El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Miércoles 3 de Abril de 2.012.
Algo
Verdaderamente Grande I
Por Rubén Vicente
A los veintitrés años
de edad, a pesar de ser en buen estudiante, Adolf Hitler era un acoholico, un
drogadito y un homosexual, que se prostituía con los hombres que le proveía su
amante veinte años mayor que él (Alois Hanisch), a cambio de que ellos le
compraran los cuadros que él pintaba en las plazas vienesas.
Hasta que un día se
hartó de vivir así, y le puso coto al asunto de la peor manera. Le dio el gusto
a Alois de disfrazarse de mujer y de acompañarlo a un albergue transitorio
atendido por un judío mugriento, que dejaba trabajar en su establecimiento a
los transvestidos de la zona roja.
Una vez adentro, luego
de permitir que Alois hiciera realidad su fantasía de poseerlo a cambio de un
pago en dinero, Adolf esperó el momento oportuno, y le clavó una gran navaja
suiza de la marca victorinox, justo en el
centro del pecho de Alois, atravesándole el corazón y dejándolo tenido en el
piso bañado en sangre.
Salío haciéndose el
enojado por supuestos malos tratos del cliente, se fue al callejón, se cambió
las ropas luciendo traje e impermeable con sombrero, y se hizo humo en la
oscuridad de la madrugada gélida.
Dos días más tarde, el
remordimiento lo hizo ir a confesarse ante un sacerdote, que aceptó que él no
se quitara el sombrero, permiendole confesar en esas condiciones inusuales sus
pecados y su crimen.
Era un ministro de la
religión católica apostólica romana, pero también, era un cultor de las mancias
y de la astrología, que ya había tenido visiones raras, una de la cuales le
había anunciado, justamente, que un hombre así buscaría confesarse con él.
Lo absolvió, pero con
la condición de que hiciera algo verdaderamente grande por Dios, por la
iglesia católica y por su patria austríaca pues, de lo contrario, su alma se
perdería irremediablemente en las llamas eternas del infierno.
Hitler se sintió relativamente
aliviado, pero no tenía ni la menor idea de cómo cumpliría su misión
provindencial, pues era obvio que él no era otra cosa que una piltrafa humana
que, además, era un asesino, y nada más, claro está.
Por eso le entró el
pánico y, sin esperar la conclusión del trámite de expedición de su diploma de
graduado en ingeniería civil en la Universidad de Viena, compró un boleto de
tren y cruzó la frontera con Alemania, radicándose en la ciudad bávara de
Munich (1913). [3]
El tres de agosto de
1914, por los altoparlantes de la Marienplatz, Adolf Hitler escuchó la voz atronadora
del kaiser Guillermo II, que convocaba a la unidad de todos los alemanes,
residieran en el país que fuera, para enfrentar la agresión insoportable del sesecionismo
serbio y del imperialismo ruso, bajo el lema de que las dificultades han
sido hechas nada más que para ser vencidas (sic).
Ese fue el click en la
vida de Adolf Hitler, que entonces comprendió que alistarse en el primer
regimiento de infantería bávaro del ejército alemán (das reich wehrmatch), a
cambio de que se le concediera la ciudadanía alemana, era la gran oportunidad
de su vida, para empezar a hacer algo verdaderamente grande por Dios,
por la iglesia católica y por la patria austríaca, que también es alemana, claro
está.
Y durante la gran
guerra mundial, Hitler no bebió más, no se volvió a drogar y no tuvo sexo con
nadie y, como casi todos, se masturbaba a mansalva, sólo que a diferencia de
casi todos los demás, él pensaba en los hombres, incluyendo a sus camaradas de
armas, que lucían tan buen mozos con esos uniformes tan varoniles. [4]
Un coraje digno de tres
ascensos, a dragoniante, a cabo y a cabo primero, que mereció dos cruces de
hierro, en segundo y en primer grado, convirtiéndose entonces en un maldito
héroe de guerra, dos veces herido en combate y una dejado temporalmente ciego,
por los gases lacrimógenos franceses durante la última ofensiva alemana sobre
París.
Y en el hospital
militar prusiano de Passewald, con los ojos todavía vendados, se le presentó un
capitán homosexsual, que lo reclutó para el servicio de inteligencia de las
fuerzas armadas (III-D), convirtiéndolo en un nuevo agente secreto de la
flamante república social de Alemania (C-3).
