viernes, 6 de abril de 2012

211 Historia (Alemania)



Año I – Primera Edición – Editorial: 00000211 [1]



El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Viernes 6 de Abril de 2.012.





Algo Verdaderamente Grande III 
Por Rubén Vicente

Hitler estaba exhultante. Las elecciones generales del cinco de mayo de 1932 le dieron la reelección al presidente Hindenburg (81), pero también, le otorgaron la victoria al partido nazi, con el treinta y siete por ciento de los sufragios (37%). 

La nación alemana había decidido darle la oportunidad de gobernar a un partido político que enarbolaba las casi centenarias banderas del socialismo nacional (el nacional socialismo = el nazismo = el grünismo). [3] 

Pero nada, porque haciendo abuso de las facultades presidenciales que le otorgaba La Constitución de Weimar de 1919, Hindenburg negó la realidad y nombró como nuevo primer ministro (el canciller = der kanzler) a su segundo de abordo en el partido social cristiano, Dr. Heinrich Bruning, al que después de haber logrado Alemania salir completamente de la hiperinflación de la década anterior con la vuelta al patrón oro, le explotaron en las manos las esquirlas europeas de la gran depresión norteamericana, y tuvo que renunciar. 

Pero nada, porque aunque la cosa no daba para más, en vez de reconocer la verdad, Hindenburg volvió a abusar de sus atribuciones presidenciales y nombró como sucesor de Bruning al presidente del directorio del Partido Católico de Centro (PCC), Dr. Franz von Papen. 

Sin que Hindenburg lo supiera, Papen hizo lo que tenía que hacer, que fue consultar a su amigo de toda la vida, es decir, a su magestad, el monarca del reino renano de Lippe y, a la vez, ex canciller alemán del kaiser, Mcl. RW ® Dr. Eugene Kohln von Ribbentrop (a) El Católico, que le organizó La Conferencia de Lippe, en la que Ribbetrop, Papen y Hitler negociaron la renuncia de Papen, previa convocatoria de elecciones complementarias para noviembre en Lippe, en las que el nazismo volvería a imponerse con el treinta y cinco por ciento de los votos (35%), revalidando su título de primer partido político de Alemania. 

Pero Hindenburg sabía que Hitler era el nieto de un pequeño noble marrano austríaco (El Barón de Frankenberger), y no quería saber nada de medio judíos en el gobierno alemán, y por eso, abusó por tercera vez de sus atribuciones presidenciales, nombrando como nuevo canciller al director del arma de caballería del ejército alemán (das deutschland werhmatch), Tte. Gral. DW Arq. Kurt von Schlleicher, que iba bien rumbeado, pero no era nadie en la política nacional alemana. 

Y si, porque su idea era inventar El Hitlerismo Sin Hitler, pero la bomba de tiempo le estalló en las manos. Paros generales de alcance nacional por tiempo indeterminado con finalidades revolucionarias (léase: las huelgas); el lock out empresarial nacional, en protesta porque el gobierno no quería devaluar el marco alemán contra la libra esterlina, para darle competitividad ficticia a la economía germana y reducir del desempleo; las milicias comunistas fogoneadas por los rusos para tomar los cuarteles y las bases navales, como hacía quince años que no sucedía; la gente en las calles robando los almacenes para matarse el hambre como pudieran. 

En otras palabras, era la virtual segunda guerra civil alemana, y entonces, Schlleicher también renunció y Hindenburg no tuvo más remedio que reconocer la verdad ineluctable de que el pueblo alemán exigía que se acate su voluntad, expresada dos veces en las urnas, nombrando finalmente canciller al Gn. Mcl. SS Ing. Adolf Pöelz Hitler (a) Johannes Wolf (a) Hans Deutsche (a) El Botones del Hotel de la Wilhelmstrasse (ng) El Fuhrer, de cuarenta y tres años de edad (1933). [4] 

Era la hora suprema que tanto había soñado. Tenía la oportunidad de hacer algo verdaderamente grande por Dios, por la iglesia católica y por la patria gran alemana, nada más que para evitar que su alma oscurecida por el pecado, no fuera condenada a las llamas eternas del infierno. 

Pero no tenía a su lado al gran amor de su vida (Geli Raubal), y entonces, él sabía que las dificultades han sido creadas nada más que para superarlas, y nada más, claro está. 

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.











[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho que es teóricamente posible, pero que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería catastrófico.

[3] Véase El Cisne Negro (Editorial 28).

[4] Véase El Cisne Negro (Editorial 63)

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