viernes, 29 de junio de 2012

295 Historia (Israel)


Año I – Primera Edición – Editorial: 00000295 [1]



El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Viernes 28 de Junio de 2.012.





El Pueblo Elegido IV
Por Rubén Vicente 

Cuarenta años después de La Primera Diáspora (546 a.C.), el primogénito del útimo sumo sacerdote (léase: el caifás) de El Templo de Jehová de Jerusalén (El Templo de Salomón = El Primer Templo), Dr. Mordejai Egibi (32), contrajo matrimonio mazdeista con la primogénita de su majestad, el monarca de El Imperio Medo (Media),  Cambises II Gaumatas (a) El Rey de Reyes (a) El Shah (65). [3]  

Inmediatamente después, el Dr. Egibi fue nombrado como nuevo primer ministro (el gran visir) del gobierno medo. Desde ese mismísmo instante, se sintió en condiciones para implementar un proyecto lárgamente acariciado, como era la planificación y la ejecución de una mega operación militar, tendiente a la conquista meda de la totalidad de El Imperio Babilónico (léase: Babilonia La Grande), que en ese entonces, comprendía los reinos de Arabia, Mesopotamia, Anatolia, Siria y Palestina. 

En sólo cuatro año concretó su objetivo. Desde entonces, el imperio medo se extendió hasta El Mar Mediterráneo Oriental. En premio a sus dotes político-militares, Cambises II emitió un decreto en cuya virtud la nueva satrapía meda de Palestina cambió su nombre por el nuevo de Judea, mientras la ex provincia babilónico-palestina de Judea también cambió su nombre por el nuevo de Sión, obviamente, con capital en la ciudad sagrada de Jerusalén. 

Como nuevo gobernador medo de Judea (léase: el sátrapa), fue nombrado el primogénito del Dr. Mordejai Egibi (Esdras) quien, más rápido que volando hizo dos cosas (2). La primera fue convocar a los levitas deportados como consecuencia de El Cautiverio de Babilonia. Y la segunda fue ordenarle a los arquitectos medos con que contaba, el diseño y la construcción, nada más ni nada menos, que de El Templo de Jehová de Jerusalén (léase: El Segundo Templo = El Templo de Esdras), autoproclamándose como primer sumo sacerdote, obviamente hereditario (léase: el caifás). 

La satrapía meda de Judea subsistió aún después de la instauración de El Imperio Persa (La Gran Persia), con nueva capital en la ciudad profana de Teherán, gobernado por los monarcas de la dinastía mitraista de Los Aqueménidas (386 a.C.); y aún después de la instauración de El Imperio Griego (La Magna Grecia), con capital en la ciudad sagrada nilopa de Alejandría (330 a.C.), gobernado por la dinastía ex samaritana, ex dórica y ex helénica de Los Diádocos. [4] 

Sin embargo, cuando sobrevino la fractura (244 a.C.), quedaron conformados los cuatro grandes reinos griegos de Persia, Siria, Egipto y Grecia (propiamente dicha). En ese contexto, la satrapía de Judea se transformó en un reino sirio, gobernado por la nueva dinastía judía de Los Macabeos, que declararon la existencia material, la constitución formal, la soberanía interior y la independencia exterior de El Reino de Judea, con obvia capital teopolítica en la ciudad sagrada de Jerusalén. 

Esa situación se mantuvo hasta el año 67 a.C. cuando las tropas de Pompeyo llevaron a cabo la conquista de Judea, que se convirtió en el nuevo proconsulado romano dinástico de Palestina, con nueva capital en la ciudad comercial portuaria mediterránea de Ascalón, gobernado por la nueva dinastía judeo-romana de Los Coatas, que estaban emparentados con Los Macabeos, de la misma manera que ellos estaban emparentados con Los Egibi, claro está. 

En el año 40 a.C., sobrevino el fallecimiento del sumo sacerdote (el caifás) de El Templo de Jehová de Jerusalén (El Segundo Templo = El Templo de Esdras), Dr. Hircano II Egibi (a) El Satanista, cuya dignidad teopolítica fue cubierta por el primer ministro judeo-romano (el gran visir), Dr. Jeroboam Coat Dana (a) Antipas (a) Antípater (a) Antípatros (a) El Idumeo (62), que fue el encargado de dar lectura a El Testamento de Hircano. 