El Agte. III-D C-3 Cap.
RW ® Dr. Ernst Rohm (a) El Maripozón, le transmitió al Agte. III-D C-3 Cbo.
Pro. RW ® Ing. Adolf Hitler (a) Johannes
Wolf, de veintinueve años de edad, las órdenes del director general del III-D,
Cnel. Gral. RW Dr. Wilhelm Nicolas (a) La Zorra, de radicarse nuevamente en la
ciudad de Munich, capital de la flamante república socialista soviética de
Baviera, gobernada por su presidente comunista, Cda. Dr. Kurt Eisner (a) La
Revolución Impura (a) El Gramscista.
Los objetivos eran
intentar tener un trabajo, afiliarse al sindicato correspondiente, y luego al
Partido Comunista Bávaro (PCB), obteniendo y transmitiendo por los canales
convenidos toda la información que fuera posible al cuartel general en Berlín.
Desde entonces, Hitler
empezó a frecuentar la zona roja muniquesa, pagando para hacerse hacer sexo
oral por las prostitutas. Esa fue su manera de comenzar a dejar de pensar en
los hombres y de ganarse el gusto por las mujeres, hasta que un día se animó y
se llevó a una de ellas, que era una judía polaca que lo doblaba en edad, a
vivir con él, teniéndola de empleada doméstica con cama adentro y con derecho a
roce.
Y así se hizo hombre de
verdad, teniendo su lugar donde vivir con su cuasi concubina, aunque todo no
fuera más que una triste pantomima de alguien que, fuera como fuera, estaba
determinado a salvar su alma oscurecida de las llamas del infierno eterno,
haciendo algo veraderamente grande por Dios, por la iglesia católica y
por la patria gran alemana.
Pero no tuvo mejor idea
que hacer lo que dictaba su conciencia, que le ordenó convencer a siete vagos
comunistas, reclutándolos para el III-D y convirtiéndolos también en espías
alemanes a sueldo del gobierno berlinés, pero formando con ellos una sociedad
secreta, que recibió el nombre de La Hermandad del Gran Oriente Alemán
(Odessa), obviamente liderada por Hitler, a quien sus flamantes venerables
hermanos lo empezaron a llamar con el nombre con que a él le gustaba que lo
llamaran (el jefe = der fuhrer). [5]
Esa fue la base de una
nueva asociación civil sin fines de lucro, que comenzó a girar bajo el nombre
de Partido Socialista Obrero Bávaro (PSOB), liderado por Hitler, que se
posicionó como la oposición marxista al gobierno leninista del Cda.
Eisner. [6]
Hasta que un día, dejó
de trabajar como empleado de una firma dedicada a decoración de interiores y
consiguió un empleo como aprendiz de obrero industrial, nada más ni nada menos,
que en la firma Bayerische Motoren Werke AG de Munich, matriz del BMW Grouppen
de Baviera, afiliándose al sindicato de la empresa, adherido a la Asociación
Bávara de la Industria Metalúrgica (ABIM).
Semanas más tarde, los
obreros de la planta pararon la fábrica en demanda de mejoras salariales. En ese
contexto, cincuenta tipos pagados con fondos provistos por el III-D, bien pero
bien enfierrados, coparon el palco, anunciándole a la concurrencia de cinco mil
trabajadores que les iba a hablar El Compañero Hitler.
Atónitos, lo vieron
aparecerse enfundado en uniforme militar de cabo primero del ejército alemán
(das reich wehrmatch), luciendo sus dos cruces de hierro, y peinado a la
gomina, pero con un mechón lacio cayéndole sobre la sien izquierda, con bigotes
mostachos mal cortados, es decir, luciendo como un héroe de guerra, pero
también, la verdad, con un aire indiscutiblemente zurdo-putoide, claro está.
