Año I – Primera Edición – Editorial: 00000083 [1]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Martes 29 de Noviembre de 2.011.
El Tesoro Perdido de los Templarios
Por Rubén Vicente
Don Pancho Ibañez nos enseñó que todo tiene que ver con todo, y creo que tiene toda la razón. Veamos:
En el lejano año de Nuestro Señor Jesucristo de 1118, el prior general de la orden de los monjes del Cister (los cistercienses), fray Bernardo Platagenet de Claraval (a) San Bernardo, redactó el texto de la constitución de la nueva orden de Los Pobres Soldados de Cristo y del Templo de Salomón (léase: los templarios), cuyo primer maestre (el rabí) fue su sobrino, es decir, su alteza, el duque de Payen, Tte. Gral. RW ® fray Hughes Plantagenet (a) Hugues de Payen. [3]
Además de ser monjes-guerreros, que custodiaban los templos ganados al enemigo musulmán, en el marco de las cruzadas (1096-1271), que tuvieron su primera sede en La Mezquita de Al Aqsa (la mezquita blanca de Jerusalén), en absoluto secreto mortal (la omertá), los templarios organizaron la excavación subterránea del subsuelo de El Tercer Templo de Jehová, o si se prefiere, de La Mezquita de Omar (la mezquita azul de la ciudad santa) hallando, según cuenta la leyenda, nada más ni nada menos, que El Tesoro del Rey Salomón de Israel. [4]
Las malas lenguas dicen que ese tesoro fue la base (el fundamento = al qaeda) del portentoso poder financiero y comercial de los templarios en sus doscientos años de existencia (1118-1315), con encomiendas en toda Europa, desde los Urales hasta Gibraltar, que fueron los primeros bancos de la historia universal, que invirtieron sus ganancias corporativas en el financiamiento de los gastos de construcción de las grandes catedrales góticas del viejo continente, levantadas por la hermandad de los arquitectos libres (the free masons = la masonería operativa de la edad media = la masonería original), contando también, con su propia flota mercante y con su propia marina de guerra, que controlaba absolutamente toda la navegación y el comercio en los mares europeos (la liga hanseática). [5]
Pero esas versiones antojadizas también dicen que las naves templarias escocesas siguieron la vieja ruta vikinga (900-1100), que partía de Escandinavia, llegando a las islas Foroe y, desde allí, seguía a las grandes islas de Islandia, de Groenlandia y de Terranova, para luego navegar por el río San Lorenzo, por Los Grandes Lagos y por los ríos Tennesse y Mississippi, alcanzando El Golfo de México y la peninsula del Yucatán, siendo los templarios los grandes maestros de Los Mayas, que los consideraban dioses encarnados (léase: los avatares) y por ello le ofrecieron en matrimonio católico apostólico romano a sus princesas adolecentes (las vírgenes morenas). [6]
Es más, varios arqueólogos, paleontólogos e historiógrafos del siglo veinte han colectado restos y han elaborado interpretaciones que los han llevado a concluir que, exactamente en 1269, es decir, un año antes de La Caída de Acre por parte de los musulmanes de Saladino, poniendo fin a la presencia cristiana en El Levante (el cercano oriente = Siria, Líbano y Palestina = El Reino de Ultramar = Oltremere = El Reino Latino de Jerusalén), diecisiete grandes naves de la marina mercante templaria (17), partieron del puerto de Hafa (léase: Haifa) cargadas con El Tesoro del Rey Salomón de Israel, con rumbo desconocido (¿?).
Al respecto, han elaborado cinco hipótesis posibles (5). La primera es que las embarcaciones viajaron al puerto de Génova, desde donde el tesoro fue transportado a los cantones de La Federación Forestal (La Foresta), que es el antiguo nombre de La Confederación Helvética dando origen, nada más ni nada menos, que a La Banca Suiza que, desde entonces opera, justamente, bajo el instituto jurídico de el secreto bancario (el secreto mortal de los templarios = la omertá).
La segunda es que esas naves cruzaron El Estrecho de Gibraltar y, siguiendo la ruta vikinga, llegaron a Yucatán, guardando el tesoro templario en El Templo de Chichén Itzá, que habría sido confiscado por los aztecas (1425) y depositado en El Templo de Quetzalcoatl de la ciudad de Tenochtitlán (La Ciudad de México), luego confiscado, o si se prefiere, recuperado para la cristiandad, por Hernán Cortez (1521), dando origen a La Leyenda del Rey Blanco. [7]
La tercera es que la marina templaria navegó por las islas del Atlántico Central (Madeira, Azores, Canarias y Cabo Verde) con rumbo oeste, aprovechando los vientos alisios del sur, para luego adentrarse en las aguas del río Amazonas, alcanzando las nacientes del río Marañón, depositando el tesoro templario en El Templo del Sol (Inti) de la gran ciudad fortificada de El Centro del Mundo (El Cuzco), que era la capital del imperio incaico, trasladándolo luego a las fortalezas de alta montaña (Machu Pichu y Huaina Puchu) que, finalmente, fue confiscado por los españoles, o si se prefiere, recuperado para la cristiandad (1556).
La cuarta es que, una nave de la expedición templaria, que siguió la ruta del Atlántico Sur, decidió no internarse en el Amazonas, sino bordear la costa sudamericana, hasta alcanzar un lugar que luego sería llamado con el nombre de San Julián, depositando esa fracción del tesoro templario en una gruta mapuche relativamente cercana, a la que habrían tenido acceso los navegantes Hernando de Magallanes (1520) y sir Francis Drake (1578), generándose feroces disputas entre sus respectivos subalternos, y de éstos contra los mapuches altos y de pies grandes (los patagones = los mapuches orientales = los tehuelches), abandonando el lugar sin el tesoro que deslumbraba su codicia que, supuestamente, aún está perdido en algún lugar desconocido.
