miércoles, 4 de abril de 2012

208 Historia (Alemania)


Año I – Primera Edición – Editorial: 00000209 [1]



El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Miércoles  3 de Abril de 2.012.





Algo Verdaderamente Grande I 
Por Rubén Vicente

A los veintitrés años de edad, a pesar de ser en buen estudiante, Adolf Hitler era un acoholico, un drogadicto y un homosexual, que se prostituía con los hombres que le proveía su amante y debutante de rufián veinte años mayor que él (Alois Hanisch), a cambio de que ellos le compraran los cuadros que él pintaba en las plazas vienesas.
Hasta que un día se hartó de vivir así, y le puso coto al asunto, pero de la peor manera. Le dio el gusto a Alois de disfrazarse de mujer y de acompañarlo a un albergue transitorio atendido por un judío barbudo y mugriento, que dejaba trabajar en su establecimiento a los transvestidos de la zona roja.
Una vez adentro, luego de permitir que Alois hiciera realidad su fantasía de poseerlo a cambio de un pago en dinero, Adolf esperó el momento oportuno, y le clavó una gran navaja suiza de la marca victorinox,  justo en el centro del pecho de Alois, atravesándole el corazón y dejándolo tenido en el piso bañado en sangre.
Salío haciéndose el enojado por los supuestos malos tratos del cliente, se fue al callejón, se cambió las ropas luciendo traje e impermeable con sombrero, y se hizo humo en la oscuridad de la madrugada gélida.
Dos días más tarde, el remordimiento lo hizo ir a confesarse ante un sacerdote, que aceptó que él no se quitara el sombrero, permiendole confesar en esas condiciones inusuales sus pecados y su crimen.
Era un ministro de la religión católica apostólica romana, pero también, era un cultor de las mancias y de la astrología, que ya había tenido algunas visiones raras, una de la cuales le había anunciado, justamente, que un hombre así buscaría confesarse  con él.
Lo absolvió, pero con la condición de que hiciera algo verdaderamente grande por Dios, por la iglesia católica y por su patria austríaca pues, de lo contrario, su alma se perdería irremediablemente en las llamas eternas del infierno.
Hitler se sintió relativamente aliviado, pero no tenía ni la menor idea de cómo cumpliría su misión provindencial, pues era obvio que él no era otra cosa que una piltrafa humana que, además, era un asesino, y nada más, claro está.
Por eso le entró el pánico y, sin esperar la conclusión del trámite de expedición de su diploma de graduado en ingeniería civil en la Universidad de Viena, compró un boleto de tren y cruzó la frontera con Alemania, radicándose en la ciudad bávara de Munich (1913). [3]
El tres de agosto de 1914, por los altoparlantes de la Marienplatz, Adolf Hitler escuchó la voz atronadora del kaiser Guillermo II, que convocaba a la unidad de todos los alemanes, residieran en el país que fuera, para enfrentar la agresión insoportable del sesecionismo serbio y del imperialismo ruso, bajo el lema de que las dificultades han sido hechas nada más que para ser vencidas (sic).
Ese fue el click en la vida de Adolf Hitler, que entonces comprendió que alistarse en el primer regimiento de infantería bávaro del ejército alemán (das reich wehrmatch), a cambio de que se le concediera la ciudadanía alemana, era la gran oportunidad de su vida, para empezar a hacer algo verdaderamente grande por Dios, por la iglesia católica y por la patria austríaca, que también es alemana, claro está.
Y durante la gran guerra mundial, Hitler no bebió más, no se volvió a drogar y no tuvo sexo con nadie y, como casi todos, se masturbaba a mansalva, sólo que a diferencia de casi todos los demás, él pensaba en los hombres, incluyendo a sus camaradas de armas, que lucían tan buen mozos con esos uniformes tan varoniles. [4]
Un coraje digno de tres ascensos, a dragoniante, a cabo y a cabo primero, que mereció dos cruces de hierro, en segundo y en primer grado, convirtiéndose entonces en un maldito héroe de guerra, dos veces herido en combate y una dejado temporalmente ciego, por los gases lacrimógenos franceses durante la última ofensiva alemana sobre París.
Y en el hospital militar prusiano de Passewald, con los ojos todavía vendados, se le presentó un capitán homosexsual, que lo reclutó para el servicio de inteligencia de las fuerzas armadas (III-D), convirtiéndolo en un nuevo agente secreto de la flamante república social de Alemania (C-3).
