El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Sábado 4 de Agosto de 2.012.
El Anarquismo VI
Por
Rubén Vicente
Durante la primavera boreal del año
1796, su alteza, el duque de Otranto y, a la vez, director general de la
policía nacional de la primera república de Francia, Crio. Gral. PNF Dr. Joseph
Fouché (42), emite una resolución administrativa en cuya virtud ordena el
despliegue de dicha fuerza a lo largo y a lo ancho del territorio del
departamento territorial del Somme.
Una semana más tarde, sobreviene la reacción de su alteza, el duque de Péronne, conde de Montdidier y
marqués del Somme, como así también, presidente de la comisión directiva de La
Cooperativa Parmentier Ltda.; presidente de la comisión directiva de El Club
del Panteón, jefe del estado mayor general (JEMG) de El Ejército de los
Iguales; primer ministro (el secretario de estado = el canciller) del gobierno ilegítimo de la región informal
del Somme y, a la vez, diputado nacional por el departamento territorial del
Somme, Cte. Gral. EEI Dr. François Noel Babeuf
(a) Graco (a) La Sirvientita Paraguaya (a) Le Comilón, de treinta y seis años
de edad.
En semejante conflicto
de poder entre la autoridad constituída, representada por la policía
nacional y por el gobierno ilegítimo
del Somme, Graco toma la drástica e irreversible decisión de organizar, nada
más ni nada menos, que la resistencia popular, enfrentándola a las
instituciones republicanas y revolucionarias en vigencia, lo cual implica una
inequívoca e indiscutible actitud subversiva,
que pretende ser algo así como la revolución dentro de la revolución,
pero que el gobierno revolucionario de París visualiza como un movimiento
ciertamente contrarrevolucionario.
Y si macho, porque para
revolucionarios ya estamos nosotros, los que gobernamos Francia, para liberar
al mundo de las cadenas opresoras del feudalismo, que encima nos tenemos que
bancar la guerra revolucionaria contra toda Europa, y no necesitamos que, justo
en este momento crítico, vengas vos a querer hacerte el pelotudo, organizando la
revolución dentro de la revolución, que es como hacerle minga a la
revolución francesa. ¿Verdad?
Pero nada, porque Graco no pensaba parar, y el ejército
de los iguales del Somme empezó a matar policías franceses a destajo,
organizando La Guillotina del Somme. Era el pueblo del Somme contra el pueblo
de Francia. Era el ejército de los iguales contra la policía nacional. Era otra
guerra civil francesa, en medio de la guerra revolucionaria francesa contra las
grandes potencias europeas, y eso para un gobierno revolucionario como el
parisino era, directamente, inaceptable, implicando una lisa y llana traición
a la patria, aunque en la misma esté involucrada la masa popular de una
región del país que será republicana, pero sigue gobernando un imperio que es
mundial, claro está.
Por eso fue necesaria la
intervención militar del ejército francés, liderado por su jefe del estado
mayor general (JEMG), Mcl. EF Ing. Napoleón Bonaparte (a) El Petizo (37), para
ahogar en sangre, nada más ni nada menos, que La Conspiración de los Iguales,
que fue la
primera revolución anarquista de la historia universal. [3]
Aquí el término
revolución debe ser analizado. En efecto, hacerle la revolución a la
revolución, no es hacer la revolución, sino más bien, es operar
involuntariamente contra la revolución, y por lo tanto, es obrar a favor
de la contrarrevolución, es decir, es evidenciar una actitud contrarevolucionaria,
que con el tiempo recibiría el nombre técnico de el nihilismo.
Bajo esta comprensión, el
anarquismo es revolucionario por definición, pero el anarquismo extremo, es
decir, el nihilismo, es paradógicamente contrarrevolucionario, y hasta los
anarquistas de los siglos diecinueve, veinte y ventiúno, piensan que el
nihilismo es contrarevolucionario, es decir, inversamente reaccionario.
Ello es así, porque una
cosa es oponerse a la revolución liberal desde el conservadorismo (léase: la
reacción = la actitud reaccionaria de la derecha = el reaccionarismo), y otra muy
diferente es oponerse a la revolución desde el liberalismo revolucionario de la
izquierda (minarquista, radical y anarquista), ejerciendo la violencia
contra la propia revolución de la izquierda liberal, es decir, que se haga nihilismo
contrarrevolucionario.
Por ello, desde la época
de la conspiración de los iguales franceses de finales del siglo dieciocho (el
siglo de las luces), el nihilismo fue considerado como la enfermedad infantil del liberalismo
revolucionario, sea él minarquista, radical o anarquista, lo mismo da.
