El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Sábado 7 de Abril de 2.012.
Algo Verdaderamente Grande IV
Por Rubén VicenteMás allá de las palabras, lo que Adolf Hitler pretendía hacer con Alemania cuando llegó a la cancillería el treinta y uno de enero de 1933, era respetar los derechos humanos, el estado de derecho y la democracia constitucional resultante de La Constitución de Weimar de 1919.
Sin embargo, la verdad es que a Hitler y al pueblo alemán que lo votó, le parecían que habían muchas cosas que debían cambiar, para que la que antes de la gran guerra mundial, fue la primera potencia europea y la segunda del planeta, después de Gran Bretaña, volviera a ser, de mínima, el estado lider de Europa Central y, de media, de toda Europa Continental y, de máxima, del mundo entero (orbis), y qué tanto joder con los británicos decadentes.
Para ello, Alemania debía reformular completamente sus sistemas financiero, administrativo, económico, social, cultural, institucional, diplomático y militar. Con Alemania figurando como supuesto aliado de Gran Bretaña cuando, en realidad, sólo era un satélite, la verdad, es que ello no sería factible nunca.
Por eso, lo primero era para el fuhrer alcanzar la indepedencia económica, la justicia social, la soberanía política, la integración geopolítica de los estados nacionales alemanes, y la tercera posición internacional, equidistante entre el comunismo de la Unión Soviética y el capitalismo de Gran Bretaña.
En opinión de Hitler, no habría independencia económica mientras los renglones básicos de la economía no estuvieran bajo el control, exclusivo y excluyente, del gobierno alemán o del capital privado nacional alemán. Esto implicaba la necesidad de germanizar la economía alemana.
Tampoco habría justicia social, según el fuhrer, mientras el movimiento obrero organizado estuviera controlado, en forma exclusiva y excluyente, por elementos partidarios de la ideología del socialismo internacionalista (el socialismo científico = el marximo = el comunismo).
No habría soberanía política posible si la cultura alemana continuaba controlada, en forma exclusiva y excluyente, por personas y por entidades no alemanas, y la verdad, es que ese rubro era el coto de caza de el judaismo germano, que era semita, ateo, clasista y combativo (léase: revolucionario), es decir, justamente, lo opuesto al nazismo, que era fanático, racista y reaccionario (léase: totalitario). [3]
Ni tampoco sería posible la uníon de los estados alemanes de Europa Central sin que las poblaciones de los estados escandinavos no admitieran consciente, deliberada y formalmente, que forman parte de la gran nación alemana, aunque tengan sus propios estados distintos de Alemania que, dicho sea de paso, Hitler gustaba llamar con el nombre de Germania, reservando el de Alemania para la totalidad de los estados que los historiadores enseñan que formaban parte de El Sacro Imperio Romano de la Nación Alemana (La Gran Alemania = Das Reich = El Imperio de los Mil Años = 800-1815 = La Europa Cristiana = La Primera Proto Unión Europea).
Finalmente, sería imposible que Alemania fuera equidistante del comunismo ruso o del capitalismo británico, si los almanes no adhirieran a la doctrina hitlerista de La Tercera Europa, fundamentalmente, basada en la ideología del socialismo nacional (el nacional socialismo = el socialismo verdadero = el nazismo = el grünismo). [4]
Ese nazismo no era un invento de Hitler ni de sus seguidores, sino más bien, era una casi centenaria ideología surgida como consecuencia de la desmembración del sacro imperio. Y el gran ideólogo nazi fue el Prof. Karl Grün (1807-1887), que hizo confluir las ideologías antagónicas del nacionalismo alemán del Dr. Johann Fitsche (1762-1814) y del socialismo democrático del Dr. Pierre Prohudom (1809-1865). [5]
Pero ya se sabe. A Hitler no lo querían dejar gobernar, porque quería hacer algo verdaderamente grande por Dios, por la iglesia católica y por la patria gran alemana, y eso no le convenía a nadie, ni de adentro ni de afuera, pero él estaba obsecionado con el refrán del kaiser, de que las dificultades han sido hechas nada más que para ser vencidas pues, de lo contrario, su alma oscurecida por el pecado sería irremediablemente condenada a las llamas eternas del infierno.
Por eso, ya en su primer año de gobierno (1933), mientras los comunistas incendiaron el parlamento alemán (der reichstag), el fuhrer inició una relación sexo-afectiva estable con una joven de origen lituano, nacida y criada en Alemania, llamada Eva Braun, pero además, les juntó la cabeza a casi todos los partidos políticos, excepto al Partido Social Demócrata (PSD) y al Partido Comunista de Alemania (PCA), para formar El Frente Nacional Socialista (FNS), obviamente, liderado por el nazismo, que triunfó en las elecciones complementarias de noviembre de ese año, con el sesenta y nueve por ciento de los votos (69%).
