – Primera Edición – Editorial: 000000114  [1]

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Miércoles 4 de Enero de 2.012.




El Credo Católico
Rubén Vicente

Su majestad, el monarca dinástico judío del proconsulado romano de Palestina, Dr. Salomón Coatas Egibi (a) El Docto (a) El Idumeo (a) Herodes (a) El Grande, supo tener muchos hermanos menores, uno de los cuales fue nombrado tetrarca de La Alta Galilea (Golán), Lisanías Coatas, quien contrajo matrimonio yavista con su prometida árabe ismaelita, oriunda de la ciudad portuaria comercial de Akkaba, perteneciente a la provincia palestina meridional de Idumea (léase: El Desierto del Neguev), Zaira Al Omey (a) La Odalisca (a) El Dátil, a quien secretamente, Herodes deseaba llevarse a la cama, comenzándola a llamar con el libidinoso apodo de Herodías. [3]
Lisanías y Herodías tuvieron una sola hija (la unigénita), llamada con el nombre virginal de Salomé III Coatas Omeyas (a) La Flor del Desierto (a) La Rebelde que, de chica, fue enseñanda por su mamá a bailar danzas árabes, especialmente, la favorita de Salomé, que era La Danza de los Siete Velos, haciendo las delicias de la corte judía de Golán, en todo evento social organizado en el palacio de la capital tetrarcal (Migdal = Magdala). [4]
Un día, Lisanías comenzó a evidenciar la mayor parte de la sintomatología de lo que hoy definiríamos como El Mal de Parkinson y, por eso, no tuvo mejor idea de que mandar a buscar a su hermano mayor, es decir, a su alteza, el monarca de la terarquía judeo romana palestina de La Baja Galilea (Canaá), Herodes Antipas Coatas (a) El Soltero (a) El Macho Menos, a quien le explicó que él estaba seguro de que quedaría progresivamente impotente (ups), no queriendo figurar ante el mundo entero (orbis) como un marido pública y reiteradamente engañado (el cornudo).
Por eso, Lisanías le anunció a Herodes Antipas su decisión de abdicar al trono de Golán en beneficio de su mujer (Herodías), repudiándola posteriormente por adulterio (¿¿??), nada más ni nada menos, que con él (léase: Herodes Antipas) que, bajo esas circunstancias, debía tomar el compromiso sagrado de salvar la dignidad de la familia y de fortalecer la unidad de la dinastía proconsular judeo romana de Los Coatas, mediante el sencillo expediente de casarse con Herodías, uniendo los tronos tetrarcales de Golán y de Canaá (léase: La Decápolis).
Verdaderamente, un proyecto ético, moral, político y jurídico ciertamente psicótico el de Lisanías, pero insólitamente, tanto Herodes Antipas como Herodías cumplieron su voluntad, convirtiéndose en monarcas de La Decápolis de Golán y de Canaá que, obviamente, no mantenían relaciones maritales, sino que Herodes Antipas se arreglaba con sus esclavos y Herodías engrosaba el listado de las mujeres que se las arreglaban con sus esclavas. No sé si me explico.
Parecía una comedia de enredos, pero era una tragedia, porque Lisanías abandonó el palacio de Magdala y se fue a vivir al palacio de Nazareth, con Herodes Antipas, con Herodías y con Salomé.

Pero fue un verdadero drama, cuando Lisanías entró en fase crítica, pues perdió la movilidad y los sentidos (la vista, el oído, el gusto, el olfato y el tacto), mientras una voz gritaba en el desierto que está a orillas de El Lago de Genezareth (léase: El Mar de Galilea), que Herodías había incurrido infidelidad marital, convirtiéndose en una cogobernante decapolitana adúltera, significando semejantes declaraciones públicas, el crimen de subversión contra la familia bitetrarcal (la impiedad). Fue así como Iochanan Coatas (a) El Sobrino Rebelde de Herodes (a) San Juan Bautista, fue a parar con sus huesos a la mazmorra nazarena, en espera de ser sometido a juicio y eventual condena a nunca más que diez azotes.

Como Lasanías agonizaba, Herodes Antipas mandó a llamar al médico más encumbrado de todo Canaá, es decir, a Emmanuel Julius Ferrer (a) Jesusías Barrabás (a) Yeshua Bar Koshba (a) Jesús de Nazareth (a) El Viudo (32), que estuvo encerrado con Lisanías unas siete horas, al cabo de las cuales, lo sacó caminando y hablando perfectamente, dificultándosele únicamente la escritura.

Herodes Antipas, Herodías, Lisanías y Salomé quedaron absolutamente maravillados con el médico galileo, pero sobre todo, Salomé (19), que sólo tenía en cuenta que ese hombre (ecce homo) era muy alto, delgado, blanco, rosado, rubio, de ojos celestes, que tenía una voz suave y envolvente, que la dejó completamente loca de amor, porque Emmanuel era muy pero muy buen mozo, claro está.

La alegría era tan grande que Herodes Antipas decidió organizar un gran banquete a todo trapo en el palacio tetrarcal de Nazareth, para celebrar la milagrosa sanación espiritual y la curación corporal de Lisanías, siendo el invitado especial, justamente, Jesús de Nazareth.

