jueves, 25 de abril de 2013

520 Historia (Mundial)

Año II – Primera Edición – Editorial: 00000520 [1]


El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Sábado 9 de Marzo de 2.013.




La Verdad de la Milanesa II
Por Rubén Vicente 

Bien. En el artículo de ayer vimos la historia del dinero, entendiendo que el centro neurálgico de todo es la moneda (léase: las reservas, la base monetaria y las tasas), de la que dependen las finanzas (léase: los bancos, las bolsas y las aseguradoras), de las que a su vez depende la economía (léase: los bienes raíces, la producción, la infraestructura, la industria, el comercio y la tecnología). 

Así era la cosa en la primera mitad del siglo diecinueve, hasta que en la segunda, a ciertos comerciantes alemanes, que eran miembros de una sociedad anónima, que era la propietaria de la bolsa de valores de Frankfurt, se les ocurrió empezar a hacer apuestas sobre la cotización de los cereales en la próxima cosecha. 

Y documentaban esas chances a través de unos papeles privados que las certificaban, que fueron llamados con el nombre de los derivativos, que no valían absolutamente nada, porque no estaban respaldados en absolutamente nada, pero que ellos los empezaron a usar como si fuera guita, porque los empezaron a emplear para comprar, para vender, para alquilar y para garantizar sus deudas con derivativos. Right? 

Para finales del siglo diecinueve, todos tenían guita (los individuos,  las entidades civiles, las empresas, los bancos, las bolsas y las aseguradoras), menos los gobiernos europeos, que la necesitaban para financiar sus gastos militares, y por eso, empezaron a darle a la maquinita, imprimiendo billetes nacionales sin respaldo en nada (léase: el papel pintado). Esto se conoció con el nombre de la inflación, y fue la primera y única causa de que, pocas décadas más tarde, provocaría el estallido de La Gran Guerra Mundial (1914-1918). ¿Capito? 

Ya desde antes del conflicto bélico planetario, se venía tratando a nivel de las cancillerías la cuestión de la guita negra, que envenenaba todo el sistema monetario, financiero y económico mundial (léase: los activos tóxicos). 

Pero en vez de agarrárrsela con la guita negra, se la agarraron con el comercio legal de los estupefacientes (léase: el narcotráfico), que era la base de la industria farmaceútica global, acordando la prohibición del comercio de determinadas sustancias que provocaban alucinaciones (léase: los alucinógenos = los estupefacientes = los narcóticos = la heroina y la cocaína). 

Pero se vino La Gran Depresión (1929-1935), y un juez americano, que quería poner tras las rejas a Al Capone, lo condenó por un delito que no exitía, que era el lavado de dinero (léase: the money laudering), obviamente, derivado del narcotráfico (léase: el narcolavado). [3] 

Los bancos norteamericanos se cagaron en las patas con ese fallo, y redactaron dos reglamentos administrativos internos, que fueron los de conozca a su cliente y de operaciones sospechosas. 

Cuando venía Juan de Los Palotes, con una torta de guita para depositar, el banco se autoimponía el deber estrictamente financiero (léase: no ético) de hacerle cuarenta preguntas (40), intengrantes de ambos códigos de conducta financiera segura, para cerciorarse de que estaba operando con un cliente conocido, y de que la operación era transparente. 

El negocio de los banqueros norteamericanos de la década del treinta del siglo pasado dejó de ser lavarle la guita negra a los piratas de toda laya, sino justamente, evitar que lo hicieran, sobre todo, si eran mafiosos, irlandeses, franceses, italianos o judíos.  

Eso si, a los entes gubernamentales, fueran municipales, condales, estaduales o federales, y a las empresas transnacionales estadounidenses que operaban en el extranjero (léase: Ford, Coca Cola, Gillette, Bell, etc.), directamente, no se las controlaba, porque se suponía que eran clientes conocidos, y porque se suponía que sus operaciones eran transparentes, off course. 

En otras palabras, absolutamente todas y cada una de las instituciones vinculadas con la lucha contra el lavado de dinero son un gran invento norteamericano , creado para proteger los intereses vitales de los EEUU, y los de nadie más. Hola. ¿Me escuchás? 

Y tan es así, que fijate que John Kennedy logró que el congreso federal aprobara un proyecto de ley federal que autorizó a los estados de Dellawere y de Tennessee a establecer, en sus territorios, sendos sistemas de paraiso financiero, al mejor estilo suizo. ¿Cómo? 

Te aclaro. No son paraisos fiscales como todo el mundo los llama equivocadamente. Son mucho más que eso. Son paraisos fi-nan-cie-ros, y te voy a contar por qué. 

Todo paraiso financiero implica cinco cosas: 

1)  La confidencialidad de la información empresarial; 

2)  La excención tributaria total a las operaciones financieras (léase: bancarias, bursátiles y de seguros); 

3)  El secreto bancario; 

4)  El secreto fiscal; y 

5)  La banca de inversión extraterritorial (the off shore banking). 

Como te darás cuenta, un paraiso fiscal es un territorio donde rigen excenciones tributarias totales a las operaciones financieras, y donde rige el secreto fiscal, pero nada más. En cambio, un paraiso financiero es un paraiso fiscal en el que, además, hay confidencialidad de la información empresarial, donde hay secreto bancario y donde hay banca de inversión extraterritorial. 

En otras palabras, un paraiso fiscal sirve para no pagar impuestos, y para lavar dinero exclusivamente proveniente de la elusión fiscal, de la evasión fiscal, del fraude fiscal y del contabando (léase: las cagadas estrictamente tributarias = los delitos de guante blanco).  

En cambio, un paraiso financiero está especialmente concebido para lavar dinero proveniente de todo tipo de cagadas derivadas, por ejemplo, del tráfico de drogas o de armas, de la trata de personas, del juego clandestino, de los ciberdelitos, o de lo que mierda sea, siendo una auténtica cueva de piratas, pero, le-ga-li-za-da. Right? 

Entonces pregunta: ¿Es coherente tener una normativa federal anti lavado y, la vez, tener dos estados de la unión que son paraisos finacieros like Suiza? Respuesta de El Tío Sam con la voz ronca y aguardentosa: What’s the matter with you boy? 

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos. 



[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).
 
[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.
 
[3] En el sistema jurídico estadounidense, los jueces tiene la atribución de crear nuevas figuras criminales, sin que haga falta la intervención de la legislatura del estado, o la del congreso, si se trata de un caso federal. La película de Kevin Cosner y Robert De Niro (léase: Los Intocables) no lo dice, pero los videos de The History Channel lo muestran con precisión. Capone fue condenado por el concurso real de los delitos de narcotráfico, fraude contable, evasión fiscal y lavado de dinero.

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