El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Viernes 28 de Junio de 2.012.
El Pueblo Elegido IV
Por Rubén
Vicente
Cuarenta años después de La Primera Diáspora (546
a.C.), el primogénito del útimo sumo sacerdote (léase: el caifás) de El Templo
de Jehová de Jerusalén (El Templo de Salomón = El Primer Templo), Dr. Mordejai
Egibi (32), contrajo matrimonio mazdeista con la primogénita de su majestad, el
monarca de El Imperio Medo (Media), Cambises
II Gaumatas (a) El Rey de Reyes (a) El Shah (65). [3]
Inmediatamente después, el Dr. Egibi fue nombrado
como nuevo primer ministro (el gran visir) del gobierno medo. Desde ese
mismísmo instante, se sintió en condiciones para implementar un proyecto
lárgamente acariciado, como era la planificación y la ejecución de una mega
operación militar, tendiente a la conquista meda de la totalidad de El
Imperio Babilónico (léase: Babilonia La Grande), que en ese entonces,
comprendía los reinos de Arabia, Mesopotamia, Anatolia, Siria y Palestina.
En sólo cuatro año concretó su objetivo. Desde
entonces, el imperio medo se extendió hasta El Mar Mediterráneo Oriental. En
premio a sus dotes político-militares, Cambises II emitió un decreto en cuya
virtud la nueva satrapía meda de Palestina cambió su nombre por el nuevo de
Judea, mientras la ex provincia babilónico-palestina de Judea también cambió su
nombre por el nuevo de Sión, obviamente, con capital en la ciudad sagrada de
Jerusalén.
Como nuevo gobernador medo de Judea (léase: el
sátrapa), fue nombrado el primogénito del Dr. Mordejai Egibi (Esdras) quien,
más rápido que volando hizo dos cosas (2). La primera fue convocar a los
levitas deportados como consecuencia de El Cautiverio de Babilonia. Y la
segunda fue ordenarle a los arquitectos medos con que contaba, el diseño y la
construcción, nada más ni nada menos, que de El Templo de Jehová de Jerusalén
(léase: El Segundo Templo = El Templo de Esdras), autoproclamándose como primer
sumo sacerdote, obviamente hereditario (léase: el caifás).
La satrapía meda de Judea subsistió aún después de
la instauración de El Imperio Persa (La Gran Persia), con nueva capital en la
ciudad profana de Teherán, gobernado por los monarcas de la dinastía mitraista
de Los Aqueménidas (386 a.C.); y aún después de la instauración de El Imperio
Griego (La Magna Grecia), con capital en la ciudad sagrada nilopa de Alejandría
(330 a.C.), gobernado por la dinastía ex samaritana, ex dórica y ex helénica de
Los Diádocos. [4]
Sin embargo, cuando sobrevino la fractura (244 a.C.),
quedaron conformados los cuatro grandes reinos griegos de Persia, Siria,
Egipto y Grecia (propiamente dicha). En ese contexto, la satrapía de Judea se
transformó en un reino sirio, gobernado por la nueva dinastía judía de Los
Macabeos, que declararon la existencia material, la constitución formal, la
soberanía interior y la independencia exterior de El Reino de Judea, con
obvia capital teopolítica en la ciudad sagrada de Jerusalén.
Esa situación se mantuvo hasta el año 67 a.C. cuando
las tropas de Pompeyo llevaron a cabo la conquista de Judea, que se convirtió
en el nuevo proconsulado romano dinástico de Palestina, con nueva capital en la
ciudad comercial portuaria mediterránea de Ascalón, gobernado por la nueva
dinastía judeo-romana de Los Coatas, que estaban emparentados con Los Macabeos,
de la misma manera que ellos estaban emparentados con Los Egibi, claro está.
En el año 40 a.C., sobrevino el fallecimiento del
sumo sacerdote (el caifás) de El Templo de Jehová de Jerusalén (El Segundo
Templo = El Templo de Esdras), Dr. Hircano II Egibi (a) El Satanista, cuya
dignidad teopolítica fue cubierta por el primer ministro judeo-romano (el gran
visir), Dr. Jeroboam Coat Dana (a) Antipas (a)
Antípater (a) Antípatros (a) El Idumeo (62), que fue el encargado de dar
lectura a El Testamento de Hircano.
