viernes, 1 de junio de 2012

269 Geopolítica (Mundial)


Año I – Primera Edición – Editorial: 00000269[1]



El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Viernes 1° de Junio de 2.012.







La Vergüenza de Haber Sido 
y el Dolor de Ya no Ser
Por Rubén Vicente 

Después del final de la última glaciación larga (35.000 a.C.), la raza humana comenzó a separar los metales de la ganga, fundiéndolos para obtener objetos metálicos puros y, después de la última glaciación corta (9.000 a.C.), comenzaron a elaborar aleaciones, la primera de las cuales fue la del oro con la plata, formando el electro, seguida por la del cobre con estaño, forjando el bronce, iniciándose, justamente, la edad del bronce, obvio. 

En el año 700 a.C., el rey de Lidia (Creso), mandó a acuñar las primeras monedas de oro de la historia universal. Y en la primera década de la era cristiana, el primer monarca de El Imperio Romano (La Magna Roma), que fue Augusto, mandó que sean acuñadas las primeras monedas de plata de la historia que, junto con las de oro, circularon en toda La Europa Cristiana durante toda la edad media (476-1453).
A lo largo de toda esa larguísima evolución, siempre hubo avivados, que alteraban la composición de las aleaciones de las monedas, de las planchetas y de los lingotes, intentando que el público consumidor se coma gato por libre (léase: la falsificación monetaria), incluyendo en semejante práctica con efectos inflacionarios a los gobiernos de los estados medievales, claro está.
Hasta que se celebró La Conferencia de Génova de 1422, donde los grandes banqueros europeos (Wettin, Fugger, Warburg, etc.), acordaron respetar la consigna de que los lingotes, las planchetas y las monedas de oro, de plata y de cobre, serían acuñadas con una pureza nunca menor a novecientas partes por mil, es decir, jamás a menos que el noventa por ciento de metal precioso (90%); estableciendo una paridad para la onza lombarda, de ciento veintiseis coma veintiocho gramos de fino cada una (1 OL = 126,28 grs. c/u) una equivalencia fija y convertible de dieciseis de plata por una de oro (16:1).
La humanidad no lo tiene conciente, pero ese acuerdo monetario, sería la priedra angular del súbito fortalecimiento de las distintas monedas europeas, que terminaría posicionando al viejo continente como el nervio motor del renacimiento, de los grandes descubrimientos geográficos, de las grandes conquistas, de los modernos imperios coloniales, de la reforma protestante, del humanismo, de la revolución científica y del capitalismo pre industrial, comenzando a forjar la ideología del capitalismo liberal democrático patriótico y cristiano, es decir, la ideología del occidente, esto es, el occidentalismo. 

Quiere decir que, desde hace seiscientos años (600), las falsificaciones monetarias en metálico se redujeron casi a cero, y hoy ya nadie compra lingotes, planchetas o monedas que no sean certificadas en su total y absoluta autenticidad por los bancos emisores o por lo gobiernos que las compran o venden a los distribuidores mayoristas y a los comercializadores minoristas. 

En otras palabras, el mercado mundial de los metales preciosos de uso monetario es completamente confiable en la actualidad, pero ahora no tanto, y vamos a ver por qué.

OroyFinanzas.com acaba de publicar un artículo a través del cual informa que hace tres años atrás (2009), es decir, en el punto crítico de la crisis mundial (the subprime crisis = el efecto jazz = la gran recesión = la segunda gran depresión = 2008-2014), comenzaron a circular en el mercado de los metales preciosos de la ciudad ex británica-china de Hong Kong, lingotes de oro aparentemente elaborados por la firma Metalor AG de Lausana  que, al ser examinados, daban una proporción de oro al noventa y nueve por ciento de pureza (99%), pero que al ser pesados daban como resultado dos gramos menos de lo que establecen las leyes hexacentenarias del mercado mundial (- 2 grs. c/u). [3]    

Hechas las comprobaciones, se determinó que son lingotes que contienen tungsteno al cinenta por ciento (50%), siendo que la densidad de ambos metales (el oro y el tungsteno) es exactamente la misma, aunque el precio del material de relleno empleado en esa truchada suiza cotiza al veinte por ciento del que corresponde al metal amarillo (-80%). ¡Flor de ahorro! 

