El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Jueves 26 de Abril de 2.012.
Zafaris Eran los De Antes
Por Rubén Vicente
García
era un tipo que ocupaba un alto cargo ejecutivo en la filial española de una
multinacional estadounidense. Tenía un palacio sólo para él en Madrid, una
bruta limusina con chofer, los trajes de Armani, varios rolex de oro de puta
madre, tres black berry y todo lo demás que tiene que tener un viejo dandie de
la globalización del tercer milenio.
Un
día, a García se le ocurrió la idea de irse a cazar osos al Africa. Se metió en
la selva, y viendo que a falta de pan buenas son tortas, le metió plomo a
discresión entre los ojos a un cachorro de oso pardo.
Se
quedó extasiado viendo desangrarse al osezno, pero de pronto se le apareció un
oso pardo adulto de verdad, que se abalanzó sobre él, lo estrechó en un fuerte
abrazo y le dijo: “Ese que matestes era
de mi misma especie, y yo te voy a enseñar ecología” (sic), y ahí no más,
lo sometió a una feroz sodomía.
El
pobre García quedó inconsciente y con el rosquete partido en cuarenta pedazos.
Se despertó en la cama de un lujosísimo sanatorio de Madrid casi una semana más
tarde. Desde entonces, contó las horas para reponerse de semejante vivencia traumática,
salir del nosocomio cuanto antes y volver a la selva a cobrarse venganza, metiéndole plomo
entre medio de los ojos a ese oso pardo mal parido.
Exhultante,
estaba contemplando el cadaver del animal, cuando de pronto se le apareció un
oso gris, del doble de tamaño, que le gritó muy enojado: “Ese que matastes era mi misma especie, y yo te voy a enseñar ecología”
(sic), y ahí no más, lo sodomizó mucho peor que la vez pasada.
Lo
rescataron unos exploradores, que lo entregaron a los médicos sin fronteras,
que organizaron su traslado a la capital española, a donde volvió a permanecer
internado más de un año y medio en cuatro patas, llegándole a salir espuma por
la boca de las ganas de volver a la selva, a matar a ese oso gris hijo de mala
madre.
Y
se metió a la jungla él sólo, dispuesto a todo, agudizando al máximo su
instinto de cazador, cuando de pronto, lo sorprendió un descomunal oso blanco, ataviado
con una camiseta azul, con el escudo de la AFA en el corazón, que le palmeó el
hombro y le dijo: “¿Qué hacés García?. Quedate
tranquilo que acá conocemos todos. Vistes que corren muchos rumores sobre tu
presencia en la selva. Queremos que nos digas la verdad García: ¡Vos no venís a cazar, no?”
Por
eso digo que zafaris eran los de antes.
Y
si me dijeran que estoy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo
sabremos.
[1]
La libre expresión y la segura circulación de
la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente
garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art.
19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14), la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código
Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2]
Para uno de Los Siete Grandes Sabios
de Grecia (Solón) El Cisne Negro es
la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que
es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.
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