miércoles, 20 de junio de 2012

287 Historia (Rusia)


Año I – Primera Edición – Editorial: 00000287 [1]



El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Miércoles 20 de Junio de 2.012.





La Gran Marcha Hacia El Este VII
Por Rubén Vicente 

En 1825, sobrevino el fallecimiento de su majestad, el monarca de El Gran Imperio Ruso (La Gran Rusia = La Gran Madre = La Matrioshka), Mcl. ER ® Dr. Alejandro I Romanoff (a) El Zar (48), sucediéndole su primogénito, es decir, su alteza, el duque de Smolensko, Tte. Gral. ER Dr. Nicolás Romanoff (29), quien fue ascendido al grado de mariscal de campo, operándose su pase a retiro y comenzando a gobernar bajo el nombre nobiliario de Nicolás I (1825-1856). 

Durante su reinado del segundo cuarto del siglo diecinueve (el siglo de la industria), Rusia de convirtió en una nación industrializada, pero bajo el modelo económico de el capitalismo dependiente del imperialismo británico.
En ese contexto, el cambio más importante se operó con la firma de El Tratado de Vankovar de 1842, en cuya virtud Rusia le transfirió su soberanía sobre El Canadá Occidental (léase: La Orangelia del Sur = Nokia = La Colombia Rusa) a favor de Gran Bretaña, cuyo dominio canadiese se extendió, desde entonces, desde El Atlántico Noroccidental hasta El Pacífico Nororiental, cambiando el nombre ruso de Vankobar por el nuevo de Vancouver, estructurándose en toda su área de influencia canadiense occidental, la nueva colonia de La Columbia Británica. Yes¡ [3]
Pero además, dicho tratado implicó la transferencia de la soberanía rusa sobre el extremo meridional de La Orangelia del Sur a favor de los EEUU que, desde entonces, también se convirtieron en un gran estado norteamericano extendido de costa a costa, conformándose en los nuevos dominios noroccidentales en los territorios federales de Montana, Wyoming, Idaho, Oregon y Washington, con respectivas capitales en las aldeas antes rusas y ahora estadounidenses de Helena, Cheyenne, Boise, Salem y Seattle.
A cambio de no llegar a una guerra con Gran Bretaña por control exclusivo y excluyente de La Orangelia Norteamericana, Rusia de reservó la soberanía sobre La Orangelia del Norte (léase: Alaska), con capital en la villa de Juneau, pero además, recibió en compensación, nada más ni nada menos, que cien millones de libras estelinas británicas (100 M£´s) y cincuenta millones de dólares estadounidenses (50 MD´s), totalizando un monto que, en junio de dos mil doce, sería equivalente a la suma sideral de cuatro billones de dólares (4 BD´s), comparables con el actual producto bruto interno del gigante asiático (China), que es actualmente la cuarta potencia mundial. ¡Guau!
Con semejante fortuna nacional, el zar ruso (Nicolás I) cargó a tope las reservas en metálico del banco central ruso, repaldando completamente el rublo bien revalorizado, que comenzó a cotizar en paridad convertible con la libra esterlina británica (1:1). Ello le permitió emitir un mega empréstico público en cuya virtud financió a muy largo plazo, nada más ni nada menos, que el rescate de las concesiones británicas de las empresas del estado ruso de infraestructura (la minería, la energía, los transportes y las comunicaciones).
Alcanzada de esa forma la independencia económica de Rusia, Nicolás I maniobró para estructurar el sistema de producción para la defensa imperial, que comenzó a proveer a las fuezar armadas de mar y tierra de un ultra moderno armamento ruso.
Sobre esa base, Nicolás I autorizó la iniciación de la construcción de El Ferrocarril Transiberiano, que uniría El Océano Pacífico Noroccidental (léase: Vladivostok) y la línea imaginaria que separaba al gran reino ruso de Polonia Oriental del gran reino germano de Prusia (léase: Varsovia).
Pero como si eso fuera poco, rusulta que también autorizó el lanzamiento de El Plan Ártico, en cuya virtud, la marina de guerra rusa se propuso establecer el control exclusivo y excluyente del sector ruso de El Océano Glacial Ártico incluyendo, obviamente, El Polo Norte, con principal base naval en la ciudad portuaria comercial ruso europea oriental de Munsmark, situada sobre El Mar de Barents, desde donde la marina rusa trazaría, nada más ni nada menos, que la ruta transpolar. ¿Qué?
Otra vez, sobre esa base, Nicolás I aprovecharía el ferrocarril transiberiano y la ruta transpolar, para organizar una red rusa de contrabando de estado de ganado, de cereales, de maderas, de pieles, de piedras preciosas, de oro y de plata originarias y procedentes de los nuevos territorios federales estadounidenses de El Lejano Oeste y de El Canadá Occidental (léase: La Columbia Británica).
Semejante misión geopolítica clandestina le sería encomendada a los indios norteamericanos del oeste estadounidense y a los canadienses occidentales (léase: los cheyennes), liderados por un gran caquique pro ruso, conocido con el nombre de Caballo Loco (21); que operaba con moderno armamento ruso provisto por los alemanes volguenses, radicados desde hacía décadas en las villas de Helena, Cheyenne, Boise, Salem, Seattle y Vancouver quienes, con la protección informal (léase: paramilitar) de la policia imperial rusa en la clandestinidad (léase: la okhrana) y de la guardia imperial rusa en la clandestinidad (léase: los cosacos), dejarían organizada la exportación clandestina (léase: el contrabando de estado) de esas materias primas vitales hacia la capital de La Alaska Rusa (Juneau). ¡Guau! [4]
En otras palabras, Nicolás I habrá entregado dos tercios de sus dominios norteamericanos a Gran Bretaña y a los EEUU, pero a cambio, dejó estructurada, nada más ni nada menos, que la revolución industrial rusa autónoma (léase: la independencia económica), posicionando a Rusia en forma efectiva como la segunda potencia mundial, y nada más, claro está.
Pero toda esa movida zarista tendría su precio, con el estallido de La Guerra de Crimea (1853-1856), entre Rusia y Gran Bretaña, actuando como aliada beligerante de Turquía, haciéndole perder al gobierno de San Petersburgo el control exclusivo y excluyente de El Mar Negro, privándola del acceso al Mediterráneo y, su través, al Atlántico Norte, que continuaría siendo exclusivamente británico, y nada más, claro está.
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.