El Agte. III-D C-3 Cap. RW ® Dr. Ernst Rohm (a) El Maripozón, le transmitió al Agte. III-D C-3 Cbo. Pro. RW ® Ing. Adolf  Hitler (a) Johannes Wolf, de veintinueve años de edad, las órdenes del director general del III-D, Cnel. Gral. RW Dr. Wilhelm Nicolas (a) La Zorra, de radicarse nuevamente en la ciudad de Munich, capital de la flamante república socialista soviética de Baviera, gobernada por su presidente comunista, Cda. Dr. Kurt Eisner (a) La Revolución Impura (a) El Gramscista.
Los objetivos eran intentar tener un trabajo, afiliarse al sindicato correspondiente, y luego al Partido Comunista Bávaro (PCB), obteniendo y transmitiendo por los canales convenidos toda la información que fuera posible al cuartel general en Berlín.
Desde entonces, Hitler empezó a frecuentar la zona roja muniquesa, pagando para hacerse hacer sexo oral por las prostitutas. Esa fue su manera de comenzar a dejar de pensar en los hombres y de ganarse el gusto por las mujeres, hasta que un día se animó y se llevó a una de ellas, que era una judía polaca que lo doblaba en edad, a vivir con él, teniéndola de empleada doméstica con cama adentro y con derecho a roce, haciéndose vegetariano y dejando de fumar.
Y así se hizo hombre de verdad, teniendo su lugar donde vivir con su cuasi concubina, aunque todo no fuera más que una triste pantomima de alguien que, fuera como fuera, estaba determinado a salvar su alma oscurecida de las llamas del infierno eterno, haciendo algo veraderamente grande por Dios, por la iglesia católica y por la patria gran alemana.
Pero no tuvo mejor idea que hacer lo que dictaba su conciencia, que le ordenó convencer a siete vagos comunistas, reclutándolos para el III-D y convirtiéndolos también en espías alemanes a sueldo del gobierno berlinés, pero formando con ellos una sociedad secreta, que recibió el nombre de La Hermandad del Gran Oriente Alemán (Odessa), obviamente liderada por Hitler, a quien sus flamantes venerables hermanos lo empezaron a llamar con el nombre con que a él le gustaba que lo llamaran (el jefe = der fuhrer). [5]
Esa fue la base de una nueva asociación civil sin fines de lucro, que comenzó a girar bajo el nombre de Partido Socialista Obrero Bávaro (PSOB), liderado por Hitler, que se posicionó como la oposición marxista-leninista al gobierno gramscista del Cda. Eisner. [6]
Sólo dos semanas más tarde, el PSOB de Hitler celebró un convenio de alianza táctica con un partiducho nacionalista declarado fuera de la ley, conocido con el nombre de Partido de los Trabajadores Alemanes (Deutsche Arbertei Partei = DAP), liderado por el Dr. Anton Drexler (a) El Cerrajero, que quería emerger de las catacumbas a como diera lugar, aportándole sólo sesenta y cuatro nuevos afiliados (64), porque todo suma, claro está.
Hasta que un día, Hitler dejó de trabajar como empleado de una firma dedicada a l rubro de la decoración de interiores y consiguió un empleo como aprendiz de obrero industrial, nada más ni nada menos, que en la firma Bayerische Motoren Werke AG de Munich, matriz del BMW Grouppen de Baviera, afiliándose al sindicato de la empresa, adherido a la Asociación Bávara de la Industria Metalúrgica (ABIM).
Semanas más tarde, los obreros de la planta pararon la fábrica en demanda de mejoras salariales. En ese contexto, cincuenta tipos pagados con fondos provistos por el III-D, bien pero bien enfierrados, coparon el palco, anunciándole a la concurrencia de cinco mil trabajadores que les iba a hablar El Camarada Hitler.
Atónitos, lo vieron aparecerse enfundado en uniforme militar de cabo primero del ejército alemán (das reich wehrmatch), luciendo sus dos cruces de hierro, y peinado a la gomina, pero con un mechón lacio cayéndole sobre la sien izquierda, con bigotes mostachos mal cortados, es decir, luciendo como un héroe de guerra, pero también, la verdad, con un aire indiscutiblemente zurdo-putoide, claro está.
Si, pero hasta que empezó a bramar que el socialismo obrero bávaro debía dejar de ser internacionalista, para convertirse en nacionalista y que, además, debía de ser bávaro para ser alemán, y además, dejar de ser ateo para proclamarse católico apostólico romano, y qué tanto joder, invitando a todos a concurrir al día siguiente, a las seis de la tarde, a la cervecería de la plaza central de la ciudad (das bürgerbraufkeller), para celebrar con salchichas, chucrut y cerveza blanca y negra, pagadas por no se sabe quién (léase: El III-D), el cambio de la razón social del PSOB, por la nueva de Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (PNSOA), es decir, el partido nazi que, evidentemente, era antisistémico y subversivo para el gobierno gramscista de Munich.
