lunes, 2 de julio de 2012

298 Historia (Israel)


Año I – Primera Edición – Editorial: 00000298 [1]



El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Lunes 2 de Julio de 2.012.





El Pueblo Elegido VII
Por Rubén Vicente 

La primera revolución francesa (1789-1792) fue la autora oficial de La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, en cuya virtud, absolutamente todos los individuos de la metrópolis europea occidental (varones, mujeres, niños y ancianos) quedaron garantizados en sus derechos a la vida, a la libertad, al honor y a la propiedad (los derechos fundamentales = los derechos civiles = the civil rights = los derechos humanos de primera generación = human rights of first generation); lo cual supuso la emancipación de los judíos que, durante el siglo diecinueve (el siglo de la industria), se extendería gradualmente al mundo entero (orbis). 

Paralelamente, en el interior de La Hermandad de los Sabios de Sión (léase: los javadistas) [3] , se inició un largo y profundo debate filosófico y político, vinculado con el futuro de los judíos de todo el planeta, pero especialmente en Rusia. Se barajaron diversas opciones, pero triunfaron dos (2).  

La primera era que los judíos de todo el mundo (orbis) debían aprovechar la emancipación para volverse tan ricos, cultos, prestigiosos e influyentes como les fuera posible, alzandando la eminencia en sus paises de residencia, pero sin mezclarse en cuestiones políticas, renunciando consciente y voluntariamente a su participación en las organizaciones no gubernamentales (las ong´s) o gubernamentales (los parlamentos, los gabinetes y las cortes de justicia); conociéndose esa posición conservadora con el nombre de el cosmopolitismo (léase: los ciudadanos del mundo). 

La segunda era la que creía que los judíos debían aprovechar la ciudadanía de sus paises de residencia para incursionar en la política, influyendo en ella hasta convertirse en un factor de poder (léase: el estado dentro del estado = el gobierno invisible), alcanzando el máximo objetivo de posicionarse como primeros ministros o incluso como presidentes de las repúblicas surgidas de las revoluciones contemporáneas (norteamericana, francesa, hispanoamericana y europeas). A esta postura liberal se la empezó a conocer con el nombre de el judaismo (propiamente dicho). [4] 

La tercera ya era liberal extrema, es decir, radical, e implicaba una definición telúrica, racial, lingüística y religiosa (léase: la identidad étnica) de los judíos como comunidad política, planteándole el propósito de instaurar, nada más ni nada menos, que el estado judío (der judden stadt). Esta corriente radical, que en la primera mitad de la centuria decimonónica era minoria, recibió el nombre de el nacionalismo judío. 

Ese nacionalismo judío barajó diversas ubicaciones físicas para el futuro estado judío, mediante la lisa y llana negociación de los javadistas con los gobiernos, a efectos de que los mismos aceptaran la venta a los javadistas de porciones territoriales, en cualquiera de los cinco continentes (Oceanía, Asia, Africa, Europa o América). 

La cuarta era radical extrema (léase: anarquista), y comenzó a bregar por la participación activa de los proletarios judíos en la revolución social que comenzó a tratar de destruir hasta los cimientos el capitalismo en la segunda parte del siglo diecinueve (el siglo de la industria). A esa corriente anarquista se la conoció con el nombre de el internacionalismo judío, también conocido bajo el nombre alternativo de la sinarquía. 

La quinta era anarquista extrema (léase: socialista), y era la propuesta por el socialismo científico (el socialismo internacionalista = el marxismo = el comunismo), que planteaba la necesidad de llevar a cabo la revolución social, provocadora de la destrucción hasta los cimientos del capitalismo y de la construcción de una única sociedad sin clases, pero además, que esa clase social única reconociera su vanguardia en el partido comunista, que detentaría el poder político en el estado comunista. A esa posición socialista extrema (léase: comunista) se la cononoció con con el nombre de el marxismo. 

La posición marxista comenzó a evidenciar dos vertientes (2), que son la partidaria de la revolución democrática (léase: la revolución impura) y la partidaria de la revolución autocrática (léase: la revolución pura). 

Y la sexta era una mixtura imposible, que era como mezclar el agua y el aceite, es decir, unir el nacionalismo con el socialismo, para forjar una ideología que fuera nacionalista-socialista o bien, socialista-nacionalista, que recibiría el nombre de el socialismo nacional (léase: el nacional socialismo = el nazismo décimonónico = el grünismo = el prohudonismo), pero en su versión yavista (léase: el nazismo judío = el sionismo). 

A diferencia del nacionalismo judío, el sionismo se planteaba como objetivo supremo la instauración del estado judío en el emirato de Palestina, dependiente del sultanato de Siria, integrante de El Imperio Turco (La Gran Turquía = El Imperio Otomano), en estado de franco declive geopolítico. 

Pero luego de el magnicidio del zar de Rusia (Alejandro II – 1881), los javadistas se polarizaron en las posiciones nacionalista y marxista. En ese contexto, surgió la figura de El Barón Hirch, verdadero numen de la que bien podría haber sido llamada con el nombre de La Tercera Diáspora. 

La misma supuso la migración masiva de los judíos de Rusia hacia el resto del mundo entero (orbis), con el objetivo primario de forjar nuevas juderías de origen ruso javadista  (léase: las colectividades = la coletevedá)  en los cinco contientes (Oceanía, Asia, Africa, Europa y América), para luego negociar concesiones territoriales, destinadas al futuro estado judío del siglo veinte (el siglo de la alta tecnología). 

En esa obra insigne de El Barón Hirsch se incriben dos proyectos (2); el primero de los cuales se materializó mediante la primera oleada migratoria judía a La Palestina Turca, conocida con el nombre de La Aliyá (1889), y la segunda implicaría la formación de colectivades judías en La Araucanía Chilena y en La Patagonia Argentina, que sería posteriormente conocida con el nombre de El Plan Andinia. Ups. 

En el período 1881-1913, los marxistas judíos apoyarían la revolución democrática (la revolución impura = el gramscismo = el eurocomunismo) en la totalidad de Europa (léase: La Gran Leitania), conociéndose el gramcismo ruso con el nombre de la social democracia (léase: la mayoría = los mencheviques); y sólo la minoría (léase: los bolcheviques) apoyarían la revolución autocrática (léase: la revolución armada = la revolución pura), posición a la que pronto adherirían los judíos anarquistas. 

En semejante contexto de pluralismo ideológico judío emerge rutilante y enérgica la personalidad de Teodoro Herlz. 

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos,veremos y pronto lo sabremos.


[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.

[3] La Hermandad de los Sabios de Sión, es la rama ruso judía de la masonería mundial (la venerable hermandad azul = la masonería inglesa = la masonería anticatólica = la masonería antipapista = la masonería diabólica = la masonería satánica), que brega por el fracaso de El Plan Divino de Salvación.

[4] Recuérde que los judíos profesan la religión de Yavé (el yavismo), que poco tiene que ver con el yavismo militante en la política occidental decimonónica (léase: el judaismo).

No hay comentarios:

Publicar un comentario