miércoles, 1 de agosto de 2012

328 Historia (Mundial)


Año I – Primera Edición – Editorial: 00000328 [1]



El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Miércoles 1° de Agosto de 2.012.




El Anarquismo III
Por Rubén Vicente 

En la cena de gala de la noche buena del año de Nuestro Señor Jesucristo de 1788, en su castillo feudal, lleno de satisfacción, su alteza, el duque de Péronne, conde de Montdidier y marqués del Somme, Myr. Gral. EF ® Arq. Antoine Agustín Parmentier (a) El Agrónomo, de cincuenta y dos años de edad (léase: El Marqués del Somme), levanta su copa para brindar con sus invitados por la concreción del gran sueño de toda su vida, que no hubiera sido posible, en absoluto, sin la inestimable lealtad y colaboración de su gran amigo, el Dr. François Noel Babeuf (a) Graco, de veintinueve años de edad, aquí presente, a mi derecha, dice el marqués.  

En efecto, el Gral. Parmentier sostiene que, en sólo cuatro años (4), el marquesado borgoñón-picardiano noroccidental del Somme ha experimentado una transformación económica y política verdaderamente insólita, que comenzó con su declaración, en la totalidad de sus dominios, de la abolición de la esclavitud, convirtiendo a todos sus siervos y siervas rurales (léase: los chuanes = le chuans), sencillamente, en hombres y mujeres libres (léase: los libertos del campo = los campesinos).
Luego, dice el Gral. Parmentier, cada familia campesina recibió, en alquiler perpétuo (léase: la enfiteusis), la tenencia de una parcela de tierra de sus dominios de once fanegas cada una (11 F´s c/u = 50 Has. c/u), para emplearla en la ganadería, la agricultura, la explotación forestal y, las costeras, en la pesca.
Como nuevos granjeros microfundistas, todos los hombres, mujeres, ancianos y niños, comenzaron a reunirse periódicamente, formando sus nuevas asambleas agrarias (léase: las colonias agrícolas) que, desde entonces resuelven, por mayoría simple de miembros componentes (léase: la democracia directa), qué se va a producir; a dónde se va a colocar y a cuánto se va a vender esa producción, regulando ellos los precios, y no los comerciantes de la ciudad portuaria de Boulogne sur Mere, que es su mercado natural.
Todo ello, mediante el sencillo expediente de haber fundado una asociación civil sin fines de lucro, bajo una novedosa forma jurídica, que se ha dado en llamar, a juicio de el marqués, con el inmerecido nombre de La Sociedad Cooperativa Parmentier Limitada, cuyo primer presidente de la comisión directiva, por decisión unánime de los colonos, es el Dr. Babeuf (léase: Graco). 
A partir de esa nueva situación, dice El Marqués del Somme, todos reciben oro, una parte del cual le es abonado al marquesado, en concepto de impuesto inmobiliario, a razón de un escudo de oro (E 1,00) de tres coma seis gramos de metal amarillo cada uno (3,6 grs. c/u), por parcela y por año que, en septiembre de dos mil ocho (léase: la crisis de las hipotecas = el efecto jazz = la gran recesión = la segunda gran depresión), equilvaldría a quince centavos de dólar estadounidenes por mes y por hectárea (1 Ha. = U$S 0,15/M = $ 0,90 m/n por mes), digo yo; siendo ese el único tributo vigente en los dominios del Somme (léase: los monotributistas inmobiliarios).
Pero además, henchido de orgullo, el Gral. Parmentier afirma que, para proteger sus campos en forma colectiva, los colonos han conformado su propia organización paramilitar (léase: la milicia campesina = la chuamería = la chaumerie), conocida bajo el nombre de El Ejército de los Iguales (EEI), cuyas brigadas, portando sus estandartes negros (léase: las brigadas negras) sencillamente, guardan el orden rural del marquesado del Somme, cuyo jefe de estado mayor general (JEMG) es, también por decisión unánime de los colonos, el Dr. Babeuf (a) Graco.
Como si eso no bastara, dice el marqués, con mi consentimiento escrito (léase: por decreto), los habitantes de los caseríos, de las aldeas y de las villas de todo el Somme (los artesanos y los tenderos = los pequeño burgueses), han formado sus propias asambleas urbanas (léase: las comunas), que designan sus propios administradores comunales (los alcaldes), quienes comandan las milicias pequeño burguesas locales (la guardia urbana = la policía = la police), que mantienen a raya a los menesteroros, a los malvivientes y a los hampones (léase: los sin calzones = le sans culotes = los inservibles = los molestos = el lumpen).
Ello sin necesidad de que la orden de caballería del marquesado deba encargarse más de hacer cumplir, en los burgos del Somme, las leyes imperiales francesas, o mis instrucciones, dice el marqués restringiéndose, únicamente, al resguardo de la frontera (la gendarmería = la gendarmerie) con los grandes dominios vecinos (Calai, Oise, Sena y Marne) y, en la costa, es decir, en El Canal de la Macha (Le Pas de Calais = The English Channel), a vigilar que, en las mismas, no desembarquen subrepticiamente ni piratas ni fuerzas extranjeras (holandeses, escandinavos o británicos).
Esos burgos libres (las comunas), dice el Gral. Parmentierre, están a punto de elegir a sus propios representantes, que asistirán a una conferencia general (léase: la convención) que se llevará a cabo dentro de tres meses (3) en el ducado de Amiens que, con mi autorización escrita, sostiene el marqués, desiganarán un gobernador general del Somme, que actuará como primer ministro del marquezado (léase: el secretario de estado).
En síntesis, concluye el Gral. Parmentierre, estamos a punto de concluir, nada más ni nada menos, que la reforma agraria y, también, de establecer el gobierno del pueblo (léase: la democracia), para que ambas se extiendan a toda Francia y a todo el mundo (orbis), claro está.
Y si me dijeran que estoy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.

[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.

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