Y la quinta es que esa única nave desviada, habría navegado más al sur en el Atlántico, redescubriendo las islas de Santa Elena y de Ascención, para luego poner proa al occidente, alcanzando las costas sudorientales de América del Sur (Sudamérica) e internándose en las aguas de color león de los ríos de La Plata, Paraná y Paraguay, alcanzando el gran país natural de los guaraníes (El Guairá), depositando esa fracción del tesoro templario en algún lugar ignoto de la selva guaraní (el matto grosso = el pantanal= el gran chaco = el impenetrable = el monte), dando origen a La Leyenda del Dorado.
Muy bien, estas son las cinco teorías vinculadas con El Tesoro de los Templarios que, al fin y al cabo, no fue más que El Tesoro del Rey Salomón de Israel, y por eso, se sienten con derecho a recuperarlo, justamente, los judíos en general (los diaspóricos) y El Estado de Israel en particular (los sionistas), organizando para ello las correspondientes operaciones de inteligencia de estado, vía El Instituto (Há Mossad).
Y faltan dos cosas más que le van a terminar dándole la razón a Pancho Ibañez. La primera es que, en el año 2000, mientras comenzaba el tercer milenio de la era cristiana, el periodista ítalo británico Patrick Burnside publicó un libro titulado con el nombre de El Escape de Hitler, de Editorial Planta (está en Google y en Genny) basado en archivos desclasificados del FBI, que dice que el fuhrer no murió en el bunker berlinés, sino que se refugió en La Finca Inalco de La Estancia San Ramón de las afueras de la villa de San Carlos de Bariloche (Provincia del Río Negro - 1945-1952) y luego en La Finca La Rosa de la Estancia La Anita, cercana a la villa de El Calafate (Provincia de Santa Cruz - 1952-1959), desde donde sus secuaces de Odessa bien podrían haber explorado una, varias o todas las cavernas andinas o las cercanas a San Julián buscando, justamente, El Tesoro Templario, obviamente, bajo la cobertura de inofensivos arqueólogos germanos, o escandinavos, los mismo da (léase: los científicos gran alemanes).
Y ya sabemos que el noruego (léase: el vikingo), Anders Behring Breivik (a) El Nazi, sindicado como el autor material de La Masacre de Oslo (2011), acaba de declarar ante el tribunal que lo juzga que él es "….un comandante militar del movimiento de resistencia anticomunista y jefe de la orden de los caballeros templarios" (sic), motivo por el cual, también podría estar interesado en en hallazgo de El Tesoro de los Templarios, esté donde esté, claro está.
Y la segunda es que el supuesto ecologista norteamericano, de origen judío-alemán (léase: el nórdico = el vikingo) Douglas Reinthard Tompkinst, que los servicios de inteligencia chilenos sindican como un agente encubierto de la CIA, está comprando tierras para reservas naturales, oh casualidad, en El Guairá y en La Patagonia, específicamente, en Mercedes (Provincia de Corrientes) y San Julián (Provincia de Santa Cruz).
Por todo lo expuesto y, siguiendo La Doctrina Pancho Ibanez, yo pregunto: ¿Será verdad? ¿Será mentira? ¿Serán rumores? ¿Serán amores?. Léalo todo en Radiolandia, ja ja já. ¡Uy gordo, hacete ver, vos ya estás gagá!.
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.
[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14), la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
[3] En ese entonces, la dinatia de los Plantagenet, de ancestral origen escandinavo, no obstante el afrancesamiento posterior de su fonética, era la más poderosa de toda Europa, a punto tal que gobernaba varios imperios vasallos del Sacro Imperio Romano de la Nación Alemana (La Gran Alemania = Das Reich = El Imperio de los Mil Años = 800-1815 = La Proto Unión Europea).
[4] El Primer Templo de Jehová de Jerusalén fue levantado por El Rey Salomón de Israel (960 a.C.); El Segundo Templo fue construído por el sátrapa judeo-persa dinástico de Palestina, Esdras Egibi (519 a.C.); y El Tercer Templo fue construído por el proconsul judeo-romano dinástico de Palestina, Herodes Coatas (a) El Grande (20 a.C.), que fue destruído hasta los cimientos por las tropas romanas del general Vespaciano (70 d.C.) quedando en pie, únicamente, la muralla occidental (léase: El Muro de los Lamentos).
[5] Individualmente, los monjes son pobres y no pueden poseer más una cosa del mismo tipo (un par de sandalias, un hábito, un rosario, etc.), pero como congregación (ej.: templaria), no tienen límites patrimoniales y, por eso, las órdenes religiosas del clero regular (los hospitalarios, los templarios, los cisterciencees, los clunienses, los dominicos, etc.) son las primeras corporaciones multinacionales de la historia universal.
[6] Las dos más grandes virgenes morenas son Nuestra Señora de Guadalupe (Mëxico) y Nuestra Señora de Cheztocova (Polonia), de las que era muy devoto su santidad, el papa, Msr. Dr. Dn. Karol Woytila (a) Juan Pablo II (ne) De Labore Solis (del trabajo de la tierra al sol).
[7] En realidad, los aztecas entendieron que el jefe de la expedición de Cortez era el sol, encarnado en la persona del Cap. RW Dn. Pedro de Alvarado, que era alto, delgado, de piel blanca rosada, de cabellos rubios y de ojos azules (el nórdico = el vikingo = el templario).
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