Si, pero hasta que
empezó a bramar que el socialismo obrero bávaro debía dejar de ser
internacionalista, para convertirse en nacionalista y, además, en alemán, y
además, en católico apostólico romano, qué joder, invitando a todos a concurrir
al día siguiente, a las seis de la tarde, a la cervecería de la plaza central
de la ciudad (das bürgerbraukeller), para celebrar con salchichas, chucrut y
cerveza blanca y negra, pagadas por no se sabe quién (léase: El III-D), el
cambio de la razón social del PSOB, por la nueva de Partido Nacional Socialista
Obrero Alemán (PNSOA), es decir, el partido nazi que, evidentemente, era antisistémico
y subversivo para el gobierno gramscista de Munich.
Nada. No pasó nada.
Sólo que se ganó tres mil afialiados de ambos sexos en el segundo acto
político de su vida. Y fue al cementerio suizo donde descanzaban los restos de
su madre (Clara Poezl), para agradecerle al altísimo que lo estuviera ayudando
a hacer algo verdaderamente grande por Dios, por la iglesia católica y
por la patria gran alemana, y el anciano sepulturero le contó la historia del
hombre que fue su segundo marido y cuyos restos reposaban junto a los de ella.
Desde entonces, sin
decirle nada a nadie, Hitler decidió tramitar el otorgamiento de su ciudanía
suiza, pero presentando documentos de identidad que le encargó a un
falsificador judío muniqués, a nombre de aquel sepulturero suizo seguramente ya
fallecido (Hans Deutsche), abriendo luego una cuenta cifrada en un pequeño
banco helvético de la villa lacustre de Interlaken, con corresponsalía en la
sucursal muniquesa del Deutsche Bank AG de Frankfurt.
Y reclutó a doscientos
afiliados al PNSOA y, sin decirle nada a nadie, los convirtió en miembros de la
flamante fuerza de choque, es decir, de La Tormenta (Das Sturm Abteilung = Las
SA), pondiéndolas al mando del Agte. III-D C-3 Cap. RW ® Dr. Ernst Rohm (a) El
Maripozón, otorgándole el grado paramilitar de coronel general, reservándose
para él el de gran mariscal de campo.
Se entrenaron varios
meses en la chacra rivereña de El Lago Stamberg, perteneciente al director de
la sección de propaganda del partido nazi (Joseph Goebels), y planificaron y
ejecutaron La Operación ´Cuerno de Oro´, personalmente liderada por Rohm, que
implicó desplazarse a Austria, robar camiones, emplearlos para recorrer toda
Austria y Checoslovaquía, asaltar cuanta joyería fuera descubierta por la
inteligencia previa, obtener un botín en gemas y en metales nobles; recortarlos
y fundirlos en la chacra de Goebels y depositarlos en Interlaken a nombre de
Hans Deutsche. [7]
Cuando la cosa llegó a
oidos de La Zorra, lo convocó a Berlín y le dijo que eso implicaba un exceso
disciplinario inaceptable, y lo conminó a renunciar, no sin antes mostrarle que
su legajo contenía documentos que acreditaban que él era el
nieto de un duque marrano alemán, nada más
que para que no se le ocurriera la peregrina idea de empezar a molestar a los
judíos, como se lo aconsejaba noche y día el director de la sección ideológica
del partido nazi (Alfred Rossenberg (a) El Zaino). [8]
Pero ya era demasiado
tarde. El ex Agte. III-D C-3 Gn.
Mcl. SA
Ing. Adolf Hitler (a) Johannes Wolf (a) Hans Deutsche, (ng) El Fuhrer, de
treinta y un años de edad, tenía autofinanciamiento ilimitado, una estructura
partidaria, cinco mil afiliados, su propia milicia fiel, un carisma personal
irresistible y, sobre todo, una misión providencial que cumplir, que era hacer algo
verdaderamente grande por Dios, por la iglesia católica y por la patria.
Por eso, no tuvo
grandes problemas para que el director general de la policía bávara y, a la
vez, ministro del interior, Agte. III-D C-3 Crio. Gral. BKP Dr. Erick Eichhorn,
le permitiera al partido nazi alquilar, nada más ni nada menos, que el estadio
de futbol de la vecina localidad de Neurenberg, a donde el nazismo, gran
operativo de propaganda mediante, logró reunir a más de cien mil
personas (varones, mujeres, niños y ancianos) que deliraron al escuchar a ese
petizo que tenía una labia subyugante, pero también, cuando se ponía a tiro,
una mirada gris azulada de hielo que los dejaba como hipnotizados.
