martes, 17 de enero de 2012

108 Historia (El Cristianismo)

Año I – Primera Edición – Editorial: 00000108  [1]

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Jueves 29 de Diciembre de 2.011.



El Primer Tecnólogo de la Cristiandad
Por Rubén Vicente

Nació en la ciudad sirio romana de Antioquía, en la segunda mitad del siglo primero antes de la era cristiana. Se llamaba Simeónidas Guitta. Hizo la primaria y el secundario en su ciudad natal y en Damasco, pero estudió la religión egipcia del hermetismo, la filosofía griega y el derecho romano (la sabiduría del occidente = la magia blanca), en la Universidad de Alejandría.
Ni bien se gradúo, guiado por los camelleros beduinos, se dio el gusto de visitar La Esfinge de Gizeth y las pirámides de Kheops, de Khefrén y de Micerino, como así también, El Valle de los Reyes, urgando luego durante varios meses en los anaqueles de La Biblioteca de Alejandría, quedando fascinado con El Papiro de Ícaro, y con los pocos manuscritos traducidos del sumerio que aún se convervaban de El Cantar de Gilgamesh.
Sumando las ideas impracticables de ambas obras, a Simeónidas se le hizo una bruta ensalada en la cabeza, mientras regresaba a Antioquía para dedicarse, como correspondía a un buen joven ciudadano romano, a la abogacía, rezándole obviamente a El Señor de Canaán (Baal).
Años más tarde, uno de sus clientes era un tipo que era dueño de una red de carpinterías que proveían catapultas para el ejército romano, que se llamaba Cesarión Julio Ptolemaicas (a) Josías Barrabás (a) Joseph Bar Koshba (a) José El Carpintero (a) San José, que le encomendó el manejo de los juicios que tenía contra el estado romano por deudas mal liquidadas en Damasco, aplicando el derecho de gentes (de ius gentium). [3]
La relación entre San José y Simeónidas Guitta se hizo tan fluída que le llegó a ofrecer, nada más ni nada menos, que la mano de su hija (Martina Julia Ferer = Martea Barrabás = Martha Bar Koshba = Santa Marta), convirtiéndose en El Yerno de San José. [4]
Por eso, Simeónidas Guitta fue bautizado como un escenio y circuncidado como un judío, para luego ser ungido con los oleos santos, propios de su conversión a la nueva secta druídica-budita (la secta de los escenios) de los nasireos (los nazireos = los nazarenos = los cristianos = los israelitas universalistas = los católicos).
Fue entonces cuando San José le hizo como regalo de bodas la donación de una de sus carpinterías que funcionaba en la lejana ciudad de Lárnaka, perteneciente a la provincia de Alasia (Cypros = Chipre), integrante del proconsulado de Anatolia (léase: El Asia Menor).
En ese contexto, a Simeónidas Guitta le empezó a sobrar la guita, ja já, y por eso, ya tenía financiamiento suficiente como para encarar la concreción de su anhelado proyecto de diseñar, construir y probar, nada más ni nada menos, que su invento de La Nave Voladora (léase: La Barca de Jesús).
Dos años más tarde, el prototipo fue probado por su cuñado, que entonces sólo era un adolecente de dieciseis años de edad, Emmanuel Julius Ferer (a) Jesusías Barrabás (a) Ieshua Bar Koshba (a) Jesús de Nazareth (a) Nuestro Señor Jesucristo, en las aguas de El Lago de Genezareth (El Mar de Galilea), motivo por el cual, El Divino Maestro le puso el apodo de El Mago. [5]
Fue entonces cuando Jesús, además de felicitarlo por su ingenio, le pidió que se dedicara a estudiar la forma de hacer confluir la filosofia griega con el escenismo-yavista de los nazireos, para hacer surgir una suerte de síntesis sincretista, que Simón El Mago llamaría bajo los nombres alternativos e indistintos de la filosofía cristiana o bien, de el cristianismo filosófico (el conocimiento = la gnosis = el gnosticismo), predicándolo en ambientes culturalmente avanzados.
Simón El Mago se tomó muy en serio su misión sagrada y escribió en griego, en papiro egipcio con tinta china que se importaba a través de La Ruta de la Seda, un libro titulado con el nombre El Conocimiento de Dios (Tá Teos Gnosis), que sometió a consideración del claustro de profesores de la Universidad de Damasco, que lo sacaron vendiendo almanaques, porque mirá vos si va a haber un palestino que sea el nieto de Julio César y de Cleopatra, que pretenda ser coronado primer monarca de El Segundo Imperio de Jeezreell (Israel) y, después, de El Imperio Romano (La Magna Roma), para convertirlo en un imperio sagrado universal (el sacro imperio), llamado Roma, pero deletreado al revés (Amor), insturando El Reino de Dios en la Tierra (de regnum dei). Una pavada soberana, claro está.
Pero su disertación de presentación del libro fue escuchada por algunos estudiantes avazandos de la Unviersidad de Damasco, que quedaron encantados con sus consejos sobre como elaborar libros que fueran portátiles (léase: la encuadernación) y, por supuesto, con ese fabuloso invento suyo de La Nave Voladora (La Barca de Jesús), que él decía que El Cristo utilizó para subir al cielo, quedaba en El Lejano Oriente (¿¿¿???). [6]
Pero nada, porque lo único que pudo seguir haciendo Simón El Mago desde entonces fue continuar atendiendo sus negocios en la carpintería de Lárnaka. Muchos años más tarde, hizo un viaje a Roma, para tratarse con algún buen médico, porque se había enfermado de soriasis (la sarna = la lepra), encontrándose allí con su otro cuñado, Peter Julius Ferer (a) Simeónidas Barrabás (a) Shimon Bar Koshba (a) La Roca (a) La Piedra (a) Petros (a) Petrus (a) Pedro (a) San Pedro, que era el gran padre (tá papas = de papam) de la naciente iglesia cristiana de la ciudad del Tiber. [7]
Fue a principios del año sesenta y seis de nuestra era y San Pedro tenía tanto toque con el emperador (Nerón), que autorizó el uso de El Coliseo Romano para una exhibición pública de La Nave Voladora (La Barca de Jesús), inventada por Simón El Mago, con tan mala suerte que se quemó, propagándose las llamas de una manera insólita a las tribunas de madera y alcanzando el exterior del magestuoso edificio iniciándose entonces, nada más ni nada menos, que El Incendio de Roma. No sé si me explico cómo siguió la cosa después. [8]
San Pedro ya sabemos cómo terminó, pero Simón El Mago zafó de milagro, saliendo como rata por tirante de Roma hacia el vecino el puerto de Ostia, yéndose a su querida Lárnaka donde, años más tarde, siendo ya un anciano, se le ocurrió meter pólvora china en un ánfora griega de alabastro, con una varilla cilíndrica de ambar que, mediante un procedimiento secreto (la magia) entraba en estado de incandecencia, inventando de esa manera la primera linterna eléctrica de la historia universal, por supuesto, sin haber llegado a entender nunca cómo corno lo hizo. [9]
Antes de morir, estando ya viudo de su mujer (Santa Marta = Helena = Sofía), Simón El Mago viajó con su hijo único, Lázaro Guitta (a) El Resucitado, hasta los boques sagrados Apolo, situados en el proconsulado de Anatolia, donde le entregó su invento de la linterna eléctrica, nada más ni nada menos, que al ex prefecto de Jerusalén, Isaac Egibi (a) Pontius Pilatus (a) Poncio Pilato (a) El Ingeniero, quien ya sabría muy bien qué hacer con semejante maravilla. [10]
En síntesis, Simón El Mago fue el primer tecnólogo de la cristiandad,  aunque la historia eclesiástica se haya cuidado muy bien de deformar la verdad (la blasfemia), posicionándolo como El Padre del Gnosticismo anticatólico, pero sin excomulgarlo jamás, y por algo será, claro está.
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.


