jueves, 22 de diciembre de 2011

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Año I – Primera Edición – Editorial: 000000016

El Cisne Negro [1]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Domingo 11 de Septiembre de 2.011.


Hágase tu Voluntad
Por Rubén Vicente

Si los padres peregrinos del May Flower hubieran tenido internet y wikipedia en sus sepulcros se hubieran dado cuenta que todo comenzó con la dolce vita del american way of life de la guerra fría.
Los ex combatientes de la segunda guerra mundial eran los orgullosos herederos de una tradición tetracentenaria de fe, de trabajo y de batalla contra el diablo, que después de haber visto brillar la luz exterminadora de Hiroshima, sentían que había llegado la hora de disfrutar de las bondades de la revolución tecnológica del siglo veinte, que era estadoundense, garantizándoles a todos, pero a todos, una casa ultramoderna completamente equipada, un automovil siempre último modelo y un trabajo muy bien pago y con perspectivas de ascenso ilimitado, de lunes a viernes y de nueve a cinco, en las descomunales corporaciones de alcance mundial de la primera potencia capitalista.
El único peligro a la vista era para ellos el comunismo satánico y el único enemigo real era la Unión Soviética, a la que sólo había que mantenerle apuntados los misiles intercontinentales con ovijas nucleares y ganarle la carrera espacial para que su derrota no fuera más que cuestión de tiempo.
Saborear un hot dog con pepinillos y beberse una coca cola en el yankee stadium, mirando a los medias rojas de Nueva York contra los bengals de Cincinnaty en la serie mundial era lo más para ellos, y salir del salón de belleza luciendo como Elisabeth Taylor era el summun para sus esposas legítimas y madres de sus hijos, que pelearían alguna otra guerra en la siguiente generación, nada más que para Dios bendiga América, como siempre fue y como siempre sería.
Sin embargo, en las profundidades del tejido social norteamericano de los cincuenta algo estaba empezando a desgarrarse sin que nadie quisiera advertirlo. Una adolecencia rebelde sin causa, que crecía en hogares de padres inéditamente divorciados y vueltos más de una vez, construyó sus propios íconos drogadictos, rockanroleros, motociclistas, pacifistas y amantes del orientalismo budista o musulmán, que se burlaban en público del sistema capitalista, liberal, democrático, patriótico y cristiano que siempre fue el alma del Occidente.
James Dean, Jack Kennedy, Malcom X, Martin Luther King, Bobby Kennedy, Jimmy Hendrix y John Lennon fueron sus mártires inspiradores en la juventud, mientras se convertían ellos mismos en warriors derrotados del lejano oriente, en hippies californianos, en easy readers del medio oeste, en yoppies de Wall Street o en upstarts de Harvard, mientras Nixon les daba la razón, pulverizando el respaldo en oro del dólar, haciéndose amigo de los maditos chinos y saliendo por la puerta de atrás de la casa blanca en medio del escándalo nacional y de la vergueza mundial.
Justo en ese momento, un joven blanco practicaba el rock del reloj con su saxo en Arkansas y un joven negro lo tarareaba mientras hacía trabajo social en Chicago, dejando que en las décadas siguientes que todos vieran por la web lo que al primero le hacía en el salón oval la becaria Mónica Levinsky y los nexos deleznables que el segundo registra con la British Petroleum concomitantemente con el derrame en el Golfo de México.
Ni las redes sociales, ni los black berry, ni las imágenes en HD y 3D, ni el escudo misílistico pudieron mantener erguidas a las torres gemelas, ni evitar las nuevas guerras por el control de la amapola y el petróleo en el cercano oriente, fanático y hambriento, que quiere liberarse bajo la protección de Allah, ni los desastres naturales pro islámicos de Katrina o de Irene, ni el colapso pro musulmán del mercado de las hipotecas, ni la quiebra pro coránica de Lehman Brother´s, ni el vacío de poder pro talibán del Potomac, podrán evitar lo inevitable, no importa cuanta conmemoración se organice ni cuanto discurso se pronuncie.
El reloj de la historia está punto de señalar el instante eucarístico de la gran jihad, que comenzará con un cometa en Meggido y causará la cruxificción imperial del globalismo unilateralista de modo inexorable. La hora tenebrosa de las tinieblas alqaedanas se ciernen amenzantes sobre todos nosotros los mortales del mundo entero, pero Dios sabrá distinguir elegidos y condenados, y los primeros sobrevivirán al armagedón, mientras los segundos verán arrearse sin pena ni gloria el pabellón de las barras y las estrellas, por la propia necedad de su clase dirigente ciegamente atea y enferma terminal de codicia contagiosa, que es uno de los pacados capitales, claro está. Los humildes serán enzalsados y los soberbios serán humillados. Esa es nuestra fe, amén.
Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.


[1] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.

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