jueves, 22 de diciembre de 2011

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Año I – Primera Edición – Editorial: 000000013

El Cisne Negro [1]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Domingo 4 de Septiembre de 2.011.


El Bebé de Rosemary
Por Rubén Vicente

La conquista europea de América Central dejó excluídos a los indios americanos sometidos y a los negros africanos esclavizados, surgiendo la raza mixta y autóctona de los zambos, fundamentalmente en las ciudades de las repúblicas de Belice, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá.

El culto amerindio a las fuerzas de la naturaleza se conjugó gradualmente con el animismo africano (el vudú, el kandonblé, el umbanda y el kimbanda) y con el catolicismo apostólico romano, para dar origen a una religiosidad popular local que recibe el nombre de la mara.

La ceremonia central de la mara es El Rito de la Candela (ver videos en You Tube), durante el cual son iniciados sexualmente niños de diez años de edad, en abominable ofrenda a Satanás.

La Guerra Fría (1946-1991) tuvo uno de sus epicentros en Centroamérica, y las comunidades de la mara fueron blanco de las actividades subrepticias y clandestinas de las estaciones locales del KGB y de la CIA, reclutando combatientes para la revolución marxista, o para la contrarrevolución capitalista, participando de las guerras civiles centroamericanas de los setenta y de principios de los ochenta.

Durante la última década del siglo veinte, la desmovilización post guerra civil provocó un fenómeno de atomización de las maras centroamericanas y de la criminalización organizada de las mismas (la trata de personas y los tráficos ilícitos), comenzando a contar con una estructura material descentralizada (casas seguras, vehículos, celulares, computadoras, armamento, organización jerárquica e impunidad, garantizada por las redes de complicidad policial, judicial y política), convirtiéndose en una pesadilla para los pueblos y los gobiernos de la región.

Lamentablemente, durante la primera década del siglo veintiuno (el tercer milenio) no han sido pocos los informes de los servicios de inteligencia occidentales que dan cuenta de la expansión de la mafia rusa y de las maras sobre el resto de América Latina (léase: México y Sudamérica), incluyendo el Brasil y la Argentina, claro está (nunca se les dieron bola).

En ese contexto, hay dos datos para tener en cuenta. El primero es que Villa Corea está habitada por un número reducido de ex ciudadanos de la ex URSS (ver Wikipedia), que bien podrian continuar siendo manejados por el SIF (ex KGB), conformando una suerte de mafia rusa local, fundamentalmente dedicada al juego clandestino, al lavado de dinero y al financiamiento del terrorismo. El segundo es que, las demás manifestaciones de criminalidad de José León Suarez son enteramente compatibles con la organización material y espiritual de las maras centroamericanas, que serían algo así como la mano de obra visible (léase: los comandos operativos tercerizados).

Bajo esa comprensión, no extraña entonces que los investigadores de El Caso Candela estén manejando en absoluta reserva las hipótesis de que la niña fue iniciada sexualmente hace un año, evidenciando la autopcia que el cadaver muestra una vagina de como treinta años de edad (sic) y de que si bien no fue abusada sexualmente durante su presunto cautiverio, su deceso haya sido una especie de asesinato ritual, disfrazado de secuestro exorsivo.

Para decirlo en una palabra, El Caso Candela sería la punta del iceberg de un debut tenebroso de la alianza táctica de la mafia rusa y de las maras del partido bonaerense de San Martín, ahora operando en Hurllingham.

En esa línea de pensamiento, obviamente provisoria, la alta complejidad del asunto amerita que las pistas diversas y aparentemente contradictorias y excluyentes, deban ser objeto de análisis estratégico de la comunidad de inteligencia nacional (los servicios policiales, militares y gubernamentales), actuando como una fuerza de tareas (the task force) auxiliar de la justicia fe-de-ral, que sea capaz de esclarer los hechos; de identificar a los partícipes y encubridores; de deslindar las responsabilidades y de aplicar la sanciones que en definitva correspondan, no sólo en aras de los derechos humanos, de la seguridad ciudadana y de la democracia constitucional, sino también y sobre todo, de la seguridad nacional, que es lo que realmente parece estar en juego en este entramado ciertamente diabólico.

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.


[1] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es la alegoría de un hecho teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.

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