Dicho documento refería las visiones oníricas del caifás muerto, según las cuales, Lucero del Alba (Lucifer = El Angel Caído = Satanás) le había revelado que era inminente la llegada al mundo de un descendiente no judío de la dinastía ancestral israelita de Los Elohim, que provocaría la destrucción hasta los cimientos del segundo templo; que expropiaría las estaciones comerciales (léase: los vilayatos + las madinas + los guetos = los empórios) de La Ruta de la Seda, que unía el comercio del oriente con el occidente, y viceversa, desde Seúl hasta Gadez (Cadiz); que confiscaría el tesoro judío mundial (el kajal = el cabal = la cábala = la caja); que ajusticiaría a todos los levitas y que declaría la extinción del gran reino proconsular romano dinástico de Judea. [5]   

Hacia el año 20 a.C., su majestad, el monarca de El Imperio Romano (La Magna Roma), Gn. Mcl. ER ® Dr. Augusto I César (43), le ordenó a su majestad, el proconsul romano dinástico de Palestina, Mcl. ER ® Dr. Herodes I Egibi (a) El Grande (53), encarar la construcción de El Templo de Júpiter, que quedaría rodeando a El Templo de Jehová de Jerusalén (El Segundo Templo = El Templo de Esdras), dejando configurado El Templo de Júpiter de Jerusalén (El Tercer Templo = El Templo de Herodes = El Templo de Satanás). [6] 

Cicuenta y tres años más tarde (33 d.C.), Satanás sería expulsado del tercer templo por Jesusías Barrabás (a) Jesús de Nazareht (a) Nuestro Señor Jesucristo (50), que pagaría con su vida semejante ofensa al maligno. [7] 

Y la venganza cristiana contra Satanás, vendría de la paradógica mano de Vespaciano, que en el año 70 d.C., concretaría la profecía hircánica de llevar a cabo la destrucción hasta los cimientos de El Templo de Júpiter de Jerusalén (El Tercer Templo = El Templo de Herodes = El Templo de Satanás), ordenado la expulsión eterna de los judíos de la ciudad santa, pero no del proconsulado romano y ya no más dinástico judío de Palestina. 

Y en el año 135 d.C., luego del aplastamiento de la rebelión judeo-cristiana (léase: sicario-zelote), liderada por Judas Barrabás (a) Judas de Gamala (a) El Sobrino Nieto de Nuestro Señor Jesucristo (45), la autoridades imperiales romanas ordenaron la expulsión eterna de los judíos del proconsulado romano de Palestina, iniciándose La Segunda Diáspora; mientras la ciudad santa de Jerusalén cambiaba su antiguo nombre judío por el nuevo romano de Aelia Capitolina. 

En otras palabras, al principio del segundo tercio del siglo primero de nuestra era, mientras los cristianos consolidaban su expansión en los proconsulados romanos de Palestina y de Italia, los judíos habían dejado de tener templo, estado, ruta de la seda y tesoro, perdiéndolo todo, excepto su fe en su creencia imperecedera de ser, nada más ni nada menos, que El Pueblo Elegido, claro está. 

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos. 


[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.

[3] Los helenos tuvieron un conflicto bélico con los medos, que la historia universal recuerda con el nombre de Las Guerras Médicas. Y tengamos en cuenta otra curiosidad de la historia, que es que una familia yavista de los tiempos del imperio romano, al bautizarse en el catolicismo apostólico romano tomo como apellido que tiene todo que ver con los medos que, en el idioma toscano, se traduce como i medici (léase: Los Medici). Conste.

[4] Tengamos en cuenta que El País del Nilo (léase: Egipto), también es conocido en la historia universal como el país nilopa, y que el nombre de la ciudad de Alejandría, que se sitúa en el delta de la desembocadura del río Nilo en El Mar Mediterráneo Oriental, deriva de la gloria del primer emperados de La Gran Gracia (La Magna Grecia), es decir, de su magestad, Alejandro I Diádocos (a) Alejandro el Grande (a) Alejandro Magno. Por último, tengamos en cuenta que Los Diádocos son descendientes consanguíneos directos de Los Elohim del extinto Imperio de Israel. Conste.

[5] Para el análisis del control judío de La Ruta de la Seda hacia el año 40 a.C., léase El Cisne Negro (Editorial61).

[6] Herodes le dio el gusto a Augusto de construir El Templo de Júpiter alrededor de El Templo de Jehová, pero también se dio el gusto de emplazar, además de Las Aguilas Romanas, una estatuilla de ébano que representaba en ser mostruoso y alado (léase: una gárgola = un ángel negro), que era una alegoría del maligno, porque toda la dinastía de Los Coatas era satanista. Conste.

[7] Para el análisis de los orígenes de El Cristianismo, véase El Cisne Negro (Editoriales 106 a 116).

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