miércoles, 21 de diciembre de 2011

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Año I – Primera Edición – Editorial: 00000008

El Cisne Negro [1]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolíca
Jueves 1° de Septiembre de 2.011.


El Día de la Bestia
Por Rubén Vicente

Aristóteles decía que un hombre (varón o mujer) que vive fuera de la polis es un ángel o una bestia, porque el hombre es por naturaleza un ser gregario (tá zoon politikon). Por ende, a las bestias y a los hombres se los trata como tales y no existe confusión al respecto.

Veinticuatro siglos más tarde, inspirado en la legislación occidental, Dalmacio Velez Sarsfield definió en el código civil a las personas de existencia física, como aquellos seres dotados de signos carácterísticos de humanidad (sic), que no es sólo la razón, sino también, el ajuste de la conducta personal a la virtud (la piedad, la caridad, la misericordia, etc.).

Aunque no defina lo que implica ser un ser humano, el artículo primero de la declaración universal de los derechos humanos de mil novecientos cuarenta y ocho establece que las naciones unidas piensan que la escencia de la humanidad es estar dotado de razón y conciencia. [2]

Nadie es perfecto, pero es evidente que hay seres que por su alejamiento extremo de la virtud, verdaderamente, muestran en su comportamientos signos característicos de inhumanidad y, por ende, de bestialidad y, más precisamente, de crueldad infinita y absolutamnte perserva, es decir, de pura, lisa y llana ferocidad (ej.: Sargón II, Nerón, Atyila, Bernardo Guy, Jacques Robespierre, Joseph Stalin, Adolf Hitler, Amin Gemaiel, Jack el Destripador, Josef Fritzl, El Padre Grassi, etc, etc, etc.). [3]

No importa cuáles hayan sido las circunstancias en que se hayan desenvuelto sus malditas existencias. No interesa que tan indigentes o encumbrados hayan llegado a ser. Lo único importante es que se comportaron como fieras archienemigas de la humanidad, no correspondiéndoles en consecuencia ni el honor ni el derecho de ser reputados como seres humanos.

Perón decía que al enemigo ni justicia. Nada, hay que matarlo como un perro rabioso, porque eso es justamente lo que es, es decir, una amenaza para la civilización.

Siendo así, pregunta: ¿Qué es el asesino de Candela? ¿Un hombre o una fiera? ¿Merece que se le apliquen las normas ralativas a los seres humanos? ¿O debe ser aniquilado como una bestia feroz que amenza la existencia misma de la civilización? ¿Merece ser sometido a proceso judicial para que quede en evidencia que no es un hombre sino una hiena? ¿Qué pena debe aplicarse al monstruo que fue capaz de asesinar tan cruelmente a una niña inocente de toda inocencia? ¿Es justa la pena de muerte por fusilamiento para quienes cometen delitos aberrantes, como el asesinato, el secuestro, la violación o el robo?

Aberrante viene de ab y de errante, es decir, de los que están sujetos al tratamiento de los que no tienen dios ni patria ni hogar, justamente, porque no son seres humanos, sino ángeles negros o bestias foreces que viven fuera de la polis.

Entonces, por favor, no me vengan con los derechos humanos del asesino de Candela, porque le vamos a estar pijiando mal al viscachazo, si pensamos que ese monstruo no merece la pena de muerte, igual que el que mató a María Soledad Morales, a Axel Blumberg y tantos otros, que jamás debieron ser víctimas de la desnaturalización de la doctrina de los derechos humanos y de la sacralización satánica de la doctrina la despenalización del derecho penal, cuyo numen en la Argentina es, nada más ni nada menos, que un ministro prostibulario de la corte suprema, que anda diciendo en sus libros que el robo de automotores no debe ser castigado porque basta con el seguro; que es menos grave violar a una nena con la luz encendida que apagada y que juró (no nos olvidamos) por las actas del proceso, claro está.

