jueves, 12 de enero de 2012

81 Geopolítica (Argentina)

Año I – Primera Edición – Editorial: 00000081 [1]

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Domingo 27 de Noviembre de 2.011.




La Transparencia de las Instituciones XI
Por Rubén Vicente

En el décimo de esta serie de artículos, vinculados con la intención de profundizar el modelo y de transparentar las instituciones, pero en función de las bases y puntos de partida para la organización nacional vicentista, que es alberdiana-sampayista, empecé a abodar las cuestiones espirituales, que son las políticas de estado en material social, cultural, poblacional, territorial, parlamentaria, judicial, policial, militar, diplomática y religiosa, continuando con la política educativa de nivel secundario, que también nos merecemos tener los argentinos, basada en el modelo sarmientino, armonizado con la doctrina social de la iglesia, si de lo que se trata es de volver a figurar, antes de veinticinco años (2027), entre las diez primeras naciones del mundo, superando largamente a México y a Brasil.

Suponiendo que los lectores hayan leído esos esos diez  artículos anteriores y que compartan las ideas allí propuestas, en el presente quiero tratar la política social en materia de educación terciaria.

Primero. La educación de nivel terciario será voluntaria, laica y arancelada, proporcionada en base al principio de la subsidiariedad del estado, y no subvencionada en modo alguno por el sector público, sea que se trate de un establecimiento civil o religioso. Sólo cuando los particulares no sepan, no puedan o no quieran organizar establecimientos privados de nivel terciario, los gobiernos de las provincias argentinas o el gobierno federal, en sus respectivas jurisdicciones territoriales, propondrán a los órganos legislativos la regulación de la creación, organización y administración del o de los establecimientos terciarios que se consideren de interés público, que serán financiados con fondos provenientes del pago de las tasas respectivas. [3]

Segundo. La educación terciaria será estructurada en cuatro grados ascendentes (4), desarrollados entre los dieciséis y los diecinueve años de edad, bajo los principios de la formación mixta, con exigencia igualitaria entre varones y mujeres, y de la sanidad sexual. [4]
Tercero. En lo específicamente atinente a la formación terciaria de los bachilleres policiales, los entes gubernamentales provinciales o federales, según sea el caso, crearán, organizarán y administrarán establecimientos terciarios, destinados a la formación de personal de bomberos, penitenciario y propiamente policial, expidiéndose títulos habilitantes de licenciados en defensa civil, en administración carcelaria, en criminalística, en criminología, en inteligencia policial, en seguridad ciudadana, en seguridad común, en seguridad pública, en seguridad de las fronteras y en seguridad nacional.

Cuarto. La formación terciaria de los futuros oficiales policiales estará basada en los principios de una moral intachable, de disciplina férrea, se selección de méritos, de jerarquía institucional y de espíritu de cuerpo, que será legalmente diferenciado del espíritu corporativo, que es propio de los regímenes totalitarios y que nada tiene que ver con la democracia constitucional.

Quinto. Quien no ajuste su conducta privada y pública a los principios institucionales referenciados en el acápite precedente, será inmediatamente expulsado del establecimiento, no pudiendo continuar estudiando en absolutamente ningún otro de nivel terciario que funcione dentro del territorio argentino.

Sexto. El título de licenciado en cualquiera de las especialidades vinculadas con la función policial será requisito excluyente para acceder al rango de oficial subalterno de las instituciones paramilitares. [5]

En otras palabras, cada individuo que cuente con título secundario, podrá profundizar sus conocimientos en el nivel terciario sólo porque lo desea, ateniéndose a los principios y parámetros propuestos, dejando de ser la educación terciaria un modo falso de ostentar status social o de mejorar innecesariamente los ingresos laborales. [6]

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.



[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.

[3] En materia de educación terciaria, el estado debe cumplir una función subsidiaria de promoción social. Las tasas son tributos cuyo monto es prorrateado exclusivamente entre los usuarios del servicio público de que se trate.

[4] Con base en lo prescripto por el Manual de Diagnóstico y Estadísticas de Enfermedades Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM), que debería ser consagrado y actualizado jurídicamente, a través del dictado de una ley federal o provincial según corresponda, todos los estudiantes terciarios afectados por alguna enfermedad o disfunción física o psiquica vinculada con la sexualidad, serán inmediatamente apartados del establecimiento mientras duren las mismas y, en caso de que sean medicamente declaradas como crónicas, el apartamiento será definitivo, y no podrán continuar sus estudios en absolutamente ningún otro establecimiento terciario que funcione en el territorio argentino. La idea subyacente en esta propuesta es la inmediata segregación de los que no están en condiciones de llevar una vida sexualmente sana, porque una sexualidad sana es la base para una vida libre, disciplinada y responsable, que es la base necesaria para futura formación de familias comprometidas con la ética y con la moral pública de una sociedad auténticamente civilizada, como así también, de la formación de una buena clase dirigente de nivel intermedio. Para mayor detalle, ver el artículo de El Cisne Negro titulado con el nombre de Los Degenerados, del jueves veinticuatro de noviembre próximo pasado (Editorial 00000078). En otras palabras, lo que se está proponiendo es volver a la escala de valores públicos vigente antes de 1983, que no implicaba contradicción alguna con las normas emanadas de los tratados o las convenciones internacionales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a las que la Argentina adhirió antes del diez de diciembre de 1983; porque segregar y discriminar son términos que significan cosas perfectamente diferenciables y diferenciadas.

[5] En la comprensión actual de las cosas existe dos errores de concepto que son gravísimos (2). El primero es creer que las instituciones policiales pertenecen al orden civil del estado, cuando en realidad, son entidades de naturaleza técnicamente paramilitares. El segundo es emplear el termino paramilitar para designar a organizaciones armadas subversivas, terroristas o guerrilleras de ultra derecha, oponiéndolas a las de ultraizquierda. De acuerdo con una correcta concepción jurídica, un escuadrón de la muerte no es una organización paramilitar, sino más bien, pura y exclusivamente, una organización cri-mi-nal, y nada más, claro está.

[6] Estudiar es un derecho fundamental que hace a la dignidad humana de las personas. Bajo esa compresión, la idea subyacente en mi propuesta es que los jóvenes estudien por una necesidad espiritual de saber más, y no que el título terciario sea una carrera de obtáculos para ascender en la escala social y aumentar de ese modo sus tenencias materiales. Por haber estimulado una educación utilitarista como la que supimos conseguir, es que tenemos profesionales terciarios incompetentes, ocupando puestos jerárquicos, vaciando de contenido con su mal ejemplo el principio ciudadano de la confianza en las instituciones públicas y privadas. Expresado en otros términos, estamos generando una clase dirigente intermedia que no tiene capacidad para dirigir, por la sencilla razón de que no sabe hacerlo como es debido.

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