Cabe aclarar que, el Partido Social Cristiano (PSC) integró el FNS, y que en la nómina de sus dirigentes, figuraba el Agte. III-D C-3 Gral. Brig. SA Dr. Conrad Adenauer (57). ¿Cómo? [6]
Con semejante base de apoyo (69%), inédita en toda la historia de la república social de Alemania, Hitler se sintió capaz de motorizar dos proyectos políticos, que fueron Las Leyes de Neurenberg y La Operación ´Noche de los Cuchillos Largos´ (1934). [7]
Por eso, cuando dos meses más tarde falleció el presidente Hindenburg, el FNS influyó decisivamente en la aprobación de un proyecto de ley en cuya virtud fue declarada la disolución de la república social de Alemania; y la instauración de El Tercer Imperio Alemán (La Gran Alemania = Das III Reich = La Europa Cristiana = La Segunda Proto Unión Europea) y el nombramiento de Hitler como su primer presidente provisional, pero con retención de su cargo de primer ministro, transformándose en el jefe del estado imperial (der reich fuhrer), pero con retensión del cargo de primer ministro (el canciller = der kanzler).
Ya en su primer discurso ante el reichstag, el reich fuhrer anunció que, luego de un primer período de excepción totalitaria, que él estimaba que duraría unos cuarenta años (40), se procedería a la elección de un monarca, pero sin decir si el mismo pertenecería a las pasadas dinastías de los Martel, de los Plantagenet, de los Hohenstauffen, de los Hagsburg, de los Hohenzollern, o de alguna otra europea, o si por el contrario, se instauraría una nueva dinastía para el III Reich.
Como si eso no fuera suficiente, sobre el final de 1934, en el marco de La Conferencia de Malmö, los estados miembros del Movimiento Solidarista Mundial (MSM), aceptaron la incorporación de Alemania y la consagraron como el nuevo estado lider, en reemplazo de los EEUU, recién desafiliados del MSM e incorporados a la Sociedad de las Naciones (SN´s), liderada por Gran Bretaña. Desde entonces, Alemania tuvo su propia área de influencia geopolítica planetaria. [8]
Sobre esa base, Hitler se sintió lo suficientemente confiado como para disponer la ocupación militar de La Cuenca del Ruhr y el lanzamiento de Plan Armamentístico Alemán (PAA), destinado a convertir al III Reich en la primera potencia industrial del mundo entero (orbis), pero también y sobre todo (supra tutto), en la primera superpotencia misilístico-nuclear de la historia universal (1936-1946). [9]
Paralelamente, el ex embajador alemán en Londres y nuevo ministro de asuntos exteriores germano (Joaquim von Ribbentrop), organizó la visita oficial a Berlín de su alteza imperial británica, Alte. BRN ® Dr. sir Edward Battenberg Mountbaten (a) Eduardo VIII (a) El Rey Nazi, con el propósito de empezar a negociar a solas la futura unión de El Imperio Británico con El III Reich, pero no pudo ser. [10]
Coetáneamente, Alemania fue la sede de Las Olimpíadas de 1936 y de El Campeonato Mundial de Futbol de 1938, pero también, fue el epicentro de La Noche de los Cristales Rotos. [11]
Entonces Ribbentrop convenció a Hitler de que El Movimiento Solidarista Mundial (MSM) era una excelente plataforma diplomática planetaria, pero hacía falta reforzarla con una gran alianza militar, eventualmente beligerante, como fue El Eje Roma-Berlín-Tokio (1938), que hizo temblar a la Gran Bretaña de Enrique VI, que propuso La Conferencia de Munich, en cuyo contexto, Londres y París aceptaron la anexión de Austria (der aschluss) y la de Checoslovaquia (1939), pero no la de Polonia, estallando entonces, nada más ni nada menos, que La Segunda Guerra Mundial. [12]
Hitler jamás quizo la guerra. Alemania no estaba preparada. El reich fuhrer creía que el conocimiento de sus planes de convertir al III Reich en la primera superpotencia misilístico nuclear de la historia universal, bastaban para disuadir a los británicos y a los franceses de declararle la guerra a Alemania, sobre todo, teniendo en cuenta los apoyos diplomáticos pro alemanes del MSM; El Pacto Molotov Ribbentrop; la más que probable neutralidad de los EEUU y las alianzas militares con Italia en El Mediterráneo y en El Cuerno de Africa y del Japón en las cuencas del Pacífico y del Indico Oriental, que controlaba la vastísima China nazi (léase: Manchukúo).
