El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Viernes 1° de Junio de 2.012.
La Vergüenza de Haber Sido
y el Dolor de Ya no SerPor Rubén Vicente
Después
del final de la última glaciación larga (35.000 a.C.), la raza humana comenzó a
separar los metales de la ganga, fundiéndolos para obtener objetos metálicos
puros y, después de la última glaciación corta (9.000 a.C.), comenzaron a
elaborar aleaciones, la primera de las cuales fue la del oro con la plata,
formando el electro, seguida por la del cobre con estaño, forjando el
bronce, iniciándose, justamente, la edad del bronce, obvio.
En el año 700 a.C., el
rey de Lidia (Creso), mandó a acuñar las primeras monedas de oro de la
historia universal. Y en la primera década de la era cristiana, el primer
monarca de El Imperio Romano (La Magna Roma), que fue Augusto, mandó que sean
acuñadas las primeras monedas de plata de la historia que, junto con las
de oro, circularon en toda La Europa Cristiana durante toda la edad media
(476-1453).
A lo largo de toda esa
larguísima evolución, siempre hubo avivados, que alteraban la composición de
las aleaciones de las monedas, de las planchetas y de los lingotes, intentando
que el público consumidor se coma gato por libre (léase: la falsificación
monetaria), incluyendo en semejante práctica con efectos inflacionarios a los
gobiernos de los estados medievales, claro está.
Hasta que se celebró La
Conferencia de Génova de 1422, donde los grandes banqueros europeos (Wettin,
Fugger, Warburg, etc.), acordaron respetar la consigna de que los lingotes, las
planchetas y las monedas de oro, de plata y de cobre, serían acuñadas con una
pureza nunca menor a novecientas partes por mil, es decir, jamás a menos que el
noventa por ciento de metal precioso (90%);
estableciendo una paridad para la
onza lombarda, de ciento veintiseis coma veintiocho gramos de fino cada
una (1 OL = 126,28 grs. c/u) una equivalencia fija y convertible de dieciseis
de plata por una de oro (16:1).
La
humanidad no lo tiene conciente, pero ese acuerdo monetario, sería la
priedra angular del súbito fortalecimiento de las distintas monedas
europeas, que terminaría posicionando al viejo continente como el nervio
motor del renacimiento, de los grandes descubrimientos geográficos, de las
grandes conquistas, de los modernos imperios coloniales, de la reforma
protestante, del humanismo, de la revolución científica y del capitalismo pre
industrial, comenzando a forjar la ideología del capitalismo liberal democrático
patriótico y cristiano, es decir, la ideología del occidente, esto es, el occidentalismo.
Quiere
decir que, desde hace seiscientos años (600), las falsificaciones monetarias en metálico se redujeron casi
a cero, y hoy ya nadie compra lingotes, planchetas o monedas que no sean
certificadas en su total y
absoluta autenticidad por los bancos emisores o por lo gobiernos que las
compran o venden a los distribuidores mayoristas y a los comercializadores
minoristas.
En otras palabras, el
mercado mundial de los metales preciosos de uso monetario es completamente confiable en la
actualidad, pero ahora no tanto, y vamos a ver por qué.
OroyFinanzas.com
acaba de publicar un artículo a través del cual informa que hace tres años
atrás (2009), es decir, en el punto crítico de la crisis mundial (the subprime
crisis = el efecto jazz = la gran recesión = la segunda gran depresión =
2008-2014), comenzaron a circular en el mercado de los metales preciosos de la
ciudad ex británica-china de Hong Kong, lingotes de oro aparentemente
elaborados por la firma Metalor AG de Lausana que, al ser examinados, daban una proporción
de oro al noventa y nueve por ciento de pureza (99%), pero que al ser pesados daban como resultado dos gramos
menos de lo que establecen las leyes hexacentenarias del mercado mundial (- 2 grs. c/u). [3]
Hechas
las comprobaciones, se determinó que son lingotes que contienen tungsteno al
cinenta por ciento (50%), siendo
que la densidad de ambos metales (el oro y el tungsteno) es exactamente la
misma, aunque el precio del material de relleno empleado en esa truchada
suiza cotiza al veinte por ciento del que corresponde al metal amarillo (-80%). ¡Flor de ahorro!
Esos lingotes falopa
fueron adquiridos por empresas, por bancos y por gobiernos de los cinco
continentes (Oceanía, Asia, Africa, Europa y América), incluyendo los grandes
bancos centrales que, aunque ya no rijan más los párametros establecidos a
través de Los Acuerdos de Bretton Woods de 1945, por las dudas, igual siguen respaldando
parcialmente en oro el valor de los billetes que emiten (el yen, el yuán, el
franco, el euro, la libra y el dólar), claro está.