[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.

[3] El ius gentium regulaba las relaciones entre los romanos étnicos y los habitantes no romanos del Imperio Romano (La Magna Roma). San José figuraba como palestino  y le fue concedida la ciudadanía romana por sus servicios militares, desempeñándose como jefe de mil hombres (el jefe de la legión = el legionario) en la campaña de conquista de Persia, donde debido a su bravura en el combate, sus hombres lo empezaron a llamar con el apodo de El Héroe de Dios (Gabriel) y con el nombre de guerra de La Pantera. Veinte años más tarde, en absoluto secreto mortal (la omertá), él era un lider de los perfectos (los esenios), pero también, un magnate palestino y, a la vez, por razones de cobertura (la pantalla), era un levita judío, que era parte de la dirigencia del partido de los judíos héterodoxos-liberales, que estaban a favor de la ocupación romana (los saduceos).

[4] Como buena decapolitana, Marta era una fanática de la literatura griega del género dramático, especialmente de Esquilo y de Aristófanes. Por eso, en la intimidad del hogar y de su sagrada familia política, él la llamaba con los apodos de Helena o de Sofía, que es como es conocida por la historia universal. Siglos más tarde, en su honor, los bizantinos levantarían La Catedral de Santa Sofía, luego convertida en una gran mezquita musulmana de la ciudad hoy turca de Istambul (Estambul).

