domingo, 17 de febrero de 2013

500 Historia (Francia)





Año II – Primera Edición – Editorial: 00000500 [1]

El Cisne Negro [2]
El Diario Digital de la Historia y de la Geopolítica
Domingo 17 de Febrero de 2.013.

 

El Diario de la Revolución XVIII
Por Rubén Vicente

Durante el mes de octubre de 1789, a pesar de que ya estaba empezando a llegar el trigo importado de Rusia y de Turquía, llenando los graneros y calmando el hambre del pueblo, insólitamente, las fortalezas militares de todo el principado francés occidental (léase: borgoñon) del Sena, literalmente, se insubordinaron contra el cuerpo francés (l´ armée) del ejército sacro imperial (das reich werhamatch), pasando a engrosar las filas de el ejército popular francés (l´ armée de peuple francaise = la nouvelle armée révolutionnaire), en cuya estructura, que seguía siendo descentralizada pero que, desde entonces, empezó a ganar cierto grado de mínima organicidad, los militares insurrectos (léase: los rebeldes) se posicionaron como oficiales (subalternos, jefes y comandantes), que planificaban y ejecutaban la primera gran operación militar revolucionaria, que consistió en La Toma del Puerto de Le Havre.

Bajo esa comprensión, los comandantes navales fueron eliminados;  los buques de guerra quedaron bajo el control de los suboficiales y de los oficiales subalternos, y el puerto, en sus sectores militares y comerciales, comenzó a ser administrado por los oficiales jefes de el cuerpo naval francés (la marine de guerre) de la armada sacro imperial (das reich krieg marine) que, desde entonces, de hecho, se convirtieron en el personal de una fuerza irregular, como fue la armada revolucionaria francesa (léase: la marine de guerre révolutionnnarie française).

En resumidas cuentas, al finalizar el mes de octubre, desde el punto de vista militar, la revolución francesa ya controlaba todo el territorio del principado borgoñón del Sena; sus fortalezas militares y el puerto de El Havre, habiendo logrado conformar un ejército popular revolucionario (léase: el ejercito de los rabiosos = el ejército de los sumergidos),  pero de mar y de tierra a la vez, y nada más, claro está.

Sobre el final del mes, la mayoría de los abades de los monasterios de casi todo el principado del Sena, ordenaron a sus frailes dependientes (léase: los monjes), pero de casi todas las órdenes religiosas (léase: el clero regular = los frailes), sencillamente, plegarse a la insurgencia popular, subordinándose a las directivas políticas de las comunas revolucionarias, pero también, a las directivas castrenses de las distintas fracciones descentralizadas (los comandos separados) del ejército popular francés (la nouvelle armée révolutionnaire française), tanto militares como navales.

Ello a cambio de que las abadías pudieran continuar desarrollando sus artesanías, productoras de alimentos, de indumentaria, de materiales de construcción y de medicamentos, como así también, para proporcionar asistencia médica y quirúrgica a quienes la necesitaran (léase: los heridos = los pacientes = los sufrientes = los inválidos = les invalides), fortaleciendo sus espíritus a través de la santa misa, durante cuyo transcurso, les eran administrados los santísimos sacramentos de emergencia, es decir, la comunión y la extrema unción.

En otras palabras, se acababa de sumar el clero regular, que era el primer estamento de la aristocracia, que evidenciaba signos inequívocos de pretender ganar los corazones revolucionarios para el plan divino de salvación, es decir, para la francmasonería universal (léase: la venerable hermandad roja = la masionería colorada = la masonería escocesa = la masonería francesa = la franca masonería = la francmasonería = la masonería papista = la masonería sagrada = la masonería divina), que brega por el éxito del plan divino de salvación, cuyo lema sempiterno es que todo debe cambiar, pero para que nada cambie en realidad (léase: totum convertere, sed etiam quid mutandum), y qué tanto joder con los azules. [3]

Paralelamente, luego de una serie de negociaciones subrepticias, habidas entre la nobleza (la corte) y el clero (la curia) con el gobierno revolucionario francés y con la asamblea nacional, es decir, el nuevo parlamento imperial revolucionario, aprobó un proyecto de ley en cuya virtud se dispuso:

1) Que todos los esclavos, liberados de hecho (léase: de facto), se convertirían, de derecho (léase:  de iure), en hombres liberados (léase: los libertos), es decir, en ciudadanos, pero a cambio de que se sobordinaran a la autoridad política de el gobierno revolucionario de su majestad (léase: los súbitos);

2) Que todos los insurrectos se beneficiaran con una amnistía general, pero a cambio de que depusieran las armas;

3) Que los nobles (la corte) y el clero (la curia), es decir, el consejo de estado (léase: el parlamento de la elite = la oligarquía vernácula), sencillamente, comenzarían a abonar el nuevo impuesto a los bienes raíces, es decir, el impuesto inmobiliario, con una alícuota igual al uno por ciento anual (1%) de su futura tasación fiscal, pero a cambio de que le fueran respetados sus derechos de propiedad individual sobre esas tierras feudales, como así también, de que conservaran el privilegio de continuar percibiendo sus diezmos feudales (léase: el diego) y, a la vez, de que fueran aceptados como nuevos miembros integrantes de la asamblea nacional francesa (léase: el nuevo parlamento imperial francés), expresando libremente sus ideas, por la prensa y en el recinto de La Cámara de San Luis de la casa de gobierno, esto es, de El Palacio de las Tullerías; [4]

4) Que su majestad, el monarca de El Gran Imperio Francés (Le Plus Grand France), Gn. Mcl. RW ® Dr. Luis XVI Borbón (a) Le Roi (a) El Mayordomo Sacro Imperial (a) El Satanista (a) Cristina (34), empezara a presidir personalmente o bien, a través de un representante personal designado al efecto, las ceremonias anuales de inauguración y de clausura de las seciones anuales de la asamblea nacional francesa (el nuevo parlamento imperial francés), y

5) Que, de de allí en más, el municipio de la capital francesa, es decir, La Comuna de París, adoptara como nuevo pabellón revolucionario, una enseña estructurada en tres franjas verticales (3) de los colores rojo, blanco y azul, es decir, la bandera tricolor, bajo el lema de libertad, igualdad y fraternidad (léase: liberte, equalite et fraternite).

