martes, 16 de abril de 2013

557 Historia (España)


Año II – Primera Edición – Editorial: 00000557 [1]

 
El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Martes 16 de Abril de 2.013.



                             El Guernica de Picasso

 
La Guerra Civil Española III
Por Rubén Vicente

La historia no perdona a los pueblos que se suicidan, por el creador y supremo gobernante universal, suele salvar a las naciones que le sirven con fidelidad inclaudicable, enviándoles un profeta, bajo el lema de que a Dios rogando y con el mazo dando, obvio.
Siempre depende de las circunstancias de modo, tiempo y lugar, pero esta verdad ineluctable, se ha visto confirmada con Israel, gobernada por El Dios de los Ejércitos (léase: Yavé Sebaot), pero a través de su profeta guerrero (David).
Y se reconfirmó en la Iberia de La Guerra Civil Española (1936-1939), donde el profeta era un absoluto don nadie de la perisferia militar africana. 

Los ángeles gurdianes luciferinos del gobierno republicano eran La Unión Soviética, Francia, Gran Bretaña y los EEUU, mientras los divinos del bando insurrecto de la gloriosa resurrección, fueron La Italia de Mussolini y La Alemania de Hitler. 

Esos mismos ángeles batallaban en la guerra civil de La Palestina Británica (1935-1948), pero donde más se dieron para que tengan, guarden y repartan, fue en España, donde los ríos de sangre se convirtieron en un gran mar que todo lo anegó. 

En realidad, la guerra empezó en marzo, cuando el generalato de reunió en Madrid, presidido por Francisco Franco, que planeba dar el golpe y poner en el poder al golpista fallido y exhiliado (José Sanjurjo). 

Cuando el sábado dieciocho de julio estalló la insurrección, el ejército se dividió entre los leales a la república, que controlaban el norte del país, y los insurrectos que querían la monarquía, que dominaban el sur gibraltareño y el este mediterráneo.  

Siempre fieles a su espíritu bestial, los bandos civiles y militares de la facción republicana se fueron anarquizando hasta perder la unidad, la organización y los territorios que, uno a uno, fueron cayendo bajo el poder implacable de la zona nacional facista, liderada con puño de acero por Franco, que para entonces, ya había sido bautizado por la prensa monárquica como El Generalísimo. 

Pero Franco se hizo grande para los suyos, cuando ordenó suspender el asedio de Madrid, para salvar la vida de los monarquistas, que resistían con heroismo el cerco del gobierno republicano, en El Alcazar de Toledo. 

La Batalla de Madrid se hizo encarnizada, mientras el gobierno republicano abandonó la capital, dejándola en manos de una junta militar leal, a la par de que las cortes y el gabinete se trasladaban peligrosamente en avión hacia una Valencia sitiada, pero capaz de aguantar. 

Ya estaba todo perdido para los luciferinos, pero su gran jefe (Azaña) no estaba dispuesto a entregar las tierras del Cid, y le insufló su fétido aliento a los súcubos, que recobraron su fuerza, ensayando una contraofensiva, que fue lo suficientemente contundente, como para alargar innecesariamente el curso de la guerra civil. 

Y ahí empezaron a tallar otros factores, como la directa intervención paramilitar nazi-fascista y germano-italiana, y los intereses plutocráticos mundiales, y las intrigas de la diplomacia franco-anglo-americana, armadora de Las Brigadas Internacionales, de las que formaron parte muchos españoles no católicos, sino judíos y musulmanes, nada más que por odio a Nuestro Señor Jesucristo, no jodamos. 

Para mediados de 1938, la ecuación bélico geográfica se había invertido. Los monarquicos controlaban toda España, mientras los republicanos conservaban el sudeste mediterráneo y el noreste pirenaico, incluyendo Valencia, Barcelona y Madrid. 

Ambos bandos negociaron en secreto con las grandes potencias, y mientras Alemania anexaba Checoslovaquia, los republicanos aceptaban la disolución de las brigadas internacionales, y los monárquicos decidieron el retiro de las fuerzas italianas. 

Pero además, Franco negoció en secreto con París, Londres y Washington que, si lo dejaban ganar, él haría que España fuera neutral, en la inminente e imparable segunda guerra mundial que se avecinaba. 

Dicen que la magia no existe, pero la verdad, fue que con Franco tuvieron que hacer magia, traicionando a los aliados republicanos, y permitiendo que los enemigos monarquicos provocaran, nada más ni nada menos, que La Caída de Valencia, La Caída de Barcelona y La Caída de Madrid, el sábado primero de abril de 1939. 

Abadón traicionó a Satanás, y le revolución social soñada por la segunda república española, le dejó paso al nuevo profeta de la resurrección ibérica, que fue sin duda alguna El Generálismo. ¡Y a bur! 

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.


[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
 
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
 

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