[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.

[3] Me resultó curioso descubrir que la actual marca comercial de bandera finlandesa en el rubro de la telefonía celular provenga del otrora reino ruso de Orangelia del Sur (léase: El Canadá Occidental = La Colombia Rusa = Nokia). Eso me demuestra que la actual corporación finesa tiene bien claro que Finlandia podrá ser un país escandinavo, pero que su origen es inequivocamente ruso, como así también, que Rusia fue un mega estado tricontinental, con vastos territorios de el noroeste de América del Norte. Y yo digo que si eso ya sucedió, tranquilamente puede volver a suceder, antes de que concluya el tercer milenio de la era cristiana. No sé si se entiende lo que estoy insinuando que puede llegar a suceder. De hecho, con esto de la globalización, América del Norte y Europa están cada vez más inestricablemente unidas, y podría ser que a esa alianza material nor atlántica se una Rusia, conformándose una giga confederación del norte de nuestro planeta con capital política en Washington, Londres, París, Berlín o Moscú, obviamente, enfrentada a vida o muerte con el sur del planeta (léase: China, India, Africa y América Latina). Sin embargo, yo creo que, para que eso suceda, es necesario que antes, América del Norte, Europa y Rusia diriminan su conflicto de supremacía global, mediante la tercera  guerra mundial (el holocausto nuclear = el armagedón = el apocalipsis = 2014-2017). Esa es mi opinión personal. Sorry.

[4] No, aclaro esto porque hay gente que sigue creyendo que las mafias que operan en todos los paises del mundo son inpendendientes de los gobiernos de las grandes potencias, sin darse cuenta que esas mafias son, justamente, sus intrumentos de dominación de los estados débiles, o de regiones débiles de los estados fuertes, lo mismo da como, por ejemplo, Anonymous, claro está. Conste.

No hay comentarios:

Publicar un comentario