martes, 31 de julio de 2012

327 Historia (Mundial)


Año I – Primera Edición – Editorial: 00000327 [1]



El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Martes 31 de Julio de 2.012.





El Anarquismo II
Por Rubén Vicente 

Exactamente el viernes diecisiete de octubre de 1760, con el sol en la constelación de la balanza (libra) y la luna en la casa del caballo (léase: virgo), mientras la cristiandad celebraba la festividad de San Ignacio de Antioquía, en su castillo feudal borgoñon-picardiano, su alteza, el duque de Rouvroy y conde de Saint Simón, Cap. Gral. RW ® Dr. Gaspard Henry Babeuf, de cuarenta años de edad, junto a su mujer plebeya, Mlle. Jaquelline Caravel, de sólo dieciseis años de edad (léase: hijita querida, ja ja já), se convirtieron en los felices padres de mellizos católicos apostólicos romanos (léase: los pájaros de mal agüero) que, por orden de llegada al mundo, son fueron bautizados bajo los nombres de Claude Henry Caravel Babeuf y de François Noel Caravel Babeuf.
El mayor (Claude Henry) haría la primaria y el secundario con los ex jesuítas expulsados ma non tropo (léase: los molotinos) y luego se graduaría como licenciado en filosofía, con diploma expedido por la Universidad de París (Le Sorbone). [3]
Desde entonces, como si algo malo le hubiera sucedido durante sus años en la facultad, el Lic. Babeuf regresó a su castillo familiar de La Picardía y no salió de allí por varios años, hasta que murió su padre, heredando sus bienes patrimoniales y sus títulos de la baja nobleza (léase: la hidalguía), convirtiéndose entonces en El Conde de Saint Simón, que fue una de las personalidades más interesantes del período de la revolución francesa.
Siguiendo las enseñanzas de su filósofo favorito (René Descartes), El Conde de Saint Simón fue el primero que aplicó la filosofía al estudio sistemático de la comunidad de los individuos (los varones, las mujeres, los niños y los ancianos) que trabajaban como siervos es su propiedad feudal, pero también, a los burgueses con los que convivió mientras estudió en la capital francesa.
Y en ese contexto, a sus estudios, completamente despojados de valoraciones éticas, morales, políticas, jurídicas y religiosas, los llamó con el nombre de el dogma de la comunidad, que posteriormente sería rebautizado como la ciencia de la sociedad, es decir, la sociología, claro está. ¿Qué?
Es cierto, Saint Simón fue el primero de los tres precursores de la sociología, junto con su dilecto alumno (Augusto Compte) y con el discípulo (Pierre Prohudom).
Eso cualquier estudiante de sociogía lo sabe desde primer año; pero ni en esa carrera universitaria contemporánea, ni en la historia de la revolución francesa, se sabe mucho acerca de la vida, obra y milagro de el hermano menor de Saint Simón, es decir, del Lic. François Noel Caravel Babeuf (a) Graco. [4]
Igual que su hermano mayor (Saint Simón), Graco también hizo la primaria y el secundario con los molotinos de La Picardía, para luego graduarse como licenciado en derecho civil (de ius civile) en La Sorbona, para después volver al castillo familiar; pero hasta que se pudrió de vegetar leyendo esas boludeces que tanto le aspasionaban al hermano, optando él por pedirle a su padre un par de bolsas de oro, renunciando a toda pretensión hereditaria; y se marchó de su hogar, contento y feliz de la vida, rumbo a París, pues su objetivo era salir a conocer el mundo entero (orbis), porque él se sentía, sinceramente, un hombre de acción, aunque la idea de la guerra le diera cosita.
Pero en el trayecto ecuestre, Graco paró en una posada del pequeño ducado de Péronne, en donde se hospedó esa noche. Tomó la habitación, dejó sus cosas, bajó al comedor y la sirvienta le puso frente suyo cerdo asado, endivias hervidas y vino tinto. Después de contemplar las ancas de la risueña jovencita, empezó a cenar tranqui, hasta que se le sentó en la mesa un viejo, muy grande y fornido, con cara de loco pero muy simpático, que le empezó a contar una sarta de pavadas verdaderamente antológicas.
