domingo, 5 de agosto de 2012

332 Historia (Mundial)


Año I – Primera Edición – Editorial: 00000332 [1]



El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Domingo 5 de Agosto de 2.012.






El Anarquismo VII
Por Rubén Vicente 

Hasta ahora hemos visto que la primera revolución anarquista (1792-1796) persiguió el objetivo supremo de el automonismo, incluso, sirviéndose de la violencia organizada, es decir, degenerando en el nihilismo instrumental. 

Sin embargo, lo cierto es que ese anarquismo original no buscaba la abolición del estado, sino más bien, la transformación de la sociedad y de la forma de gobernar el territorio y la población.  

Etimológicamente considerada, la palabra anarquismo implica la negación del arcos, es decir, del gobierno. Lo que negó la primera revolución anarquista fue el gobierno de Francia surgido de la primera revolución liberal (léase: la revolución monarquica = 1789-1793); pero no negó el gobierno surgido de la segunda revolución liberal (léase: la revolución republicana = 1793-1799). Lo único que quería la primera revolución anarquista era ir más allá de lo que ya había ido el gobierno de la república francesa de Robespierre, y nada más. 

Lo que hizo fracasar la primera revolución anarquista no fue el anarquismo en si mismo, como doctrina extrema del liberalismo triunfante en la revolución francesa, sino más bien, su nihilismo instrumental, de pretender excluir a la policia nacional francesa y al ejército francés del control territorial y poblacional de El Somme, que le pertenecía a Francia, obvio. 

Por eso, a pesar de que esa y todas las demás revoluciones anarquistas hayan sido un fracaso cuando instrumentalizaron la violencia, es decir, cuando degeneraron con el nihilismo, lo cierto que todas las instituciones nacidas a la sombra de la doctrina recontra ultra liberal del anarquismo, se fueron imponiendo gradualmente, hasta consolidarse completamente en las democracias constitucionales postcontemporáneas (1991-2012). 

Y recordemos que las principales instituciones anarquistas son la libertad de los esclavos, la igualdad del varón y la mujer, la libertad sexual de las mujeres, el homosexualismo masculino y femenino, la negación del sistema económico y político, la autonomía de la voluntad en las relaciones interpersonales, la reforma agraria, la autogestión rural y urbana, la autodefensa armada, la democracia directa local, la democracia indirecta regional y el federalismo imperial (léase: mundial = global). 

El gran procer del anarquismo del siglo diecinueve fue el Dr. Mihail Bakunin (1814-1876), que no por casualidad, sino más bien por causalidad, formó parte del ala izquierda extrema del partido liberal ruso. De él no quiero hablar ahora para no mezclar las cosas y terminar confundiéndolas. 

Otros dos insignes teóricos del anarquismo decimonónico tradicional fueron Pioter Kropotkin (1842-1921) y Enrico Malatesta (1853-1922).

Sin embargo, restan por ver tres matices del anarquismo (3), fue fueron propios del siglo diecinueve (el siglo de la industria), del siglo veinte (el siglo de la alta tecnología) y de principios del siglo veintiuno (el siglo de la sincrotrónica) que son, respectivamente, el anarco-sindicalismo, el anarco- capitalismo y el anarco nacionalismo. 

El anarco-sindicalismo ve al mundo como una gigantezca fábrica, en la cual operan los obreros, unidos en los sindicatos locales, en las federaciones regionales, en las confederaciones nacionales, en las confederaciones generales continentales y en la gran confederación del trabajo mundial, concibiéndola como la representación gremial de el movimiento obrero organizado de nuestro planeta. 

Ese movimiento obrero organizado de nuestro planeta debe regirlo más allá de la voluntad de los gobiernos de los estados nacionales o de la voluntad de los organismos internacionales integrados por representantes de esos estados nacionales. 

En otras palabras, el anarco-sindicalismo propone la negación pacífica de la autoridad del estado, sustituyéndola por la autoridad de la organización obrera, lo cual, en el fondo, es la afirmación de la idea de el gobierno obrero mundial, y no la negación del gobierno. 

Además, ese anarco-sindicalismo, que es obviamente anarquista, es voluntarista y pacifista por definición, y sólo es reprimido cuando se muestra  autoritario y violento (léase: combativo = belicista), es decir, cuando degenera en el nihilismo instrumental.  

Por su parte, el anarco-capitalismo es lo mismo pero al revés. El mundo es un gigantezco conjunto de empresas, pequeñas, medianas y grandes, que dependen de un conjunto de grupos empresariales (pequeños, medianos y grandes), que a su vez dependen de conglomerados empresariales (pequeños, medianos y grandes), que dependen del más grande de todos los conglomerados empresariales que es el planeta tierra, visualizado como la empresa global. 

