El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Sábado 9 de Junio de 2.012.
Luis XV Borbón
América Latina II
Por Rubén Vicente
Exactamente en 1713 concluyó La Guerra de Sucesión Española
(léase: la segunda guerra mundial). [3]
Desde entonces, quedó existiguida la rama ibérica de la dinastía sacro imperial
gran alemana (léase: austríaca) de Los Habsburg, instaurándose la nueva francesa
de Los Borbón, respecto de la cual deben tenerse presente tres cosas (3).
La primera es que El Gran Imperio Francés (Le Plus
Grand France) era el nuevo estado lider de El Sacro Imperio Romano de la
Nación Alemana (La Gran Alemania = Das Reich = El Imperio de los Mil Años =
800-1815 = La Gran Leitania = El Nuevo Israel = La Europa Cristiana = La
Primera Proto Unión Europea).
La segunda es que, tanto el anciano monarca francés (Luis
XIV Borbón (a) El Rey Sol (a) Le Roig (a) El Sacro Emperador (a) El Kaiser),
estaba unido en santo matrimonio católico apostólico romano con una princesa
sacro imperial integrante de la dinastía austríaca de Los Hagsburg (léase:
María Teresa); motivo por el cual, por su conducto, Los Hagsburg continuaron
detentando el control material del cuarenta y nueve por ciento de las
acciones del sacro imperio (49%).
Y la tercera es que el nuevo monarca francés (Luis XV
Borbón y Hagsburg) ceñía la corona sacro imperial y era por lo tanto el
sacro emperador (léase: el césar = das kaiser = el zar). Conste.
Bajo esa comprensión, se destaca el hecho de que, en virtud
de Los Tres Pactos de Familia = 1733, 1743 y 1761), las ramas francesa y
española de la dinastía sacro imperial de Los Borbón quedaron políticamente
aliadas por sus vínculos de consanguineidad (léase: y, la sangre tira); motivo
por el cual, en la prática (léase: de hecho = in fact), El Imperio Español (La
Gran Iberia) quedó convertido el principal de los dominios de El Gran
Imperio Francés (Le Plus Grand France) que, como hemos visto, era el estado
lider del sacro imperio, claro está.
En semejante contexto, el gran reino español de Las Indias
(léase: La América Latina = La América Borbónica) abarcaba la totalidad del
continente (léase: el hemisfério occidental), excepto El Canadá Oriental y
las laderas orientales de La Cordillera de los Apalaches, en las que se
extendían las colonias inglesas ilegales de La Nueva Inglaterra (The New
England) y, también, El Brasil Oriental.
Para entonces (1713), La América Latina franco-española ya
tenía una antigüedad de más de doscientos veinte años de mentalidad alemana (220). [4] Pero desde
entonces, esa mentalidad alemana congénita comenzó a evolucionar, con la
nueva influencia de la mentalidad francesa, hacia una nueva mentalidad latinoamericana,
que fue siendo cada vez más una mentalidad francoalemana, y veremos de qué manera ocurrió semejante
transformación psicológica y sociológica (léase: psicosocial).
Al principios del período francoalemán de La América
Latina (1715-1815), se habían desarrollado las actividades económicas
primarias, secundarias y terciarias. [5]
Pero una curiosidad latinoamericana era que dichas
actividades económicas primarias, secundarias y terciarias, estaban bajo el
control, casi exclusivo y excluyente, de los hijos de los franceses o de
los españoles nacidos y criados en América y de sus desencientes, es decir, de los
criollos (les creoles), en vez de estar bajo el control de los franceses y de
los españoles europeos (léase: los franchutes y los godos), que ocupaban los
altos cargos de gobierno eclesiástico, militar y secular (el gobierno civil =
el gobierno político). Entonces, el gobierno era de los europeos pero el
control material de la economía era de los criollos (léase: los
latinoamericanos).
Esa circunstancia sería magistralmente aprovechada por
la que, en ese entonces (1713-1815), era la segunda potencia mundial, es decir,
por El Imperio Británico (The British Empire), que estaba desarrollando en
absoluta soledad, nada más ni nada menos, que la primera
revolución industrial, a través del servicio secreto de su graciosa
majestad (the british secret service). [6]
En efecto, durante todo el siglo dieciocho (léase: el siglo
de las luces), el servicio secreto británico, siempre exclusivamente controlado
por elementos pertenecientes a la masonería mundial azul,
le pusieron la proa a tres sectores sociales de importancia crucial en
la vida de La América Latina (francoespañola).
