El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Sábado 23 de Junio de 2.012.
La Gran Marcha
Hacia El Este X
Por Rubén Vicente
En 1894, sobrevino el fallecimiento de su magestad, el
monarca de El Gran Imperio Ruso (La Gran Rusia = La Gran Madre = La
Matrioshka), Mcl. ER ® Dr. Alejandro III Romanoff (49), sucediéndole en su alta
dignidad esotérica y lutúrgica, en su máximo grado militar, en sus bienes
patrimoniales y su título de la alta nobleza (la grandeza) su primogénito, es
decir, su alteza, el duque de Smolensko, Mcl. ER ® Dr. Nicolás Romanoff (a) El Satanista (26), quien comenzó a
gobernar bajo el nombre nobiliario de Nicolás II (1894-1917). [3]
Inmediatamente después de la coronación, el nuevo zar ruso
(Nicolás II), reunió en su palacio de invierno moscovita a sus amigos más
leales de la corte (léase: los incondicionales), convenciéndolos de que
resultaba imperativo que ellos, con él a la cabeza, se incorporaran a una nueva
logia satanista que sería el brazo ruso de La Hermandad de los Sabios de
Sión (léase: los javadistas), que es la rama ruso-judía de la masonería
mundial (léase: la venerable hermandad azul =
la masonería inglesa = la masonería anticatólica = la masonería antipapista =
la masonería diabólica = la masonería satánica), que brega por el
fracaso de El Plan Divino de Salvación, claro está.
Seguidamente, Nicolás II firmó un decreto por el que confirmó
en el cargo de primer ministro conservador (léase: el canciller imperial) a su
alteza, el duque de Orlov, Alte. AR ® Dr. Serguei Witte (44); dejando en sus
manos el control exclusivo y excluyente del gobierno ruso quien, desde ese
mismo instante, aprovecharía las circunstancias para reorganizar la maquinaria
electoral de modo tal de ganar siempre con fraude patriótico sistemático,
perpetuándose él en el poder, pero de por vida, mientras Nicolás II se
sumergía de lleno con sus amigotes, obsecuentes hasta la genuflexión, en el
mundo tenebroso del culto al maligno, del espiritismo y de la brujería,
tratando desesperadamente de evitar lo invitable.
En semejante contexto de locura sin cuento del
monarca, su primer ministro (Orlov) examinó detenidamente la situación
imperial, llegando a la consclusión de que los social demócratas de Pleganov,
que habían sido las principales víctimas del fraude patriótico, que
dejaba el parlamento imperial (léase: la gran duma) bajo el control exclusivo y
excluyente del oficialismo conservador (70%) y de la oposición liberal (23%), había que asignarles (sic) un mísero,
mínimo y simbólico dos por ciento (2%),
nada más que para mantenerlos adentro del sistema político ruso cuando,
en realidad, ellos se habían convertido en sólo cinco años (5), nada más
ni nada menos, que en la gran fuerza nacionalista y socialista (léase: grünista
= prohudonista) que reprentaba políticamente a la inmensa mayoría del pueblo
ruso (léase: los mencheviques). [4]
Resuelta esta cuestión, creyendo que estaba bien resuelta, el
primer ministro Orlov se abocó al examen de otras tres cuestiones exteriores
que le sacaban el sueño (3), que
eran Gran Bretaña, Alemania y Japón. Para contener a Gran Bretaña, reforzó la
flota rusa de El Mar Baltico, anclada en el puerto de Kronstadt y mandó
construir otra gran base naval en El Mar Negro que se sumó a la ya existente de
Sebastopol (Odesa).
Para contener al Japón, reforzó la flota rusa de El Pacífico
Nororiental, anclada en el puerto de Vladivostok y mandó construir otra gran
base naval en El Mar Amarillo (Puerto Arturo = Port Arthur). Y para contener a
Alemania que, en teoría, era una aliada de Rusia contra Gran Bretaña, ordenó la
organización de una expedición naval rusa a La Antártida, ocupado la isla más
grande de la península antártica, a la que bautizo con el nombre de La Gran
Isla de Alejandro, declarando sobre ella la soberanía rusa, y andá a cantarle a
Ribbentrop. [5]
Pero la verdad era que esas decisiones no serían suficientes
para detener el expansionismo nipón, inequivocamente evidenciado en La Guerra
Chino Japonesa (1894-1896), que se proyectó contra la gran nación euroasiática
en La Guerra Ruso Japonesa (1904-1905), luego de la cual, El Japón emergió de
ese segundo conflicto bélico asiático como la séptima potencia mundial,
desplazando a La Argentina al octavo puesto del ranking mundial de las
naciones. [6]
Desde entonces, además de ya no tener territorios en América
del Norte, se vino a sumar el hecho de que Rusia había perdido el control
exclusivo y excluyente que tenía desde hacía siglos sobre El Pacífico
Nororiental, en beneficio del Japón, claro está.
En ese contexto, tuvo lugar la primera revolución rusa
de 1905, que será analizada en un artículo a parte de una próxima serie de El
Cisne Negro, pero desde ya queda dicho que, tanto la derrota militar ante el
imperio del sol naciente como la insurreción civil imendiatamente posterior,
forzó al primer ministro Orlov a enviar al parlamento imperial (léase: la gran
duma), un proyecto de ley fundamental, bajo el modelo racional-normativo, que
sería conocido bajo el nombre de La Constitución Rusa de 1906.
