viernes, 2 de marzo de 2012

176 Geopolítica (Argentina)

Año I – Primera Edición – Editorial: 00000176 [1]

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Viernes 2 de Marzo de 2.012.


¿Estás Seguro?
Por Rubén Vicente

Desde que el mundo es mundo hubo cambio de bienes y servicios (el trueque), incluso, usando dinero como medio de pago (el comercio), ya sea terrestre (el porte) o marítimo (el flete), pero todo, era a riesgo de los productores, de los mercaderes, de los prestamistas y de los consumidores. Eso fue así durante los primeros sesenta y cinco siglos de la civilización post diluviana (65).

Pero en el mundo capitalista que se empezaba a perfilar durante la edad moderna (1453-1815), ciertos magnates de Amsterdam tuvieron una idea verdaderamente genial, que era hacer que todos pongan pequeñas cantidades de dinero en forma periódica, para formar un fondo común, que cubriera determinadas contingencias previsibles sufridas por unos pocos, naciendo entonces la institución de los seguros.
Poco a poco, el sistema holandés empezó a extenderse y a complejizarse, de modo tal que, para finales del siglo dieciocho, Europa estaba asegurada, y ya nadie quebraba si una calamidad natural o una catástrofe humana arruinaba una operación, por la sencilla razón de que las pérdidas derivadas, las asumía la aseguradora, y listo.
Y durante el siglo diecinueve, el negocio del seguro se extendió al mundo entero (orbis), cubriendo casi todos los rubros de la actividad económica, tanto rural como urbana, y tanto personal como empresarial y gubernamental.
En ese contexto, surgió el gigante mundial del negocio del seguro que, obviamente, fue británico (Lloyd´s), pero luego surgió la competencia francesa, alemana, estadounidense y, luego de La Segunda Guerra Mundial (1939-1945), la japonesa.
En otras palabras, desde mediados del siglo veinte, absolutamente todo es asegurable, en todo el planeta y, desarrollar una actividad económica cualquiera sin seguro, es un auténtico dislate, pues implica un divorcio con la realidad (la demencia). Hasta los estados comunistas de La Guerra Fría (1946-1991) entendieron esta verdad de perogrullo, y por eso, organizaron grandes aseguradoras estatales.
En ese contexto, desde el último cuarto del siglo diecinueve, empezó a desarrollarse el negocio del seguro en la Argentina, siendo uno de los sectores beneficiados el de la producción agropecuaria, siempre asediada por el factor climático, causante de inundaciones, sequías, granizo y heladas.
Por eso, desde entonces (1875), ningún productor rural se mueve sin contratar un seguro, o por lo menos, eso es lo que podría suponerse, y más, desde finales del siglo veinte, por eso de el cambio climático, claro está.
Pero no, porque resulta que ahora, todos los argentinos que no somos productores agropecuarios, nos venimos a desayunar con la novedad de que hay productores rurales que operan sin seguro, es decir, sin red, que han sido víctimas de eventos climáticos que los han arruinado, y que pretenden que el gobierno los ayude a salir del atoyadero en que se han metido, nada más que no haber previsto lo previsible, o peor aún, por haberlo previsto y haberse jugado a que no sucedería, nada más que para ahorrarse una moneda, engrosando la raza de cuarta de los famosos y populares pichuleros.
Es increible que, en una nación, que es una gran productora y exportadora mundial de alimentos, afectada como todas por el cambio climático, que tiene un instituto nacional de tecnología agropecuaria, que informa sistemáticamente sobre las contingencias que pueden afectar a las cosechas y a los ganados, haya productores pichuleros que tengan el descaro de reclamar la ayuda de todos los contribuyentes, bajo el argumento de que, determinada contigencia climática, no era previsible en su zona geográfica de operaciones, o peor aún, que no contrataban un seguro que la pudiera cubrir, por la sencilla razón de que la prima es muy onerosa, cuando todos sabemos la ganacia feroz que deja la actividad agropecuaria, hasta para los más pequeños productores, en todos los rincones de la patria, porque si no, no la desarrollarían (no jodamos).
Pero eso ayer Cristina tuvo que salir a decir ante las cámaras del congreso nacional, que el gobierno federal elevará a consideración del parlamento un proyecto de ley de seguro multicontingente obligatorio para el campo, fijándole condiciones razonables y equitavas, de ganancias para las aseguradoras y de beneficios para los asegurados, a ver si así se dejan de jorobar con problemas que ya deberían estar solucionados desde hace muchas décadas.
Y después que no se enojen por el protagonismo del estado en la economía, porque está visto si el estado no sale a salvar las papas del fuego, los empresarios se caen y, con ellos, el capitalismo, que declaman que no debe ser intervencionista, ni acá, ni en la China, ni en ningún lado. ¡No me hagás reir!
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.



















[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.

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