El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Lunes 11 de Junio de 2.012.
América Latina IV
Por Rubén Vicente
Los grandes eventos del siglo veinte (el siglo de la alta
tecnología) fueron La Gran Guerra Mundial (1914-1918), La Gran Depresión
(1929-1935), La Segunda Guerra Mundial (1939-1945), La Guerra Fría (1945-1991)
y La Post Guerra Fría (1991-2001).
Ese proceso se caraterizó por la decadencia de El Imperio
Británico (The British Empire); por la doble derrota de Alemania; por el
ascenso de La Unión Soviética al rango de segunda superpotencia mundial; por el
advenimiento de los EEUU al rango de primera potencia mundial; por la
confrontación ideológica entre el comunismo soviético y el capitalismo
estadounidense; por el triunfo definitivo del capitalismo, liberal,
democrático, patriótico y cristiano (léase: la ideología del occidente = el
occidentalismo = 1991); por la conclusión del proceso de integración económica
del viejo contiente (léase: La Unión Europea = La UE), liderada por Alemania
(1993); y por la vertiginosa transformación económica de China, desde el
comunismo hacia el comunismo de mercado que, junto con el Japón, se posicionaron
como los dos estados líderes (léase: los grandes dragones) de La Asociación de
las Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN).
En semejante contexo, toda la región planetaria de La América
Latina consolidó primero su modelo tradicional de el capitalismo rural
(léase: la fisiocracia) y segundo de el capitalismo industrial dependiente
(léase: la industria liviana), desarrollando además la infraestructura
dependiente (léase: la minería, la
energía, los transportes y las comunicaciones), como así también, en el caso de
las pequeñas potencias regionales (México, Brasil y La Argentina), la
industria pesada independiente (léase: la metalurgia, la siderurgia, la
agroindustria, la metal mecánica, los astilleros y los arsenales), pero siempre
dependiente de la tecnología suscesiva o alternativamente alemana, estadounidense
y excepcionalmente soviética.
Las clase medias y bajas (la burguesía y el proletariado)
estructuraron sus propias organizaciones inestablemente cooperantes bajo
la impronta de la doctrina social de la iglesia, perfeccionándose
gradualmente la democracia constitucional, momentáneamente interrumpida en
varias oportunidades por la vigencia de gobiernos de facto anti comunistas
y por fenómenos del terrorismo ubano, de la guerrilla rural y de las guerras
civiles pro comunistas (léase: el nihilismo rojo).
En la última década de la pasada centuria, la revolución
tecnológica caraterizante alcanzó el nivel cibernético y biotecnológico, con la
masificación de la red informática mundial (léase: la internet) y con la
lectura del mapa genético microbiótico, vegetal, animal y humano (léase: el
genoma).
Paralelamente, quedaron planteadas las nuevas amenazas
globales del fundamentalismo (ideológico-religioso), el terrorismo
(básicamente musulmán), de la proliferación (de armas de destrucción masiva),
del crimen organizado (léase: los tráficos ilícitos y el reciclaje de
capitales) y de la polución.
En ese contexto, La América Latina ha dado pasos
significativos en materia de integración económica, diplomática y militar
(léase: la integración geopolítica), con la estructuración de organismos
internacionales parcialmente independientes del imperialismo globalizante de
los EEUU; como son los de La Comunidad Económica del Caribe (Caricom), La
Comunidad Andina de Naciones (CAN) y El Mercado Común del Sur (El Mercosur).
Bajo esa comprensión, se destaca el hecho de que El Brasil se
convirtió en la octava potencia industrial del planeta, como así también, se
posicionó en el rango de primera potencia regional y décimo segunda potencia
mundial, desplazando a la Argentina.
Sin embargo, desde el punto de vista social, cultural e
institucional, La América Latina concluyó el siglo veinte (el siglo de la alta
tecnología) con la generalización de procesos de pauperizacion, de involución y
de corrupción, que hacen peligrar los logros alcanzados durante sus primerios
quinientos años de evolución histórica.
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos,
veremos y pronto lo sabremos.
[1] La libre expresión y la segura circulación de la
información contenida en el presente documento se halla jurídicamente
garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art.
19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14), la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código
Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2]
Para uno de Los Siete Grandes Sabios
de Grecia (Solón) El Cisne Negro es
la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que
es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.
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