El primero fueron los jesuitas, que formaban parte de
la misma masonería mundial azul,
que ya vimos que brega por el fracaso de El Plan Divino de Salvación. El
segundo fueron los indios americanos puros (los aborígenes, perdón, quise
decir, los pueblos originarios). Y el tercero fueron los criollos.
De esa manera, sin que en Viena, en París o en Madrid
supieran absolutamente nada, en La América Latina (francoespañola) quedó
conformada una alianza secreta que, en la base, tenía a los aborígenes,
secretamente manipulados por los jesuitas, secretamente aliados con los
criollos, convenientemente manipulados por el servicio secreto británico,
delinéandose una suerte de pirámide subversiva, capaz de generar toda
clase de hechos y de actos que, en la práctica, tenían por objeto provocar la desestabilización política francoespañola
de Los Borbón en lo que hoy es nuestra región plantetaria.
Esto se dio en los tres reinos indianos (Nueva Aragón, Nueva España
y Nueva Castilla), pero también, en el gran reino francés de La Nueva Francia,
con capital en la ciudad antillana de Puerto Príncipe, integrado por los reinos
neofranceses de Haití y de La Luisiana. [7]
La manera drástica de neutralizar la influencia subversiva de
Gran Bretaña sobre los aborígenes,
sobre los jesuitas y sobre los criollos fue que, luego de La
Guerra de los Siete Años (léase: la cuarta guerra mundial = 1756-1763), el
monarca ibérico (Carlos III Borbón (a) El Ilustrado) emitiera un decreto
imperial (de reascriptum = el rescripto) en cuya virtud sobrevino la
disolución de absolutamente todos los señoríos feudales menores (léase: los
ducados, los condados, las baronías y los principados) integrantes de los tres
reinos indianos de Nueva Aragón, de Nueva España y de Nueva Castilla.
En ese contexto fueron instaurados los nuevos subreinos
(léase: los virreinatos) de Las Filipinas, de Las Marquesas, de México, de Nueva
Granada, de Perú y de Buenos Aires (léase: El Virreinato del Río de la Plata).
Esos virreinatos neoaragoneses, neoespañoles y neocastellanos fueron dotados de
plena autarcía, autarquía y autonomía, tanto eclesiástica como militar y
secular (léase: civil = política). [8]
En la práctica, ello significó la inversión de la
ecuación geopolítica preexistente, caracterizada por la centralización
económica y por la descentralización política, que fue reemplazada por la nueva
de la descentralización económica y de la centralización política.
De esa manera, lo que en Viena, en París y en Madrid se veía la
gran solución al problemas de la subversión aborigen, jesuítica, criolla y
británica, que ganaba espacio en forma progresiva, en realidad, no fue más que un
auténtico tiro por la culata (léase: el efecto boomerang), que terminaría
facilitando significativamente los planes inconfesables de Gran Bretaña en La
América Latina (francoespañola).
Ese proceso corrosivo de nuestras instituciones tendría su
secretístimo punto culminante con la entrada en vigencia de El Plan Midland. [9]
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos,
veremos y pronto lo sabremos.
[1] La libre expresión y la segura circulación de la
información contenida en el presente documento se halla jurídicamente
garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art.
19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14), la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código
Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2]
Para uno de Los Siete Grandes Sabios
de Grecia (Solón) El Cisne Negro es
la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que
es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.
[3]
La primera guerra mundial fue La Guerra de los Treinta Años (1618-1648). La
segunda guerra mundial fue La Guerra de Sucesión Española (1702-1713). La
tercera guerra mundial fue La Guerra de Sucesión Austríaca (1742-1748). La
cuarta guerra mundial fue La Guerra de los Siete Años (1753-1756). Y la quinta
guerra mundial fueron Las Guerras Napoleónicas (1799-1814). Todas fueron
guerras mundiales porque se libraron escaramuzas, combates y batallas en
los cinco continentes (Oceanía, Asia, Africa, Europa y América) y en los tres
océanos (Atlántico, Indico y Pacífico). La Gran Guerra Mundial (1914-1918) y La
Segunda Gran Guerra Mundial (1939-1945) fueron grandes guerras mundiales porque, técnicamente hablando, a
diferencia de las anteriores, en ellas dos se emplearon las armas de
destrucción masiva (ADM´s). Conste.