Ya es hora de que nuestros gobernantes (presidentes, ministros, legisladores y jueces) comprendan que para que las cárceles sean sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los condenados, es preciso que en ellas no sean alojadas las fieras, sino únicamente los seres humanos que hay infringido la ley penal, porque el lugar de las bestias feroces es el cementerio y gracias que den que se permita que sus tumbas malditas estén en el mismo campo santo en el que descanzan de los que han muerto en la gracia de Dios.

Sólo imaginemos qué país tendríamos si en los establecimientos penitenarios no hubieran asesinos, ni secuestradores, ni violadores ni ladrones, porque están todos muertos en el paredón de la democracia constitucional.

Gusto nos daría entonces aplicarles a los condenados la probation, el dos por uno, la libertad vigilada y todos los demás beneficios procesales que corresponden a los seres humanos que han transgredido la ley criminal.

Gusto nos daría entonces estar seguros de que el que las hace las paga, y de que si se trata de una bestia feroz, termina como un maldito perro rabioso que hay que exterminar para que deje de ser una amenaza para los demás, delincuentes en la cárcel incluídos, porque tampoco nos olvidamos de los hornos crematorios que vimos durante los motines carcelarios, que no fueron utilizados por hombres presos por haber violado la ley, sino por las panteras negras, por las boas y por hienas, que no merecen seguir viendo ni detrás de los barrotes.

La pena de muerte y el juicio por jurados son dos remedios constitucionales que están inexplicablemente pendientes de regulación desde hace mucho más de ciento cincuenta años y, en vez de cumplir el mandato supremo de la carta magna, andamos con esas pedorradas de la pulserita de los violadores y de la falsa discriminación que supuestamente plantea el banco de adn de las fieras que andan sueltas por la calle, o que son las hembras de sus compañeros del pabellón tumbero.

Larga vida a los derechos humanos y pena de muerte para las fieras condenadas por el jurado del pueblo que anhela impostergablemente la paz, la justicia, la libertad y la seguridad que manda la constitución que no se cumple, nada más que porque está infectada de izquierdismo, que es la enfermedad infantil del marxismo, claro está.

No nos confundamos más. No permitamos que nos sigan llegando la cabeza con esa mierda de ideología anarquista. No dejemos que nuestros bienes ni nuestros seres queridos sigan siendo rehenes indefensos de las fieras protegidas por los ángeles negros de los tribunales, del parlamento y de la casa rosada si los hubiere.

Reaccionemos, pero reaccionemos bien. Exijamos la inmediata implantación del juicio por jurados y de la pena de muerte por fusilamiento (el paredón) para los asesinos, los secuestradores, los violadores y los ladrones. Soñemos con cárceles en las que cumplan humana condena sólo quienes no han hecho lo suficiente para merecer la muerte. Andemos tranquilos por la calle sabiendo que hemos hecho lo correcto al apoyar el exterminio masivo de la infinita crueldad inhumana. No le sigamos haciendo el juego al satanismo leguleyo que se beneficia con esta sistema penal luciferino. No permitamos que nos digan nazis por pretender que se cumpla la constitución que ellos no quieren cumplir porque no les conviene. Terminemos de una vez y para siempre con esta pesadilla y seamos libres, que lo demás no importa nada, decía San Martín.

En una palabra, demostremos que estamos dotados de plena razón y conciencia, porque eso es ser seres auténticamente humanos, y nada más, claro está.

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.






[1] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.

[2] Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y
     conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.

[3] Amin Gemaniel era presidente del Líbano cuando la milicia de su partido social democrata cristiano (las falanges libanesas) llevaron a cabo La Masacre de Shabra y Shatila. Josef Fritzl (a) El Monstruo de Austria matuvo raptada a su propia hija adolecente en un sótano durante trece años, violándola sistemáticamente y haciéndole tener cinco hijos incestuosos mientras, durante sus vacaciones estivales, viajaba a Tailandia, en busca de turismo sexual con niños y niñas menores de diez años sometidos a la trata de personas.

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