Bueno, sigo contando lo
que pasó con la conspiración de los iguales, también cononocida como la
conspiración de los cien días o, alternativamente, como la contrarrevolución
nihilista.
Nada. Terminó con la
disolución del ejército de los iguales y con la abrogación de absolutamente
todas las nuevas instituciones anarquistas, vigentes en El Somme durante sólo cuatro
años (4). Ah, y a Graco lo
detuvieron, lo juzgaron, lo hallaron culpable de traición a la patria,
expropiaron sus feudos, declararon la extinción de sus títulos de la baja
nobleza (léase: la hidalguía), convirtieron a la región ilegítima del
Somme en el actual departamento territorial legítimo de Francia y lo
condenaron a morir en la guillotina de la revolución liberal radical
francesa, es decir, de la segunda revolución republicana (léase: la
revolución robespieriana = la revolución del terrorismo de estado). Conste.
Desde entonces, ninguna
revolución toleraría el nihilismo, por la sencilla razón de que el nihilismo es
tan o más anti revolucionario que el reaccionarismo conservador de la
derecha, siendo el nihlismo contrarevolucionario, nada más ni nada
menos, que la
enfermedad infantil del revolucionarismo de todas
las izquierdas, sean ellas liberales (léase: minarquistas, radicales
o anarquistas) o sean ellas asociacionistas (léase: colectivistas,
socialistas o comunistas). Conste.
Por último, cabe destacar
que el anarquismo, que es el
radicalismo extremo, que a su vez, es el minaquismo extremo, son tres
doctrinas enroladas en la ideología del liberalismo, que se centra en el
individuo (el varón, la mujer, el niño y el anciano), y por ende, es
filosóficamente individualista.
Y, políticamente
hablando, el individualismo filosófico es heráldicamente representado con el
color azul, que es el masón de la revolución francesa,
mientras que el nihilismo, que también es individualista, también fue conocido
bajo el nombre de el nihilismo azul.
Ello es así, por
oposición al nihilismo que habitó en el asociacionismo colectivista, socialista
y comunista de los siglos diecinueve, veinte y veintiuno, cuyo color heráldico
es el rojo, que es el francmasón de
las revoluciones asociacionistas de los siglos diecinueve y veinte, motivo por
el cual, a ese nihilismo asociacionista
se lo conoce con el nombre de el nihilismo rojo que,
evidentemente, no pertenece
al campo del liberalismo, claro está. Conste.
Entonces, no es lo mismo el nihilismo
azul que el nihilismo rojo, porque el nihilismo
azul viene del anarquismo liberal, mientras que el nihilismo rojo viene
de la tercera gran ideología del asociacionismo (colectivista,
socialista y comunista). ¿Quedó claro?
Y si me dijeran que estoy
muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.
[1] La libre expresión y la segura circulación de la
información contenida en el presente documento se halla jurídicamente
garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art.
19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14), la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código
Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2] Para
uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente
posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si
ocurriera sería catastrófico.
[3] Cabe aclarar que Napoleón Bonaparte nació en la isla
de Córcega en 1759, cuando la misma aún pertenecía a la república de Génova.
Cuando Córcega pasó a la soberanía de Francia (1795), comenzaron a funcionar
las oficinas del registro civil, que comenzaron a expedir partidas de
nacimiento, de matrimonio, de divorcio y de defunción, anotando a los
habitantes del nuevo dominio francés de Córcega con la edad que ellos
informan en sus declaraciones juradas, y es bien sabido que Napoleón tenía
la obseción de ser eternamente joven, motivo por el cual, lisa y llanamente,
declaró que tenía diez años menos
a los treinta y seis que ya tenía en ese entonces, ganándose para la opinión
pública francesa y para la historia universal la fama de haber sido el
mariscal más joven de la revolución francesa. Conste.
[4] Y aclaro este
punto porque luego de la guerra civil rusa (1919-1922), el primer presidente
provisional de la república socialista soviética federal de Rusia, Dr. Mihail
Illich Ulianov (a) Lenin, escribió un libro titulado con el nombre de El
Izquierdismo, cuyo subtítulo era La Enfermedad Infantil del Comunismo; aludiendo expresamente al
nihilismo contrarrevolucionario que habitaba en las filas del ejército rojo y
del partido bolchevique, exigiéndole al gobierno revolucionario de Moscú,
llevar a cabo las purificaciones revolucionarias (léase: las purgas leninistas). Conste.
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