lunes, 19 de diciembre de 2011

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Año I – Primera Edición – Editorial: 00000007

El Cisne Negro [1]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolíca
Miércoles 31 de Agosto de 2.011.

La Propagación de la Ignorancia Ilustrada
Por Rubén Vicente

Hace exactamente una semana atrás, mediante un artículo titulado con el nombre de Jesús Huerta Soto se Equivoca de Cabo a Rabo, criticamos la posición de ese catédratico español que anda colgando sus video clases en YouTube, sosteniendo que la causa real de la caída del imperio romano fue el intervencionismo, la inflación y el estado de bienestar, intentando demostrar de ese modo que esa es la causa de la actual crisis mundial y de todas las que sobrevendrán en el futuro de la humanidad, alineándose con el mercado en su guerra diabólica contra el estado e integrando por ello el bando ideológico del anarcocapitalismo de las multinacionales, que es la versión siglo veintiuno de Los Protolos de los Sabios de Sion, y nada más, claro está.

Asombrados vemos hoy en la página electrónica de Historia sin Herramientas.com un artículo anónimo que va en la misma línea de pensamiento, titulado con el nombre de La Inflación Acabó con el Imperio Romano, demostrando que el mundo entero (orbis) está siendo atacado por un virus letal, que es la propagación de la ignoracia ilustrada.

También allí se desmiente la verdad ineluctable de que la invasión de los bárbaros fue la causa única, real y concreta del desmoronamiento súbito del imperio universal y cristiano de la antigüedad.

La idea de estos perros satánicos es que durante los casi ocho siglos de vigencia de la república romana, los ejércitos se financiaban con capital privado en oro puro. Agusto (27 aC a 14 dC) instauró el patrón plata-plata, con una moneda (el talento) acuñada en metal argentífero al 95%. En esa moneda cobró su premio a la traición Judas Isacariote. Doscientos años más tarde, la moneda romana ya era de plata pura a sólo el 15%, significando ello un envilecimiento anual del 0,8% (la inflación).

La hipótesis demoníaca de estos catedráticos de Lucifer es que la decadencia comenzó con La Crisis del Siglo Tercero, iniciada por Caracala, quien en el año 211 ordenó acuñar moneda romana con metales viles (cobre, estaño, zinc, plomo y antimonio) en plata al 7%, implicando una mega devaluación record histórico universal del 50% en un solo año (la hiperinflación), sin que nadie se percatara del fraude institucionalizado contra una sociedad próspera, culta y refinada, que comenzaba a ser insólitamente atacada por las tribus germánicas, harapientas e iletradas, estallando entonces La Invasión de los Bárbaros.

Estos súcubos del infierno cooptadores de los claustros y de la Internet aseguran que los siguientes emperadores fueron todos militares, que llegaron al poder por golpe de estado o magnicidio y que terminaron asesinados por miembros de su propia custodia, mientras lideraban las campañas de reconquista de los territorios perdidos para siempre (like JFK). Ninguno de ellos dejó de seguir davaluando más y más la moneda romana (like Nixon y Obama), hasta que talento de plata fue reemplazado por el denario de cobre bañado en plata que, nominalmente, seguía valiendo invariablemente lo mismo que la moneda de Augusto, implicando una teradevaluación del 1000% en un solo año (Dioclesiano = 290 dC).

Los arcángeles del averno globalista y unipolarista dicen que cuando el colapso quedó en evidencia, sobrevino La Corrección de Constantino (el ajuste salvaje), por la vía de la reinstauración del patrón oro-oro; de la drástica reducción del gasto público civil; de los impuestazos a mansalva y del establecimiento de precios máximos para el trigo, la harina y el aceite (la crisis alementaria). Paradógicamente, los mastines del hades aseguran que el orden monetario y fiscal le devolvió al imperio romano su último siglo de grandeza ya cristiana. [2]

Sin embargo, con cara de cemento, sostienen contradictoriamente que durante ese glorioso siglo cuarto de la consagración del cristianismo como religión oficial del imperio, las invasiones bárbaras se intensificaron, los proconsulados comenzaron a declararse independientes y la economía imperial cayó en la desaceleración, luego en la recesión y después en la depresión, hasta que se fragmentó la unidad política del imperio (Roma y Bizancio) y a finales del siglo quinto cayó Roma, concluyendo la luz de la edad antigua y comenzando la oscuridad de la edad media.

