El Cisne Negro [1]
El Diario Digital de la Historia y la Geopolíca
Miércoles 24 de Agosto de 2.011.
Jesús Huerta Soto se Equivoca de Cabo a Rabo
Por Rubén Vicente
Este profesor de economía español acaba de publicar un video clase en YouTube, diciendo que el imperio romano cayó por el intervencionismo estatal, por la inflación y por el estado de bienestar, negándole validez al problema de los bárbaros. Está más que completamente equivocado, y vamos a ver por qué.
Primer error garrafal. Del millón de habitantes de la capital imperial sólo una décima parte eran indigentes, fundamentalmente, por razones de vejez o de enfermedad incapacitante para el trabajo. El estado compraba el grano a precios de mercado y lo distribuía gratuitamente a esa gente sin recursos. Si todo el imperio tenía diez millones de habitantes, que sólo el alimento de cien mil hayan sido bancado por el estado, no puede nunca haber hecho quebrar las arcas públicas.
Segundo error garrafal. Jamás hubo estado de bienestar, ni en la era de la república ni en la del imperio, ni durante el período bizantino. Jamás se contruyeron casas con fondos del estado, ni hubieron hospitales del estado, ni la educación fue gratuita y para todos, ni se pagaron jubilaciones a los empleados públicos. El circo era estatal y, más precisamente, administrado por las congregaciones religiosas de los dioses ancestrales (Júpiter, Marte, Saturno, Venus, etc.) y, justamente, se pagaba entrada religiosamente, porque con el bolsillo de los sacerdotes no se jode, igual que como fue durante la edad media con la iglesia católica, que había que pagar hasta para que te dejen ir a la procesión, claro está.
Tercer error garrafal. Habla de intervencionismo estatal, olvidando que toda la economía romana se basó siempre en el capital de los optimates, es decir, de los magnates, que hoy formarían parte del stablishment (tipo Paul Gety, John David Rockefeller, Carlos Slim, etc., etc.). Ellos financiaron la construcción de las obras públicas (las fortalezas, los templos, los palacios, los cementerios, los caminos, los acueductos, los baños públicos, los circos, los mercados, etc.) y los ejércitos conquistadores (Escipión, Julio César, Marco Antonio, Augusto, Adriano, Marco Aurelio, etc., etc.).
Cuando las minas dejaron de dar oro y plata, se acabaron las conquistas y los bárbaros empezaron a tomar tierras en la perisferia imperial (asiática, africana y europea), haciendo que mezclar el metálico duro con cobre, estaño, plomo, zinc y antimonio, fuera la única forma de financiar los ejércitos destinados a contener la invasión.
Eso es inflación y solamente ahí le doy la derecha a este mequetrefe ignorante de la historia universal, que le llena la cabeza con idioteces liberales, globalistas y unipolaristas a pibes que confían incautamente en su falsa sabiduría.
No nos engañemos. Lo único que quiere es que, en la actual guerra del mercado contra el estado, venza el mercado y reviente el estado, haciéndole el juego a las multinacionales y a las logias masónicas que las controlan, pretendiendo instaurar el maldito anarcocapitalismo, que es lo más parecido que yo he visto a Los Protocolos de los Sabios de Sión, y nada más, claro está.
Sólo date cuenta que hasta los portaviones norteamericanos (JP Morgan, City Group, Bank of America y Wells Fargo) aceptan la validez del salvaje financiero del gobierno de los EEUU, porque cuando las papas queman, hasta ellos piden la escupidera, porque quieren lejos de la patria a los indignados del mundo, Al Qeada incluído (léase: los bárbaros actuales).
Y si me dijeran que soy yo el que está muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.
[1] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
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