Pero la verdad, es que los misiles intercontinentales de Werner von Braun y las bombas atómicas de Max Plank eran sólo proyectos avanzados, es decir, nada, y entonces, en ese momento, Alemania no era más que un gran dragón planetario, pero de papel, y nada más, claro está.
Sin embargo, Alemania quedaba enfrentada, contra su voluntad, a una guerra que no buscó, pero que ya le había sido declarada en forma irreversible, y entonces, Hitler pensó que tenía que cumplir su misión provindencial, haciendo algo verdaderamente grande por Dios, por la iglesia católica y por la patria gran alemana, evitando que su alma oscurecida por el pecado fuera condenada a las llamas eternas del infierno; porque las dificultades han sido hechas nada más que para ser vencidas, y nada más, claro está.
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.
[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14), la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.
[3] Se puede vivir en una democracia constitucional imperfecta y, a la vez, desarrollar un gobierno totalitario de excepción que, justamente, garantice su perfeccionamiento. Lo mismo que Hitler pretendían y pretenden para sus patrias Guchi Tanaka, Chiang Kai Sheck, Reza Pathlavy, Mustafá Kemal (a) Attaturck, Miklos Horty, Engelbert Dollfuss, Benito Mussolini, Francisco Franco, Antonio Oliveira Salazar, Jean Claude Duvallier, Fulgencio Batista, Lázaro Cárdenas, Jacobo Arbens, Omar Torrijos, Marcos Pérez Jimenez, Gualberto Villarroel López, Carlos Ibañez del Campo, Joao Goulard, Alfredo Stroessner, Juan Perón, Hugo Chavez, Rafael Correa y Evo Morales. La duración de la excepcionalidad totalitaria siempre dependió de las circunstancias internas y externas. El verdadero plan de Hitler era que el totalitarismo nazi durara cuarenta años (1933-1973), para luego reformar La Constitución de Weimar de 1919, que jamás fue reformada ni abrogada durante sus mandatos, para instaurar la monarquía constitucional, coronando un emperador del Tercer Imperio Alemán (Das III Reich), perteneciente a la nueva dinastía austríaca y católica apostórica romana de Los Hitler, y nada más, claro está. Conste.
[4] En realidad, la idea de La Tercera Europa fue llevada a la práctica por Hitler, pero la tomó de Joseph Retinger, al cual El Cisne Negro le didicará un próximo artículo que sigue a esta serie vinculada con el nazismo.
[5] En 1840, Grün publicó una obra titulada con el nombre de El Socialismo Veradero. A su respecto, en El Manifiesto Comunista (1848), el Dr. Karl Marx explicaba que el socialismo veradero de Karl Grün, que él llamaba con el nombre de el grünismo, era una doctrina burguesa y contrarrevolucionaria (sic). Los grünistas llevaron las ideas filosóficas de Karl Grün al plano sindical, siendo los fundadores de la Asociación Obrera Alemana (AOA), en 1861, y al plano político partidario, siendo los fundadores del Partido Social Demócrata Alemán (PSDA), creado en 1864, que no fue reconocido como tal por el gobierno de Bismark y que recién obtuvo status legal en 1894, cuando de escindió, formando la minoría disidente el Partido Social Demócrata (PSD), ideológicamente partidario del marxismo y políticamente adherido a la causa de la revolución democrática (léase: la revolución impura = el euro comunismo = el granscismo), mientras el PSDA cambió su nombre en 1904, por el nuevo del Partido de los Trabajadores Alemanes (Deutsche Abertei Partei = DAP), bajo el liderazgo de su joven secretario general, Dr. Anton Drexler (a) El Cerrajero (1884-1942). En 1920, el DAP se unió con el Partido Socialista Obrero Bávaro (PSOB) del Agte. III-D C-3 Cbo. Pro. RW ® Ing. Adolf Hitler (a) Johannes Wolf (a) Hans Deutshche (a) El Fuhrer, para conformar el Partido Naciona Socialista Obrero Alemán (PNSOA), que todos conocemos como el partido nazi. Tanto el DAP como el PNSOA se declararon oficialmente grünistas. Sobre el grünismo, véase el artículo de El Cisne Negro titulado con el nombre de El Socialismo Nacional (Editorial: 28). Conste.
