El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Miércoles 21 de Marzo de 2.012.
La Guerra Civil Brasileña
Por Rubén VicenteMucho más que los españoles, los portugueses cultivaron la institución prehistórica, antigua, medieval y moderna de la esclavitud, incluyendo sus poseciones sudamericanas, integrantes del gran reino del Brasil, primero con capital en la ciudad de San Salvador de Bahía, y luego, en la ciudad de Río de Janeiro.
Ya desde el siglo dieciocho, se suscitaron rebeliones de esclavos, que formaron los fortines de la resistencia (léase: los quilombos) contra los amos blancos (los bandeirantes), que concretaron la sumisión a sangre y fuego.
En 1821, sobrevino la declaración de la existencia material, la constitución formal, la soberanía interior y la independencia exterior de El Imperio del Brasil (el gigante sudamericano), con capital en la ciudad de Río de Janeiro, bajo el gobierno de su magestad, el Mcl. RW ® Dr. Dn. Pedro I Braganza (a) El Emperador, quien inmediamente después de su coronación, maniobró para materializar el objetivo nacional de celebrar un tratado de paz, amistad, navegación, comercio y alianza (defensiva y ofensiva) entre el Brasil y Gran Bretaña.
Sin embargo, ninguna de las grandes transformaciones de todo orden suscitadas en el Brasil, conmovieron la tradición esclavista del gigante sudamericano, mientras en el resto de América Latina, las flamantes repúblicas hispanoamericanas ya habían declarado la abolición de la esclavitud, o por lo menos, la libertad de vientres. [3]
Recién en 1889, con el financiamiento de varios magnates de la ciudad de Chicago (Estado de Illinois) y con el apoyo subrepticio de agente del servicio secreto de los EEUU (The US Secret Service), una logia militar, que tenía bajo su control las decisiones de la jefatura del estado mayor general (JEMG) del ejército brasileño, lideró un golpe de estado, que concluyó con la abolición de la monarquía y con la instauración de la república, cuyo nombre oficial fue el de Los Estados Unidos del Brasil, con capital en la ciudad de Río de Janeiro, gobernada por su primer presidente provisional, es decir, por su alteza, el duque de Recife, Tte. Gral. EB ® Dn. Deodoro Da Fonseca, que comenzó a maniobrar para materializar el objetivo nacional de celebrar un tratado de paz, amistad, navegación, comercio y alianza (defensiva y ofensiva) del Brasil con los EEUU, obviamente, en perjuicio de Gran Bretaña.
Dos años más tarde (1891), el parlamento federal brasileño aprobó un proyecto de ley de la abolición de la esclavitud, pero en la práctica, los libertos continuaron sujetos a la semi esclavitud de la servidumbre feudal.
Sólo se les permitió ir a misa los domingos y casarse, pero con quien decidiera el patrón, y tener hijos nacidos libres, pero de recibir educación primaria; de permitirles que adquieran bienes inmuebles o de dejar que la propiedad fuera transmitida por sucesión a los libertos, ni en broma y, como si eso fuera poco, los señores feudales rurales y los magnates urbanos continuaron ejerciendo, como si nada, el derecho de pernada con sus sirvientas, o sirvientes, lo mismo daba, castigando brutalmente a sus siervos como si siguieran siendo esclavos. [4]
En 1930, otro golpe de estado, dejó al Brasil gobernado por una junta militar, que designo como primer presidente de facto al Dr. Getulio Vargas quien durante sus quince años ininterrumpidos de gobierno, iniciaría la obra de construcción política de las nuevas instituciones jurídicas, derivadas de la nueva ideología politica del socialismo nacional (el nacional socialismo = el nazismo), en el marco de un fenómeno conocido con el nombre de el estado nuevo (o estado novo).
Esa revolución nazi brasileña fue la que terminó con los privilegios feudales y dignificó a los siervos, convirtiéndolos en auténticos ciudadanos, y en trabajadores, tanto rurales como urbanos, y tanto civiles como militares, comenzando un largo proceso de formación de la clase trabajadora brasileña, que estructuó los sindicatos, las federaciones sindicales, las confederaciones y la confederación general del trabajo brasileño, que comenzó a funcionar bajo el nombre de La Central Unica de los Trabajadores (CUT).
Durante La Segunda Guerra Mundial (1939-1945), los trabajadores libres del Brasil comenzaron a incorporarse a las fuerzas de seguridad estaduales y federales, como así también, a las fuerzas armadas de la nación, comenzando a compartir las responsabilidades que derivan del mantenimiento de la seguridad interior y de la defensa nacional.
Sólo quince años más tarde (1960), un apreciable número de efectivos paramilitares y militares de baja y mediana graduación, y de extracción obrera, adhirieron a la ideología del socialismo internacionalista (el marxismo = el comunismo), pasando a la clandestinidad y comenzando a recibir apoyo subrepticio del servicio de inteligencia de la Unión Soviética, es decir, del KGB, con el objetivo de hacer la revolución y de instaurar un estado comunista en el territorio del gigante sudamericano, siendo la más importante de esas organizaciones terroristas y guerrilleras, la que recibió el nombre de el comando rojo (o comando vermelho), con zona de operaciones en el estado de San Pablo.
En 1964, con el apoyo subrepticio de la CIA, las fuerzas armadas brasileñas lideraron un tercer golpe de estado, instaurándose un gobierno completamente militar, siendo nombrado presidente de facto el Tte. Gral. EB ® Dn. Ernesto Geissell.