Las autoridades están
investigando desde hace dos meses y
medio cuántos son los lingotes falsos, a dónde están ubicados
físicamente los mismos y quiénes son sus poseedores, obviamente, para sacarlos
de circulación y reemplazarlos por buenos, pero la realidad es que han fallado todos los controles,
incluso los suizos, tal como
puede apreciarse en la imagen que ilustra este artículo, que fue tomada de los
videos que OroyFinanzas.com está publicando a través de YouTube.
Es obvio que los
lingotes de tungsteno bañado en oro pueden estar en Fort Knox o en las arcas
del Banco Central Europeo (BCE), siendo el respaldo ultra trucho del
euro o del dólar. Why not? It may be! Oh God!
Pero también, yo
digo que, luego de analizar detenidamente toda la información disponible
respecto de El Caso Metalor, a mi no me
queda claro si esa empresa suiza actuó con dolo propio o si, por el contario, operó
en base al dolo de quien la contrató para que se meta en semejante baile que,
evidentemente, la llevará a la quiebra.
Digo, porque en el
mercado mundial de los metales preciosos nadie come vidrio ni se chupa el dedo,
a menos que le resulte más negocio ir por zurda a favor de un tercero
contratante, aunque la empresa reviente, off course. Total…
Y
yo no me olvido de aquel oro, ya olvidado, que se extraía de las minas de la
provincia argentina de Santa Cruz y que salía para no se sabe dónde en un
pesquero que, según los manifiestos de carga, era para la firma Metalor AG de Neuchâtel, matriz subsidiaria del
Metalor Groupen, cuyo accionista principal (51%) es uno de los bancos suizos más importes, que tiene representación local en el edificio de la calle
Cerrito 193, Capital Federal donde, dicho se de paso, tenían sus cuevas anexas los inefables Alfredo Yabrán y Emir Yoma, claro está. Ups.
Quizá sea por eso que,
luego de que La Cámpora haya dicho que ahora vamos por todo (sic), salga
la vieja Estela de Carlotto a decir que ahora
vamos por las mineras (sic), que es casi lo mismo que decir que ahora
vamos por las metalúrgicas o por las siderúgicas, lo mismo da, claro está.
Siendo
así, la pregunta que me hago es si los lingotes de oro que forman la reserva
monetaria nacional de nuestro país son auténticos o si son los truchos de
tungsteno de El Caso Metalor,
porque si así fuera, signicaría que nosotros
también estaríamos en el horno. ¿Verdad?
¿Vicente?
¿Por qué mejor no te abrís un blog de proctología, que no sabés cuánta falta
que te va a hacer a corto plazo?
Y
si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo
sabremos.
[1]
La libre expresión y la segura circulación de
la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente
garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art.
19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14), la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código
Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2]
Para uno de Los Siete Grandes Sabios
de Grecia (Solón) El Cisne Negro es
la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que
es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.
[3] En 1852, el Banco de Le Locle (Banque de Le Locle), que es la matriz del
Le Locle Grouppen de Suiza, a través de su controlada (51%), es decir, de la
firma Martin de Pury & Cie de Lausana, se posicionó como la principal
accionista (51%) de una nueva sociedad anónima, que comenzó a girar bajo la
razón social de La Fábrica de Lamindado de Oro (léase: The Preliminary Rolling
Factory AG), con domicilio en la ciudad de Le Locle, capital del cantón de Lausana,
cuyo objeto social es la fundición de oro y la fabricación de cajas de relojes;
siendo esa la matriz del actual Metalor Grouppen de Suiza. En 1864 la fábrica
contaba con cinco operarios. En 1918, el Le Locle Grouppen fue comparado por Le
Banque Suisse Societé Generale de Lausana, matriz del SBS Grouppen de Suiza.
Desde entonces, la lamindora de oro cambió su razón social por la nueva de
Metales Preciosos Sociedad Anónima (léase: Métaux Précieux SG), estableciéndo
su nuevo domicilio legal en la ciudad de Neuchâtel (Cantón de Neuchâtel), comenzando a refinar metales preciosos y a producir lingotes para
bancos privados y públicos del mundo entero (orbis), bajo la marca comercial de
Metalor. En 2002, cambió la
razón social de la matriz, por la nueva de Metalor, pasando todas sus
controladas a funcionar bajo la nueva razón social de Metalor Technologies. La
misma tiene una representación comercial en La Argentina, con domicilio legal en la calle Cerrito 193,
Capital Federal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario