sábado, 13 de abril de 2013

554 Geopolítica (Mundial)



Año II – Primera Edición – Editorial: 00000554 [1]

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Sábado 13 de Abril de 2.013.





La Segregación de la Soberbia
Por Rubén Vicente

En una entrevista televisiva memorable de los sesenta del blanco y negro, el papable Eduardo Pironio hizo la diferencia, explicando que la iglesia es una monarquía voluntaria, mientras que el estado es una democracia compulsiva (sic). 

Y si, porque ningún católico apostólico romano está obligado a serlo, y en cambio, la ciudadanía, o la condición internacional de apátrida, es inevitablemente forzosa, con todo lo que jurídicamente implica, obvio. 

La idea de El Cardenal Pironio, era que el público televidente comprendiera que cada comunidad espiritual debe profesar sus propias creencias con toda libertad, y que cada una de ellas tiene su normativa interna, que debe respetarse, obvio, porque sin orden, la comunidad deja de existir. ¿Verdad? 

Eso es el equilibro entre la libertad individual y el orden institucional, del que surge la disciplina, que es algo muy pero muy muy viejo, aunque a veces, parezca que es una cosa propia del totalitarismo, hitlerista o stalinista, o algo por el estilo. 

Incluso hasta la iglesia católica apostólica romana tiene sus normas de organización interna, que establecen algo tan sencillo como que, al que no le gusta, puede tomarse el buque cuando quiera y gratis, porque justamente  de eso se trata la monarquía voluntaria, es decir, que lo que dice el mandamás es ley, y quien no respeta la ley, pierde automáticamente la membresía de la comunidad, total o parcialmente, eterna o temporalmente, y eso incluye, sobre todo, a los miembros de la elite de la dirigencia comunitaria, obvio. 

Esto se ve, por ejemplo, con los católicos que incurrimos en el pecado mortal del adulterio, porque los casados por la iglesia con una persona, que sienten deseos sexuales por otra persona diferente al cónyuge, sin que el matrimonio religioso haya sido eclesiásticamente anulado, o sin que el cónyuge haya muerto, estamos privados del sacramento de la comunión, y debemos responder directamente ante Dios, cuando nos llegue la hora de comparecer ante su tribunal, junto con la otra persona de esa relación mortalmente pecaminosa, aunque sea soltera, claro está. [3] 

Esa es la norma eclesiástica católica apostólica romana, que te puede gustar o que te puede no gustar, pero es así, y si no te gusta, pues sencillamente dejás de ser católico, aunque vayas a miles de misas, oficiadas por sacerdotes partidarios de la administración del sacramento a los adúlteros de la democracia compulsiva del estado. 

Millones de cátolicos en el mundo lo hacemos, sabiendo o debiendo saber que lo que hacemos ofende a Dios, y decenas de miles de sacerdotes lo hacen, creyendo que siguen siendo sacerdotes, pretendiendo igualanos a la condición, por ejemplo, de un médico que pierde la matrícula habilitante por mal ejercicio de la profesión, pero que igual sigue siendo espiritualmente médico, o a la de un conductor automovilistico, al que le retiran la licencia por reiteradas infracciones graves al código de tránsito, pero que igual sigue sabiendo manejar. 

La verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad, es que un bígamo, que incurre en semejante oprobio a la fe católica, que no soporta la privación del sacramento de la comunión, que lo deja directamente expuesto a la máxima autoridad del universo, y que se va a un templo a comulgar en flagrante transgresión a la prohición canónica, incurre en un pecado todavía más grave, que es el de la soberbia, que le garantiza, según las creencias de la comunidad espiritual a la que pertenece, y a la que dejó de pertenecer de hecho por su propia y libre decisión, directamente, la condena del infierno, pero por toda la eternidad, aunque ningún tribunal eclesiástico lo haya condenado en un proceso canónico llevado en debida forma. [4] 

Y lo mismo un sacerdote, que a sabiendas, admistra los sacramentos a feligreses autoexcluídos por la normativa eclesiástica vigente, que es el caso de Dante Simón, que es el tipo cuya foto ilustra  este artículo, de la parroquia argentina de la ciudad de Córdoba, que fue suspendido en su ministerio, por darle la hostia a una pareja de homosexuales casados, bajo la ley civil de la democracia compulsiva del estado nacional argentino que supimos conseguir. 