Nada. No pasó nada. Sólo que se ganó tres mil afialiados de ambos sexos en el segundo acto político de su vida. Y se fue a un cementerio de Suiza, donde descanzaban los restos de su madre (Clara Pöezl), para agradecerle al altísimo que lo estuviera ayudando a hacer algo verdaderamente grande por Dios, por la iglesia católica y por la patria gran alemana, y el anciano sepulturero le contó la historia del hombre que fue su segundo marido y cuyos restos reposaban junto a los de ella. (¿?
Desde entonces, sin decirle nada a nadie, Hitler decidió tramitar el otorgamiento de su ciudanía suiza, pero presentando documentos de identidad que le encargó a un falsificador judío muniqués, a nombre de aquel sepulturero helvético seguramente ya fallecido para entonces (Hans Deutsche), abriendo luego una cuenta cifrada en un pequeño banco del país alpino de la villa lacustre de Interlaken, con corresponsalía en la sucursal muniquesa del Deutsche Bank AG de Frankfurt.
Y reclutó a doscientos afiliados al PNSOA y, sin decirle nada a nadie, los convirtió en miembros de la flamante fuerza de choque, es decir, de La Tormenta (Das Sturm Abteilung = Las SA), pondiéndolas al mando del Agte. III-D C-3 Cap. RW ® Dr. Ernst Rohm (a) El Maripozón, otorgándole el grado paramilitar de mariscal, reservándose para él el de gran mariscal de campo.
Se entrenaron varios meses en la chacra rivereña de El Lago Stamberg, perteneciente al director de la sección de propaganda del partido nazi (Joseph Goebbels), y planificaron y ejecutaron La Operación ´Cuerno de Oro´, personalmente liderada por Rohm, que implicó desplazarse a Austria, robar camiones, emplearlos para recorrer toda Austria y Checoslovaquía, asaltar cuanta joyería fuera descubierta por la inteligencia previa, obtener un botín en gemas y en metales nobles; recortarlos y fundirlos en la chacra de Goebbels y depositarlos en Interlaken a nombre de Hans Deutsche. [7]
Todo salió de maravillas, pero cuando la cosa llegó a oidos de La Zorra, lo convocó a Berlín y le dijo que eso implicaba un exceso disciplinario inaceptable, y lo conminó a renunciar, no sin antes mostrarle que su legajo contenía documentos que acreditaban que él era el nieto de un duque marrano alemán, nada más que para que no se le ocurriera la peregrina idea de empezar a molestar a los judíos, como se lo aconsejaba noche y día el director de la sección ideológica del partido nazi (Alfred Rossenberg (a) El Zaino). [8]
Pero ya era demasiado tarde. El ex Agte. III-D C-3 Gn. Mcl. SA Ing. Adolf Pöezel Hitler (a) Johannes Wolf (a) Hans Deutsche, (ng) El Fuhrer, de treinta y un años de edad, tenía autofinanciamiento, cinco mil afiliados, cien mil simpatizantes, su propia milicia fiel, un carisma personal irresistible y, sobre todo, una misión providencial que cumplir, que era hacer algo verdaderamente grande por Dios, por la iglesia católica y por la patria gran alemana.
Por eso, no tuvo grandes problemas para que el director general de la policía bávara y, a la vez, ministro del interior, Agte. III-D C-3 Crio. Gral. BKP Dr. Erick Eichhorn, le permitiera al partido nazi alquilar, nada más ni nada menos, que el estadio de futbol de la vecina localidad de Neurenberg, a donde el nazismo, gran operativo de propaganda mediante, logró reunir a más de cien mil personas (varones, mujeres, niños y ancianos) que deliraron al escuchar a ese petizo que tenía una labia subyugante, pero también, cuando se ponía a tiro, una mirada gris azulada de hielo que los dejaba como hipnotizados.
Y vino el primer referendum, en el cual, el pueblo bávaro, votaría a favor de la revolución pura (leninista) o de la revolución impura (gramscista), triunfando esta última, que era la planteada por el oficialismo comunista (98%), mientras la primera, propuesta por los nazis de Hitler por razones tácticas, sacó un microscópico cero coma ocho por ciento (0,8%). Right?
Era el cinco de mayo de 1920, pero Adolf Hitler ya había comprendido a fondo que las dificultades han sido hechas nada más que para ser vencidas, y no descanzaría hasta hacer algo verdaderamente grande, por Dios, por la iglesia católica y por la patria gran alemana, y nada más, claro está.
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.

