Dicen si entender absolutamente nada que la iglesia comenzó a acumular oro. Los monjes guerreros (los hospitalarios y los templarios) acuñaron sus propias monedas y financiaron los ejércitos cruzados fundadores del gran reino de Ultramar (Olmetremere = El Levante = El Cercano Oriente Cristiano = El Reino Latino de Jerusalén), pero la población del sacro imperio romano de la nación alemana (la gran alemania = el reich = el imperio de los mil años = la proto unión europea = 800-1815) continuó manejándose con los denarios de cobre bañados en plata, acuñados por los financistas judíos (la moneda corriente = los follis = los patacones).

Y concluyen que sobrevino un proceso de concentración de la propiedad de la tierra en pocas manos y la pérdida de la autonomía de los campesinos libres, instaurándose los foedus (los señoríos feudales), que sólo cederían su poder ante el surgimiento de la burguesía industrial, mercantil y financiera de las naciones europeas de la edad moderna laicista, que vivió bajo el patrón oro-oro, mientras nacían los bancos centrales, las bolsas y las aseguradoras, que manejeban una economía capitalista basada en los billetes completamente respaldados en metálico (la inflación cero).

¿Saben qué? Estos malditos tienen toda la razón, pero su gran falacia se basa en el hecho de que no computan en su falso silogismo la verdad primera (el factor religioso), que es el auténtico motor del cambio social, cultural, político y jurídico (la transformación de los cuerpos, las almas y las instituciones).

No se dan cuenta que los bárbaros de la antigüedad invadían mientras se convertían al cristianismo, y si no es cierto, que se lo pregunten a Atila luego de conferenciar en secreto con el papa León, o a Kublai Khan antes de nombrar embajador tártaro en Venecia al cristiano Marco Polo.

Hoy la revolución de los jazmines del cercano oriente es contra la impiedad de las monarquías totalitarias y de las repúblicas dictatoriales supuestamente musulmanas. Hoy la indignación británica, española o chilena, lo mismo da, siente la presencia invisible del espíritu santo, que es el verdero obrador de los huracanes de los últimos tiempos (Katrina e Irene) o de los sunamis nucleares de los últimos días (Fukushima).

Ignorando las verdades milenarias de la alquimia, los que contribuyen a la propagación de la ignorancia ilustrada, tienen toda la razón respecto a que la impresión de dinero si respaldo en metálico (la inflación) es la causa única de todos los demás males económicos y sociales padecidos en la crisis mundial (el efecto jazz = la gran recesión = la segunda gran depresión = el apocalipsis now), pero fallan por la base, pues no computan que la piedra filosofal de todo lo que está sucediendo en el mundo (orbis) es la obra oculta de la divina providencia, que está a punto de lanzar el combate final contra Satanás (la tercera guerra mundial = el holocausto nuclear = el armagedón), que comenzará en Meggido, claro está.

El Cristo del Futuro (el paráclito) ya está entre nosotros, para enfrentarse a Petrus Romanus y a su gárgola negra. No he venido al mundo a traer la paz sino la guerra (sic). Dont you remember?

Siendo así, dejemos que la propagación de la ignorancia ilustrada siga intentando vanamente sustituir al estado por el mercado y confiemos en que no lo lograrán, porque no hubiera habido Cristo sin un Augusto que lo precediera (el estado es el cuerpo de la iglesia y la iglesia es al alma del estado), y no habrá paráclito sin un cambio espiritual que lo deje llegar como un ladrón en la noche, es decir, sin aviso previo, como está anunciado en las sagradas escrituras; como fue confirmado por San Malaquías; como fue reconfirmado por Nostradamus; como fue reconocido por Los Manuscritos del Mar Muerto y como fue ratificado hasta por Las Profesías Mayas.

Qué saben estos burros sacrílegos lo que es Dios, si sólo viven para el maldito oro del infierno. Ni si quiera se dignan leer a Lutero y a Calvino antes de tomar la decisión de hablar, escribir, enseñar y propalar sus iniquidades bestiales. Porque son los falsos profetas de la QE-3, nosotros decimos con paciencia, piedad, caridad y misericordia: Perdónalos señor, porque no saben lo que hacen, y nada más, claro está.

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.



[1] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.

[2] El oro del erario público romano provino de la confiscación del metal aúreo en manos de los templos paganos de los proconsulados orientales (léase: el saqueo de las cajas de seguridad).

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