miércoles, 4 de enero de 2012

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Año I – Primera Edición – Editorial: 000000053  [1]

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolíttica
Sábado 29 de Octubre de 2.011.



El Estado Trabaja en Silencio

El treinta y uno de agosto pasado, la BBC emitió un documental vinculado con el cáncer. Médicos del Royal Hospital Mardsen de Londres que, obviamente, es estatal, desarrollaron una investigación sobre pacientes que padecíán cáncer de cuello y de cráneo, que presentaban tumores y metástasis, siendo su estado terminal.

Voluntariamente, se sometieron a extirpaciones quirúrgicas de los tumores, para luego recibir dosis de radioterapia y de quimioterapia tendientes a reducir las metástasis.

Experimentaron una mejoría que los sacó del estado terminal y los colocó en aptitud para someterse al experimento de ser inoculados con el virus del herpes, en la forma debilitada en que el mismo se presenta en las vacunas, pero genéticamente modificado.

Dos años más tarde, de los diecisiete pacientes voluntarios, trece no evidenciaban rastros de nuevos tumores o de metástasis, estimándose una sobrevida de no menos de diez años.

Ahora están experimentando con pacientes que padecen cáncer linfático y de piel, a los que se les están inoculando los virus debilitados que contienen las vacunas contra la varicela, también genéricamente modificados.

La modificación genética practicada sobre los virus empleados (herpes y varicela), posibilita la producción de proteinas que vigorizan el sistema inmunológico.

Lo decisivo de estos tratamientos experimentales no es sólo los exitosos resultados alcanzados, en términos de salvar vidas, sino también, que los mismos provocan la destrucción de las células malignas, y no de las sanas.

Los experimentos piloto se hallan en fase de pruebas de seguridad.

Bien… Trabajar con los microbios (los parásitos, las bacterias, los protozoos, los virus, etc.) constituye el objeto de estudio de la microbiología, obviamente vinculada con el reino microbiótico, que es el primero que estudia la biología, antes del reino vegetal (la botánica) y del reino animal (la zoología).

El conocimiento de la microbiología es crucial, no sólo para la medicina, sino también, para la política. Tener institutos dedicados a la microbiología, como El Malbrán de la Argentina, que es el más avanzado de América Latina (¿right?), implica cultivar la investigación y el desarrollo (I+D), del que surgen los descubrimientos (científicos) y los inventos (tecnológicos) que, en principio, son la base de la industria farmaceútica, que independiza a los paises en materia de medicamentos, abriéndose fuentes de trabajo y posibilidades de exportación.

Pero además del uso civil, está el uso militar de la microbiología. Por ejemplo, antes de La Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el ejército japonés ocupaba Manchuria, transformada en el estado títere de Manchukúo. Allí los militares nipones estructuraron La Unidad Doscientos Treinta y Nueve (U-239), con el objetivo de militarizar la microbiología, productora de los llamados ultra potenciadores de los virus (léase: los priones), que fueron la base de las primeras armas biológicas de la historia universal, probadas en cobayos chinos, claro está (el genocidio manchuriano - 1936-1945). [3]

Durante La Guerra Fría (1946-1991), el ejército norteamericano (the us army) incautó esa tecnología microbiológica japonesa, convirtiéndose los EEUU en la primera potencia capitalista en disponer de esas armas biológicas, que se sumaban a las químicas y a las nucleares (QBN).

Por más derechos humanos, estado de derecho y democracias constitucionales que valgan, la Unión Soviética, China, Israel, Francia y Gran Bretaña también trabajaron sin descanzo para poseer las malditas armas biológicas, pero eso si, ahora se rasgan las vestiduras por los avances en esta materia de Corea del Norte, Irán, Irak, Siria, Libia y Al Qaeda, bregando en todas las formas posibles, es decir, por derecha (la diplomacia) o por izquierda (las operaciones encubiertas de inteligencia), para limitar la proliferación, ajena, claro está, bajo el lema yo si pero vos no.

Por eso, yo digo que las naciones pobres (like Argentina), deberían desarrollar, obviamente, en absoluto secreto mortal (la omertá militar) sus propios programas de elaboración artesanal o de producción industrial para la defensa de armas biológicas, además de las químicas, de las nucleares y de las misilísticas, por la sencilla razón de que el día menos pensado, vendrán por nuestros territorios para poseerlos, por nuestras poblaciones para esclavizarlas y por nuestros gobiernos para títerezarlos, por supuesto que en su exclusivo y excluyente beneficio, y sin miramientos, off course.

Y para ello, operar con El Malbrán, con El Rofo y con Tecnópolis, me parece excelente cobertura, completamente polaid. ¿O no?

Eso si, debemos hacer todo como lo hacen ellos, es decir, declarando a favor de la preservación del medioambiente y declamando contra las Armas de Destrucción Masiva (AMD´s), en vez de creernos cándicamente el falso discurso y de actuar como cipayos inconcientes, pero en consecuencia (léase: ser sus idiotas útiles).

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.





[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1994 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.

[3] En 2009, las autoridades sanitarias estadounidenses informaron que el virus da la fibre porcina (H1N1) era una variedad desconocida, que contenía un prión que la hacía letal para los seres humanos; pero sin explicarle a la gente que los priones no existen en la naturaleza y que sólo pueden ser artificialmente elaborados en laboratorios, de modo tal que omitieron denunciar que la humanidad estaba ante un arma biológica, lanzada o fuera de control.

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