El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Domingo 10 de Junio de 2.012.
Jorge III Wettin
América Latina III
Por Rubén Vicente
La evolución histórica de lo que hoy conocemos con el nombre
de La América Latina a lo largo del siglo diecinueve (el siglo de la revolución
industrial), se puede dividir en tres períodos sucesivos de treinta y tres años
cada uno.
En la primera fase (1800-1833) sobreviene el final de Las
Guerras Napoleónicas (léase: la quinta guerra mundial) [3] ,
luego de la cual Francia deja de ser la primera potencia mundial, en beneficio
de El Imperio Británico (The British Empire), que es el único país del mundo
que tiene comple tamente consolidada la primera revolución industrial.
En semejante nuevo contexto global, comienza a perfilarse un
nuevo mundo bipolar real que es anglo-ruso, aunque en la teoría virtual
de los papeles, las grandes portencias europeas herederas del ex sacro imperio,
se unen para formar parte de La Santa Alianza, partidaria de la democracia,
liberal, capitalista, patriótica y cristiana (la ideología del occidente = el
occidentalismo), enemigo de las ideologías anti occidentalistas del anarquismo, del socialismo, del nacionalismo y
del republicanismo plebeyo. [4]
Bajo esa comprensión, ya desde principios de esa primera
fase, comienzó la ejecución de El Plan Maitland de 1801, que provocó la
disolución del gran reino español de Las Indias, y de los reinos indianos
de Nueva Aragón, de Nueva España y de Nueva Castilla, como así también, de los virreinatos
de Las Filipinas, Las Marquesas, México, Nueva Granada, El Perú y Buenos Aires
(léase: El Virreinato del Río de la Plata) y, a la vez, del gran reino
portugués de El Brasil.
Estos estados íberoamericanos, gobernados por europeos,
fueron reemplazados por nuevos estados latinoamericanos, organizados como un
conjunto de repúblicas pro británicas gobernadas por los criollos,
excepto El Brasil, que se configuró institucionalmente como un imperio,
también pro británico; bajo la impronta económica del modelo capitalista rural
(léase: el gobierno de la tierra = el modelo de las materias primas de
exportación = la fisiocracia), opuesto al capitalismo industrial
británico, pero enteramente complementario con él, en el marco de la
doctrina de la división internacional del trabajo.
Geopolíticamente consideradas, las antiguas colonias
españolas y portuguesas se transforman en nuevas neocolonias británicas,
productoras y exportadoras de materias primas, abastecedoras de la demanda industrial
europea vía Gran Bretaña, que detenta el control de la navegación y del
comercio marítimo mundial.
En la segunda fase (1833-1866), la desestabilización
política provocada por el estallido de La Revolución Europea de 1830 y de La
Revolución Europea de 1848, la primera de corte liberal-radical y la segunda de
cuño liberal-anarquista, que fracasan en ambos casos, se combinan en La América
Latina con un hecho que significó un toque de atención (la señal de alarma)
respecto de las veraderas intenciones británicas respecto de nuestra región
planetaria, cuando sobrevino la ocupación ilegítima e ilegal de Las Islas
Malvinas (1833).
A partir de entonces, las clases dirigentes latinoamericanas,
criollas y pro británicas, comenzaron a evolucionar hacia la búsqueda de alternativas
liberadoras del imperialismo británico, hallándolas en El Gran Imperio Ruso
(La Gran Madre = La Matrioshka), en La Confederación Germánica (Germania) y en
los EEUU.
La incidia conservadora de los privilegios británicos en
nuestra región es la causa del estallido de las guerras civiles e
internacionales latinoamericanas, por el control exclusivo y excluyente del poder
geopolítico regional; dando como resultado el ostencible debilitamiento local
británico y el paralelo surgimiento de tres pequeñas potencias regionales, que
eran México, Brasil y La Argentina.
