jueves, 9 de agosto de 2012

336 Historia (Mundial)


Año II – Primera Edición – Editorial: 00000336 [1]



El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Jueves 9 de Agosto 2.012.





El Socialismo I
Por Rubén Vicente 

En las series de artículos anteriores de El Cisne Negro, he tocado temas vinculados con la revolución francesa, con la ideología del liberalismo y con las doctrinas liberales del minarquismo, del radicalismo y del anarquismo, incluyendo la degeneración instrumental del nihilismo.
Pero ahora la idea es empezar a introducirnos un poco en el estudio de la tercera gran ideología, que es el asociacionismo, y en sus doctrinas derivadas del colectivismo, del socialismo y del comunismo.
Para empezar, es preciso que diga que la ideología política del liberalismo descanza en la filosofía de el individualismo, que considera que el hombre (léase: el varón, la mujer, el niño y el anciano) es un fin es si mismo, y no un medio ni menos un instrumento al servicio de nada ni de nadie.
Por ese motivo, el hombre está dotado de algo que se conoce con el nombre de la autonomía de la voluntad, de la que derivan la libertad de contratación y la libertad contractual; de la que a su vez deriva la teoría política liberal de el contrato social de Jean Jacques Rousseau, que es uno de los grandes padres del liberalismo.
A la concepción filosófica del individualismo se opone la de el gre-ga-ris-mo, según la cual, el hombre, sencillamente, no existe como individuo, y no tiene razón de existir como tal, fuera de su ámbito gregario de pertenecia (ej.: la familia, el estado, la comunidad internacional, etc.); bajo el viejo axioma político aristotélico de que el hombre, fuera de la polis a la que pertenece, o es un ángel o es una bestia, pero no es un hombre, porque absolutamente ningún individuo puede vivir en absoluta soledad, siendo una condición específica de los seres humanos, justamente, la de vivir con los otros seres humanos, satisfaciendo el instinto gregario y perteneciendo a algún grupo de referencia. 

En la nómina de los filósofos gregaristas, figuran John Locke (1632-1704), David Hume (1711-1776), Emanuel Kant (1724-1804), David Harley (1705-1757) y James Mill (1773-1836). 

Sobre la base de la filosofía de el gregarismo fue pensada la ideología política de el asociacionismo, y las doctrinas asociacionistas derivadas del colectivismo, del socialismo y del comunismo. 

Por eso, la ideología política del asociacionismo parte de la base filosófica de que el individuo es un ser eminentemente gregario por definición, y lo concibe siempre como formando parte de algún tipo de grupo de referencia. El individuo es tal sólo porque forma parte de un grupo determinado, voluntaria o involuntariamente, lo mismo da. 

Como toda ideología, el asociacionismo es un conjunto de ideas políticas ordenadas en forma lógica, es decir, con principios generales, con reglas especiales y con excepciones particulares. 

Y la primera idea componente de la ideología del asociacionismo es que el hombre gregario tiende naturalmente a asociarse con otros hombres, para satisfacer, de ese modo grupal referencial, sus necesidades materiales y espirituales. 

La segunda idea del asociacionismo es que, de todos modos, el hombre no las puede satisfacer plenamente en una sociedad gobernada por el sistema capitalista, porque el mismo es viceralmente explotador del trabajo honrado, garantizándole a los explotadores la sumisión de los que deben trabajar para vivir, es decir, la humillación de el proletariado en general. 

Entonces, tenemos que el hombre tiende naturalmente a asociarse en un contexto capitalista que es viceralmente explotador del proletariado. 

Por ende, la tercera idea del asociacionismo es que la humanidad debe hacer un esfuerzo conciente, deliberado y espontáneo para materializar el primer objetivo asociacionista, que es el debilitamiento o la destrucción hasta los cimientos del sistema capitalista, para luego materializar el segundo objetivo, que es forjar un nuevo sistema económico, social, cultural, político y jurídico, justamente, derivado de la aplicación de los principios, de las reglas y de las excepciones derivadas de la ideología del asociacionismo. 

Consecuentemente, el asociacionismo tampoco quiere la destrucción del estado, sino la del sistema capitalista del estado burgués, para sustituirlo por otro tipo de estado anticapitalista, regido por un sistema proletario. 

Dos son entonces las cuestiones fundamentales que se plantean para la ideología política del asociacionismo (2), y las doctrinas asociacionistas derivadas del colectivismo, del socialismo y del comunismo darán cada una su respuesta. Una cuestión es cómo lograr la abolición del estado capitalista, y la otra cuestión posterior es cómo debería ser el estado proletario. 

Para responder ambas preguntas, comenzaremos por ver la respuesta que da a las mismas la primera de las doctrinas asociacionistas, que es el colectivismo, analizándolo desde una perspectiva real y concreta, es decir, viendo la primera experiencia histórica colectivista contemporánea (léase: 1789-1945), que fue la de el falansterismo. 

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.

[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.

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