Obviamente, después de comer y de beber como animales en los divanes romanos, más algunos toques de muscaria importada de La Tierra de la Oscuridad (Scandia = Escandinavia) a través de La Ruta de la Seda, que unía el comercio del oriente con el del occidente, y viceversa, desde Kyoto hasta Gadez (Cadiz), los esclavos ofrecieron un espectáculo de malabarismo y acrobacia (la prestidigitación = la magia popular = el circo).

Inmediatamente después, todos quedaron extasiados con Salomé, que bailó La Danza de los Siete Velos, dejando a Jesús echizado con la mocosa, que muy suelta de cuerpo, tuvo el desparpajo de pedirle a su padre (Lisanías), nada más ni nada menos, que autorización para casarse con Jesús, que se quedó completamente mudo, mientras Herodes Antipas, lleno de satisfacción, les anunció a los futuros novios que él les obsequiaría como regalo de bodas, nada más ni nada menos, que el trono bitetrarcal de Golán y de Canaá (La Decápolis), aceptando Herodías inmediatamente, sin que Jesús dijera esta boca es mía.

El Plan Divino de Salvación dio otro paso adelante, cuando Jesús fue nombrado príncipe de Nazareth y Salomé fue nombrada princesa de Migdal (Magdala). Como sabemos, Jesús de Nazareth (33) contrajo doble matrimonio, escenio y yavista (léase: el matrimonio cristiano) con  Salomé III Coatas (a) La Flor del Desierto (a) La Rebelde (a) Myriam de Magdala (a) María Magdalena (20), en el marco de Las Bodas de Canaá, mientras el monarca dinástico del proconsulado romano de Palestina (Herodes El Grande), exigió a su hermano (Herodes Antipas) le entregara a San Juan Bautista, bajo el cargo sacrílego de conversión secreta a la religión de los escenios mientras estaba encarcelado (el cristianismo), condenándolo a muerte por decapitación, motivo por el cual, los seguidores de Juan (los juanistas = los juanos), empezaron a decir que San Juan era, en verdad, El Mesías de Israel anunciado por La Ley Judía (La Torah), culpando a Jesús de Nazareth por haberse vendido al bando de los judíos herodianos.

Lo que muchos no saben es que Herodes Antipas, Herodías y Lisanías fueron bautizados, incorporándose a la secta escenia de los iluminados (los nasis = los nazis = los nasireos = los nazireos = los nazarenos = los cristianos = los israelistas universalistas = tá katolicos = de catolicum = los cátolicos), formulando votos de castidad, pobreza y obediencia, convirtiéndose entonces en tres nuevos monjes cristianos (los bautistas).

Luego de la cruxificción, Herodes Antipas mandó construir una gruta en la cripta de La Caverna de los Arcanos (Tarot), a orillas de El Arroyo de la Amarga Rebelión (Xé Meriam), que fue la primera capilla cristiana verdaderamente digna de ser tenida como tal, pues era un ambiente de forma rectangular, con bancos de madera largos y un púlpito de madera que precedía una gran cruz de madera de acacia, en la que se colgó la corona de espinas que le fue clavada en la cabeza al salvador.

Jesús de Nazareth le había pedido a los máximos dirigentes cristianos (los apóstoles) que jamás olvidaran La Ultima Cena y que la conmemoran en memoria suya, y así lo hicieron por primera vez en esa ermita canaánita.

Desde entonces, en La Capilla de Nuestro Señor Jesucristo, los puros (los cátaros = los bautistas), fuertemente custodiados por los monjes guerreros cristianos (los zelotes = los cruzados), comenzaron a rezar la oración que se convertiría en el himno de la secta católica, escrita de puno y letra por Herodes Antipas, es decir, El Credo.

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.


[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.

[3] Seiscientos años después de la cruxificción, Los Al Omey (léase: Los Omeyas) se poscionarían como la segunda dinastía gobernante de El Imperio Musulmán, extendido desde El Desierto de Gobbi hasta Gibraltar, con capital religiosa en la ciudad sagrada de Al Mekha (Almeja = La Meca) y con capital política en la ciudad ex sirio bizantina de Damasco. Al momento de la fractura política (936 d.C.), Los Omeyas quedaron siendo la dinastía gobernante de El Califato de Al Andaluz (Andalucía), extinguido exactamente en mil cuatrocientos noventa y dos, significando entonces que Los Omeyas gobernaron ininterrumpidamente durante más de ochocientos años (800). Sin embargo, Los Omeyas resurgirían como dinastía gobernante entre 1994 y 2001, cuando fue instaurado El Emirato Islámico de Afganistán, con capital en Kabul, gobernado por su magestad, Ummar Al Omey (a) Omar Omeyas (a) El Moulah de los Estudiantes del Corán (léase: Los Talibanes), que fue derrocado como consecuencia de La Operación ´Libertad Duradera´, llevada a cabo por la coalición internacional participante en La Guerra Mundial Contra El Terrorismo (léase: La Octava Cruzada = La Segunda Guerra Fria), liderada por los EEUU. Conste.

[4] Recordemos que en el lenguaje de la antigüedad, ser virgen era tanto como poseer un origen virtuoso (de virtus gen = virgen), que sería el equivalente a pertenecer a la nobleza de la edad media. Los romanos llamaban a sus vírgenes con el nombre de las vestales, que no necesariamente debían ser sacerdotizas de El Templo de Jano, o de cualquier otra divinidad latina. Conste.

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