jueves, 28 de febrero de 2013

511 Geopolítica (Mundial)




Año II – Primera Edición – Editorial: 00000511 [1]

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Jueves 28 de Febrero de 2.013.

 

Los Arsenales de La Locura
Por Rubén Vicente

Hace veintidos años que concluyó La Guerra Fría, y hacen doce años que comenzó La Guerra Mundial Contra el Terrorismo (léase: la octava cruzada = la segunda guerra fría).
En ella se enfrentan la causa de la globalización unipolarista, representada por los EEUU y por sus aliados (Gran Bretaña, Israel y Corea del Sur), versus la contra causa de la antiglobalización multipolarista, representada por los cuatro oponentes extrahemisféricos de Washington (4), como son China, Rusia, Arabia Saudita, Francia y sus bloques (ASEAN, CEI, OPEP y UE); cuyos interlocutores válidos en América Latina (léase: el patio trasero), son Venezuela, Brasil y La Argentina y, en menor medida, y a su través, Haití, Nicaragua, Ecuador y Bolivia.

Desde el punto de vista estrictamente militar, existen sólo dos hiperpotencias planetarias (2), que son Rusia y los EEUU, pues sólo ellas cuentan con arsenales convencionales y estrategicos, tanto de disrupción como de destrucción masiva, pero además, poseen los escudos espaciales. [3]

Si ambas hiperpotencias se enfrentaran en una guerra total, planteada como un juego de suma cero, donde la victoria o la derrota del enemigo fueran términos excluyentes, el triunfo de los EEUU sería inequívocamente pírrico.

Pero La Crisis Mundial (léase: el efecto jazz = la gran recesión = la segunda gran depresión = 2008-2014) ha debilitado tanto a los EEUU que, tanto para ellos como para Rusia, que zafa vendiendo gas natural, los costos de mantenimiento de sus respectivos arsenales militares son, directamente, in-sos-te-ni-bles.

Sin embargo, tanto para los EEUU como para Rusia es absolutamente imperativo su mantenimiento en buen estado de funcionamiento operativo, para usarlos sólo como herramientas de disuación económica y diplomática, en el proceso de dirimir sus conflictos (léase: Afganistán, Irán, Irak, Siria, Somalía, Libia, Mali y Haití).

En el segundo nivel militar vienen China, Israel, Francia y Gran Bretaña, que tienen un poder militar proporcionalmente similar al de Rusia y al de los EEUU, pero que a diferencia de las dos hiperpotencias planetarias, carecen de los escudos especiales.

En tercera línea vienen La India y Pakistán, que no cuentan con armas de disrupción, y sus arsenales de destrucción masiva no cuentan con armas químicas ni biológicas. 

En cuarto rango militar están Corea del Norte, con sus armas misilísiticas y nucleares, Irán con sus armas misilísticas, y Siria con sus armas misilísticas y químicas.

En quinta posición vienen Suecia y Alemania, que además de contar con excelentes armamentos convencionales, tienen buenas armas de disrupción.

Y de ahí para abajo, son todos arsenales pura y exclusivamente convencionales, con armamentos de infantería, de caballería y de artillería, tanto terrestre, como marítima y aeronaútica.

Pero en esta sexta y última categoría, también hay niveles porque, por ejemplo, no es lo mismo Venezuela, que compra armamentos rusos, que Chile, que el Brasil o que La Argentina, que los fabrican nacionales, pero con tecnología extranjera (léase: la cuasi dependencia militar).

La idea de Moscú y de Washington es dirimir su conflicto planetario por la vía de la disuación, que exige fogonear a los pequeños y aún medianos actores militares, para que se destruyan entre ellos, y que la victoria de uno u otro, se la autoadjudique Moscú o Washington, según sea el caso, igual que como fue en la primera guerra fría (1946-1991).

Pero yo creo que, en esta segunda guerra fría (2001-2014), la debilidad de los EEUU, y las ambiciones imperiales sempiternas de Rusia, serán tan fuertes, que en sus respectivos estamentos militares, pueden llegar a aparecer locos, tan bien posicionados, que estén en capacidad fáctica de hacer alguna locura, poniendo a las dos colosales maquinarias bélicas, directamente, fuera de control, llevándose puestas a las instancias políticas gubernamentales.

Y sería aplicable al caso de guerra (léase: de casus belis) la teoría del yenga (ver El Cisne Negro – Editorial 510), que allá lejos y hace tiempo, tuvo una maderita de apoyo, que era El Archiduque de Sarajevo, que cuando fue retirado del juego, se fue todo a joraca mal, no se sí…

Por eso digo que estamos ante los arsenales de la locura.

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.
 

[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón), El Cisne Negro es un hecho teóricamente posible, que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera, sería castastrófico.

[3] Ambas naciones poseen fuerzas convencionales de infantería, de caballería y de artillería, de tierra, de mar y de aire. Pero también poseen arsenales estratégicos de disrupción, conformados por las armas cibernéticas, robóticas, misilísticas, satelitales, magnéticas, indetectables e invisibles. Pero además, tienen arsenales estratégicos de destrucción masiva, integrandos por las armas químicas, por las armas biológicas y por las armas nucleares (QBN). Y ellas son las únicas que poseen los escudos espaciales, conformados por los satélites orbitales, sobre los que se hayan montados los misiles intercontinentales, que portan en sus cabezas las ovijas nucleares, apuntadas sobre blancos específicos (ej.: Moscú o Washington).

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