viernes, 20 de julio de 2012

316 Geopolítica (EEUU)


Año I – Primera Edición – Editorial: 00000316 [1]


El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Viernes 20 de Julio de 2.012.





La Moneda Mundial I [3]
Por Rubén Vicente 

Luego de la conclusión de La Segunda Guerra Mundial (1939-1945), los aliados (EEUU, Unión Soviética, Gran Bretaña, Francia y China) convocaron una conferencia internacional, en cuyo contexto se resolvió unir las estructuras de La Sociedad de las Naciones (SN´s), liderada por Gran Bretaña, y de El Movimiento Solidarista Mundial (MSM), liderado por El III Reich, para conformar La Organización de las Naciones Unidas (ONU), liderada por la que en aquel entonces emergía del conflicto bélico global, posicionada como la primera superpotencia misilística-nuclear de la historia universal (EEUU).

En semejante contexto, casi todas las naciones del mundo se convirtieron en estados miembros de la ONU y aceptaron el establecimiento del nuevo patrón oro-dólar, determinado por una paridad fija y convertible entre el metal amarillo y el billete verde de treinta y cinco a uno (35:1).

Tales fueron Los Acuerdos de Bretton Woods de 1945 que implicaban, primero, que los grandes bancos centrales de los cinco continentes conformarían sus reservas en oro, mientras los demás bancos centrales las constituirían en dólares. Segundo, que la nueva moneda del comercio mundial pasaría a ser el dólar. Y tercero, que los EEUU no imprimirían billetes sin respaldo en metálico (léase: la inflación cero). 

De ese modo, la idea de todos era que el mundo entero (orbis) tuviera una moneda sana, que apoyaría una economía global en la cual el precio de los bienes aumentaría o disminuiría sólo en función del libre juego de la oferta y de la demanda (léase: la no carestía = la baratura).

Lógicamente, ello causaría que muchos estados subdesarrollados quedaran mal posicionados en el nuevo contexto monetario, financiero y económico mundial. Por eso, para los que tuvieran problemas de liquidez, el nuevo sistema internacional preveía la ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI); para los que tuvieran problemas de insolvencia, estaba prevista la intervención del Banco Mundial (BM), y para los que tuvieran problemas de falta de competitividad de sus economías, se estableció el Acuerdo General de Comercio y Gabelas Aduaneras (GATTT), que es la antecesora de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Todo muy lindo, pero la verdad era que el nuevo sistema internacional no le suministraba a los EEUU el dinero suficiente para financiar sus gastos militares derivados del estallido de La Guerra Fría (1946-1991) y, específicamente, los derivados del estallido, por una parte, de La Guerra de Corea (1950-1954) y, por la otra, del estallido de La Guerra Arabe Israelí (1949-1950) y de La Segunda Guerra Árabe Israelí (1956).

Por eso, durante la década del cincuenta del siglo pasado, en absoluto secreto mortal (léase: la omertad), La Casa Blanca (léase: Eisenhower) ordenó la impresión de dólares sin repaldo en oro (léase: la inflación), aplicándose esos dólares falsos a la compra de bonos del tesoro que, de ese modo, no tenían respaldo en dólares auténticos.

Ello generó la percepción falsa de que había una gran demanda de bonos americanos y de que el dólar estadounidense seguía siendo cada vez más fuerte ante el oro y ante las restantes divisas, a la par que generaba la percepción falsa de que los EEUU contaban con financiamiento ilimitado para la guerra fría y sus conflictos bélicos de baja intensidad, manteniendo a raya a La Unión Soviética y a su gran aliado comunista (China).

Sin embargo, ese keynesianismo monetario militar empezó a generar presión sobre los precios mundiales, especialmente sobre el precio del petróleo, que en 1945 cotizaba a un dólar el barril (1), pero en 1960 ya había alcanzado los cinco dólares (5), evidenciando un aumento nominal del quinientos por ciento (500%) en sólo quince años (15), a razón del treinta y tres por ciento anual (33%/A), causante de el destartalamiento de la economía estadounidense y mundial.

Durante la década del sesenta del siglo veinte (Kennedy y Johnson), el keynesianismo monetario militar de los EEUU se extendió al financiamiento de la carrera espacial, provocando el default técnico del gobierno de Washington, que fue conjurado mediante la venta de bonos de corto plazo y la compra de bonos de largo plazo, operándose el autorefinanciamiento de la deuda pública estadounidense, en el marco de La Operación ´Twist´.

Pero el sistema monetario mundial entró en zona roja cuando estalló La Guerra de Vietnam (1965-1975), a la que se sumaron La Tercera Guerra Árabe Israelí (1967) y la Cuarta Guerra Árabe Israelí (1973).

En ese contexto, los EEUU aumentaron exponencialmente la emisión de billetes sin respaldo en metálico (la inflación), presionando exponencialmente sobre el precio del petróleo (la carestía) y sobreviniendo la cesación de pagos del erario público de la primera potencia capitalista de la guerra fría. ¿Cómo?

Fue entonces (1971) cuando Richard Nixon tomó la decisión grave e irreversible declarar la bancarrota nacional, a través de la declaración unilateral e inconsulta de la suspensión sine die de la convertibilidad entre el metal amarillo y el billete verde que, en ese entonces, seguía cotizando en foma tan psicótica como invariable a treinta y cinco a uno (35:1).

Pero, aún habiéndose suspendido la convertibilidad entre el oro y el dólar, el mundo entero (orbis) siguió rigiéndose por el patrón dólar, y el dólar siguió teniendo al oro como valor referencial.

Parecía que esa medida draconiana de Nixon había salvado a los EEUU de la bancarrota nacional y al capitalismo de su colapso definitivo, pero la verdad, es que desde entonces, la presión del excedente de dólares comenzó a presionar muy fuente sobre los precios internos y globales, no siendo suficiente ni las ayudas del FMI, ni las intervenciones del BM, ni las discusiones del GATT.

Y entonces, sucedió lo que tenía que suceder, que fue que sólo dos años más tarde (1973), La Organización de los Paises Exportadores de Petróleo (OPEP), también decretó en forma unilateral e inconsulta que el barril de crudo ya no sería de doscientos litros (200), sino más bien, de sólo ciento sesenta litros (160), y que el barril ya no costaría más cinco dólares (5), sino más bien, veinticinco dólares (25). 

En la práctica, ello implicó un aumento en el precio del crudo, de un día para el otro, del seiscientos por ciento (600%), y como decían los obreros de Brukman, y al que no le gusta, se jode, se jode, ja ja já. 

Y ese fue el final de Los Acuerdos de Breton Woods, con el dólar cotizando frente al oro en una relación psicótica invariable de treinta y cinco a uno (35:1), pero al precio del estallido de la cotización del barril de oro negro, y también, del estallido de la crisis energética mundial.

A la Argentina, ello la llevó a El Rodrigazo (1975), que exterminó a la democracia peronista y entronizo a El Proceso de Reorganización Nacional (1976). Conste.

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.


[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.

[3] Bretton Woods es el nombre de una localidad y de un condado del estado norteamericano de New Hampshire.

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