Aunque no tenga relación directa con la temática
latinmoamericana, procede destacar que, al final de esta segunda fase, el
parlamento británico aprobó un proyecto de ley, en cuya virtud, fue reconocida
la existencia material, la constitución formal, la soberanía interior y la
independencia exterior de las colonias de América del Norte, quedando
conformada La República Federal del Canadá, con capital en la ciudad de Ottawa,
gobernada por su jefe de estado, es decir, por su magestad británica, personalmente
representada por el gobernador general, a
través de su primer ministro (el jefe del gobierno = en canciller canadiense),
que siempre es el lider de la bancada mayoritaria del parlamento federal
canadiense, cuyos miembros son elegidos por el pueblo canadiense, de acuerdo
con la ley electoral británica de 1832, considerándose jurídicamente al Canadá
como un dominio ultramarino de El Imperio Británico (The British
Empire).
Durante la tercera fase (1866-1899), los estados
latinoamericanos transitan por una etapa general de paz, de orden y de progreso,
descartando a Rusia como alternativa liberadora y subsistiendo las opciones alemana
y estadounidense, sentando esta última sus reales en El Imperio del
Brasil (El Gigante Sudamericano), con la revolución republicana pro
estadounidense de 1889.
En ese contexto, la fisiocracia ya consolidada comienza a
evolucionar hacia el nuevo modelo del capitalismo industrial dependiente,
de Alemania o de los EEUU, planteándose un conflicto geopolítico entre Berlín y
Washington, por el dominio exclusivo y excluyente de La América Latina de
origen español (léase: Hispano América), en el cual Gran Bretaña comienza a
jugar el roll de primera potencia mundial en declive.
Junto con ese proceso de evolución económica regional hacia
el capitalismo industrial dependiente, que provoca el desarrollo de la
industria liviana de la construcción, de la alimentación, de la
indumentaria, de la farmaceútica y de las fundiciones, potenciadas por los
nuevos sistemas de correos, de telégrafos, ferrocarriles, de puertos, de silos
y de frigoríficos; sobrevienen los fenómenos de la inmigración europea, del
urbanismo, de las fábricas, de las burguesías nacionales industriales y de las
clases obreras radicales, anarquistas, socialistas y comunistas (léase: la
transformación social latinoamericana).
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos,
veremos y pronto los sabremos.
[1] La libre expresión y la segura circulación de la
información contenida en el presente documento se halla jurídicamente
garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art.
19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14), la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código
Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2]
Para uno de Los Siete Grandes Sabios
de Grecia (Solón) El Cisne Negro es
la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que
es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.
[3]
La primera guerra mundial fue La Guerra de los Treinta Años (1618-1648). La
segunda guerra mundial fue La Guerra de Sucesión Española (1702-1715). La
tercera guerra mundial fue La Guerra de Sucesión Austríaca (1742-1748). La
cuarta guerra mundial fue La Guerra de los Siete Años (1753-1756). Y la quinta
guerra mundial fueron Las Guerras Napoleónicas (1799-1814). Todas fueron
guerras mundiales porque se libraron escaramuzas, combates y batallas en los
cinco continentes (Oceanía, Asia, Africa, Europa y América) y en los tres
océanos (Atlántico, Indico y Pacífico). La Gran Guerra Mundial (1914-1918) y La
Segunda Gran Guerra Mundial (1939-1945) fueron grandes guerras mundiales porque, técnicamente hablando, a
diferencia de las anteriores, en ellas dos se emplearon las armas de
destrucción masiva (ADM´s). Conste.
[4] La
revolución española de 1820, forjadora de la primer republica, fue ahogada en
sangre, junto con el gobierno de su presidente plebeyo (Rafael Riego), sólo
tres años más tarde de haber sido instaurada. No ocurriría lo mismo con La
Segunda Republica de Francia (1830-1852), gobernada por sus dos presidentes nobles
(Luis Felipe Borbón de Orleans y Luis
Napoleón Bonaparte. Conste.
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