[6] El nuevo cine alemán inventó la idea de que durante el avance ruso sobre Berlín, los nazis destruyeron absolutamente toda la documentación pública y clasificada vinculada con el III Reich. No fue así. La clasificada quedó en manos de los nazis en fuga (léase: Odessa) y la pública fue destruída por los aliados, en el marco de la política de la desnazificación. Esa destrucción sistemática abarcó los archivos de los partidos políticos integrantes del Frente Nacional Socialista (FNS), incluyendo los del Partido Social Cristiano (PSC), que reescribió su propia historia, limpiándole los legajos a los nazis colaboracionistas, entre los cuales figuraba Adenauer (no jodamos).
[7] Las Leyes de Neuremberg implicaron la absoluta segregación racial de los judíos asíaticos (los judíos morochos = los semitas = los seferadíes), de toda función privada o cargo público, imponiéndoles el deber de deshacerse de sus activos financieros no directamente dinerarios (gemas, metales nobles, acciones y bonos) y declarando la caducidad de su ciudadanía alemana, que los judíos rubios (los arios = los nórdicos = los ashkenazíes) conservaron sin ningún problema. La Noche de los Cuchillos Largos implicó la disolución de las SS de Ernst Rohm, y la incorporación de un millón de sus efectivos al ejército alemán (das german wehrmatch).
[8] A lo largo de toda su historia (1921-1945), el MSM tuvo como miembros a Japón, China, Afganistán, Irán, Arabia Saudita, Turquía, Bulgaria, Rumania, Yugoslavia, Hungría, Suecia, Irlanda, Bélgica, Luxemburgo, Alemania, Austria, Suiza, Italia, Francia, España, Portugal, EEUU, Dominicana, Haití, Cuba, México, Guatemala, Colombia, Bolivia, Chile, Brasil y la Argentina. El nazismo subyacente en la concepción geopolítica del MSM recibiría el nombre universal de el solidarismo, por oposición al comunismo y al capitalismo. Eh heredero del MSM es El Movimiento de los No Alineados (MNA). Conste.
[9] Las armas químicas eran ampliamente conocidas. Las armas biológicas eran un proyecto ultrasecreto japonés. La cohetería era del dominio pleno de la Unión Soviética y de los EEUU. Y Alemania pensaba alcanzarlos y superarlos a todos en el increible lapso de sólo diez años (1946), pero con poder de fuego alemán, pues sólo el III Reich dominaba el ciclo de la energía nuclear que, hasta entonces, sólo había sido desarrollada para producir energía eléctrica y radioisótopos de uso agronómico y médico (léase: los fines pacíficos). Los dos cerebros del plan alemán era Max Plank y Werner von Braun, que se pusieron a trabajar en absoluto secreto mortal (la omertá) en la nueva fortaleza prusiana inexpugnable de Penemunde, situada a orillas de El Mar del Norte.
[10] Eduardo VIII reinó sólo diez meses (10). Fue obligado a abdicar a favor de su hermano menor tartamudo (Enrique VI). Supuestamente, el motivo de la abdicación era su amor incondicional que le profesaba a la estadounidense divorciada Wally Simpson, que en el plan de su magestad, sería el eslabón a partir del cual, Gran Bretaña y Alemania sumarían a los EEUU al III Reich, cuyo monarca sería Eduardo VIII, y cuyo primer ministro (el canciller) sería Adolf Hitler, obvio. El gran artífice de la abdicación de Eduardo VIII y, también, del lamentabilísimo fracaso del proyecto de forjar un III Reich liderado por las tres grandes potencias (Gran Bretaña, Alemania y los EEUU), para derrotar al comunismo de La Unión Soviética, evitando una conflagración planetaria apocalíptica, tiene nombre y apellido, y se llamó Winston Churcill, que Dios lo perdone. Conste.
[11] Elementos residuales de las SA, cumpliendo órdenes secretas del ex gobernador de Alta Baviera (Gregor Strasser), destruyeron las vidrieras de los comercios judíos de las principales ciudades de Alemania, con el objetivo de hacer quedar al nazismo como el partido conductor de un gobierno provocador de la discriminación racial, cuando la política oficial del III Reich era la de la segregación racial, que no es lo mismo, ni mucho menos, claro está. La diferencia entre segregación racial y discriminación racial será desarrollada en un futuro artículo de El Cisne Negro.
[12] Ahora dicen que Hitler invadió Polonia, pero callan que fue el Mcl. Joseph Pilsudski había sido quien en 1927 propuso la unión (der anschuluss) de Polonia con Alemana, para aventar definitivamente el peligro de invasión comunista soviética.
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