En otras palabras, en sólo siete meses (7), que habían sido violentísmos, pero a la vez, trascendentales, sencillamente, había concluído, nada más ni nada menos, que la revolución francesa (¡¡¡).

Ello era así, por lo menos, en lo que al principado del Sena se refería que, por supuesto, de allí en más, habría que trabajar para lograr su consolidación, triunfando entonces la francmasonería universal (léase: la venerable hermandad roja = la masonería colorada = la masonería escocesa = la masonería francesa = la franca masonería = la francmasonería = la masonería católica = la masonería papista = la masonería sagrada = la masonería divina), que brega por el éxito del plan divino de salvación y cuyo lema sempiterno es que todo debe cambiar, pero para que nada cambie en realidad, contribuyendo con el plan divino de salvación, mientras Gran Bretaña, sencillamente, lo miraba por tevé, y nada más, claro está (¡¡¡).

Dicho de otro modo, desde ese momento, El Principado del Sena era el bastión de Dios, y el resto de Francia era el caos malético, cuyo centro satánico era El Marquesado del Somme, obvio.

Expresado en otros términos, Gran Bretaña y sus aliados (los jacobinos) estaban perdiendo la guerra de la revolución francesa, que quedaba bajo el control de los franceses, y andá a la rpmqtp. Vous me comprenez bien? Ou dois-je traduire en espagnol?

Y si me dijeran que estoy muy equivocado, respondería que veremos, veremos y pronto lo sabremos.


[1] La libre expresión y la segura circulación de la información contenida en el presente documento se halla jurídicamente garantizada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 (Art. 19), la Constitución Nacional de la República Argentina de 1995 (Art. 14),  la Ley Nacional N° 26.032 de 2005 y el Código Penal de la Nación (Arts. 153 y 155).

[2] Para uno de Los Siete Grandes Sabios de Grecia (Solón) El Cisne Negro es un hecho teóricamente posible que todos creen que es prácticamente improbable, pues si ocurriera sería castastrófico.

[3] La Hermandad de La Gran Logia de los Caballeros Masones, con sede en la capital británica (Londres), es la hermana mayor de la masonería mundial (léase: la venerable hermandad azul = la masonería inglesa = la masonería anti católica = la masonería anti papista = la masonería diabólica = la masonería satánica), que brega por el fracaso del plan divino de salvación. Desde su creación en 1716, casi siempre, su máximo líder (léase: el prior general planetario = el gran nasi = el gran nazi) es su majestad, el monarca de El Imperio Británico (léase: The British Empire). De la masonería mundial dependen decenas de miles de logias esotéricas (léase: las sociedades secretas) en todo el mundo (orbis). En los cinco continentes (Oceanía, Asia, Africa, Europa y América) existen miles de logias esotéricas dependientes de la masonería mundial, que están integradas, exclusivamente, por frailes de la orden de los jesuitas. En la Francia de finales del siglo dieciocho (léase: el siglo de las luces), oficialmente, la orden jesuítica figuraba como expulsada. Pero sus miembros fingieron abandonar los hábitos, pasando a conformar una asociación civil sin fines de lucro, conocida bajo el nombre de Los Hermanos Molotinos, que veinte años más tarde después de su fundación  (1780), lograron que el gobierno de su majestad, les otorgara la concesión de aministración de La Basílica de San Jacobo de París, que era un antiguo templo jesuítico que había sido confiscado al momento de la expulsión de la orden. Desde entonces, los molotinos de esa parroquia, comenzaron a ser llamados con el nombre de Los de San Jacobo (léase: los jacobitas = los jacobinos). A través de su pertenencia a la masonería mundial, los jacobinos de la revolución francesa jugaron el rol de aliados secretos de Gran Bretaña, que quería destruir la supremacía mundial de Francia. Conste.

[4] Desde los tiempos antiguos de El Imperio Romano que no regía el impuesto inmobiliario, que sólo se le cobraba a los magnates plebeyos (léase: los optimates) cuyas tierras estuvieran situadas en el territorio de todos los proconsulados no italianos, cuyos propietarios (léase: los padres fundadores de la patria romana = los patricios), no pagaban impuestos sobre unas tierras que eran de su propiedad, exclusiva y excluyente. Y el sistema de excención tributaria total del impuesto inmobiliario rigió para la totalidad de los señores feudales (léase: nobiliarios o eclesiásticos) que, durante la edad media (476-1453) y durante la edad moderna (1453-1789), dependían de la corona de El Sacro Imperio Romano de La Nación Alemana (léase: La Gran Alemania = Das Reich = El Imperio de los Mil Años = 800-1815 = El Nuevo Israel = La Primera Proto Unión Europea). Conste.

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