Por eso, el anarco-capitalismo propone la negación pacífica de la autoridad del estado, sustituyéndola por la autoridad de la organización empresarial, lo cual, en el fondo, es la afirmación de la idea de el gobierno mundial de las empresas, y no la negación del gobierno. 

Además, ese anarco-capitalismo, que es obviamente anarquista, es voluntarista y pacifista por definición, y sólo es reprimido cuando se muestra  autoritario y violento (léase: belicista), es decir, cuando degenera en el nihilismo instrumental. 

Y el anarco nacionalismo, que es la confluencia del nacionalismo con el anarquismo. Se trata de una combinación lógicamente imposible, entre los principios del individualismo anarquista y del nacionalismo, basado en la idea rectora de la pertenencia natural del individuo a un determinado grupo telúrico, racial, lingüístico y religioso, es decir a un grupo étnico, que busca su automomía de la voluntad,  justamente, a través del reforzamiento de la identidad étnica del individuo. 

Por este motivo, al anarco nacionalismo también se lo conoce con el nombre de el anarquismo identitario, y la contradicción lógica existente entre las ideas del individualismo anarquista y de la pertenencia étnica, se la conoce con el nombre de el realismo mágico, dominante en el pensamiento de una parte de la dirigencia subversiva latino americana (ej.: Rafael Sebastián Guillén Vicente, Augusto Sandino, Isaac Humala, Abimael Guzmán, Camilo Torres, Mario Roberto Santucho, etc.) y política mundial (ej.: Dimitri Medvedev, Georg Haideger, Loren Kabyla, José Eloy Alfaro, etc.), cuyo numen intelectual es, sin duda ninguna, el Dr. Julius Evola (1898-1974). [4] 

Por eso, el anarco-nacionalismo también propone la negación pacífica de la autoridad del estado, sustituyéndola por la autoridad de la organización étnica (léase: el neotribalismo), qu sólo apela al nihilismo de modo exclusivamente ins-tru-men-tal, lo cual, en el fondo, es la afirmación de la idea de el gobierno mundial de las naciones (léase: el estado transnacional individualista y democrático), y no la negación del gobierno. Conste.

Para finalizar, diré que no está demás recalcar y machacar, una y otra vez, con que todo lo vinculado con el anarquismo es filosóficamente individualista y encuadra políticamente dentro de la ideología del liberalismo y no con la ideología del asociacionismo, ni con las doctrinas asociacionistas del colectivismo, del socialismo y del comunismo, que no son individualistas, sino que parten de la base de que el hombre (el varón, la mujer, el niño y el anciano) no tiene razón de existir, si no es en su calidad de miembro de un grupo de pertenencia; como podría ser la familia, el estado, la comunidad internacional, etc., etc., etc.

Posdata. Los movimientos pacifistas, feministas, homosexualistas, ecologistas, humanitaristas o globalifóbicos hay que examinarlos en cada caso concreto, es decir, hay que considerar el modo, tiempo y lugar en que manifiestan sus demandas y bregan en pos de sus objetivos, pues no siempre son anarquistas, aunque luzcan como tales, o aunque se pretenda hacerlos aparecer como tales. 

El ícono del pseudo anarquismo son los globalifóbicos, sólo algunos de los cuales exhiben una conducta violenta y, además, sofisticadamente organizada para la violencia, integrando el bloque negro, que hace un culto de la violencia por la violencia misma y, en realidad, es únicamente nihilismo instrumental, al servicio de no se sabe quién, pudiendo tranquilamente ser un grupo de choque financiado, organizado y dirigido por el o los servicios de inteligencia del o de los gobiernos de una o de varias grandes potencias capitalistas, o anticapitalistas, lo mismo da. 

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.

[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.

[3] En latín, nihil significa nada. El nihilismo (léase: el nadismo) es, en principio, una posición filosófica que descree de todo y que está en contra de todo, porque le niega la validez lógica de todos los dogmas y a todas las instituciones, especialmente a la iglesia católica apostólica romana; haciéndo un culto del ateismo y de la violencia organizada, bajo las formas de la guerrilla rural y de el terrorismo urbano. El nihilismo nació en el seno de la primera revolución anarquista (1792-|796), de una manera práctica, pero se desarrollaría en forma teórica recién varias décadas más tarde. Conste.

[4] Obviamente, la biografía y la obra intelectual de Julius Evola están en Wikipedia. Creo que es un personaje de antología, que además de ser el numen del anaquismo identitario de principios del veinte, será una especie de Emanuel Kant de la filosofía política postcontemporánea de los siglos veintiuno, veintidos y veintitres. Su pensamiento impregnará buena parte de las grandes decisiones políticas globales de este siglo y de los dos venideros, caracterizados por un escenario general de profusión, difusión, confusión y contradicción sistemática de las ideas y de las acciones, individuales, grupales, nacionales e internacionales, que nos llevará directamente a la segunda edad media.  Conste.

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