Dicho documento refería las visiones oníricas del
caifás muerto, según las cuales, Lucero del Alba (Lucifer = El Angel Caído =
Satanás) le había revelado que era inminente la llegada al mundo de un descendiente
no judío de la dinastía
ancestral israelita de Los Elohim, que provocaría la destrucción hasta los
cimientos del segundo templo; que expropiaría las estaciones comerciales
(léase: los vilayatos + las madinas + los guetos = los empórios) de La Ruta de
la Seda, que unía el comercio del oriente con el occidente, y viceversa, desde
Seúl hasta Gadez (Cadiz); que confiscaría el tesoro judío mundial (el kajal =
el cabal = la cábala = la caja); que ajusticiaría a todos los levitas y que
declaría la extinción del gran reino proconsular romano dinástico de Judea. [5]
Hacia el año 20 a.C., su majestad, el monarca de El
Imperio Romano (La Magna Roma), Gn. Mcl. ER ® Dr. Augusto I César (43), le
ordenó a su majestad, el proconsul romano dinástico de Palestina, Mcl. ER ® Dr.
Herodes I Egibi (a) El Grande (53), encarar la construcción de El Templo de
Júpiter, que quedaría rodeando a El Templo de Jehová de Jerusalén (El
Segundo Templo = El Templo de Esdras), dejando configurado El Templo de Júpiter
de Jerusalén (El Tercer Templo = El Templo de Herodes = El Templo de
Satanás). [6]
Cicuenta y tres años más tarde (33 d.C.), Satanás
sería expulsado del tercer templo por Jesusías Barrabás (a) Jesús de
Nazareht (a) Nuestro Señor Jesucristo (50), que pagaría con su vida semejante
ofensa al maligno. [7]
Y la venganza cristiana contra Satanás,
vendría de la paradógica mano de Vespaciano, que en el año 70 d.C., concretaría
la profecía hircánica de llevar a cabo la destrucción hasta los cimientos
de El Templo de Júpiter de Jerusalén (El Tercer Templo = El Templo de Herodes =
El Templo de Satanás), ordenado la expulsión eterna de los judíos de la
ciudad santa, pero no del
proconsulado romano y ya no más dinástico judío de Palestina.
Y en el año 135 d.C., luego del aplastamiento de la
rebelión judeo-cristiana (léase: sicario-zelote), liderada por Judas Barrabás
(a) Judas de Gamala (a) El Sobrino Nieto de Nuestro Señor Jesucristo (45), la
autoridades imperiales romanas ordenaron la expulsión eterna de los
judíos del proconsulado romano de Palestina, iniciándose La
Segunda Diáspora; mientras la ciudad santa de Jerusalén cambiaba
su antiguo nombre judío por el nuevo romano de Aelia Capitolina.
En otras palabras, al principio del segundo tercio
del siglo primero de nuestra era, mientras los cristianos consolidaban su
expansión en los proconsulados romanos de Palestina y de Italia, los judíos
habían dejado de tener templo, estado, ruta de la seda y tesoro, perdiéndolo todo,
excepto su fe en su creencia imperecedera de ser, nada más ni nada
menos, que El Pueblo Elegido, claro
está.
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería
que veremos,
veremos y pronto lo sabremos.
[1] La libre
expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente
documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de
los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la
República Argentina de 1995 (Art. 14),
la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts.
153 y 155).
[2]
Para uno de Los Siete Grandes Sabios
de Grecia (Solón) El Cisne Negro es
la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que
es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.
[3] Los
helenos tuvieron un conflicto bélico con los medos, que la historia universal
recuerda con el nombre de Las Guerras Médicas. Y tengamos en cuenta otra
curiosidad de la historia, que es que una familia yavista de los tiempos del
imperio romano, al bautizarse en el catolicismo apostólico romano tomo como
apellido que tiene todo que ver con los medos que, en el idioma toscano, se traduce
como i medici (léase: Los Medici).
Conste.
[4] Tengamos
en cuenta que El País del Nilo (léase: Egipto), también es conocido en la
historia universal como el país nilopa, y que el nombre de la ciudad de
Alejandría, que se sitúa en el delta de la desembocadura del río Nilo en El Mar
Mediterráneo Oriental, deriva de la gloria del primer emperados de La Gran
Gracia (La Magna Grecia), es decir, de su magestad, Alejandro I Diádocos (a)
Alejandro el Grande (a) Alejandro Magno. Por último, tengamos en cuenta que Los
Diádocos son descendientes consanguíneos directos de Los Elohim del extinto
Imperio de Israel. Conste.
[5] Para el
análisis del control judío de La Ruta de la Seda hacia el año 40 a.C., léase El
Cisne Negro (Editorial61).
[6] Herodes
le dio el gusto a Augusto de construir El Templo de Júpiter alrededor de El
Templo de Jehová, pero también se dio el gusto de emplazar, además de Las
Aguilas Romanas, una estatuilla de ébano que representaba en ser mostruoso y
alado (léase: una gárgola = un ángel negro), que era una alegoría del maligno,
porque toda la dinastía de Los Coatas era satanista. Conste.
[7]
Para el análisis de los orígenes de El Cristianismo, véase El Cisne Negro
(Editoriales 106 a 116).
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