Y vino el primer
referendum, en el cual, el pueblo bávaro, votaría a favor de la revolución pura
(leninista) o de la revolución impura (gramscista), triunfando esta última, que
era la planteada por el oficialismo comunista (98%), mientras la primera, propuesta por los nazis de Hitler por
razones tácticas, sacó un microscópico cero coma ocho por ciento (0,8%). Right?
Era el cinco de mayo de
1920, pero Adolf Hitler ya había comprendido a fondo que las dificultades han
sido hechas nada más que para ser vencidas, y no descanzaría hasta hacer algo
verdaderamente grande, por Dios, por la iglesia católica y por la patria
gran alemana, y nada más, claro está.
Y si me dijeran que
estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.
[1] La libre expresión y la segura circulación de la
información contenida en el presente documento se halla jurídicamente
garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art.
19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14), la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código
Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2]
Para uno de Los Siete Grandes Sabios
de Grecia (Solón) El Cisne Negro es
la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que
es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.
[3] Hitler
nació en 1889. Empezó la primaria su villa natal de Branau am Inn (1895). Empezó
la secundaria en un establecimiento confesional católico de la ciudad de Linz
(1902). El mismo año que murió su madre, empezó a estudiar ingeniería civil en
La Seccional Leonding de la facultad de arquitectura, ingeniería y urbanismo de
la Universidad de Viena (1907-1913). Cuando ya estaba radicado en Munich, se
enteró por los diarios que el edificio de La Seccional Leonding fue
completamente destruído por un voraz incendio, motivo por el cual, no se animó
a tramitar el otorgamiento de su diploma universitario de ingeniero civil por
la vía judicial austríaca, donde la policía ya lo debía estar buscando por
haber asesinado a Alois Hanisch, porque también seguía la investigación por los
diarios, enterándose de que el sacerdote rompió el secreto de la confesión y lo
denunció, llegándose a descubrir dónde fue comprada la navaja asesina, es
decir, justo abajo de la pensión en la que vivía antes de matar a Hanisch, sin
que jamás se haya podido establecer la identidad del asesino. Por eso, Adolf
Hitler fue un ingeniero civil no diplomado, ocurriéndole
exactamente lo mismo que al Ing. Juan Carlos Blumberg, y que a la Dra.
Cristina Fernandez de Kirchner. Conste.
[4] Dicen
los historiadores que tuvo una novia en una aldea francesa ocupada por los
alemanes, pero la verdad es que ambos simpatizaron como personas y sólo fueron
buenos amigos mientras las tropas germanas estuvieron allí (1915).
[5]
Dicen que Odessa es la sigla de Organización de Antiguos Miembros de la Schutz
Staffel (organisation der ehemaligem schutz staffel angehörigen). Pobres, no
saben que las SS aún no
existían en aquel entonces, y que Hitler le puso Odesa, por la ciudad rusa que
quería conquistar su personaje favorito de la historia, es decir, Federico II
de Prusia (a) El Grande, cuyo lema era que: "Mis
tropas matan, secuestran, violan, roban e incendian todo a su paso. Atrás
vienen mis leguleyos, que dan excelentes razones de por qué ellas hicieron lo
que hicieron" (sic). Los que más saben del asunto, creen que algún
colaborador escribió con doble ese por error el primer documento de esa
hermandad esotérica, y quedó así. Conste.
[6] Hay
historiadores que callan que Hitler fue comunista. No les gusta reconocer la
verdad, ni de que era comunista, ni de que era un alcohólico, un drogadicto, un
homosexual, un prostituto, un transvestido y un asesino, autoredimido por el pánico a la condena de su alma
oscurecida a las llamas eternas del infierno. Es como si su inocultable orgullo
nazi no les permitiera aceptar que, antes que nada, Adolf Hitler era un ser
humano, con virtudes y defectos, igual que todos los demás, claro está. Conste.
[7] El
cálculo estimativo, a valores de abril de 2012, arroja como resultado la friolera
de novecientos mil millones de dólares (900 MMD´s = 0,9 BD´s), equivalentes al actual producto
bruto interno de Australia. Conste.
[8] Los
judíos convertidos al cristianismo son los cristianos nuevos (los marranos).
Pero los marranos anti judíos, que reniegan de sus origenes, son conocidos con
el nombre de los zainos.
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