Desde entonces, en el marco de La Alianza para el Progreso, los EEUU comenzaron a invertir capital y tecnología para el montaje de la infraestructura (la minería, la energía, los transportes y las comunicaciones) y de la industria pesada (la metalurgia, la siderurgia, la química, la agroquímica, la petroquímica, la metal-mecánica, los astilleros y los arsenales), con el propósito de convertir al Brasil en la primera potencia económica, diplomática y militar de América Latina, bajo la impronta de el capitalismo dependiente, obviamente, de los EEUU, contra la Unión Soviética, en el marco de la segunda fase de La Guerra Fría (1960-1975). [5]
En ese contexto, elementos pertenecientes a los servicios de inteligencia, tanto de las fuerzas armadas como las fuerzas de seguridad federales y estaduales, se incorporaron a estructuras clandestinas de la represión ilegal del terrorismo y de la guerrilla comunista pro-soviética, aplicando con los prisioneros los mismos métodos brutales que la CIA usaba en América Central, incluyendo la privación ilegítima de la libertad, la tortura, el asesinato y la inhumación sin identificación de los cadáveres ni de los lugares de sepultura, es decir, operando la desaparición forzada de las personas cautivas, surgiendo entonces la ignota minoría de los desaparecidos brasileños (1965-1985).
Sin embargo, ya en 1979, el gobierno militar, entonces presidido por el Tte. Gral. EB ® Dn. Joao Baptista de Fuigueiredo, puso en vigencia una ley de amnistía de los desaparecedores (léase: el autoperdón de la represión ilegal), a la vez que anunció el inicio de la gradual normalización institucional del Brasil, concretada en 1985.
Desde entonces, rigen los derechos humanos, el estado de derecho y la democracia constitucional, exhibiendo el Brasil su condición de país lider de América Latina, y de octava potencia industrial del mundo entero (orbis). [6]
Sin embargo, jamás se puso en tela de juicio la juridicidad de la ley de amnistía del gobierno militar, ni siquiera durante las dos administraciones del ex secretario general del Partido de los Trabajadores (PT), Agte. SAE C-3 Dn. Luiz Inacio Da Silva (a) Lula (2002-2010), a pesar de que en otras naciones de América Latina, especialmente en la Argentina, los crímenes de lesa humanidad de las dictaduras militares ya habían sido objeto de enjuiciamiento y de condena, desde hacía más de dos décadas. [7]
Pero el viernes nueve de marzo de dos mil doce, los ficales generales de los estados de San Pablo y de Río de Janeiro, anunciaron públicamente su decisión de promover la declaración de nulidad de la ley de amistía de mil novecientos setenta y nueve, como así también, el juzgamiento y la eventual condena de la represión ilegal durante la dictatura militar (1965-1985).
Todos sabemos lo que ello implicará en materia política para el Brasil, para América Latina y para el mundo entero (orbis), es decir, un auténtico cambio real y concreto de las instituciones, pero también, todos debemos saber que tendremos que esperar que sean afectados intereses personales, sectoriales y hasta extranjeros, interesados en que los crímenes de lesa humanidad sean juzgados sólo por la historia, que sin embargo, más allá de la voluntad de los hombres, tiene sus propias reglas de condución de la evolución humana, y nada más, claro está.
En otras palabras, sin que absolutamente nadie lo imagine o se anime ni a pensarlo, acaba de comenzar, nada más ni nada menos, que La Guerra Civil Brasileña.
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.
[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14), la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.
[3] La libertad de vientres implica que los hijos de las esclavas comenzarán a nacer libres, de modo tal que la de sus progenitores fuera la última generación de esclavos.
[4] Lo único que dejó de existir fueron los remates de esclavos, pero continuaron en plena vigencia las transacciones privadas de compra, venta y alquiler, formalizadas entre las partes mediante boletos de compraventa o locación, no exigibles en sede judicial, es decir, generadores de obligaciones naturales (léase: la palabra empeñada).
[5] La iniciativa de La Alianza para el Progreso era una reedición del designio nacional de los EEUU de ejercer la hegemonía económica, diplomática y militar, exclusiva y excluyente, sobre América Latina, para lo cual, Washington tenía en la mira a tres países de la región, como eran México y Brasil, con la idea de operar su industrialización dependiente, a cambio de que ambas naciones se convirtieran en los gerentes de los intereses nacionales estadounidenses en América Central y en América del Sur, respectivamente, contra toda eventual competencia extrahemisférica. La idea del presidente masón-demócrata de los EEUU, Dr. John Fitzgerald Kennedy (a) Jack, era que la Argentina, gobernada por su presidente masón-radical intransigente, Dr. Arturo Frondizi (a) El Narigón, fuera el gerente sudamericano de los EEUU, pero el golpe de estado de 1962, convenció al mandatario norteamericano de que la opción era entonces el Brasil. Conste.
[6] Luego de las bancarrotas nacionales de 1999 y de 2002, el Brasil ha quedado posicionado como la duodécima potencia económica mundial, siendo superada por Corea del Sur y por España. Conste.
[7] SAE es la sigla de Secretaría de Asuntos Estratégicos, que era el servicio de inteligencia de estado del Brasil, cuyo nuevo nombre es el de Agencia Brasileña de Inteligencia (ABIN). C-3 es la forma en que se designan a los agentes secretos de casi todos los servicios de inteligencia del mundo entero (orbis).
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