domingo, 25 de marzo de 2012

200 Geopolítica (Argentina)


Año I – Primera Edición – Editorial: 00000200 [1]



El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Domingo 25 de Marzo de 2.012.




Lo Mismo Un Burro Que Un Gran Profesor
Por Rubén Vicente

En la página veintitres (sección actualidad) del martes trece de marzo pasado, El Diario La Prensa de Buenos Aires publicó un suelto en el que daba cuenta de que alguien iba caminando a la vera de El Lago del Embalse, situado en las afueras de la localidad cordobesa de Río Tercero cuando, de pronto, se percató de que la bajante del lago había dejado al descubierto un cadaver, en evidente avanzado estado de descomposición, que parecía pertenecer a una mujer de unos treinta y cinco años más o menos.

El sujeto salió disparado para la comisaría y ésta descató un parrullero a la zona del hallazgo. Desde ahí, los agentes intervinientes convocaron a los detectives del área de policía científica, para que sacaran fotos, tomen muestras y levanten rastros y huellas; a los bomberos, para que retiraran el cuerpo, y a la ambulancia de la morgue local, a efectos de que trasladara el cadaver a la sala de autopcias, obviamente, para determinar la causa y momento de la muerte.
Pregunta: ¿Y qué retiraron los bomberos? Respuesta: El cadaver muy descompuesto de una mujer de esa edad, pero que presentaba las manos y los pies atados a cuatro bloques de cemento (sic), seguramente destinados a que el cuerpo permaneciera sumergido, justamente, el período del día en que el agua del embalse baja de nivel.
Y pregunta: ¿Cómo caratuló el hecho el juzgado de instrucción interviniente? Respuesta: "Muerte de Dudosa Etiología" (¿¿¿???), porque dicen que hasta que no se cuente con los resultados oficiales de la autopcia, no habrá certeza de si fue homicidio o suicidio (sic). ¡Ah, bueno…!
Evidentemente, el poder judicial cordobés tiene un magistrado que cree que alguien puede atarse a si mismo de pies y manos a cuatro bloques de cemento, luego levantarlos, y después, lanzarse con ellos al agua para morir ahogada, pero tomando la precaución de que su propio cadaver quede clavado en el fondo del embalse, para que nadie lo descubra. ¡Maravilloso!
Se ve que el día que enseñaron psiquiatría forense, psicología forense, medicina forense, criminalística y criminología, su señoría faltó, ja ja já.
Parece mentira. Haber hecho la primaria, el secundario y la universidad; graduarse de abogado y haber sido nombrado por un gobernador con el acuerdo de la legislatura, y no saber cosas elementales, que ningún juez criminal puede dejar de saber; y encima ganar un sueldazo, disfrutar de auto oficial, lucir la chapa y la mar en coche. ¡Por favor!
A estos tipos le estamos confiando el deber de impartir justicia bien y conforme a derecho, como lo manda la constitución nacional, y como seguramente lo mandará la constitución cordobesa, claro está.
En otras palabras, todos, pero todos, debemos tomar conciencia de que la función pública en general, la magistratura judicial en especial y la judicatura criminal en particular, no es para los burros ni para los acomodados, sino más bien, para gente muy honorable, súmamente capaz y con un gran experiencia previa demostrada, porque a eso en mi barrio le llaman con el nombre de la ideneidad, que lo que manda la carta magna de los argentinos. ¿Verdad?
Ah, último momento. La autopcia confirmó que fue suidicio y el juez condenó a la occisa a veinticinco años de prisión, más multa por contaminación ambiental de las aguas, ja ja já.
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.



[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.

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