Que había peleado en La Guerra de los Siete Años (léase: la cuarta guerra mundial); que lo capturó el enemigo; que lo tuvieron dos años preso; que allí aprendió a comer comida de esclavos; que también le convidaron para que fume el elixir del oriente (léase: el opio); que desde que lo liberaron se retiró del cuerpo francés (l´ armée) del ejército sacro imperial (das reich wehrmatch); que ahora vivía de su retiro militar y de lo que le dejaba la posada; que se movía a la mocosa que sirve la mesa, y no sé qué otras cosas que a Graco, verderamente, lo dejaron fascinado.
Ah, el tipo decía que él era amigo personal de su magestad, el monarca de El Gran Imperio Francés (Le Plus Grand France), Gn. Mcl. RW ® Dr. Luis XVI Borbón (a) Le Roi (a) El Sacro Emperador (a) El Satanista (31), al que le había elevado un documento de su autoría proponiéndole llevar a cabo algunos de sus proyectos de gobierno.
Cuando Graco quiso saber quién era, el viejo se paró, se cuadró, taconeó y le gritó como un desaforado, como si estuviera de uniforme, pero mirándole el traste a la posadera con los ojos desorbitados: "Oh, discúlpeme, detesto las formalidades, pero me presentaré como corresponde. Señor, está usted frente a su alteza, el duque de Péronne, conde de Montdidier y marqués del Somme, Myr. Gral. RW ® Arq. Antoine Agustin Parmentier (Clase 1737), encantado" (sic). ¡Fáaah…!
La verdad, es que Graco estaba deslumbrado con El Marqués del Somme, pero el día había sido largo y se sientía ferozmente cansado, pero nada, porque el viejo seguía como un loro barranquero, contándole su proyecto de organizar en su marquesado el cultivo de las especies americanas del centeno, el maíz, las papas, las batatas y la mandioca, que comen los indios; agregando que también pensaba financiar la construcción de un establecimiento artesanal, destinado al faenamiento de ganado vacuno y porcino, que produciría carne salada secada al sol (léase: el tasajo = el charque), para su provisión regular al cuerpo francés (la marine de guerre) de la armada sacro imperial (das krieg marine), que alimenta a sus marineros con esa comida espantosa, ah, y también quería ver la forma de extraer azúcar de las remolachas … ¿Cómo?
Graco ya estaba descompuesto del sueño, pero El Marqués del Somme lo despiertó cuando le preguntó a qué se dedicaba. La verdad, es que era una muy buena pregunta, porque en realidad, Graco no hacía nada de nada, ni sabía muy bien qué era lo que quería hacer con su joven vida, salvo rascarse el higo, y por eso, le salió de inventar que él se quería irse a vivir a París, para convertirse en el hombre más rico del mundo, y así tener el dinero suficiente para hacer lo mismo que hicieron los romanos en el siglo primero antes de Cristo, que fue la reforma agraria.
El viejo se quedó atónito, explicándole que su proyecto era convencer a Luis XVI de llevar a cabo, justamente, la reforma agraria, asegurándole que la memoria que le ha enviado la firmó con el pseudónimo de Graco, que es el sobrenombre de Graco, pero mirá vos qué casualidad, oh lá lá.
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.



[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.

[3] Luego de ser expulsados de los imperios francés, español y portugués, los jesuitas se transladaron a los países protestantes del norte del viejo continente y al oriente (cercano y lejano), donde aprendieron el arte del cultivo de la ampapola adormidera y de la agroartesanía de el opio. Pero en Francia fingieron abandonar los hábitos, uniéndose para conformar una nueva asociación civil sin fines de lucro, que comenzó a girar bajo la razón social de Los Hermanos Molotinos, con domicilio legal en la capital francesa; obteniendo luego una concesión pública de refacción y de administración de la ex basílica jesuítica de San Jacobo de París, de donde a la rama parisina de los molotinos les vendría el nombre de los jacobinos quienes, como es bien sabido, fueron los númenes de la segunda revolución francesa (léase: la revolución republicana terrorista de Robespierre). Conste.

[4] En el año cien antes del principio de la era cristiana, estalló la guerra civil romana, entre los patricios y los plebeyos, siendo estos últimos liderados por Los Gracos, que bregaban por la reforma agraria. Ups.

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