[4]
Véase El Cisne Negro (Editorial 297).
[5] Las
actividades económicas primarias eran en ese entonces la ganadería, la
agricultura, la pesca, la explotación forestal y la minería acuífera, lítica y
metalífera (léase: la producción). Las actividades económicas secundarias eran
las las agroartesanías de la construcción, la alimentación, la indumentaria, la
farmaceútica y las fundiciones. Y las actividades económicas terciarias son las
vinculadas con el comercio, tanto interior como exterior. No existía a principios del siglo dieciocho (el siglo de las
luces) ninguna clase de actividad aunténticamente
financiera (léase: bancaria, bursatil y aseguradora). Conste.
[6] Luego de
La Guerra de las Dos Rosas (1455-1485), Enrique VII (1485-1509) creó el
servicio secreto de su majestad inglesa (the english secret service), con el
propósito de que los vencidos (léase: Los Plantagent) jamás regresaran al poder
que desde entonces detentaban los vencedores (léase: Los Tudor). Durante su
vigencia (1485-1707) el servico secreto inglés funcionó como una auténtica inquisición
teopolítica, pero cuando fue instaurado El Imperio Británico (The British
Empire = 1707) el servicio secreto de su graciosa majestad dejó de cumplir esa
función, que pasó a manos de la nueva policía imperial británica (léase:
Scotland Yard), reservándosele al servicio secreto de su majestad (the british
secret service) la misión de planificar
y ejecutar operaciones de inteligencia exterior, pero en los seis
continentes (Oceanía, Asia, Africa, Europa, América y Antártida). Por eso,
podemos concluir dos cosas. La primera es que the british secret service
es el servicio de inteligencia formal más antiguo de la historia universal.
Y la segunda es que, para el momento en que le ordenó a comenzar a operar en La
América Latina (francoespañola) ya tenía una larga experiencia de más casi dos
cientos treinta años (230), contra nada de Francia y de
España. Conste.
[7] El reino
neofrancés de Haíti, con capital en la villa de Cabaret (léase: el cabarute, ja
ja já), incluía los principados haitianos de Las Antillas Francesas y de La
Guayana Francesa. El reino neofrancés de La Lusisiana, con capital en el burgo
de La Nueva Orleans, incluía todos los actuales estados de El Medio Oeste (The
Middle West) de los EEUU. Conste.
[8] La
autarcía es un grado de descentralización administrativa mínimo, que implica
para en ente autárcico la atribución de manejar sus propios fondos. La
autarquía es un grado de descentralización administrativa intermedio, que
sopone para el ente autárquico la atribución de darse su propia organización
interna. Y la autonomía es el máximo grado de descentralización administrativa,
que implica que el ente autónomo está dotado de la atribución de revistar la
juridicidad de sus propias decisiones autárcicas y/o autárquicas (léase: el
propio aparato judicial). Conste.
[9] En 1801,
su alteza, el duque de Burne, Tte. Gral. BRA ® Dr. sir Thomas Maitland (50),
elaboró un documento que fue elevado a consideración del ministerio de guerra y
marina del gobierno de su graciosa majestad británica, que posteriormente sería
conocido con el nombre de El Plan Maitland. La materialización de los
objetivos estratégicos suscesivos implicaban la conquista británica de los virreinatos neocastellanos de Buenos
Aires y de Lima, transformando los mismos en nuevos reinos británicos de El Perú y de El Río de la Plata. La
ejecución de El Plan Maitland tendría su primer movimiento efectivo con Las
Invasiones Inglesas (1806-1807), continuando por el segundo, que fue La Guerra
de la Independencia (1812-1824), prosiguiendo con el tercero, que fueron Los
Bloqueos del Río de la Plata (1838-1849), y concluyendo con el cuarto, que fueron
La Batalla de Caseros (1853), El Combate de Cepeda (1859) y La Batalla de Pavón
(1862). Desde entonces, a pesar del restablecimiento de las relaciones
diplomáticas de la Argentina con España, nuestra nación quedó completamente
subyugada desde el punto de vista económico por Gran Bretaña, en el marco de La
Organización Nacional (1862-1916). Conste.
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