Digo, la idea que explicó El Cardenal Pironio no es dificil de comprender, y que entre nosotros los católicos, seamos o no pecadores, veniales o mortales, lo que es verdadero o lo que es falso; lo que está bien y lo que está mal, y lo que se puede hacer o lo que no se puede hacer, para seguir siendo o para no seguir siendo miembro de la iglesia, o ministro de su fe católica apostólica romana, lo debaten los concilios, y lo interpreta el titular de la monarquía voluntaria, en su carácter de vicario de Cristo en la tierra, pero en última instancia, el que lo decide es Dios, y al que no le gusta, ya sabe que se autoexcluye, de la iglesia, pero sin perder por ello la esperanza de la salvación divina, y listo, así de fácil. 

Dicho en lenguaje profano y prosaico, a El Padre Simón. lo rajaron del laburo con causa, y no tiene derecho a seguir cobrando el sueldo de sacerdote, que le paga la democracia compulsiva del estado argentino, pero con la guita de todos y todas; ni tampoco, a que se le devengue un crédito derivado de una eventual indemnización, fundada en los derechos humanos, ni unca. 

Por eso, El Padre Simón, podrá seguir yendo a misa a comulgar, pero bajo la segregación de la monarquía eclesiástica,de dejar de seguir formando parte de la dirigencia sacerdotal; y yo no sé si el INADI le pagará algún subsidio por defender el matrimonio gay, y eso sí que sería una discriminación compulsivamente democrática. ¿Verdad?  

Como sea, pero lo cierto es que vos podés estar de acuerdo o no, pero si no lo estás, ya sabés que podés dejar de ser miembro de la iglesia cuando quieras, sin absolutamente ningún problema, pero no pretendas tener una autoridad espiritual que la comunidad que los creyentes no te vamos a reconocer jamás; porque si lo pretendieras, no te quejes después de que te demos el tratamiento que se les da a los infiltrados, que están adentro de las instituciones, justamente, para demolerlas hasta lo cimientos desde adentro. Like a troyan horse virus? 

Claro, porque la segregación espiritual es la medida profiláxtica, que preserva a toda institución de aquellos miembros infectos que, con su conducta, inequívocamente sub-ver-si-va, evidencian la diabólica intención de desnaturalizarla. 

Entonces, la cuestión acá no es si los homosexuales casados ante la ley civil de la democracia compulsiva del estado, pueden o no pueden tomar la comunión, o casarse cristianamente. Acá la cuestión es si un sacerdote puede o no administrarle los sacramentos católicos apostólicos romanos a los homosexuales que creen que el catolicismo apostólico romano es la religión verdadera. 

Y la respuesta a esa pregunta me la dio mi amigo ex seminarista, que mancó su vocación por su propia y libre decisión, auténticamente católica, cuando en la intimidad de la casa pastoral de Villa Devoto, escuchó a su superior, que hoy es El Papa Francisco, que les dijo: 

“Miren muchachos, acá en la iglesia, la cosa es muy sencilla… El que es sacerdote, no es puto, y el que es puto, no es sacerdote, aunque siga vistiendo la sotana” (sic). 

Dicho en latín del google translator, sería tanto como, vide indignantes, hic ecclesia, id est simplex. Qui sacerdos non stupri, et desinit esse quod sacerdos stupri, dum talari veste indutus. Pero no creo que sea necesario decirlo en la lengua eclesiática para que se entienda cristalinamente claro cuál es la palabra oficial. ¿Verdad? 

Y por eso hablo de la segregación de la soberbia. ¿Capitus? 

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos,veremos y pronto lo sabremos.


[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
 
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es un hecho teóricamente posible, que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera, sería castastrófico.
 
[3] En realidad, para el catolicismo cátolico apostólico romano, siguiendo a San Juan Bautista, la regla es el que deje a su mujer, para casarse con otra, es adúltero,  y también lo es la que duerme en su lecho, como Herodes Antípas y Herodías.
 
[4] Dijo el centurión romano a Jesús, que no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya, bastará para sanarnos, y esa también es una creencia de nosostros, los católicos apostólicos romanos pecadores, que tenemos la esperanza de que nuestra pena sea conmutada al purgatorio por Dios Padre, cuando estemos ante él, en El Juicio Final, aunque el misísimo Cristo, sentado a su diestra, nos diga que a vosotros no os conozco, porque sabemos que donde manda capitán ….  

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