viernes, 15 de junio de 2012

283 Historia (Rusia)


Año I – Primera Edición – Editorial: 00000283 [1]



El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Viernes 15 de Junio de 2.012.





La Gran Marcha Hacia El Este III 
Por Rubén Vicente 

Exactamente en 1682, sobrevino el falleciento de su magestad, el monarca de El Gran Imperio Ruso (La Gran Madre = La Matrioshka), Mcl. RW ® Dr. Theodor III Romanoff (a) El Zar (21), sucediéndole su primogénito, es decir, el niño católico ortodoxo ruso Piotr Romanoff, se sólo diez años de edad (10), quien comenzó a gobernar bajo su nombre nobiliario de Pedro I; naturalmente, bajo la regencia tetraanual de su madre (Natalia Celularios). 

El nuevo monarca ruso (Pedro I) ascendió al trono cuando su país ya había planificado y ejecutado la tercera cruzada rusa (1600-1650), que tuvo por objeto concretar la conquista, la colonización, la evangelización y la institucionalización (léase: la rendención cristiana) del gran khanato tártaro de El Asia Centro Norte (léase: El Altai), que se transformó en el nuevo gran reino ruso, justamente, de El Altai, con capital en la villa ex tártara de Taimyr; donde también se llevó a cabo la ancestral política de la rusificación, que implicó el segundo genocidio tártaro y el segundo exhodo ruso-judío hacia El Altai, comenzándose a configurar la nueva nobleza ruso altaica, claro está.  

Semejante empresa de rendención cristiana provocó la fractura de la unidad geopolítica del imperio tártaro, que fue sucedido por dos grandes imperios (2), como fue el oriental (Mongolia), extendido desde El Pacífico hasta El Indo, con capital en la ciudad china de Camablic (léase: Pekín = Beijín), bajo el poder de la dinatía tártara alawita de Los Khan, que se convirtieron a la nueva religión oficial del budismo y cambiaron su apellido musulmán (Khan) por el nuevo mongol budista de Los Han; como así también, el occidental (Turquía), extendido desde El Indo hasta Gibraltar, con capital en la ciudad de Istambul (léase: Estambul), bajo el poder de la dinastía tártara alawita de Los Otmánidas (léase: los otomanos), que se convirtieron a la nueva religión oficial del islam de la tradición coránica (léase: la sunna = el sunnismo). 

Desde entonces (1654), La Gran Tartaria se había extinguido, y con ella, la luz del oriente tártaro medieval (léase: Samarkanda) que, rápidamente, se convirtió en una ciudad fantasma, y sus grandes estados herederos eran Mongolia, Turquía y Rusia, que limitaba al norte con El Océano Glaciar Ártico; al este con el río Lena; al oeste con los ríos Elba, Oder y Danubio y al sur con los imperios mongol y turco. 

Pero al asumir el gobierno en forma efectiva, Pedro I comenzó un largo reinado de más de cuarenta años (1682-1725), durante los cuales se verificarían grandes cambios en la vida interna y externa de su gran nación euroasiática; motivo por el cual la historia universal lo recordará como Pedro El Grande. 

En el plano externo, el cuerpo ruso del ejército sacro imperial (das reich wehrmatch) lideró el proceso de conquista, colonización, evangelización e institucionalización (léase: la redención cristiana = la cuarta cruzada rusa = 1682-1700) del gran khanato mongol asiático nororiental de Yakutia, que se convirtió en un nuevo gran reino ruso, que confinaba al este con El Estrecho de Bering y al oeste con el río Lena, con capital en la ciudad ex tártara-mongol de Yegor, que cambió su nombre por el nuevo de Vladikavkaz, que posteriormente sería rebautizada como Vladivostok. 

