jueves, 7 de febrero de 2013

491 Historia (Francia)




Año II – Primera Edición – Editorial: 00000491 [1]

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Jueves 7 de Febrero de 2.013.

 

El Diario de la Revolución IX
Por Rubén Vicente

Durante la madrugada del domingo diez de mayo de 1789, un contingente de casi mil efectivos (1.000) del cuerpo francés (l ´armée) del ejército sacro imperial (das reich wehrmatch), al mando del comandante general de la caballería, es decir, de su alteza, el duque de Lunay, Tte. Cnel. Gral. RW Dr. Bernard René Jordan, de treinta y nueve años de edad (léase: El Duque de Lunay), ingresó al rcinto urbano de la capital francesa (París), con el objetivo de proceder a la recuperación, pero a sangre y fuego (léase: la devastación) de El Palacio de las Tullerías, que es el asiento del insólito gobierno revolucionario, liderado por su alteza, el duque de Mulon, como así también, jefe del estado mayor general (JEMG) del cuerpo francés rebelde (l´ armée revolucionnaire) del ejército sacro imperial (das reich wehrmatch), además, de presidente de la asamblea nacional (el nuevo parlamento francés revolucionario) y, a la vez, primer ministro de hecho (el secretario de estado de facto = el canciller imperial revolucionario) de el gobierno de su magestad, Mcl. RW ® Dr. Dn. Jean Silvain Bailly (a) El Astrónomo (a) Macri (54).

En un comienzo, la marcha era lenta y ampulosa, como para que los insurrectos tuvieran tiempo suficiente de evaluar las chances de resistencia ante la maniobra militar que, evidentemente, amenazaba convertirse en una carnicería espantosa, y nada más, claro está.

Pero nada. No pasaba nada. Bajo semejantes condiciones, la conclusión era: ¡Aguante Bailly, carajo¡ ¡Vamos zurdos¡¡Fuerza Gorriarán¡

Todo tranquilo como agua de tanque en la ciudad pero, justo cuando cantó el gallo (léase: el gran gallo de la revolución francesa), exactamente de la nada, increiblemente, salieron a las calles, nada más ni nada menos, que unas tres mil personas (3.000), incluídos hombres, mujeres, niños y ancianos, liderados por los miembros de las principales bandas criminales parisinas (léase: los sin calzón = les sans culotes), lideradas por sus jefes (les chefs = the bosses = i capis = die fuhrers) que, en su conjunto, integraban algo así como el alto mando criminal (léase: la mafia) que, no obstante, no parecía tener un jefe máximo definido o visible, pero que empezaron a incendiar absolutamente toda la capital francesa (París), causando un gran desorden general (el caos), que obligó a El Duque de Lunay, sencillamente, a retirarse a las afueras, estableciendo un gran campamento, que establecería El Sitio de París (¡¡¡).

En otras palabras, se acababa de operar el primer combate de La Batalla de París, en el marco de la guerra de la revolución, en la cual, obviamente, había ganado la revolución que, como estaba visto era, de verdad (léase: sin joda), la revolución de los sin calzones, y nada más, claro está.

Dicho de otro modo, a París, vos no entrás, y listo. Bajo esa comprensión, en principio, la revolución francesa ya tenía controlado el centro neurálgico del imperio francés, que era la primera potencia mundial (léase: el hegemón), obvio (¡¡¡).

Perdón, pregunta: ¿Cómo pudieron tres mil indigentes, pésimamente armados, sacar de la ciudad a tantos efectivos militares, bien organizados para la guerra y, sobre todo, armados hasta los dientes? Respuesta: Yo no lo sé ((léase: Je ne sais pas). ¡Gordo, vos usás el traductor de Google, no me jodas, ja ja já¡¡Dale! ¡Seguí que está bueno!

No le hagan caso. Tuve francés hasta cuarto año. Sigo. Uno puede especular, diciendo que fue el ejército de la divinidad (léase: la divina providencia) el verdadero defensor de la ciudad o bien, que El Duque de Lunay, sencillamene, no quizo ser el responsable ante la historia de la masacre de la población civil o, aún, que recibió órdenes de El Cardenal Tayllerand de hacerle perder a Luis XVI, nada más ni nada menos, que el primer combate de La Batalla de París, para generar condiciones favorables para concresión de la revolución francesa, o algo por el estilo.

No sé. Lo cierto fue que, el hecho histórico incontrastable fue que la chusma parisina venció al ejército francés lo cual, sencillamente, no registraba precedentes, desde los tiempos romanos de Espartaco hasta esa jornada memorable, y nada más, claro está.

Sólo dos días más tarde de el primer combate de La Batalla de París, su alteza, el duque de Alecon, conde de La Haudrie y, a la vez, principal accionista, presidente del directorio y gerente general (The Chieff Executive Officer = The CEO) de la firma Hebert et Cié SG de París, Dr. Jacques René Hebert, de treinta y tres años de edad (léase: Jacques d´ La Houdrie), se incorporó al parlamento imperial revolucionario (léase: la asamblea nacional).

Y transcurrió el resto del mes de mayo, y pasó todo el mes de junio, es decir, pasaron casi cincuenta días (50), y no pasó absolutamente más nada digno de ser presenciado o contado, porque las cosas siguieron exactamente igual que como estaban de jodidas.

Pero el jueves dos de julio, sin aludir en lo más mínimo a la violencia en las calles, a través de su órgano de prensa, es decir, El Amigo del Pueblo (léase: L´ Ami de Peuple), el principal accionista, presidente del directorio y gerente general (The Chieff Executive Officer = The CEO) de la firma Marat et Cié de París, Dr. Giovanni Paolo Mara Cabriol (a) Jean Paul Marat (a) El Oculista (a) El Tipazo (36), comenzó a publicar una serie de artículos de su autoría, titulados con el nombre de La Constitución, apoyando el objetivo de la asamblea nacional (el parlamento imperial revolucionario) de hacer evolucionar el antiguo régimen (l´ ancien regime) hacia el nuevo régimen (le nouvelle regime) de la monarquía constitucional.