Esos lingotes falopa fueron adquiridos por empresas, por bancos y por gobiernos de los cinco continentes (Oceanía, Asia, Africa, Europa y América), incluyendo los grandes bancos centrales que, aunque ya no rijan más los párametros establecidos a través de Los Acuerdos de Bretton Woods de 1945, por las dudas, igual siguen respaldando parcialmente en oro el valor de los billetes que emiten (el yen, el yuán, el franco, el euro, la libra y el dólar), claro está.
Las autoridades están investigando desde hace dos meses y medio cuántos son los lingotes falsos, a dónde están ubicados físicamente los mismos y quiénes son sus poseedores, obviamente, para sacarlos de circulación y reemplazarlos por buenos, pero la realidad es que han fallado todos los controles, incluso los suizos, tal como puede apreciarse en la imagen que ilustra este artículo, que fue tomada de los videos que OroyFinanzas.com está publicando a través de YouTube.
Es obvio que los lingotes de tungsteno bañado en oro pueden estar en Fort Knox o en las arcas del Banco Central Europeo (BCE), siendo el respaldo ultra trucho del euro o del dólar. Why not? It may be! Oh God!
Pero también, yo digo que, luego de analizar detenidamente toda la información disponible respecto de El Caso Metalor, a mi no me queda claro si esa empresa suiza actuó con dolo propio o si, por el contario, operó en base al dolo de quien la contrató para que se meta en semejante baile que, evidentemente, la llevará a la quiebra.
Digo, porque en el mercado mundial de los metales preciosos nadie come vidrio ni se chupa el dedo, a menos que le resulte más negocio ir por zurda a favor de un tercero contratante, aunque la empresa reviente, off course. Total…
Y yo no me olvido de aquel oro, ya olvidado, que se extraía de las minas de la provincia argentina de Santa Cruz y que salía para no se sabe dónde en un pesquero que, según los manifiestos de carga, era para la firma Metalor AG de Neuchâtel, matriz subsidiaria del Metalor Groupen, cuyo accionista principal (51%) es uno de los bancos suizos más importes, que tiene representación local en el edificio de la calle Cerrito 193, Capital Federal donde, dicho se de paso, tenían sus cuevas anexas los inefables Alfredo Yabrán y Emir Yoma, claro está. Ups. 

Quizá sea por eso que, luego de que La Cámpora haya dicho que ahora vamos por todo (sic), salga la vieja Estela de Carlotto a decir que ahora vamos por las mineras (sic), que es casi lo mismo que decir que ahora vamos por las metalúrgicas o por las siderúgicas, lo mismo da, claro está.
Siendo así, la pregunta que me hago es si los lingotes de oro que forman la reserva monetaria nacional de nuestro país son auténticos o si son los truchos de tungsteno de El Caso Metalor, porque si así fuera, signicaría que nosotros también estaríamos en el horno. ¿Verdad? 

¿Vicente? ¿Por qué mejor no te abrís un blog de proctología, que no sabés cuánta falta que te va a hacer a corto plazo? 

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.


[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico. 
[3] En 1852, el Banco de Le Locle (Banque de Le Locle), que es la matriz del Le Locle Grouppen de Suiza, a través de su controlada (51%), es decir, de la firma Martin de Pury & Cie de Lausana, se posicionó como la principal accionista (51%) de una nueva sociedad anónima, que comenzó a girar bajo la razón social de La Fábrica de Lamindado de Oro (léase: The Preliminary Rolling Factory AG), con domicilio en la ciudad de Le Locle, capital del cantón de Lausana, cuyo objeto social es la fundición de oro y la fabricación de cajas de relojes; siendo esa la matriz del actual Metalor Grouppen de Suiza. En 1864 la fábrica contaba con cinco operarios. En 1918, el Le Locle Grouppen fue comparado por Le Banque Suisse Societé Generale de Lausana, matriz del SBS Grouppen de Suiza. Desde entonces, la lamindora de oro cambió su razón social por la nueva de Metales Preciosos Sociedad Anónima (léase: Métaux Précieux SG), estableciéndo su nuevo domicilio legal en la ciudad de Neuchâtel (Cantón de Neuchâtel), comenzando a refinar metales preciosos y a producir lingotes para bancos privados y públicos del mundo entero (orbis), bajo la marca comercial de Metalor. En 2002, cambió la razón social de la matriz, por la nueva de Metalor, pasando todas sus controladas a funcionar bajo la nueva razón social de Metalor Technologies. La misma tiene una representación comercial en La Argentina, con domicilio legal en la calle Cerrito 193, Capital Federal.

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