[5] Varios historiadores masones y protestantes (luteranos y calvinistas) sostienen la hipótesis incomprobable de que Jesús de Nazareth (16) empleó La Nave Voladora (La Barca) de Simeónidas Guitta (a) Simón El Mago, para volar hasta las ciudades árabe de Adén e indostaní de Sri Nagar (Srinagar), para luego internarse en La Cordillera del Himalaya, alcanzando la cumbre de La Gran Madre del Universo (Shema Lung Má), es decir, de El Monte Everest, donde con ayuda de Buda, de Moises y de David, recibió La Iluminación (La Teofanía), convirtiéndose en El Buda del Futuro (El Maitreya = El Mshía = El Mesías = Tá Crestos = De Cristus = El Cristo), gracias a su encuentro cara a cara con el creador y supremo gobernante del universo (Daewo = Dyaus = Brahma = Ahura Mazda = Baal = Zeus Peter = Iú Pitar = Júpiter = Johová = Teos Paternos = Deus Pater = Dios Padre), en el marco de La Teofanía, siendo el año romano de setencientos cincuenta y tres, es decir, el año cero de La Era Cristiana. En virtud de La Teofanía, el pueblo elegido (los judíos), fue liberado del pecado original (el karma), avanzando un paso más El Plan Divino de Salvación, excepto su clase dirigente (los fariseos, los saduceos y los herodianos). Pero además, La Teofanía de Jesús de Nazareth en El Monte Everest señaló el momento de iniciación efectiva de La Era Cristiana. Sin embargo, Jesús volvió a Narareth en La Nave Voladora (La Barca) de Simeónidas Guitta (a) Simeón El Mago, nada más que para concluir la secundaria, marchar a la capital romana, estudiar la religión hermética egipcia, la filosofía griega y el derecho romano (la sabiduría occidental = la magia blanca), para luego regresar a Nazareth para ejercer la profesión de médico, contrayendo matrimonio con la joven judía Batanea Vilayati (a) Betania (a) Betina (a) La Nieta de Hilel, con la que tendría una hija, que fue bautizada como escenia y ungida con los oleos santos como nasirea (nazirea = nazarena = cristiana = israelita universalista = mesianista = católica), bajo el nombre romano de Vilayati Julea Purea (a) Pura Julia Velayati; enviudando siete años más tarde (23). Conste.

[6]  En ese entonces, toda la Cordillera del Himalaya formaba parte del gran reino del Indostán (léase: La Gran India) que, junto con el gran reino de Mongolia y con el gran reino de China, conformaban El Imperio del Centro, también conocido como El Imperio Celeste (el imperio celestial = el cielo).

[7] Además de ser el lider oculto de los guerrilleros cristianos (los zelotes), San Pedro encubría sus crímenes contra el estado (la desestabilización = el terrorismo) mediante dos clases de empresas. La primera tenía por objeto la provisión de piedras talladas o pulidas para el estado romano, siendo el gran proveedor de materiales para la construcción de La Ciudad de Piedra (Petra), que era la capital de la provincia romano palestina de Petra, en la actual Jordania. Y la segunda era una red de nodos pesqueros, en El Lago de Genezareth (El Mar de Galilea) y en El Lago de la Sal (El Mar Muerto), mezclando esa materia prima (los pecses) con la sal, y produciendo pescado desecado con sal (el charque = el charki), que era la comida de los esclavos que operaban en los yacimientos mineros de El Desieto del Neguev (Idumea), que era la fuente de la piedra que comerciaba el picapedrero (el picapiedras), es decir, Petros (San Pedro). Okey?

[8] Antes de El Incendio de Roma, el setenta y cinco por ciento de la ciudad estaba construída en madera (75%), excepto El Templo de Jano, que fue edificado en piedra volcánica traída de Los Apeninos. Luego del evento, Nerón vio la oportunidad de rediseñar completamente la ciudad del Tiber, dejándola de piedra al noventa por ciento (90%), incluyendo los barrios populares perisféricos, habitados por habitantes no romanos (los peregrinos).

[9] En su libro titulado con el nombre de Camino al Futuro (Ed. Emece, Bs. As, 1995), Bill Gates define acertadamente la intuición, diciendo que ella es un proceso completamente lógico, pero hecho a la velocidad de la luz, de modo tal que el individuo que razona sólo conoce la primera y la última premisa de su silogismo, ignorando las intermedias y no siendo conciente de cómo llegó a ese resultado.

[10] Se sabe que luego de abandonar su cargo públco en Palestina, Pilato se retiró a la vida privada, adquiriendo un minifundio situado en El Bosque de Apolo, donde sus feligreses  celebraban cada veinte de diciembre La Festividad del Sol Invicto, que gradualmente, comenzaría a ser identificado con Nuestro Señor Jesucristo, gracias a la conflucencia del paganismo griego con el critinianismo a través del gnosticismo. Dicen que Pilato fue el constructor de El Teatro Odeón que, en realidad, era un anfiteatro al aire libre, y que los esclavos obreros trabajaron día y noche, usando por la noche las lintérnas eléctricas de Simón El Mago, y que muchas funciones nocturnas de El Teatro Odeón fueron iluminadas con las linternas eléctricas de Simón El Mago. Por esa actracción lumínica, dicen que San Poncio Pilato (San Ponciano) logró gran cantidad de conversiones al cristianismo filosófico (el gnosticismo) entre los griegos de los proconculados romanos de Siria, de Anatolia y de la propia Grecia, como así también, la provincia romano italiana del Benevento (Sicilia, Calabria, Apulia y Campaña), con epicentro en la ciudad de Nea Polis (léase: Nápoles).

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