Sin embargo, nada dicían los artículos de Marat sobre si la eventual constitución nacional francesa debería o no incluir a los comunes en la asamblea nacional, ni tampoco, si la futura carta magna debía o no incluir la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano de los comunes, o cuál era su posición ante la insurgencia de las masas urbanas, dejando claro que Marat no era muy afecto a los comunes (léase: los magnates judíos) ni a los sin calzones (les sans culotes), mostrándose como lo que fue, es decir, como el primer famoso y popular gorila comunista. Conste. [3]

Mientras tanto, en su castillo urbano de la capital francesa (léase: el palacio), su alteza, el duque de Fersen y, a la vez, embajador sueco en París, Mcl. RW ® Dr. Johannes Reinhold (a) El Rey de la Muscaria (a) Tinelli (54), recibia una extraña encomienda. [4]

Se trataba de un hermosísimo alhajero de oro macizo, forrado en finísimo terciopelo rojo, con incrustaciones de perlas y esmeraldas en su exterior, con una esquela, que decía que era un regalo de los amigos del rey (?), es decir, de su majestad, el monarca de El Gran Imperio Francés (Le Plus Grand France),  Gn. Mcl. RW ® Dr. Luis XVI Borbón (a) Le Roi (a) El Gran Delfín (a) El Mayordomo Sacro Imperial (a) El Satanista (a) Cristina (34).

También, había una nota más explicativa, en la que se consignaba que los amigos del rey, lo estaban ayudando a escapar hacia el reino de Bélgica (?), integrante del gran reino de Holanda, que era la metrópolis del Imperio Holandés (La Gran Holanda), gobernado por su majestad, el Gn. Alte. RKM ® Dr. Wilhelm Friedrich van Orange Nassau (a) Guillermo V (a) El Estatuder (a) Máxima (40), pero por intermedio, justamente, de Luis XVI; para luego conducir a la familia imperial francesa, suscesivamente, hacia Alemania y hacia Austria, dándole asilo político en la ciudad de Viena, para luego lanzar la guerra contra Francia (La France), para exterminar la revolución francesa y todo lo que ella podía significar, en términos de sojuzgamiento de la autoridad monárquica en toda Europa (La Gran Leitania) y en el mundo entero (orbis).

Bajo esa comprensión, los amigos del rey le explicaron a Tinelli, perdón, quise decir a El Duque de Fersen, que su eventual involucramiento en el plan de fuga de la familia imperial francesa implicaría, obviamente, un gran riesgo personal, pero también, la promesa del monarca de El Sacro Imperio Romano de la Nación Alemana (léase: La Gran Alemania = Das Reich = El Imperio de los Mil Años = 800-1815 = La Primera Unión Europea), Gn. Mcl. RW ® Dr. José II Hagsburrg (a) El Kaiser (a) El Sacro Emperador (a) Obsma (48), de que él (léase: El Duque de Fersen) sería debidamente recompensado, nada más ni nada menos, que con el cargo de futuro primer ministro sacro imperial (el gran canciller del reich), convirtiéndose entonces en el hombre más poderoso del mundo, después de el papa, de el sacro emperador y de el emperador de los franceses, obvio.

Sinceramente, no se comprende como un verdadero mequetrefe como era El Duque de Fersen podría creerse semejante estupidez, pero lo cierto es que la creyó sin dudar, comenzando a pasearse por la gran recámara jugando a que él es, nada más ni nada menos, que el gran canciller del reich y que todos le hacen reverencias a su paso, dándose cuenta cualquiera que lo viera que él no era otra cosas que un reverendo pelotudo, que ni siquiera se preguntaba quiénes eran esos amigos del rey, que le regalaban semejante alhajero y que lo linsonjean, nada más que para que él (El Duque de Fersen) se involucrara en el plan de fuga de la familia imperial francesa, siguiendo las órdenes de no se sabía quién mierda las estaba dando en realidad.

En otras palabras, un jefe narco que, en realidad, era un perfecto idiota, pero eso si, con rango de embajador, claro está. No sé si …

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.
                    



[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.

[3] Viendo durante décadas cómo es el comportamiento de el electorado porteño (que vota a Zamora en La Recoleta y a Macri en Villa Lugano), se me ocurrió caracterizarlo sociológicamente, poniéndoles el nombre de los gorilas comunistas, porque anhelan vivir como si fueran riquísimos (léase: los gorilas), pero gustan expresarse como gente de avanzada (léase: los comunistas). El ícono de los gorilas comunistas argentinos es Lilita Carrió, que para mi, es la mejor alumna vernácula que tuvo Marat, aunque él no la haya conocido jamás, obvio.

[4] En los bosques sagrados de Escandinavia, los vikingos recolectaban un hongo, y lo mezclaban con el excremento de los insectos, generando un potentísimo alucinógeno, que llamaban con el nombre de la muscaria, que la usaban los chamanes en los oficios religiosos, en los que veneraban al sol (Odín). En los tiempos del imperio romano, la muscaria era a Europa, lo que el opio era al Asia, o la cocaina era América. Así que ahora sabemos quién manejaba el comercio de la muscaria en la primera potencia mundial en decadencia de finales del siglo dieciochos (léase: en embajador sueco en París), demostrando que los vikingos no están muertos ni mucho menos, y que los narco servicios exteriores tampoco. Right?

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