lunes, 8 de abril de 2013

549 Historia (Argentina)



Año II – Primera Edición – Editorial: 00000549 [1]

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Lunes 8 de Abril de 2.013.





El Neonazismo Argentino I
Por Rubén Vicente

La totalidad del planeta se hallaba inmerso en La Gran Guerra Mundial (1914-1918). Pero acá, como siempre, nos mirábamos el ombligo, sin darnos cuenta de que las colectividades británica y alemana, libraban su propia guerra secreta, en el sur de Chile (léase: La Araucanía), y en el sur de La Argentina (léase: La Patagonia).

Ya existía la radiotelegrafía, que era capaz de comunicar, desde tierra y sin alambres, a los buques de la marina de guerra británica (léase: the british royal navy) y a las naves de la marina de guerra alemana (léase: das reich krieg marine), con las estancias, araucanas y patagónicas, que eran casi todas de ingleses o de alemanes, obvio.

Los británicos eran los amos, tanto del Atlántico como del Pacífico, y tenían suscriptos convenios con los gobiernos de Santiago y de Buenos Aires, para atracar en los puertos chilenos y argentinos, pero los alemanes no.

Por eso, el servicio de inteligencia de las fuerzas armadas germanas, ya tenía bien desarrollado El Proyecto América Alemana, que implicaba el apoyo logístico subrepticio de las colectividades germanas a la madre patria en caso de guerra.

En semejante contexto, un buque de gran calado de la krieg marine navegaba hacia Las Islas Malvinas, para conquistarlas y usarlas como base naval alemana. Pero las comunicaciones británicas de las islas de Ascensión y de Santa Elena, captaron los mensajes y los descifraron, saliendo como chicotazo para Port Stanley.

Tres fragatas británicas forzaron la retirada del destructor alemán, que abandonó El Atlantico Sur, internándose en El Pacífico Sur, donde fue alcanzado, redeado y hundido, and go to the shell of your mother. Right?

Incluso en guerra, las leyes del mar prescibían el rescate y salvamento de la tripulación siniestrada. Por eso, los marinos alemanes fueron conducidos a La Base Naval de Talcahuano (a) de la armada chilena, permaneciendo en ella en calidad de prisioneros de guerra del gobierno de su graciosa majestad.

El comandante Spee murió con El Desdren, y los prisioneros quedaron a cargo de su segundo de abordo, es decir, del Tte. Nav. RKM Ing. Wilhelm Cannaris (28). Nueve meses más tarde, con ayuda subrepticia de la colectividad germano chilena, El Teniente Canaris se dio a la fuga…

Lo primero que hicieron, fue entregarle un pasaporte falsificado, a donde figuraba como chileno, pero como descendiente de madre inglesa, a nombre de Ramón Reed Rosas.

En una chata lo trasladaron al norte, dándole un burro en El Paso Puyehué, a lomo del cual cruzó, nada más ni nada menos, que La Cordillera de los Andes, llegando a la villa de San Carlos de Bariloche, donde empresarios de la colectividad germano argentina lo guardaron en La Finca Inalco, de La Estancia San Ramón, del departamento de Correntoso, del territorio nacional de El Neuquén, que pertenecía al embajador argentino en Berlín, Dr. Enrique García Merou (58).

Ahí, El Teniente Cannaris se quedó varios meses, hasta que lo llevaron en chata otros  quinientos kilómetros en la inmensidad desierta de La Patagonia, dejándolo en el puerto atlántico de la villa de Carmen de Patagones.

Y se tomó un vapor, perteneciente a una empresa alemana, que lo llevó a Buenos Aires, donde abordó un transatlántico de bandera británica, hasta llegar a Londres, desde donde se las arregló para llegar a París y a Berlín, en 1916.

Mientras hacía el curso de oficial de estado mayor, porque su sueño era llegar algún día a comandar un submarino, El Teniente Cannaris elaboró un promenorizado informe que elevó a conocimiento y consideración del alto mando naval alemán.

En el mismo, Cannaris, que algo había escuchado hablar de El Proyecto América Alemana, dijo que, para ganar la guerra, resultaba imperativo que la inteligencia militar alemana se hiciera del control, exclusivo y excluyente, de las señales telegráficas civiles y locales, de las estaciones ferroviarias y de las oficinas de correo, poniéndolas a cargo de chilenos y de argentinos, que fueran descendientes de alemanes, o afines, porque también hablaban alemán, los ciudadanos del imperio austrohúngaro, aliado de los alemanes en la gran guerra mundial, independientemente de cuál fuera su nacionalidad de origen (léase: austríacos, polacos, rumanos, búlgaros, yugoslavos, húngaros, o checoslovacos), porque todos tenían pasaporte austro húngaro, y porque todos sabían hablar, leer y escribir en alemán.

El informe del Teniente Cannaris fue cajoneado, pero las vueltas de la vida hicieron que en 1934, Hitler lo nombrara, nada más ni nada menos, que director general del servicio de inteligencia de las fuerzas armadas alemanas (Das Awberh), decretando su ascenso al grado de almirante, operándose su pase a retiro.

Desde entonces, el Alte. RKM Ing. Wilhelm Cannaris (a) Ramón Reed Rosas (a) El Submarinista (47), quedó a cargo de la conducción general de El Proyecto América Alemana, estando en condiciones de concretar su objetivo de ganar el control exclusivo y excluyente de las comunicaciones telegráficas civiles, araucanas y patagónicas, con alemanes, con descendientes de alemanes o con gente que hablara alemán, pero que fuera de absoluta confianza, es decir, que fuera ultra nazi, no sé si…

Pero por las dudas, El Almirante Cannaris ordenó que los telegrafistas fueran convertidos en agente secretos (léase: Los C-3´s) de la inteligencia militar de El III Reich. ¿Está?

Y yo te recomendaría que lo leas todo de nuevo, pero varias veces, para que te quede hiper recontra claro cómo era la cosa acá, en el culis mundis, porque más adelante, te voy a contar algo tan asombroso, que te vas a caer sentado de ojete, ya vas a ver.

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.


[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.

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