domingo, 18 de marzo de 2012

193 Geopolítica (Argentina)

Año I – Primera Edición – Editorial: 00000193 [1]



El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Domingo 18 de Marzo de 2.012.





Escúchame Bien Chiquita [3]
Por Rubén Vicente

El pasado miércoles siete de marzo, el Departamento de Justicia del gobierno de los EEUU, emitió su documento anual titulado Estrategia de Cooperación Internacional sobre Narcóticos (ECIN), donde les dio para que tengan, guarden y repartan a sesenta y siete países (67), incluyendo a la totalidad de los estados miembros de la Organización de los Estados Americanos (OEA). 

De la Argentina no les faltó decir nada, pero nada, avisando que ya no somos un país de preocupación para el gobierno de Washington, sino que ahora somos de máxima preocupación (sic).
Y si, porque están recalientes con esto de que en el GAFI no haya veto; de que todo se resuelva por mayoría simple (51%) y de que casi todos nos felicitaran, vía comunicado oficial de prensa, por nuestros avances en materia de lucha contra el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo, dejándonos saber que existen grandes posibilidades de que nos dejen en la lista blanca y de que no nos metan en la lista gris que, en futbol, sería tanto como tener una tarjeta amarilla en el último partido del campeonato. No sé si me explico.
Y tanto se dieron cuenta de que se mandaron un moco que, al día siguiente, el secretario adjunto interino para asuntos públicos del Departamento de Estado (Mike Jamer (a) Escúchame Bien Chiquita) salió a declarar que los EEUU están dispuestos a abrirse a toda clase de cooperación con la Argentina en la lucha contra el narcotráfico y afines.
Y claro, porque ellos saben más que nadie los favores que les están haciendo los agentes encubiertos de la gendarmería nacional, en todo el país, pero más que nada, en La Triple Frontera con Paraguay con Brasil, donde el narcotráfico, el tráfico de armas, el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo está bajo el control exclusivo y excluyente de La Mafia Libanesa, que labura para las células brazucas de Anzaar Allah, que es la milicia del Partido de Dios (El Hezbollah), que recibe apoyo de Las Passdarán irnaníes. Right?
Claro, porque nuestros gendarmes no son rubios de ojos azules y pueden infiltrarse fácilmente en donde los de la DEA no pueden, porque chorrean jugo de  hot dogs con pepinillos, y porque ellos saben de sobra que la policía federal brasileña tiene órdenes secretas del gobierno de Brasilia de fingir que coopera, cuando en realidad, encubre a los musulmanes, nada más que porque su colectividad es muy numerosa, rica e inflyente en el gigante sudamericano, claro está.
La verdad, es que tendrían que lavarse la boca antes de hablar mal de nosotros, que al lado de ellos, somos unos sea monkees, que no merecemos que nos pongan contra la pared y nos digan escúchame bien chiquita. ¿Verdad?
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.







[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.

[3] Darren Mc Gavin (a) Mike Hammer era el protagonista de una famosísima serie de detectives privados de la televisión estadounidense de principios de la década del sesenta del siglo pasado, que empleaba métodos poco ortodoxos de obtención de la información como, por ejemplo, acosar a las prostitutas, poniéndolas contra la pared, con ambos brazos apoyados sobre los hombros de esas féminas de la mala vida, advirtiéndoles de las consecuencias negativas que sobrevendrían si no le suministraran a él la información que buscaba antes que a la policía neoyorkina, siendo su latiguillo, justamente, el de escúchame bien chiquita (sic).

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