Año I – Primera Edición – Editorial: 000000017
El Cisne Negro [1]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Martes 13 de Septiembre de 2.011.
Las Luces y las Sombras del Siglo Veintiuno
Por Rubén Vicente
Por un lado, esa maravilla de la alta tecnología cibernética que posibilita, entre otras cosas, la conexión de centenas de millones de personas en todo el mundo a través de las redes sociales.
Por el otro, está la baja tecnología criminal de vestirse con el uniforme subversivo de las zapatillas tipo Mesi, los joggins y la remera de la marca de las tres tiras, los gorritos de visera, las mochilas y las camperitas de capucha, por ejemplo, para arrancar con facas un baldozón de la plaza central de la segunda ciudad de un país latinoamericano, para transformarlo en cascotes usados como proyectiles en una batalla campal callejera entre grupos de estudiantes secundarios convocados por nadie a la micro guerra civil vía Facebook.
Eso es justamente lo que acaba de ocurrir en La Plaza Moreno de la ciudad argentina de la Plata, donde los chicos, si es que así se les puede llamar a esos vándalos semi profesionales que trabajan a sueldo para no se sabe quién, terminaron haciéndole frente a la policía de la provincia de Buenos Aires, que sólo pretendía restaurar el orden público quebrantado por la violencia organizada para la desestabilización, con un saldo de cuatro detenidos y de once heridos.
Exactamente igual empezó todo en el cercano oriente, y le pusieron el nombre romántico de la primavera árabe, mientras el que sabía que detrás de todo está Al Qaeda, ahora está exhiliado en Niger, viendo al pueblo al que él y sólo él le supo dar la dignidad que merecía, quedar en manos de los mercenarios armados por la CIA, formando un grotesco gobierno títere que les venda a ellos el maldito petróleo a precio vil.
Y si, es así, pegan por todos lados, donde sea y como sea, y fogonean el conflicto para que escale hasta donde las circunstancias se lo permitan, porque si nosotros levantamos cabeza mientras ellos se hunden, nunca más volverán a poder decirnos insolentemente lo que debemos hacer y eso es lo que no pueden tolerar ni permitir (no way).
Es que para ellos vale todo con tal de mantener la hegemonía planetaria, desde organizar convocatorias por Facebook hasta pagarle el paco a los chicos para que salgan a destruir todo en las calles y a simular que se pelean entre ellos, cuando el objetivo real es provocar el enfrentamiento con la policía generando el caos.
Y todo eso, justo cuando la sociedad argentina está en vilo sin saber quién mató a una nena de once años y el gobierno está en jaque por las declaraciones de un agente secreto (C-3) de la Defense Intelligence Agency (DIA) en la Argentina, infiltrado en una fundación defensora de los derechos humanos, sólo para destruirla desde adentro y pulverizar a su ícono máximo, que es la gran madre de otra plaza que jamás será vencida.
Y si, es así, porque ellos saben muy bien cómo hacer las cosas, pero no siempre les salen como ellos quieren, y de ninguna forma podrán evitar que este pueblo se pronuncie soberanamente en octubre por la profundización del cambio que a ellos los deja afuera de nuestro destino de grandeza nacional, regional y mundial.
Independencia económica, justicia social, soberanía política, integración latinoamericana y tercera posición internacional, ahora equidistante de la globalización unipolarista y de la antiglobalización multipolarista, son los objetivos justicialistas casi unánimes e irrenunciables de todo pueblo argentino en su conjunto, independientemente de los circunstanciales alineamientos individuales con uno u otro partido o alianza en cada acto electoral.
No saben resolver sus problemas, pero saben crear los nuestros, y nosotros debemos tener simpre bien claro quién está detrás de todo este quilombo que vemos a diario en las calles y en todos lados.
Quieren nuestras tierras; y quieren nuestros alimentos; y quieren nuestros metales, y quieren nuestros hidrocarburos, y quieren nuestro cerebro y quieren nuestra dignidad, pero como decía Juana Azurduy, no pasarán.
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.
[1] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
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