Pero además, Pedro El Grande aprovechó el estallido de La Guerra de Sucesión Española (léase: la segunda guerra mundial = 1702-1713), para encarar, nada más ni nada menos, que el lanzamiento de la quinta cruzada rusa (1700-1750), destinada a la conquista, la colonización, la evangelización y la institucionalización (léase: la redención) de la totalidad desocupada pero española de los territorios norteamericanos de Alaska, de El Canadá Occidental y de los actuales estados noroccidentales de los EEUU, dejando conformado el nuevo gran reino ruso de Orangelia, con primera capital provisional en un fuerte militar con rada naval que fue llamado con el nombre de Vankobar (léase: Vancouver). [3]  

Aunque Pedro El Grande nunca llegara a verlo con sus ojos, desde la conclusión de la quinta santa cruzada rusa, El Gran Imperio Ruso (La Gran Madre = La Matrioshka), se convertiría en el primer y hasta ahora único estado tricontinental terrestre de la historia universal, con posesiones, colonias y dominios en América del Norte, en toda El Asia Septentrional y en Europa Oriental, confinando al este con La California Española y, al este, con el imperio sacro imperial de Alemania.

En el plano interno, Pedro El Grande sería el numen de los grandes cambios de todo orden, que harían evolucionar a Rusia desde la edad media hacia la edad moderna, con más de doscientos años de retraso (200) con respecto a Europa Occidental (léase: La Cisleitania).  

En efecto, inspirado en La Gloriosa Revolución Inglesa de 1688; en la obra de gobierno de Luis XVI y en la exitosísima gestión de su insigne ministro de finanzas (Jean Baptiste Colbert), Pedro El Grande rediseñaría completamente las instituciones rusas, adoptando el modelo político de la monarquia constitucional, de cuño británico, pero combinándola con el modelo económico francés de el capitalismo de estado (el colbertismo), dando como resultado una mixtura política y económica que bien debería haber sido bautizada con el nombre de el pedrismo o bien, de el capitalismo ruso, claro está. 

Desde entonces, el resultado práctico de semejantes transformaciones, fue el desarrollo exponencial de la producción (la ganadería, la agricultura, la pesca, la explotación forestal y la minería, tanto acuífera como lítica y metalífera), como así también, de las agroartesanías de la alimentación, de la indumentaria, de la construcción, de la farmaceútica y de las fundiciones; mejorándose ostenciblemente los sistemas infraestructurales de la minería, de los transportes y de las comunicaciones, sobre todo (supra tutto), con la organización de los servicios imperiales de las diligencias y de las postas (léase: el servicio postal = el correo = el correo del zar). 

Pero además, gracias a Pedro El Grande, Rusia se transformó en una gran potencia militar y naval europea, dotada de una poderosa infantería, caballería y artillería de mar y tierra; como así también, de su propia flota mercante imperial. 

Para el final de su reinado (1725), Rusia ya se había posicionado con una gran nación productora y exportadora de trigo polaco y ucraniano, matándole el hambre a Europa Occidental (La Cisleitania). 

Pero las obras públicas más memorables de Pedro El Grande fueron, sin duda alguna, la urbanización de las ciudades europeas de San Petersburgo, de Moscú y de Kiev, que se transformaron en grandes ciudades orientales del viejo continente, tanto o aún más importantes que Londres, que París, que Viena, que Lisboa, que Madrid o que Roma; por sus catedrales, sus palacios, sus fortalezas y sus sistemas cloacales, de suministro de agua corriente y de iluminación nocturna, a base de acite de ballena. 

Todo sinceramente maravilloso. Lástima que Pedro El Grande no haya seguido viviendo, para entusiasmarse con ese que, en ese entonces, sólo era un extraño invento británico aún no del todo desarrollado, llamado con el extraño nombre de la revolución industrial. 

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.


[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.

[3] La primera guerra mundial fue La Guerra de los Treinta Años (1618-1648). La segunda guerra mundial fue La Guerra de Sucesión Española (1702-1713). La tercera guerra mundial fue La Guerra de Sucesión Austríaca (1742-1748). La cuarta guerra mundial fue La Guerra de los Siete Años (1756-1763). Y la quinta guerra mundial fueron Las Guerras Napoleónicas (1794-1814). Técnicamente, todas ellas fueron guerras mundiales, pues sus escaramuzas, combates y batallas tuvieron lugar en los cinco contienentes (Oceanía, Asia, Africa, Europa y América). A diferencia de las anteriores, La Gran Guerra Mundial (1914-1918) y La Segunda Gran Guerra Mundial (1939-1945 ) fueron grandes guerras mundiales, porque en ellas se emplearon las armas de destrucción masiva, es decir, las ADM´s. Conste.

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