miércoles, 4 de enero de 2012

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Año I – Primera Edición Simulada – Editorial: 000000045  [1]

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Viernes 21 Octubre de 2.011.


La Falacia de Packman

Perfil del domingo pasado publicó un reportaje al encargado de negocios de Irán en Buenos Aires, Dr. Alí Pakdamán, refiriéndose a las últimas denuncias de Washington sobre un supuesto complot de Irán contra Israel, Arabia Saudita, EEUU y la Argentina.

En ese contexto, Packman, perdón, quise decir Pakdamán, dice que Ossama Bin Laden no fue más que un príncipe saudita y sunnita, que fue financiado, entrenado y armado por los EEUU para conducir un grupo terrorista (Al Qaeda) cuyo primer atentado no fue contra las fuerzas soviéticas desplegadas en el Asia Central, sino más bien, contra los shiitas de Afganistán y contra el consulado de Irán en Kabul, del que resultaron diecinueve diplomáticos persas y shiitas muertos (sic), pretendiendo demostrar de ese modo que, entre Irán y Arabia Saudita, hay una enemistad tan manifiesta e irreconciliable como soterrada y desconocida por el público, argentino y mundial, claro está.

En línea con Avicena, con Averroes y con Santo Tomás de Aquino, que no importaba si eran teólogos del islam o del cristianismo, coincidían en sostener que la verdad es la perfecta adecuación del intelecto a la realidad, yo digo que Packman se come la primera verdad del silogismo, convirtiendo a las demás, que son coherentes, en el fundamento ilegítimo de la que en realidad es una falsedad, que bien podríamos bautizar con el cariñoso nombre de, justamente, La Falacia de Packman, ja ja já. (no se me enoje don Pakdamán, es un charcarrillo).

En efecto, Los Ben Laden no son sauditas ni sunnitas, sino más bien, persas y shiitas. Saulo de Adén (léase: Faisal Al Adín = Aladino) fue un comerciante bizantino de alfombras persas, muy amigo del shah Jerjes V, a quien el rey de reyes lo nombró gobernador de su nueva satrapía del Arabistán (571 d.C.), con el privilegio de la perpetuidad transmisible por herencia, a condición de que abjurara del cristianismo y se convirtiera al mazdeismo. Total…

Para hacer valer su autoridad extranjera ante sus súbditos beduinos, el sátrapa ordenó requistar todo el oro existente en sus dominios persas del Arabistán, depositándolo en grandes ánforas de dos metros de altura, que se transformaron en las arcas del nuevo gobierno de Adén.

Además, Aladino los convenció de que, cada anochecer, él volaba en su alfombra mágica hasta el palacio imperial de Parsagadas, para entrevistarse personalmente con Jerjes, regresando la misma noche, antes del alba. En una de esas ocasiones, el shah le regaló a Aladino una lámpara para que se alumbrara durante sus vuelos, que él llamó con el nombre de La Lámpara de Aladino, dejando a todos creídos que en la misma vivía un genio que concedía tres deseos a quien lograra liberarlo de su cautiverio eterno.

Sólo dos décadas más tarde, Aladino cayó en desgracia y perdió su trono persa del Arabistán, optando locamente por convertirse en el jefe de los bandoleros del desierto (los ladinos), que comenzaron a asaltar las caravanas de mercaderes que iban y venían hacia y desde de La Meca, hasta que apareció un tipo que se llamaba Muhammad Al Qaran (léase: El Profeta de Allah), y se acabaron las ánforas del oro, la alfombra mágica y la lámpara aladina, empezando otra historia (musulmana), claro está.

Desde entonces, sus hijos bastardos cambiaron el nombre de la familia (el apellido) de Al Adén por el nuevo apocopado de Laden, precedido de la partícula Ben, que significa tanto como hijo de, o algo por el estilo, obvio (perdón: ¿dijo hdp?, ja ja já).

Ah, pero siglos más tarde, Los Ben Laden se adueñaron por la fuerza de los oasis de Hadramouth, que fueron del Yemen y luego pasaron a la soberanía de Arabia Saudita (1934), mientras el jefe del clan (Muhammad Ben Laden), que por entonces profesaba el shiismo, se casaba por el rito sunnita (total…), nada más ni nada menos, que con la hija del rey Ibrahim I Al Saud (a) Ibn Saud (Sharma), siendo la madre de Khaled Al Saud, que fue director general del GDS (1964-1974). [3]

Téngase presente que el viejo Muhammad Ben Laden fue el fundador del Ben Laden Group y que, con otra mujer, persa y shiita (léase: iraní = Raisa Divah = la hermana de Farah Divah = la cuñada del shah Pathlavy), lo tuvo a Ossama (1957) quien, mientras se doctoraba en finanzas en Zurich (1982), se hizo muy amigo de su compañero de estudios, Turki Al Saud, actual jefe del GDS (2002-2011) y, a la vez, príncipe heredero de la corona saudita cuando muera Abdullah; del que dicen que es el monje negro detrás de Al Qaeda, siendo Ossama Ben Laden nada más que el mascarón de proa, descartable y entregable, de la más grande de las orgnizaciones terroristas del mundo entero. Por eso digo que no es cierta La Falacia de Packman.

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.


[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1994 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho teóricamente posible, que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.

[3] GDS es la sigla de General Department of Securiry, que es el servicio de inteligencia y seguiridad de Arabia Saudita.

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