[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.

[3] Hitler nació en 1889. Empezó la primaria su villa natal de Branau am Inn (1895). Empezó la secundaria en un establecimiento confesional católico de la ciudad de Linz (1902). El mismo año que murió su madre, empezó a estudiar ingeniería civil en La Seccional Leonding de la facultad de arquitectura, ingeniería y urbanismo de la Universidad de Viena (1907-1913). Cuando ya estaba radicado en Munich, se enteró por los diarios que el edificio de La Seccional Leonding fue completamente destruído por un voraz incendio, motivo por el cual, no se animó a tramitar el otorgamiento de su diploma universitario de ingeniero civil por la vía judicial austríaca, donde la policía ya lo debía estar buscando por haber asesinado a Alois Hanisch, porque también seguía la investigación por los diarios, enterándose de que el sacerdote rompió el secreto de la confesión y lo denunció, llegándose a descubrir dónde fue comprada la navaja asesina, es decir, justo abajo de la pensión en la que vivía antes de matar a Hanisch, sin que jamás se haya podido establecer la identidad del asesino. Por eso, Adolf Hitler fue un ingeniero civil no diplomado, ocurriéndole exactamente lo mismo que al Ing. Juan Carlos Blumberg, y que a la Dra. Cristina Fernandez de Kirchner. Conste.

[4] Dicen los historiadores que tuvo una novia en una aldea francesa ocupada por los alemanes, pero la verdad es que ambos simpatizaron como personas y sólo fueron buenos amigos mientras las tropas germanas estuvieron allí (1915).

[5] Dicen que Odessa es la sigla de Organización de Antiguos Miembros de la Schutz Staffel (organisation der ehemaligem schutz staffel angehörigen). Pobres, no saben que las SS aún no existían en aquel entonces, y que Hitler le puso Odesa, por la ciudad rusa que quería conquistar su personaje favorito de la historia, es decir, Federico II de Prusia (a) El Grande, cuyo lema era que: "Mis tropas matan, secuestran, violan, roban e incendian todo a su paso. Atrás vienen mis leguleyos, que dan excelentes razones de por qué ellas hicieron lo que hicieron" (sic). Los que más saben del asunto, creen que algún colaborador escribió con doble ese por error el primer documento de esa hermandad esotérica, y quedó así. Conste.

[6] Hay historiadores que callan que Hitler fue comunista. No les gusta reconocer la verdad, ni de que era comunista, ni de que era un alcohólico, un drogadicto, un homosexual, un prostituto, un transvestido y un asesino, autoredimido por el pánico a la condena de su alma oscurecida a las llamas eternas del infierno. Es como si su inocultable orgullo nazi no les permitiera aceptar que, antes que nada, Adolf Hitler era un ser humano, con virtudes y defectos, igual que todos los demás, claro está. Conste.

[7] El cálculo estimativo, a valores de abril de 2012, arroja como resultado la frilera de novecientos mil millones de dólares (900 MMD´s = 0,9 BD´s), equivalentes al actual producto bruto interno de Australia. Conste.

[8] Los judíos convertidos al cristianismo son los cristianos nuevos (los marranos). Pero los marranos anti judíos, que reniegan de sus origenes, son conocidos con el nombre genérico de los zainos.

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