De acuerdo con la primera carta magna unificada rusa, el parlamento
imperial (léase: la gran duma) se transformaba en la escribanía del gobierno
conservador fraudulento del primer ministro Orlov que, desde entonces, en los
hechos (léase: in fact), comenzó a ejercer una dictarura personal
personalísima, orientando la misma hacia la feroz represión del liberalismo
extremo (léase: el radicalismo), del radicalismo extremo (léase: el
anarquismo), del anarquismo extremo (léase: el socialismo) y del socialismo
extremo (léase: el comunismo).
En semejante contexto, por decreto de necesidad y urgencia
(léase: el dnu), Orlov declaró no sólo el estado de sitio externo y el estado
de conmoción interna, sino también, lisa y llanamente, la disolución de
todas las ligas agrarias, de todos los sindicatos y hasta del partido social
demócrata, haciendo involucionar políticamente a Rusia a la situación anterior
existente antes de El Magnicidio de Alejandro II de 1881.
Pero como si ello no fuera poco, resulta que al primer
ministro Orlov se le ocurrió la peregrina idea de cambiar abruptamente su
política exterior, abandonando la vieja alianza con Alemania contra Gran
Bretaña, y estableciendo una nueva, justamente, con Gran Bretaña contra Alemania, pasando a formar
parte de La Entente Cordiale, integrada por Gran Bretaña, Francia, Italia,
Rusia y Japón; dejando a Alemania sola contra el mundo, y nada más,
claro está.
Bajo esa comprensión, Orlov envió representantes diplomáticos
rusos a La Primera Conferencia Internacional de Paz de La Haya (1907), en cuyo
contexto, las grandes potencias mundiales intentarían evitar la conclusión de
la paz armada entre Gran Bretaña y Alemania, y sobre todo (supra tutto), el
estallido de la gran guerra mundial.
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos,
veremos y pronto lo sabremos.
[1] La libre expresión y la segura circulación de la
información contenida en el presente documento se halla jurídicamente
garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art.
19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14), la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código
Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2]
Para uno de Los Siete Grandes Sabios
de Grecia (Solón) El Cisne Negro es
la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que
es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.
[3] Desde la
infancia tardía (léase: el preescolar), evidenciando una inteligencia
prodigiosa, digna de un individuo nacido con el sol en la constelación de los
gemelos (géminis) y con la luna en la casa del caballo (léase: virgo) que,
astrologiamente considerado, esta diseñado para tener una vida signada por la precisión y por la dualidad,
Nicolás II aprendió a leer y a escribir fluídamente en ruso, apasionándose con
la teología católica ortodoxa rusa. Durante la niñez, a la vez que progresó muy
rápidamente en su aprendizaje del arameo, del hebreo, del griego, del latín,
del idish, del alemán y del inglés, convirtiéndose en un niño políglota, se
fascinó con la rama teológica de la demonología. En la adolecencia, mientras
sumaba el aprendizaje del francés, el italiano, el español y el portugués, se
obsecionó con la astrología, que lo convenció de que Dios le había reservado a
Rusia un insólito destino trágico; motivo por el cual, tomo la grávísima
e irreversible decisión de convertirse al culto religioso de la creencia en el
mal en si mismo (léase: El Lucero del Alba = Lucifer = El Angel
Caído = El Príncipe de Este Mundo = Satanás), transformándose, ya antes de su
coronación, en un perfecto satanista que, en el plano táctico,
practicaba la convocatoria de los muertos (el espiritismo) y la magia negra
(léase: la brujería); con el propósito de evitar
lo inevitable. Conste.
[4] Para el
análisis del socialismo nacional (el nacional socialismo = el nazismo decimonónico = el grünismo = el prohudonismo = el
cesarismo = la doctrina social de la iglesia = el justicialismo), véase El
Cisne Negro (Editorial 28). Igual que El Partido Social Demócrata Alemán
(PSDA), el Patrido Social Demócrata de Rusia (PSDR) practicaba el grünismo,
siendo entonces el nazismo ruso, o algo por el estilo. Sin embargo, a
diferencia del partido germano, que había sido expulsado de La Internacional
Socialista, por razones tácticas, tanto el gobierno de Gran Bretaña, como los
javadistas europeos, de los que había formado parte el propio Karl Marx
(1818-1883), decidieron mantener en el redil de la internacional
socialista a los social demócratas rusos de Pleganov (léase: la mayoría = los
mencheviques), junto con los anarquistas de Bakunin y con los comunistas de
Engel y de Lenin. Conste.
[5] El
primer ministro del gobierno de El Segundo Imperio Alemán (La Pequeña Alemania
= Das II Reich), Mcl. RW ® Dr. Eugene II Kohln von Ribbentrop
(1889-1918) desarrolló la política mundial (das welk politik) de El Kaiser
Guillermo II (1889-1918), fue el numen geopolitico de El Proyecto América
Alemana, destinado a que El II Reich tuviera colonias en América y en La
Antártida, oponiéndose a las pretensiones de Gran Bretaña sobre el continente
blanco y vulnerando la soberanía de la totalidad de los paises del hemisferio
occidental (América), incluyendo a los EEUU, claro está.
[6] A
finales de 1905, el ranking mundial de la naciones lo seguía liderando Gran
Bretaña, seguida por Alemania, EEUU, Francia, Rusia, Italia, Japón y la
Argentina. Conste.
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