domingo, 10 de junio de 2012

278 Historia (América Latina)


Año I – Primera Edición – Editorial: 00000278 [1]



El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Domingo 10 de Junio de 2.012.




                   Jorge III Wettin

América Latina III 
Por Rubén Vicente

La evolución histórica de lo que hoy conocemos con el nombre de La América Latina a lo largo del siglo diecinueve (el siglo de la revolución industrial), se puede dividir en tres períodos sucesivos de treinta y tres años cada uno. 

En la primera fase (1800-1833) sobreviene el final de Las Guerras Napoleónicas (léase: la quinta guerra mundial) [3] , luego de la cual Francia deja de ser la primera potencia mundial, en beneficio de El Imperio Británico (The British Empire), que es el único país del mundo que tiene comple tamente consolidada la primera revolución industrial. 

En semejante nuevo contexto global, comienza a perfilarse un nuevo mundo bipolar real que es anglo-ruso, aunque en la teoría virtual de los papeles, las grandes portencias europeas herederas del ex sacro imperio, se unen para formar parte de La Santa Alianza, partidaria de la democracia, liberal, capitalista, patriótica y cristiana (la ideología del occidente = el occidentalismo), enemigo de las ideologías anti occidentalistas del  anarquismo, del socialismo, del nacionalismo y del republicanismo plebeyo. [4]

Bajo esa comprensión, ya desde principios de esa primera fase, comienzó la ejecución de El Plan Maitland de 1801, que provocó la disolución del gran reino español de Las Indias, y de los reinos indianos de Nueva Aragón, de Nueva España y de Nueva Castilla, como así también, de los virreinatos de Las Filipinas, Las Marquesas, México, Nueva Granada, El Perú y Buenos Aires (léase: El Virreinato del Río de la Plata) y, a la vez, del gran reino portugués de El Brasil. 

Estos estados íberoamericanos, gobernados por europeos, fueron reemplazados por nuevos estados latinoamericanos, organizados como un conjunto de repúblicas pro británicas gobernadas por los criollos, excepto El Brasil, que se configuró institucionalmente como un imperio, también pro británico; bajo la impronta económica del modelo capitalista rural (léase: el gobierno de la tierra = el modelo de las materias primas de exportación = la fisiocracia), opuesto al capitalismo industrial británico, pero enteramente complementario con él, en el marco de la doctrina de la división internacional del trabajo. 

Geopolíticamente consideradas, las antiguas colonias españolas y portuguesas se transforman en nuevas neocolonias británicas, productoras y exportadoras de materias primas, abastecedoras de la demanda industrial europea vía Gran Bretaña, que detenta el control de la navegación y del comercio marítimo mundial. 

En la segunda fase (1833-1866), la desestabilización política provocada por el estallido de La Revolución Europea de 1830 y de La Revolución Europea de 1848, la primera de corte liberal-radical y la segunda de cuño liberal-anarquista, que fracasan en ambos casos, se combinan en La América Latina con un hecho que significó un toque de atención (la señal de alarma) respecto de las veraderas intenciones británicas respecto de nuestra región planetaria, cuando sobrevino la ocupación ilegítima e ilegal de Las Islas Malvinas (1833). 

A partir de entonces, las clases dirigentes latinoamericanas, criollas y pro británicas, comenzaron a evolucionar hacia la búsqueda de alternativas liberadoras del imperialismo británico, hallándolas en El Gran Imperio Ruso (La Gran Madre = La Matrioshka), en La Confederación Germánica (Germania) y en los EEUU. 

La incidia conservadora de los privilegios británicos en nuestra región es la causa del estallido de las guerras civiles e internacionales latinoamericanas, por el control exclusivo y excluyente del poder geopolítico regional; dando como resultado el ostencible debilitamiento local británico y el paralelo surgimiento de tres pequeñas potencias regionales, que eran México, Brasil y La Argentina. 

Aunque no tenga relación directa con la temática latinmoamericana, procede destacar que, al final de esta segunda fase, el parlamento británico aprobó un proyecto de ley, en cuya virtud, fue reconocida la existencia material, la constitución formal, la soberanía interior y la independencia exterior de las colonias de América del Norte, quedando conformada La República Federal del Canadá, con capital en la ciudad de Ottawa, gobernada por su jefe de estado, es decir, por su magestad británica, personalmente representada por el gobernador general, a  través de su primer ministro (el jefe del gobierno = en canciller canadiense), que siempre es el lider de la bancada mayoritaria del parlamento federal canadiense, cuyos miembros son elegidos por el pueblo canadiense, de acuerdo con la ley electoral británica de 1832, considerándose jurídicamente al Canadá como un dominio ultramarino de El Imperio Británico (The British Empire). 

Durante la tercera fase (1866-1899), los estados latinoamericanos transitan por una etapa general de paz, de orden y de progreso, descartando a Rusia como alternativa liberadora y subsistiendo las opciones alemana y estadounidense, sentando esta última sus reales en El Imperio del Brasil (El Gigante Sudamericano), con la revolución republicana pro estadounidense de 1889. 

En ese contexto, la fisiocracia ya consolidada comienza a evolucionar hacia el nuevo modelo del capitalismo industrial dependiente, de Alemania o de los EEUU, planteándose un conflicto geopolítico entre Berlín y Washington, por el dominio exclusivo y excluyente de La América Latina de origen español (léase: Hispano América), en el cual Gran Bretaña comienza a jugar el roll de primera potencia mundial en declive. 

Junto con ese proceso de evolución económica regional hacia el capitalismo industrial dependiente, que provoca el desarrollo de la industria liviana de la construcción, de la alimentación, de la indumentaria, de la farmaceútica y de las fundiciones, potenciadas por los nuevos sistemas de correos, de telégrafos, ferrocarriles, de puertos, de silos y de frigoríficos; sobrevienen los fenómenos de la inmigración europea, del urbanismo, de las fábricas, de las burguesías nacionales industriales y de las clases obreras radicales, anarquistas, socialistas y comunistas (léase: la transformación social latinoamericana). 

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto los sabremos.


[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.

[3] La primera guerra mundial fue La Guerra de los Treinta Años (1618-1648). La segunda guerra mundial fue La Guerra de Sucesión Española (1702-1715). La tercera guerra mundial fue La Guerra de Sucesión Austríaca (1742-1748). La cuarta guerra mundial fue La Guerra de los Siete Años (1753-1756). Y la quinta guerra mundial fueron Las Guerras Napoleónicas (1799-1814). Todas fueron guerras mundiales porque se libraron escaramuzas, combates y batallas en los cinco continentes (Oceanía, Asia, Africa, Europa y América) y en los tres océanos (Atlántico, Indico y Pacífico). La Gran Guerra Mundial (1914-1918) y La Segunda Gran Guerra Mundial (1939-1945) fueron grandes guerras mundiales porque, técnicamente hablando, a diferencia de las anteriores, en ellas dos se emplearon las armas de destrucción masiva (ADM´s). Conste.
[4] La revolución española de 1820, forjadora de la primer republica, fue ahogada en sangre, junto con el gobierno de su presidente plebeyo (Rafael Riego), sólo tres años más tarde de haber sido instaurada. No ocurriría lo mismo con La Segunda Republica de Francia (1830-1852), gobernada por sus dos presidentes nobles (Luis Felipe Borbón de Orleans  y Luis Napoleón Bonaparte. Conste.

No hay comentarios:

Publicar un comentario